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Conmemorar el 11M a través del teatro

Santa Eugenia es un proyecto sobre el recuerdo”

Este mes de marzo se cumplen 20 años de los atentados del 11M y el Teatro del Barrio nos invita a hacer un viaje al 2004 con la pieza itinerante Santa Eugenia creada por Inés Collado, Inés González y Cristina Marín-Miró. Una obra que traspasa las paredes de este espacio y que trata de poner el foco en cómo se construye la memoria colectiva de un barrio no mediático tras esta tragedia que a todos nos supuso un antes y un después en nuestras vidas.

Esta experiencia sensorial organizada por la de la compañía Drift es un homenaje que en palabras de sus autoras “invita a sumergirse en los recuerdos, testimonios y reflexiones que se entrelazan para reconstruir la historia y la identidad de la comunidad” y que “no pretende revivir el dolor del pasado, sino más bien rendir un respetuoso tributo a la resiliencia y la solidaridad que han caracterizado a este barrio de la Villa de Vallecas en los años posteriores a los atentados”.

Para acercarnos a ella mantuvimos un encuentro con su equipo creativo: Inés Collado, Cristina Marín-Miró y Pablo Villa Sánchez, que nos desvelan cómo vivieron este atentado terrorista y cómo abordaron el proceso creativo de la pieza.

 

 

Este proceso creativo surgió a raíz de presentar a Imparables en Nave 73 el texto de Cuatro trenes, ¿es así?

Inés Collado: Técnicamente, sí, porque con Cuatro trenes se inició una investigación con todo lo que estaba en relación con el 11 de marzo. Añadiría que también nace en el contexto de los Domingos de Insurreción en el Teatro de la Abadía que nos dio la posibilidad de montar la pieza en un espacio no convencional.

 

¿Qué importancia le dais a que existan estos festivales para dar visibilidad a una pieza?

Inés Collado: El Festival Imparables de Nave 73 es una iniciativa genial porque acoge propuestas que han nacido en contextos pedagógicos como las escuelas de teatro. De hecho, Cuatro trenes fue mi trabajo de final de carrera. Es un festival maravilloso porque cuando estudias Arte Dramático tienes que generar este tipo de materiales, pero a lo mejor no está tan macerado como para mandarlo a una sala o a un teatro grande. Respecto a Domingos de Insurrección nos dio la posibilidad de expresarnos como una compañía emergente en un espacio un poco más grande que las salas alternativas. Conseguimos colarnos en Abadía y literalmente se nos abrió un poquillo la puerta. Nos dieron el espacio de reunión junto a otras compañías y comenzamos a revisar toda la investigación de Cuatro trenes. Es necesario que haya espacios donde compañías más jóvenes puedan tener un lugar de exposición. En Madrid las oportunidades reales para el tejido cultural joven son casi inexistentes.

Cristina Marín: Aparte de que es muy necesario que haya espacios donde exponer y condiciones óptimas, lo que a mí me pareció bestial del Festival Domingos de Insurrección fue esa asociación de compañías, que pudiéramos conocernos entre nosotras porque es la gente que se encuentra en el mismo punto que tu carrera. Es vital que haya espacios donde encontrarnos.

 

¿Y cuándo se deja de ser emergente?

Inés Collado: No lo sé, pregúntaselo a quién da las ayudas a los emergentes (risas). Si quieres te cuento qué tal le va a un médico después de 6 ó 7 años de formación profesional, a ver si es emergente. El tiempo teatral es como los años de los perros que valen por más o por menos, pero los tiempos no son los mismos porque las oportunidades no son las mismas. Y no tener esas oportunidades te curte el triple que en otras industrias.

