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La crisis ecosocial en el punto de mira

“El mundo tal y como lo conocemos va a cambiar muy rápido”

Hablamos con Laura Presa y Fernando Gallego, los impulsores de La Rueda Teatro Social, autores e intérpretes también, junto a Sandra Arpa, de Quiero colapsar a tu lado, una tragicomedia ecosocial dirigida por Rakel Camacho que podrá verse los días 14 y 15 de julio dentro del Festival Essencia que organiza Cuarta Pared.

Detrás de la obra se encuentra un trabajo de investigación en el que han participado expertos climáticos y ecologistas. Así, cuenta con la colaboración de Greenpeace, Ecologistas en Acción, el CSIC y diversos profesionales.

¿Quiénes son Laura Presa y Fernando Gallego y dónde viene vuestro interés por las Artes Escénicas?

Fernando Gallego: Yo soy un apasionado del teatro y del trabajo con grupos y comunidades. Después de muchos años embarcado en los movimientos sociales de Madrid me formé en la RESAD y ya no pude separarme del teatro. Me encanta dirigir y escribir pero también actuar y hacer el payaso. Desde muy chaval descubrí que lo creativo era lo mío, y aquí sigo…

Laura Presa: Yo soy una Vallisoletana que desde muy jovencita quise mezclar mis dos pasiones: la intervención social y el teatro. Después de formarme como Educadora Social y Actriz en la RESAD, decidí crear junto con Fernando una compañía que me permitiera poner en escena temas sociales, y llevar a cualquier colectivo el lenguaje teatral. 

 

¿Cómo surge la sinergia creativa entre ambos?

Fernando Gallego: Pues surge trabajando. Tras coincidir en la RESAD como ya te hemos comentado, ya vimos que a ambos nos interesaba mucho esta idea de que el teatro debe servir para algo más que para mostrar la realidad. En 2009 creamos una pieza de teatro foro para un centro educativo y desde entonces fue un no parar de recibir llamadas y propuestas. Así que empezamos a desarrollar proyectos juntos: Creaciones, talleres, giras… y después llegó la escuela y más tarde el Proyecto Mosaicos Teatro Comunitario.

 

Lleváis desde 2009 con esta compañía, ¿dónde nace la necesidad de crear una compañía propia como La Rueda Teatro Social

Fernando Gallego: En aquellos tiempos apenas existían referentes en España sobre teatro social, y menos en Madrid. Había muy poquito… Yo tan solo contaba con un par de libros de Augusto Boal que decían cosas apasionantes sobre el trabajo con colectivos sociales. Así que aprendimos haciendo, y también enseñando. La formación que impartimos ha sido también una gran escuela para nosotros. Enseñamos lo que sabemos, pero también aprendemos enseñando. Por otro lado, La Rueda siempre fue una compañía bastante familiar, con un grupo de personas muy afín que ha cambiado poco en 14 años. Nos gusta la idea de un entorno de curro saludable y amigo.

 

¿Cuál es vuestra filosofía creativa? 

Laura Presa: Yo nombraría 3 conceptos por encima de otros. Lo primero es el cuidado, me parece apasionante y revolucionario trabajar poniendo el cuidado personal, colectivo y artístico en el centro. El segundo sería la abundancia dentro de los límites, ya que siempre me ha resultado muy creativo pensar en todas las posibilidades que nos ofrecen lo que llaman límites (ya sean económicos, de tiempo, de espacio o de capacidades). Y el tercero sería descubrir lo invisible, y es que lo que me sigue sorprendiendo en mi trabajo es descubrir un punto de vista diferente, a las personas que pasan desapercibidas hasta que cogen presencia y, sobre todo, cuando descubro en mí misma partes que todavía no me había atrevido a mirar. 

