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Lorca y Don Perlimplín pasan el verano a la fresca

Fernando Cayo: “El teatro puede ocupar cualquier espacio y debe hacerlo”

El patio del Teatro Quique San Francisco da la bienvenida a la temporada estival con una renovada y refrescante propuesta de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín de Federico García Lorca, adaptada y dirigida por Triana Lorite.

Esta versión contemporánea de la farsa del autor granadino, será interpretada por Ana Belén Beas, Carmela Martins y Fernando Cayo que nos mostrarán la transición íntima e inflexible de la condición humana ante la imposibilidad del amor y la necesidad de sentirse correspondido.

Estuvimos charlando con Fernando Cayo, quien encarna al anciano Don Perlimplín, para conocer todos los detalles de este espectáculo que podrás disfrutar a partir del 11 de julio.

Que tienes una dilatada carrera profesional es un hecho, sin embargo, ¿es este tu primer Lorca?

Pues sí, es mi primer Lorca, efectivamente. En recitales de poesía he tocado el mundo de Lorca desde hace muchos años, la poesía sí pero el teatro no. Es una gozada por eso y porque es una visión vanguardista y muy atrevida de esta pieza mágica de Lorca. Es una pieza realmente insólita en su catálogo y, francamente, me parece que es un texto delicioso y estoy muy contento.

 

¿Qué temas atraviesan la pieza?

La historia está ambientada en un mundo fantástico de hadas, duendes y sucesos sobrenaturales en el que Lorca ubica una historia de amor. Hay un casamiento entre un hombre mayor que es Perlimplín y una jovencita que se llama Belisa, digamos que, por intereses económicos, pero luego, poco a poco, Perlimplín se va enamorando profundamente de esta mujer. De lo que habla aquí Lorca es de algo profundamente metafísico pero contado al mismo tiempo de una manera muy erótica y sensual del alma y del cuerpo. Perlimplín representa el alma y Belisa es el cuerpo. No ocurre nada por desvelar el final porque es una obra sobradamente conocida y, finalmente, Perlimplín se sacrifica, se inmola para entregar su alma y que Belisa que sólo tenía cuerpo ahora disponga de alma y de cuerpo. Es la historia de una inmolación por amor con un montón de sucesos que ocurren, que tiene más que ver con el mundo de la magia, de las hadas y de los duendes que, con la realidad, pero básicamente habla de eso. Es curioso porque tiene un poco que ver con unas aleluyas eróticas que eran aleluyas populares del siglo XIX en la que se contaban historias subidas de tono e historias con un ingrediente erótico y sexual muy fuerte y, en este caso, pues habla de eso. Habla de que Belisa se encuentra con varios hombres mientras está casada con Perlimplín pero él lo acepta mientras ella le sigue queriendo. Es una historia, al mismo tiempo, que plantea una relación modernísima y contemporánea de lo que sería una pareja abierta, si podemos llamarlo así. Lo que pasa es que es una pareja abierta un poco particular, sumergida en el mundo de lo mitológico, pero habla un poco de eso. Es fuerte. La pieza tiene un nombre como de historia de marionetas, el amor de Perlimplín y Belisa en su jardín, como de cosita ligerita, pero tiene tralla erótica, dramática y metafísica super fuerte.

 

Este texto fue incautado por la policía y retenido por acusarlo de inmoral, ¿qué opinión te merece que recuperemos este texto, que en su día escocía, y que llegue en un momento donde la política también está intentando anular el poder de la cultura, y en especial del teatro?

Creo que una pieza como esta, que ya es un clásico, está por encima de cualquier cosa. Entiendo intelectualmente que en aquel momento una obra en la que de repente se hablaba de una mujer que había tenido en una noche relaciones eróticas sexuales con 5 hombres de 5 razas distintas de la tierra, aquello les pareciera escandaloso, pero vamos, creo que ahora mismo los tiros van por otro lado. Creo que la importancia de la obra está de que habla de un encuentro del alma y del cuerpo, que habla de la metafísica del amor, que lo habla al mismo tiempo de una manera muy festiva porque tiene esa mezcla de lo Dionisiaco y de lo Apolonio, que tiene siempre Lorca que está entre el drama el dolor y la sensualidad en casi todas sus obras y eso es muy bonito de ver. Es bonito y refrescante intelectualmente, anímicamente, físicamente, emocionalmente…es lo que tienen las buenas obras que van conducidos a alimentar el alma y a colocarnos en otro lugar.  Entonces disquisiciones políticas con respecto a esto no tienen que haber, tiene que haber otro tipo de cosas.

 

 

¿Qué reto asumes a la hora de abordar a este personaje? 

Bueno es una puesta en escena que hace Triana Lorite (adaptadora y directora) totalmente contemporánea. Estamos tocando temas que tienen más que ver con la performance que el teatro propiamente dicho. Me recuerda a cuando estuve trabajando con Tomaž Pandur en La caída de los dioses, que fue un encuentro maravilloso con un artista que experimentaba, tanto a nivel plástico como a nivel de luz, de puesta en escena… un experimentador era Tomaž Pandur y eso es lo que es Triana Lorita junto con Zoé Sepúlveda, que es el coreógrafo que está llevando toda la parte física de la función. Son los que están llevando la función por unos derroteros experimentales. Estamos tocando cosas que tienen que ver con el teatro oriental, con la geometría, no lo sé, estamos sumergiéndonos en un mundo experimental de símbolos, de significados distintos y una manera distinta de transmitir el erotismo.

