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Iribarne, vida y obra de un secundario imprescindible

“Plantear el juego con hechos verídicos era muy importante”

Esther F. Carrodeguas es la autora de Iribarne, un viaje, plagado de humor, por la trayectoria del político gallego Manuel Fraga Iribarne que sirve para recuperar momentos clave de la dictadura de Franco, la Transición y los primeros años de Democracia. Carrodeguas también ejerce de coproductora (junto al CDN y del MIT de Ribadavia), a través de su compañía ButacaZero, de la que también forma parte el director de la obra Xavier Castiñeira. La obra podrá verse en el Teatro Valle-Inclán del 12 de octubre al 12 de noviembre.

Además, hablamos con ella también de Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada, su monólogo autobiográfico sobre la gordofobia que llevará al Fernán Gómez CCV del 16 al 26 de noviembre.

 

 

Al leer el texto llama la atención la cantidad de expresiones, y un tono en general, que va a conectar muy bien con los jóvenes, diría que casi más que con el público habitual que solemos ver en los teatros.

Queríamos hacer una obra que les hablase también a ellos porque han crecido en una época en la que Fraga fue muy silenciado y no le conocieron. En Galicia pasa igual, a pesar de ser una persona muy popular allí. Con la música que ha realizado Berto también hemos buscado esta conexión, es una llamada a la gente joven para que conozca ese pasado de nuestro país que está olvidado o que se ha ido omitiendo.

Conocer la trayectoria de Manuel Fraga Iribarne es descubrir parte de la historia de España, ¿por qué en las últimas décadas su figura ha perdido relevancia?

Yo ahora es que estoy un poco hiperdocumentada (risas), pero me sorprende muchísimo que en documentales y en mucha bibliografía sea un personaje que está bastante desaparecido. Él siempre estuvo como de segundo en todas partes, menos en Galicia, y no consiguió nunca el cargo de máxima representatividad que buscaba. Puede ser por eso que siempre pasa como desapercibido, pero es extraño porque movió muchos hilos y estuvo en puestos muy importantes.

 

<i>Iribarne</i>, vida y obra de un secundario imprescindible en MadridAntes de empezar con el proyecto, ¿quién era Manuel Fraga para una gallega como tú?

Pues no tenía un conocimiento muy amplio sobre él, pero al criarme en un ambiente que tendía a la izquierda comienzas a desarrollar una opinión sobre los contrarios a tu pensamiento. Cuando él volvió a Galicia en 1989 para gobernar la Comunidad Autónoma yo tenía 10 años y el estuvo 16 en el cargo, ósea que para mí siempre ha sido un señor mayor que es el presidente y del que sabías ciertos hitos, como que venía del franquismo o cosas como lo de Palomares, etc. Cuando decidimos hacer el proyecto fue cuando nos dimos cuenta de que de su mano, de su vida, podíamos hacer un repaso fantástico por el franquismo, la transición y los primeros años de Democracia. Por eso decimos que no es un biopic. También te digo que, tras la enorme labor de investigación que hemos hecho, nos daba para una trilogía, el proceso de selección de material ha sido lo más complicado.

 

¿Qué impronta dirías que ha dejado su figura entre los gallegos?

Todavía queda muchísima gente que es muy fraguista, es una personalidad que marcó mucho. Es ese tipo de historia de la vuelta del hijo pródigo que cuando regresó consiguió colocar a Galicia en el mapa. Además, sus años como presidente coincidieron con un desarrollo muy potente de estructuras y carreteras que, aunque estaba pasando en todo España, la gente se lo atribuye a él. También generó mucha estabilidad encadenando mayorías absolutas y tuvo momentos muy mediáticos, como al principio de su mandato cuando viajó a Cuba para encontrarse con Fidel Castro, algo que repitió de nuevo más adelante consiguiendo, además, que Fidel visitara Galicia. ¡Es que hay imágenes emborrachando a Fidel y eso que Fidel no bebía! Consiguió que Fidel liberara a 100 presos políticos en su primera visita. Es increíble.

 

¿Qué temas afloran en este recorrido?

Que la pieza fuera un paseo por la transición estaba desde el principio, a partir de ahí surgen aspectos como la ambición, el hecho de que todo lo que ocurre en la infancia repercutirá en quién te conviertes y qué decisiones tomas, el borrado del pasado… hay muchísima humanidad en toda la obra.

 

Ministro con Franco y en la Transición, responsable de leyes muy polémicas, firmante de sentencias de muerte, Embajador en Londres, líder de Alianza Popular y jefe de la oposición durante el gobierno de Felipe González, Presidente de Galicia durante más de 15 años… Sin embargo, también estamos ante un relato de muchas decepciones.