Fernando Gallego: La mía es que crear no te amargue la existencia, porque si no, no es crear. No voy a pasarme 14 horas ensayando del tirón, ni hacer reuniones a la hora de comer… crear tiene que ser gozoso. No me interesa el estrés creativo. Con maestros como José Piris o el chileno Andrés del Bosque aprendí que crear es sinónimo de pasarlo pipa.

 

¿Cuáles han sido vuestros referentes a la hora de crear?

Fernando Gallego: Muchos, porque cada uno te enseña una cosa, bien del trabajo bien de la vida. Directores con los que he trabajado como Rolando San Martín o Victor Velasco. También compañías como El Pont Flotant o La Tristura que hacen un trabajo muy personal, muy auténtico. En el trabajo con grupos nombraría a Héctor Aristizábal, que ha sido un gran maestro para mí por el tipo de trabajo que hace desde el Teatro del Oprimido. Es un colombiano que le pone con mucha fuerza y mucho amor a sus talleres con grupos. Y otro es sin duda mi compañera Laura. Aprendo cada día con ella.

 

 

Y partiendo de esos referentes habéis trabajado para crear vuestro propio lenguaje. ¿Cómo habéis resignificando el propio proceso de creación artística?

Fernando Gallego: Después de tantos años impartiendo talleres, cursos y desarrollando procesos te vas preguntando qué estás haciendo bien. Porque si curras mucho es que algo haces bien. Nosotros tratamos de poner mucho mimo a las relaciones. Que los espacios de trabajo artístico sean cuidadosos y afectivos. Creo que eso ha interesado a mucha gente y se ha convertido en parte de nuestro sello. Por otro lado, nos interesa mucho el trabajo introspectivo y la creación artística que nace de él, porque nos hace conectar con la honestidad, que es una fuerza muy poderosa.

 

Habéis trabajado con colectivos en riesgo de exclusión social, habéis llevado el teatro a los barrios… ¿Me podéis hablar un poco de estos proyectos que habéis llevado a cabo?

Laura Presa: Desde el principio la acogida de las Asociaciones e Instituciones que trabajan con colectivos en riesgo fue maravillosa. La posibilidad de que profesionales de las Artes Escénicas quisieran trabajar con pequeños grupos viendo su singularidad como una posibilidad de creación, les abría nuevos caminos. Hemos trabajado con personas con problemas de salud mental, personas sin hogar, mujeres víctimas de violencia de género, adolescentes absentistas… Me atrevería a decir que el aprendizaje ha sido recíproco. Ellxs han aprendido con el teatro sobre relaciones, emociones, a jugar, a expresarse, a confiar en el resto e incluso a descubrir una vocación. A nosotrxs nos han enseñado a ir con calma, a confiar en el proceso, a arriesgar en las propuestas y a valorar nuestro trabajo que muchas veces pasa inadvertido.  

 

Decís que apostáis por el poder sanador y transformador del teatro. ¿Es esto cierto, habéis podido comprobar que se cumple realmente o es una frase que nos repetimos con la esperanza de que sea verdad?

Fernando Gallego: Lo ha dicho la OMS hace poco, así que nos damos por avalados. El teatro sana, pero hay que poner esa intención. Es decir, yo creo que cualquier cosa puede ser igualmente saludable como tóxica. El amor, la crianza, la comida, la fiesta, el deporte, el sexo… Todo puede ser sanador si  pones interés en que lo sea y, obviamente, conocimiento. Yo, al poco de empezar en La Rueda me inicié en el trabajo terapéutico. Y soy Terapeuta Gestalt, psicodramatista y facilitador de grupos. Obviamente todo esto ayuda. Pero es que creo que para trabajar con grupos yo necesitaba todo esto para sentirme más seguro y con un marco de trabajo más elaborado.

 

Tenéis la Escuela de Teatro Social La Dinamo. ¿Qué tipo de formación ofrecéis allí? ¿A qué tipo de profesionales formáis?