Pablo Villa: Es complejo. A veces veo gente que tildan de emergente y que pienso: ¡Madre mía, pero si lleva 20 años haciendo cosas! Por una parte, emergente tiene sentido como concepto para alguien que lleva poco tiempo de carrera explorando algo, pero a veces se acaba pervirtiendo el término como para designar a alguien que está accediendo como a cierto nivel, o ciertas condiciones, o a cierta exposición. Hay personas que llevan 20 años pateándose salas alternativas y haciendo gira y, de repente, hace su primera vez en el CDN. ¿Por eso es emergente? No lo sé yo…

Cristina Marín: Y tampoco tiene que ver con ser joven.

Pablo Villa: No, claro. Si una persona empieza su carrera a los 50, a efectos es emergente.

 

He visto que algunos de vosotros os habéis ido fuera de España a trabajar, formaros, buscar otras oportunidades, ¿cómo fueron vuestras experiencias?

Inés Collado: Cuando una persona se va fuera lo hace para abrir un mar de posibilidades. Yo lo hice porque que tenía mucho interés por descubrir el mundo del teatro inglés. Fue una experiencia que me abrió mucho los ojos. No como para comparar porque cada contexto es único y no se puede comparar lo que se consigue en Inglaterra con lo que se consigue en España porque la propia estructura de partida no es la misma para bien y para mal, pero sí para mirar la creación y la profesionalización de tu compañía desde otra perspectiva. Allí sí que existe una estructura que soporta las compañías que están empezando desde cero, infinitamente más. Yo me he ido de gira con compañías que hacían su primera obra, y consiguieron una gira por toda Inglaterra que estaba subvencionada por el Estado. Con Cuatro trenes no me pasó eso. Una de las cosas en las que veía mucha diferencia es que en España la gente no se centra tanto en producir o en conseguir unas condiciones laborales. En cambio, los ingleses son de derechos laborales a tope

Cristina Marín: En mi caso, estudié en la RESAD. Lo que sí he vivido mucho es esta cosa de intentar formar compañías, formar proyectos, iniciarlos y sentirme súper incapacitada para profesionalizar mis compañías cuando yo tenía la carrera de Arte Dramático. ¿Cómo puede ser que yo salga super formada de la universidad pública para que me den un texto y hacer virguerías con él, pero no para conseguir hacerlo? Porque no sé avanzar exclusivamente con la compañía. Tengo la suerte de que estoy en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico y eso es un sostén. Coincido con Inés en que sí que es posible, pero en España se vive mucho de la ilusión, de la vocación y se puede llegar a romantizar la precariedad. En Londres hay una clase media de actores de teatro y no tienen que ser necesariamente famosos.

Pablo Villa: En mi caso, he vivido fuera, pero antes de dedicarme al mundo del teatro, en mi vida anterior como ingeniero. Estuve viviendo en Estocolmo, pero no tenía contacto con lo teatral, más allá de como mero espectador. Siento que la falta de oportunidades y esa poca profesionalización o difícil profesionalización te abocan a entrar en dinámicas para intentar cumplir con una serie de cosas. Sentir que el sector te manda algo muy concreto y que tú tienes conseguir llegar a hacer eso para entrar. Al final es una especie de trampa.

Inés Collado: Uno de los grandes problemas de la Cultura es que la institución manda y te tienes que adaptar a ella.

 

Conmemorar el 11M a través del teatro en Madrid
Pablo Villa Sánchez, Inés Collado y Cristina Marín-Miró. ©Ana Pizarro

Me llama la atención que ninguna institución se haya molestado en programar desde un espacio público esta propuesta ahora que se cumple el 20 aniversario del atentado del 11M, el mayor que ha sido perpetrado en esta ciudad para conmemorar algo tan significativo.

Pablo Villa: En realidad, nos hemos acercado nosotros a las instituciones lo que pasa es que es complicado. Cuando pensamos en volver a hacer la pieza tuvimos en cuenta el concepto del vigésimo aniversario. Hablamos con la Junta de Distrito de Vallecas para acercarlo a donde está la historia, los vecinos, pero luego llegan los líos burocráticos que hace que los plazos se dilaten mucho. Esperamos que en algún momento se pueda, me encantaría.