Totalmente. Mucha gente me dice que hay un momento en la función en la que sientes mucha pena por él porque nunca consiguió llegar a lo más alto, a gobernar España, a pesar de que hizo de todo para lograrlo. Es lo que me gusta de la dramaturgia, poder humanizar a un personaje tan poco humano. Esto último no lo digo yo, él mismo dijo, cuando una periodista le propuso hacer un reportaje sacando su lado más humano, que no sabía cómo lo iba a conseguir porque “yo soy un 99% político”. Conseguir que se empatice con su sentimiento de pérdida o de fracaso es la manera de entender su punto de vista, porque todos hemos querido cosas y hemos hecho lo posible para conseguirlas. También, para mí, es una historia de resiliencia, palabra muy de moda últimamente, porque se levantó una y otra vez tras cada golpe. Y ahí me he sentido más cerca de él, porque en el mundo del teatro ese resistir, a pesar de todo, lo conocemos muy bien.

 

Dentro de la dictadura él representaba una línea reformista. ¿Crees que era por convicción?

Es lo que decíamos de resistir. Él estaba convencido de que para que todo siguiera igual era imprescindible hacer pequeñas reformas en el sistema, y justo la transición en parte fue eso, cambiar ciertas cosas para que todo el mundo pudiera aceptar la nueva realidad. En ese punto él se encontraba muy cómodo y le permitió continuar en la brecha. Mi impresión es que es muy difícil saber lo que pensaba realmente, era más de decir lo que pensaba que en ese momento tenía que decir. Por ejemplo, no es que crea que haya que cambiar tal ley, pero es necesario cambiarla para controlar ciertos movimientos subversivos, en esa línea. Claro, cambiar lo justo, porque si no los que se le echaban encima eran los suyos.

 

¿Crees que fue sincero su giro hacia el regionalismo en sus últimas décadas o fue la única opción para seguir en la brecha?

Sería más correcto decir nacionalismo, porque hay que recordar que estaba muy cerca de CIU o el PNV en lo que quería para Galicia. Conecta con lo anterior, con su capacidad para adaptarse a lo que tocaba en ese momento. Allí no podía hacer otra cosa. En Galicia desde las primeras elecciones autonómicas todos los partidos, da igual de qué signo político fueran, surgieron y se desarrollaron con una reivindicación muy fuerte de los símbolos identitarios gallegos. Y es normal, porque en Galicia, y esto puede sorprender a muchos, ¡somos gallegos! La UCD promovía la bandera y la lengua Gallega y Alianza Popular enaltecía a líderes nacionalistas históricos hasta tal punto de traerse los huesos de Castelao, diputado republicano que escribió Sempre en Galiza, el libro de referencia de los independentistas gallegos, para homenajearle.

 

No es una obra histórica, pero la gran cantidad de datos que dais y los diferentes acontecimientos que contáis son verídicos. ¿Era importante para ti hacerlo así?

Mucho. Yo también soy periodista y en el proceso de investigación he sido muy estricta. De alguna forma me parecía que podía engrandecer el proyecto hacer el juego con cosas que son verdad. Es decir, que hubiera credibilidad a pesar del estilo de obra. Solo hay un par de detalles que están insinuados porque fue imposible encontrar documentación, aunque todo parece indicar que fue así. El resto está acreditado por varias fuentes. Lo que te quiero decir es que, si hay alguna inexactitud, no ha sido a propósito.

 

Para qué inventar si cuentas con un material tan jugoso…

Totalmente (risas). Es que hay muchas veces en las que es imposible quedar indiferente, vas conociendo y diciendo constantemente: “¿En serio? No puede ser”. Lo grotesco yo diría que viene porque son demasiadas cosas las que le pasan a la misma persona. Cuando tienes tanto material lo que sí ocurre es que encajarlo dramatúrgicamente es muy complicado. Yo me he encontrado en varias ocasiones diciéndome “es que esto es mejor que pase en el año 1934 que en el 43”, o en plan “si esto sucediera en 1981 que bien me vendría como momento cómico”, pero al ser fiel a la realidad, pues tienes que aguantarte. Soy muy fanática de los biopics y, cuando meten cosas que son falsas o no ocurrieron en ese momento, me da mucha rabia porque hacer eso es ir a lo fácil, así también me saco yo un clímax de la manga cuando quiera (risas).

 

Elígeme uno de los datos o hechos, entre todo lo que has descubierto, que más te haya sorprendido.