Laura Presa: La escuela está abierta a cualquier persona que quiera aprender herramientas de Teatro Social y vivir un proceso personal transformador en grupo. La mayoría de las personas que se apuntan vienen del mundo de lo social y quieren aprender herramientas que aplicar con sus colectivos. Pero también se acercan artistas con ganas de explorar y trabajar con estas herramientas. Cada año seleccionamos a 20 personas que componen un grupo diverso con el que aprender de forma vivencial. 

 

¿Qué equipo forma parte de la Escuela?

Laura Presa: Durante 8 años la escuela la impartíamos Fernando y yo, pero el año pasado hicimos una pausa para reorganizarla y la hemos ampliado a dos años. Así hemos podido sumar a nuestro equipo a compañeras y amigas que admiramos como Jana Pacheco, Juan Ayala, Alessia Cartoni, Violeta Gil, Virginia García, Seba Ramírez y Alberto Nanclares. 

 

Como compañía y creadores habéis abordado temas como la salud mental, la masculinidad, la identidad, las formas de vida en el campo y la ciudad, el cáncer… ¿Con qué objetivos abordáis cada proyecto? ¿Son temas que os preocupan como individuos? ¿Es siempre el teatro que queréis hacer?

Fernando Gallego: Siempre hay que buscar tu conexión personal con el tema. A veces somos nosotros los que elegimos el tema y a veces nos llega dado. Y si es una propuesta de fuera, le aplicamos el filtro: ¿Cómo me afecta esto a mi?  ¿Qué tiene que ver con mi experiencia? Todos los temas sociales nos afectan y están en nuestra historia, ya sea a nivel personal, familiar o del  entorno… Salud mental, machismo, racismo, fracaso escolar, adicciones… Solo hay que saber dónde mirar y poner atención.

 

Ahora llega el turno del cambio climático con Quiero colapsar a tu lado. ¿De dónde surge este texto?

Laura Presa: Surge de nuestras entrañas, y crece gracias a las entrevistas y visitas a personas y proyectos que llevan muchos años trabajando en el tema. Sandra (Arpa), Fernando y yo no solo somos 3 compañeras de trabajo, sino que somos 3 amigxs acostumbradxs a compartir nuestros miedos, esperanzas e inquietudes. Me acuerdo de los 3 hablando sobre el cambio climático y sorprendiéndonos de lo diferente que lo veíamos y sobre todo vivíamos. Ahí empezamos un año de entrevistas que no sólo nos aportaron mucho contenido, sino que descubrimos la necesidad de compartir todas las emociones que nos atraviesan con este tema. 

Yo reconozco que empecé un poco paralizada por el dolor del tema, y ahora me siento con energía de encontrar nuevos caminos para vivir el cambio que viene. 

 

¿Por qué habéis elegido a Rakel Camacho como directora de la pieza?

Fernando Gallego: Coincidimos con ella como colaboradores en una creación de la compañía de circo Nueveuno. Al poco tiempo ella estrenó en el Teatro de la Abadía Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio, que a mí me dejó fascinado. Había belleza y crudeza, partes rituales, contenido existencial, humano… Rakel es capaz de hacer poesía con cualquier cosa, incluso con lo feo y lo anodino. Y nosotros necesitábamos ese componente poético para esta obra porque el tema nos parecía demasiado duro al principio. ¡Teníamos miedo de hacer algo demasiado negativo! Así que nos entrevistamos con ella, le pasamos algunos bocetos y la conexión surgió muy rápido.

 

¿Cómo ha sido el trabajo con ella? ¿Ha modificado mucho un texto original que nace de vosotrxs, lxs tres intérpretes de la pieza?

Laura Presa: El trabajo entre nosotrxs 3, tanto como dramaturgxs como intérpretes, con Rakel ha sido muy fácil y fluido. Creo que ambas partes nos respetamos mucho y desde ese respeto es fácil opinar sobre el trabajo que desempeñamos unas y otras. 