 

¿Y qué nos dices de tus compañeras de escena, Ana Belén Beas y Carmela Martins?

Pues que tenemos un reparto estupendo con Carmela Martins interpretando a Belisa y Ana Belén Bea a Marcolfa. Están maravillosas las dos y es una gozada estar arropados por equipo de producción estupendo como es Seda y la verdad es que estamos muy contentos.

 

Es curioso porque cuando se habla de Perlimplín, asoma el dato que lo describe como un anciano de 50 años. Hoy a nadie de esa edad se le considera como tal, ¿cómo encontraste el tono exacto que mostrara al personaje como un ser mayor, enamorado de una joven mucho menor que él?

Lo que hemos tomado es realmente algo que no tiene que ver exactamente con eso. El hincapié no se hace en que sea un hombre mayor, sino que es un amor en la distancia. Muchas veces la distancia no se encuentra necesariamente en las edades, sino en las características de cada uno de los amantes. Hay mas distancia entre parejas de la misma edad que a veces entre parejas de distinta edad. Tiene que ver con la idiosincrasia, la personalidad y el momento vital de cada uno los miembros de esa relación. De hecho, esta relación entre un hombre mayor y una jovencita la recrea también Lorca en La zapatera prodigiosa y siempre termina de una manera positiva. Lorca aboga porque el amor trasciende el tiempo y, en este caso, nosotros lo hemos tomado de otra manera porque hay un elemento muy físico, muy coreográfico, hay un elemento muy animal en la función. El Perlimplín que la gente va a ver no es exactamente un anciano, es un ser de otro tipo, un ser mitológico que quizás no encaja con Belisa, pero no es necesariamente porque sea un anciano, es otra cosa la que hemos intentado transmitir. De hecho, creo que, de esa manera, se transmite mucho mejor la esencia de Lorca. Realmente, lo que ocurre es que Belisa se enamora de su propio marido porque Perlimplín hace un juego en el que se disfraza con una máscara y entonces, Belisa cree ver en ese hombre enmascarado a un joven vigoroso y maravilloso. Se habla de que en realidad es un tema de desconexión por otro tipo de cosas, por la metafísica del alma y del cuerpo, así lo entiendo yo. Y, en el caso de La zapatera prodigiosa también ocurre lo mismo, Lorca consigue que el zapatero enamore a la mujer joven a través de sus herramientas de seducción y de su buen hacer personal. En fin, es un tipo bastante adelantado Lorca en muchas cosas. Cuando te metes en el mundo de los poetas pasas a un territorio que no tiene nada que ver con las peleas cotidianas como las de las redes sociales, que transciende mucho más allá, van al alma de las cosas.

 

Triana Lorite adapta y dirige este texto encontrando una relación con Rest Energy, la conocida performance de Marina Abramovic de 1980, ¿qué nos puedes contar sobre ella? 

Digamos que la performance de Marina Abramovic es como un resumen plástico de gran parte de la función. Aparece como un elemento inspirador, está presente en un momento de la función muy bonito, en una coreografía que ha creado Zoé Sepúlveda. Hay varios momentos que tienen que ver con la danza contemporánea y la performance. El espectáculo que va a ver la gente es muy moderno, visualmente muy potente con una música de Ignacio Ysasi. Es una performance muy curiosa que habla del peligro del amor, de que cuando estás metido en una relación amorosa, a veces, tenemos en nuestras manos un arma muy potente. Esa arma, que Abramovic representaba en la flecha refleja la capacidad de crueldad o de daño cuando estamos en una relación íntima.

 

Lorca y Don Perlimplín pasan el verano a la fresca en Madrid
Los tres protagonistas de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, Ana Belen Beas, Fernando Cayo y Carmela Martins.

 

Decía Lorca de este texto que el “drama está en el público, no en los personajes”, ¿cómo crees que el público recibirá esta pieza?

Aunque suene a topicazo veraniego, es un espectáculo muy refrescante en el sentido de que se va a ver una pieza distinta que la gente va a flipar bastante y porque vamos a estar en el patio del Teatro de Quique San Francisco. La puesta en escena va a ser muy cañera, con una duración perfecta para el verano para tomarte un coctel mientras ves el espectáculo. Va a ser una ocasión de tener un capricho estético visual, literario intelectual en el verano. Es como morder un fruto refrescante y sorprendente, algo así

 

¿De qué manera se enfoca un espectáculo como este, con esa carga intelectual, en un espacio popular como el patio del Quique San Francisco?

Totalmente, y, además de hacerlo de una manera propia porque no se pretende tener un atisbo de cercanía a lo arqueológico pero al despojar a Lorca de ese supuesto tinte melodramático que tiene muchas veces al ser representado, al despojarlo de todo eso, colocarlo en una performance de vanguardia, dejar el texto puro, por supuesto, con sus intenciones, el buen hacer de Ana y de Carmela, y el buen tino de Triana al dirigirlo. Al llenarlo de otras cosas, creo que se va a entender mucho mejor, el recorrido es muy límpido, muy claro.

 

¿Podemos decir que la obra recupera el espíritu de La Barraca de llevar los espectáculos a los pueblos y a otros públicos?

Desde luego, pero yo me he pasado toda mi vida haciendo cosas no solo en teatros al aire libre como en Mérida, en Atenas o en Epidauro.  He estado en plaza públicas, en claustros de conventos, el teatro y sobre todo en verano puede ocupar cualquier espacio y debe hacerlo.

 

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