Te voy a decir uno de esos que por mucho que lo he intentado no he podido encajar en la dramaturgia, aunque me hubiera encantado. Tres días antes de que le nombraran por primera vez ministro con Franco disparó en una cacería accidentalmente con una escopeta de perdigones en el culo de su hija y fue como si no hubiera pasado nada. Yo me lo imagino tipo La escopeta Nacional y pienso en qué hacía la niña corriendo por ahí en medio y a Fraga encima regañándola después en plan “Quién no venga a cazar, que no venga”, con sus maneras, y me hace mucha gracia.

 

En la obra se pone en valor que Fraga era un hombre letrado, sabía idiomas y estaba muy al tanto de lo que ocurría fuera de España.

Era un gran intelectual, eso es así. Yo tengo una publicación en la que su currículum tiene más de 100 páginas. Para que te hagas una idea, su estándar era publicar, al menos, un libro al año, llegó a escribir más de una centena en toda su vida. Y eso lo hacía mientras ejercía en todos los cargos que tuvo. Por mucho que he buscado no he encontrado nada que indique que no era él mismo quien los escribía. Y eso lo hacía mientras ejercía en todos los cargos que tuvo. Mira que yo hago muchas cosas, que casi no duermo, pero lo de este hombre era sorprendente. Un dato: el tiempo que estuvo en Londres representando a España tuvo recepciones que implicasen comida -o cena-, de media, más de una al día, más de 600 en casi dos años en la ciudad. Tenía una capacidad de trabajo enorme y mucha gente que lo conoció, de todos los colores, han destacado que era un tipo absolutamente brillante, superdotado.

 

¿Lo que le perdía un poco eran sus formas?

Yo creo que eso fue lo que al final le apartó de ser el elegido para liderar España. Sobre todo, cuando el Rey tomó la decisión de poner, en vez de a él, a Adolfo Suárez como presidente cuando murió Franco. Era muy imprevisible y tenía muchos prontos y un carácter que no era muy de fiar. Es como cuando apareció en el New York Times diciendo que iba a legalizar el Comunismo sin haberlo consultado con nadie.

 

La obra es un cachondeo mayúsculo y no sólo por el texto, sino también por la propuesta escénica. ¿Cómo la habéis trabajado Xavier Castiñeira, el director, y tú?

Estamos muy acostumbrados a funcionar como un equipo. En este caso, parte de una primera escritura y el establecimiento de ciertos parámetros de escenificación y luego vamos viendo si se reescribe algo para que se adapte mejor a alguna idea de Xavier o, al contrario, vamos montando acorde a partes de texto que voy escribiendo durante el proceso. Nos conocemos muy bien y él intuye por dónde van las estéticas de lo que escribo. La creación es un diálogo entre ambos, por decirlo de alguna manera.

 

<i>Iribarne</i>, vida y obra de un secundario imprescindible en Madrid
Xavier Castineira.

 

Por concretar un poco, ¿qué se va a encontrar el público sobre el escenario?

La obra está dividida en tres episodios. El primero, hasta su época como Ministro, sucede en una especie de despacho ministerial en el que van apareciendo personajes y sorpresas, todo muy loco. El segundo, que aborda la Transición, tiene una puesta en escena más contemporánea con voces a micro, una pantalla a modo de valla publicitaria donde van apareciendo cosas, una estética trash…  Era importante para nosotros que hubiera un cambio durante la obra según avanza su vida. De una primera parte con muñecos, con vestuario acorde… más antiguo todo, a un lenguaje diferente a nivel de ritmo, con saltos temporales, libertad de movimiento, etc. Del tercer episodio, que es hasta su época dirigiendo Galicia, prefiero no desvelar nada, pero sigue una línea más contemporánea todavía que el anterior.

 

Creo que vamos a poder ver diferentes ‘Fragas’ sobre el escenario.

Todo el elenco se va a meter en la piel de Fraga en algún momento, eso nos sirve para reflejar sus diferentes etapas. El trabajo de todos los actores y actrices es descomunal. Nosotros llamamos a la sala de ensayo Centro de Alto Rendimiento porque la obra es muy larga y toca de todo: teatro físico, farsa, baile…

 

Hay que decir que Franco va estar muy presente, aunque no va a decir mucho.

La verdad es que sí (risas). La gente que ya ha podido ver algún pase se ha reído mucho con ese personaje y con muchos otros pasajes. Por suerte, además, he podido comprobar que las situaciones que tiraban más al drama también funcionan.

 

Durante la función tienes una breve aparición interpretándote a ti misma como autora.