Nos hemos tomado mucho tiempo para todo el proceso y eso ha sido fundamental para hacer cuajar un texto que hila la autoficción con el trabajo de investigación. Tuvimos un primer encuentro con Rakel al que llegamos con un boceto del texto. Tras las reflexiones de la lectura y probar algunas propuestas de su puesta en escena, nos tomamos un mes para seguir cerrando el texto. Después seguimos trabajando en etapas hasta que sentimos que estábamos satisfechas con el trabajo.

 

¿Qué premisas os ha dado a la hora de trabajar? ¿Y cómo habéis elaborado la puesta en escena?

Laura Presa: Rakel trajo a los ensayos premisas muy distintas y muy claras. Y nosotrxs estábamos con muchas ganas de jugar, así que nos resultaba fácil y divertido probar cosas que nunca habíamos pensado. Cuando llevas un año entrevistando a ecologistas no piensas que vas a empezar la obra con un bikini de leopardo y un albornoz blanco. Pero como intérprete sientes que la escena toma sentido y belleza por las distintas capas que la van componiendo, y para ello es fundamental la mirada desde fuera de Rakel.

 

En esta época de posiciones ideológicas altamente polarizadas, el cambio climático es un aspecto que se pone en duda desde muchos lugares, de gente que tiene voz y mucho peso político. ¿Son simplemente mensajes populistas para captar votos o esconden algo más?

Laura Presa: Muchas veces tendemos a pensar que las personas y los políticxs de ideologías diferentes a la nuestra son idiotas y no se dan cuenta de lo que pasa de verdad. Yo creo que aunque no nos guste lo que dicen, son inteligentes y su discurso está muy pensado y cumple con unos objetivos bastante claros. En este proceso he llorado mucho, por pena, por impotencia, pero también por rabia. Me da mucha rabia que por intereses políticos se posponga intervenir sobre un tema que no sólo nos perjudica a las personas, también afecta a los animales, plantas, aire, suelo, mares… que se están dañando día a día. 

 

¿Cómo creéis que recibe la gente estos mensajes sobre el reciclaje, la sequía, el consumo responsable, la huella de carbono…? ¿De verdad somos una sociedad concienciada?

Fernando Gallego: Yo creo que estamos abrumados. Principalmente porque no creemos que los cambios individuales tengan su consecuencia. Son muy poco tangibles. El impacto de nuestras acciones está deslocalizado. No lo ves. No sabes dónde ni cómo ha afectado. Y por otro lado, muchas personas pensamos que hay acciones que deben ocurrir a escala global y con la intervención de países y multinacionales y eso nos queda tan lejos… Además, la nuestra, no es una generación que haya crecido con conciencia ecológica. Pero las actuales sí. Si vas a una manifestación ecologista verás que el 90% son adolescentes. Esta generación joven viene pisando fuerte. Yo deposito mucha confianza en ellxs.

 

Muchas veces se nos hace directamente responsables a los ciudadanos de a pie de lograr esos cambios. ¿Está en nuestra mano lograr revertir esta situación? 

Fernando Gallego: Es que lo somos. Somos responsables. Al igual que las grandes empresas. Pero ojo con delegar responsabilidades… Nosotros tenemos el poder de decidir qué consumimos, cómo y cuánto. Si vas a al Primark dos veces al mes a comprarte ropa siéntete responsable, o si pones el aire acondicionado a tope cuando hace calor, o usas el coche para desplazamientos no necesarios… Y aunque acusarnos no parece que sea la mejor opción, no podemos dejar de hablar de las cosas que hacemos mal. Y por otro lado, pensar que lo que yo hago no aporta nada a mí no me ayuda en absoluto. El ecologismo se ha dado cuenta hace no mucho de que hay que ofrecer un discurso en el que nos sintamos bien por los cambios que logramos. Estar orgullosxs de hacer bien las cosas es necesario para estimular al cambio.

 

La crisis ecosocial en el punto de mira en Madrid

 

¿Cuál es la manera correcta de activar y reactivar el pensamiento ecológico? ¿El teatro lo es? ¿Esta obra lo es?

