Son muchas la veces que se habla de la manera en la que se implica a la localidad que da cobijo a cualquier festival, pero la forma de hacerlo que tiene Almagro es otro nivel, cualquier comercio, cualquier lugar abierto al público, tiene un guiño hacia el festival, ya sea con carteles, con escaparates temáticos o sencillamente tomándote algo en la plaza donde el ambiente provoca en el visitante esa sensación envolvente que te hace pensar: “Aquí sí que se respira teatro”.
UN PREMIO DE HONOR Y UNA BÚSQUEDA MÍSTICA
Llegamos el jueves, justo a tiempo para poder asistir a la inauguración, con la entrega del Premio Corral de Comedias que este año ha estado dedicado a la actriz y directora Blanca Portillo. Un acto que tuvo lugar en el emblemático espacio que da nombre al galardón y que para la ocasión se vistió de gala con la presencia de autoridades, nombres relevantes de la cultura, periodistas y público en general. Una gala dirigida por Luis Luque que iba creando ambiente ya desde la misma plaza con las voces del Coro de Jóvenes de Madrid dirigidas por Juan Pablo de Juan, una emocionante intervención que marcó el inicio del acto.
Irene Pardo y la homenajeada, Blanca Portillo, subieron al escenario acompañadas por la periodista Machús Osinaga, emotiva y emocionada maestra de ceremonias, que arrancaba el acto con toda una declaración de amor hacia el festival en forma del Soneto V de Garcilaso de la Vega. Un acto en el que el cariño y la admiración a Portillo vino de la mano de sus amigas, la periodista Rosana Torres y la directora Carme Portaceli, y la lectura por parte de Portillo de una carta dedicada a su amigo el festival.
Sabemos que en estos actos es necesaria, por protocolos y demás, la presencia de los representantes políticos, pero se echa en falta algo más de cercanía y cuidado en las palabras dedicadas al homenajeado, y menos campaña. Todo debería girar en torno a la figura premiada, por mucha proximidad que haya con fechas electorales y, a veces, esto se olvida. Aún así, la emoción y el reconocimiento fueron los protagonistas.
Tras vivir y disfrutar del ambiente fuera del Corral de Comedias con Poupées Géantes et Tambours, una ópera de calle de la compañía francesa Transe Express, pudimos asistir al estreno absoluto de El templo vacío, propuesta con la que la Compañía Nacional de Teatro Clásico inauguraba esta edición del festival. Un monólogo protagonizado por Lluís Homar a través de los textos de autores y autoras como Calderón de la Barca, Ramón Llull, San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús en una dramaturgia creada por Brenda Escobedo, acompañado por un cuarteto vocal dirigido por Xavier Albertí, que interpreta la música coral de J. S. Bach. Un viaje a través de la belleza de lo mística, nos ofrecía a un Homar descalzo, vestido de negro y papeles en mano, en un planteamiento austero y cercano a la homilía, desde el que iba desgranando los textos en un estado de vuelo espiritual que no terminó de conectar ni elevarnos.
La noche continuó, pero ya de manera extraoficial, en una sesión DJ a cargo de Luis Miguel Cobo en el mítico Urgencias que abrió sus puertas exprofeso para reunir a la gente del festival en una fiesta que dio mucho de sí, pero que queda para otro tipo de crónica. Ya se sabe: “Lo que sucede en Almagro, se queda en Almagro”.
DRAMATURGAS SILENCIADAS Y UN INSTANTE INESPERADO
En la segunda jornada pudimos asistir, también en el Corral de Comedias, a la presentación del libro con las obras completas de Ana Caro de Mallén a cargo de Juana Escabias en un acto donde habló sobre la odisea particular que supuso poder recabar toda la información para publicar dichas obras y dar a conocer a la denominada “mejor autora del Siglo de Oro”. Un encuentro que además contó con Irene Pardo, Lluís Homar y, el director de las Jornadas de Teatro Clásico, Rafael González Cañal.
Está claro que cuando uno asiste a este festival puede rebotar de un acto a otro en una sesión continua, eso sí, es de obligado cumplimiento dejarse un hueco para disfrutar de la gastronomía del lugar y el encuentro, cervezas de por medio, entre colegas y compañías; tal y como nos pasó a nosotros que después de comer en El Gordo, casi otra personalidad dentro del marco del festival, saltamos del parador donde tuvo lugar la doble rueda de prensa de presentación de los espectáculos Me trataste con olvido, protagonizado por Natalia Millán, y Al son, de Sara Cano, conocimos parte de programa de la representación española mostrado en la Cuatrienal de Praga de Escenografía y Espacio Escénico 2023 (PQ23). Un recorrido que nos llevó de la Iglesia de San Agustín al Museo del Encaje y la Blonda, para finalizar en el Museo del Teatro con la exposición La zarzuela. Patrimonio de la Hispanidad. Crónica cantada de nuestra vida comisariada por Emilio Casares.
Y de allí corrimos al espacio AUREA para asistir a la primera función dentro de la programación del festival de La vida es sueño dirigida por Declan Donnellan que ya pasó por el Teatro de La Comedia, y que hizo que Alfredo Noval fuera candidato a los Premios Godot como mejor intérprete masculino, quien nos regaló el instante más emotivo, mágico e inesperado de toda la visita al festival cuando, en un momento de la función, su Segismundo, tras ser liberado de su encierro, en un arranque de curiosidad y descubrimiento, baja al público e interactúa con él, nada nuevo a lo que viene haciendo en cada función, si no fuera porque entre el público asistente se encontraba Blanca Portillo que, como todos sabemos, cuenta con este mismo rol como uno de las más emblemáticos de su carrera. En un momento dado agarró a la actriz de la mano e intercambió con ella una mirada, provocando un instante mágico, casi como si se abriera un portal entre multiversos y Segismundo se devolviera una reverencia a sí mismo. Un emotivo reconocimiento entre colegas. ¿Qué pasaría por la cabeza de ambos intérpretes en ese momento? Desde ese instante, y para el resto de la función, quedé atrapado entre lo que sucedía en escena y las reacciones de Portillo desde la butaca, disfrutona y generosa.
Y con la emoción puesta, fuimos directos al espacio de la Casa Palacio Juan Jedler para asistir al estreno almagreño de Me trataste con olvido (Clásicas en rebeldía), espectáculo de la compañía La Otra Arcadia, dirigido por Ana Contreras con dramaturgia del dramaturgo y periodista Raúl Losánez, donde la música de Miguel Huertas y la danza de Ricardo Santana envuelven las palabras, injustamente silenciadas, de dieciséis autoras del Renacimiento y el Siglo de Oro entre las que encontramos a Sor Juana Inés de la Cruz, María de Zayas, Violante do Ceo o Florencia del Pinar, entre otras, a las que dan voz y emoción Natalia Millán y María Besant en un espectáculo lírico, delicado y reivindicativo, divertido y rebelde, que subrayaba el virtuosismo de sus intérpretes, que recitan, cantan y bailan, en una pieza bella que nos conectó y devolvió una mirada muy diferente a la que generalmente tenemos sobre estas mujeres que, como decía su directora en la presentación, nos invitan a dejar de mirarlas con los ojos del patriarcado y las costumbres del s. XIX y XX. Conciencia, poesía y descubrimiento en una propuesta que sorprende por la aparente disparidad de sus intérpretes, que lejos de distorsionar, complementan y suman.
Y con esta sensación, perdiéndonos la reunión nocturna en el karaoke, otra cita obligatoria para quien visita el festival, volvimos de regreso a Madrid, con la sensación de haber disfrutado intensamente de nuestra primera vez y ganas de repetir en próximas ediciones.