Es la segunda vez que en una obra me autoescribo un pequeño papel. Enlaza con lo que decíamos antes de esas formas más contemporáneas. No te voy a mentir, pesó la oportunidad de subirme al escenario del CDN, ¡porque nadie me va a contratar de actriz para actuar en un sitio así! Por otro lado, hubo un momento que sentí la responsabilidad de dar la cara por el texto, de no esconderme. Está muy elevado en el tono cómico y me parecía honesto plantarme allí y cargar con lo que toque.

 

Es que hay pasajes bastante al límite, como el de la bandera de España, por ejemplo.

Puede ser, pero tengo que decir que solo se dicen datos reales que cualquiera puede consultar.

 

La obra también retrata aspectos cuestionables de políticos de otros partidos.

Es principal, me gusta mucho el teatro político, pero no me gusta el teatro propagandístico. Por otro lado, yo no pretendo ser critica con nadie, no tengo la culpa de las biografías de cada uno o de si actuaron de una forma u otra.

 

Aún con lo que dices, ¿habéis hablado de la posibilidad de que no quieran programaros en algunos sitios? Porque al final coproducís con vuestra compañía, junto Centro Dramático Nacional y MIT de Ribadavia, y querréis que tenga el mayor recorrido posible.

Intentamos no trabajar nunca desde la autocensura y tampoco cuando empiezas el proyecto sabes muy bien donde te va a llevar la investigación. Dicho esto, supongo que habrá quien no nos quiera en su pueblo, pero como autora para mi es importante tener una voz libre y propia dentro de unos límites que no me lleven a la cárcel (risas). En este tema yo simplemente pediría que se vean la obra antes de decidir.

 

No sé si sería posible en la España actual hacer este tipo de acercamiento humorístico-absurdo a líderes políticos que más recientes tipo Pablo Iglesias, Mariano Rajoy, Ayuso o Pedro Sánchez…

(Risas) La gente ya me hace peticiones. Creo que desde el humor se debería poder. También te digo que todavía está por ver si se puede hacer sobre Fraga en todos los sitios.

 

¿Vas a estar más nerviosa cuando se estrene en Madrid o en Galicia?

Bueno, en Madrid estrenamos el 12 de octubre, así que se suman muchas cosas. Pero en Galicia será muy especial, sin duda.

 

Llegas en noviembre al Fernán Gómez con Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada, un monólogo autobiográfico sobre la gordofobia que tú misma interpretas. ¿Sentiste que debías defenderlo tú encima del escenario?

Es un debate que hemos tenido dentro de la compañía, porque tengo que decir que al principio no lo iba a interpretar yo. Como productora me incomodaba bastante tener que llamar a alguien para decirle: “Te llamo porque estás gorda, para que hagas un monólogo que he escrito sobre estar gorda, porque yo también estoy gorda”. Esta situación quise evitarla de alguna forma y decidí interpretarlo yo misma. Me planteé buscar a otra persona para no dejar el proyecto parado mientras estaba con otros compromisos, pero Xavier me convenció de no hacerlo porque justamente el valor añadido que tenía era que fuera yo.

 

<i>Iribarne</i>, vida y obra de un secundario imprescindible en Madrid

 

Para superar este trauma, ¿es más importante el trabajo en uno mismo o el que debería hacer la sociedad?

Es que el único que puedes hacer es el propio porque cambiar la sociedad es muchísimo más lento. Obviamente, puedes ayudar a que cambie, haciendo obras de teatro, creando una asociación, realizando un podcast… hay mucha gente que hace cosas para acabar con cualquier discriminación, pero salir de tu trauma es un trabajo tuyo y, quizá, también de tu entorno más cercano. Recibir apoyo es importante para conseguirlo. En cuanto a la sociedad, el tema de la gordofobia, que ahora se está empezando a visibilizar, ha tardado mucho en salir a la conversación pública. Aun así, que personas gordas o con sobrepeso salgan en anuncios, en la tele o como protagonistas de series y películas todavía no es habitual. Esto hace que los y las jóvenes no tengan ningún referente, por lo que piensan que como persona no delgada no van a poder acceder ahí.

 

¿La presión social es la misma para el hombre que para la mujer?

Tengo que decir que he ido cambiando mi postura sobre esto y que ahora creo que está más igualado de lo que se podría pensar. Sobre todo en la infancia y la juventud. Es cierto que a partir de cierta edad es mucho mayor sobre la mujer.

 

¿Cuál es realmente el problema de tener sobrepeso?