Fernando Gallego: Yo, personalmente, cuando inicio un proceso rebajo mis expectativas. Y me digo que lo que hago tan solo es teatro. Que no es poco, pero tampoco me quiero creer que va a cambiarlo todo. A mí me interesa que un proceso me cambié a mí, para después poder trasladar ese aprendizaje a la dramaturgia y la interpretación. Para mí el objetivo era dar voz a lo que nos pasa con este tema por dentro y que es lo mismo que vive mucha gente. Porque creo de verás que es necesario que, en lugar de rechazar u ocultar las emociones que suscita en nosotros la crisis ecosocial, las pongamos sobre la mesa y las demos valor. Y no solo las angustiosas, las ‘positivas’ también: el gozo por crear, por cuidar, por cuidarse, por escuchar la tierra, por la solidaridad…

 

Yo soy biólogo de formación y ya estudiando la carrera decidí no tener hijos biológicos por esa intranquilidad que me genera el mundo que les estaría dejando. En vuestro caso, que tenéis hijxs pequeñxs, ¿pesa mucho esa responsabilidad?, ¿os condiciona más a la hora de tener ciertos hábitos?

Laura Presa: Es una pregunta interesante que yo también decidí hacérsela a varixs ecologistas. Por supuesto se lo habían planteado y algunxs habían decidido no tener. Otras sí que habían tenido hijxs dejando de lado la razón, dejándose fluir más por el deseo, las ganas y el amor. Yo lo vivo de forma contradictoria. Por un lado hace dos años decidí en parte no tener un segundo hijx por esta razón, y sin embargo diría que la energía que me da mi hija de 10 años es fundamental para sentirme con fuerzas de hablar y enfrentarme con esperanza a la crisis ecosocial. 

 

Hay muchos temas de los que preocuparse y casi todos están interrelacionados, pero yo llevo mucho tiempo dando el coñazo en mi entorno con el déficit de agua. Mis sobrinos me miran incrédulos cuando les digo que algún día abrirán el grifo y no saldrá agua o no saldrá siempre que queramos. De hecho, todo el mundo siempre me ha mirado raro con estas cosas que digo. ¿Creéis que estamos cerca de que eso suceda?

Fernando Gallego: Durante el proceso de creación nos hemos entrevistado con muchxs expertxs en temas ambientales y el agua ha sido un tema central. Fernando Valladares, del CSIC, nos contaba que lo de tirar de la cadena del WC y que salga agua potable, además de ser surrealista, tiene fecha de caducidad. Pero también Erica Gonzalez, de Ecologistas en Acción, nos contaba que el problema del agua es estructural y sobre todo agrario. Uno de los mayores problemas tiene que ver con el gran paso que ha habido en pocos años de cultivos de secano a regadío. Y nos repetía muy angustiada: “¡no hay agua!”, pero eso no significa que no vaya a salir del grifo, significa que muchas familias que viven del campo van a encontrarse un problema enorme porque los pantanos no recuperan a tiempo el agua que se usa para regar. Es un problema político.

 

¿Y estamos preparadxs para esos grandes cambios que nos traerá el futuro cercano?

Laura Presa: Yo diría que la crisis ecosocial ya está haciendo mucho daño en muchas partes del mundo y estamos demostrando que no estamos preparados. ¿Lo estaremos cuando aquí lo tengamos más cerca? ojalá que sea así, pero no sé…

 

¿El mundo se va definitivamente a la mierda o aún queda esperanza?

Fernando Gallego: Supongo que ambas opciones son compatibles. Para mí la esperanza es una fantasía, igual que el miedo. Y cada una aporta su dosis necesaria, así que hay que ponerlas a dialogar porque se van a tener que entender. Pero otra cosa distinta es la realidad, lo tangible, y lo que está claro es que el mundo tal y como lo conocemos va a cambiar muy rápido.

 

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