Pues creo que es simbólico, nada más, mientras estés sano, claro. Yo tengo sobrepeso y no tengo ningún problema en mi vida por ello, lo tengo presente, es algo que está ahí, pero ya está.

 

¿Cuándo superas tú el trauma?

En mi caso, no sé si lo he superado, pero sí noté que en un momento dado dejó de condicionarme. Ese trabajo por mi parte llegó cuando tenía más de 20 años, aprendí a no avergonzarme de mi cuerpo y, a raíz de empezar con el teatro, a convertirlo en mi herramienta de trabajo. Es como que he dado la vuelta a la situación. Y no es que no me gustaría tener diez kilos menos, pero este es mi cuerpo ahora mismo y no siento vergüenza de que se me vea la tripa o de ponerme esto o aquello.

 

¿Qué presencia tiene la comida en el monólogo?

No es un tema central, pero está porque forma parte del trauma. El monólogo se orienta más hacia la sociedad, a por qué me etiquetan como gorda y cómo no puedes quitarte esa palabra de la cabeza si te la llevan llamando desde pequeña. También, a por qué  no somos capaces de mirar de otra manera.

 

¿Es tu trabajo interpretativo más exigente?

Yo empecé en el teatro estudiando interpretación, he realizado varias cosas y no me asusta el escenario. Lo que pasa es que llegó un momento en qué vi claro que lo que realmente me gustaba era la dramaturgia. En este monólogo no es que haga un trabajo de actriz como tal. Es un rollo más spoken Word, es verdad que hago voces e interpreto algún personaje, pero algo muy desde mí misma.

 

¿Cómo recibe el público el monólogo? ¿Qué reacciones te has encontrado?

Es un monólogo que apela a muchas personas. Hay gente que me contacta para decirme que necesita verlo porque el título es el resumen de su vida, mucha que al terminar la función se acerca llorando y me abraza… y también personas delgadas, como unas chicas que se acercaron tras un pase para contarme que habían vivido lo mismo, pero al revés, que siempre les llamaban las flacas, los palos, que les decían siempre que no comían nada…

 

¿Sería importante llevar un texto así a los institutos?

Sería más adecuado otro texto sobre este tema, porque éste es bastante adulto, hecho desde mi madurez y tiene referentes que seguramente no conocerían. Considero que habla más a la generación de sus padres y madres diciéndoles que no deben hacer ciertas cosas con sus hijos, que no pueden permitir que les pase lo mismo que a mí. Sin duda, otra propuesta de esta misma temática sería muy importante que se pudiera ver porque estamos viviendo dos realidades: por un lado, una tendencia a “me da igual lo que digan que yo soy así” y, por contra, la enorme agresividad de las redes con este tema.

 

¿Hay cosas que los gobiernos podrían empezar a hacer ya con este tema?

Es que sería tan sencillo como obligar a que haya más talla en las tiendas, a que cambien los referentes en lo que depende de la administración, a que en los escaparates haya diversidad de cuerpos… se pueden hacer muchas cosas muy sencillas.

 

Tres años seguidos en el CDN y ahora también en el Fernán Gómez, ¿sientes que algunas metas ya están alcanzadas por ti y por tu compañía Butacazero?

Antes de instalarnos en Madrid para el período que vamos a pasar con Iribarne pensamos en ello, que la compañía tenía menos de 10 años y estrenábamos en el CDN. Es una pasada porque nosotros toda la trayectoria la hicimos en Galicia y con eso estábamos muy contentos. Madrid para nosotros no era una meta, era un sitio muy guay para estar, pero como autora gallega que casi todo lo que escribo lo hago en gallego, era más significativo haber conseguido estar en el Centro Dramático Galego o en el Teatro Principal de Santiago de Compostela. Estar en el CDN estaba fuera de toda expectativa. Como creadores estamos encantados, sobre todo por la confianza que han mostrado en nosotros.

 

¿Crees que la actual generación de dramaturgas está, por fin, dando pasos más grandes para hacerse un hueco?

Creo que hay un movimiento en la dramaturgia que está muy ligado a la propia sociedad. Se están escuchando más las voces de autoras y, por fin, importa, cuenta y tiene repercusión. Hemos encontrado puertecitas por las que podíamos colarnos y sacar un poco la cabeza. Ha habido un apoyo también entre nosotras, empujándonos a dar el salto al ver a otras hacerlo. También es muy importante que muchas de nosotras estamos llegando a centros de poder, porque al final el CDN es un centro de poder teatral y social, y ya no solo estamos en espacios pequeños o escribiendo cosas para nuestros amigos.

 

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