Cristina Marín: La pieza podría cambiar mucho al presentarla como una actividad gratuita para la gente, como una actividad desde la Junta de Distrito, no como algo desde un teatro privado. Es una imagen diferente.

 

11 de marzo del 2004. Aún erais muy pequeños. ¿Tenéis algún recuerdo alojado en vuestra memoria de ese día?

Cristina Marín: Precisamente eso aparece en la pieza. Una de las cosas que nos preguntan mucho y que resulta llamativo es por qué queremos montar esto sin tener recuerdos de lo que pasó. ¿Hay derecho a hablar de algo sin haber sido partícipe directamente? El interés de la pieza es que está hecha desde ahí. Hemos hecho el ejercicio activo y aparece también en la pieza de intentar acordarnos de qué estábamos haciendo, dónde estábamos, qué es lo que recordábamos. En mi caso tengo recuerdos más de los años posteriores, de los primeros aniversarios, más que del día en sí. Situarnos desde ese lugar es un eje vertebral muy grande de la pieza. El tipo de mirada, limpia, muy inocente y nada escabrosa. Es algo no tanto desde lo intelectual como desde lo emocional. Y sí, y para mí. Tenía 7 años y no me acuerdo dónde estaba, imagino que en el colegio.

Inés Collado: Yo también tenía 7 años. Los tres somos de Madrid, pero ninguno de alguna zona afectada, aunque sí que he vivido en Vallecas.

Pablo Villa: Esa era otra de las razones por las que la pieza integra testimonios del barrio. En mi caso tenía 11 años y hay una cosa como que podemos hablar nosotras desde nuestro recuerdo, pero hay otra muy propia de quien lo vivió realmente desde ahí. Es extraño porque es una mezcla entre lo que recuerdas y lo que has construido de lo que te han dicho y de todas las imágenes que has visto. Hay como una especie de recuerdo generado que ya no tienes claro si de verdad lo viviste o si es porque te lo han contado. El recuerdo más nítido que tengo es de llegar al colegio y de ese ambiente super enrarecido. Sabía que estaba pasando algo, pero tampoco nos lo está diciendo nadie. Es curioso también cómo se maneja la información de los adultos a los niños que también sale en la pieza. A veces se decide no contar para proteger, pero al final nos damos cuenta de que algo está pasando.

 

¿Cuánto os ayudado la memoria colectiva del barrio de Santa Eugenia para construir la vuestra?

Inés Collado: Lo que más nos ayudó fue saber que estábamos aportando algo a la memoria colectiva de mi ciudad. Fuera de patriotismos o nacionalismos extraños la intención estaba en querer hacer una devolución a tu sociedad, a la gente que es de donde tú eres. El 11M evidentemente tuvo una repercusión nacional, pero en Madrid es una huella que caló muy hondo y nadie se libró de que le tocara a nivel personal y a nivel emocional. A mí me gustaría pensar que cuando la gente viene a hacer la pieza no solamente estás favoreciendo a que se vuelva a recordar algo, porque es un evento que mereces ser recordado desde el amor y desde el respeto, sino también ayuda a conectar a la gente que no lo ha conocido y también a transitar estos periodos tan extraños de los duelos colectivos.

Cristina Marín: La temporada pasada había gente de la generación de nuestros padres, gente que sí que lo había vivido y lo recordaban de una manera muy vívida, aunque no fuera de manera directa, que les daba mucha cosa venir porque en su momento el tema se trató de una manera poco cuidadosa y escabrosa, toda la publicidad, todo el tema político…El párroco de Santa Eugenia me hablaba de que en los aniversarios hay mucho resquemor y enfrentamiento entre asociaciones hasta el punto de que víctimas y familiares de éstas deciden no ir a esos homenajes. Haber hecho esta pieza desde este lugar me parece muy bonito y a esa gente que le daba mucha cosa venir les hemos insistido en que no es tanto una obra sobre el 11M, como una obra sobre el recuerdo.

Pablo Villa: Y cómo se traduce en cosas. Lo que es el barrio ahora está condicionado por eso y por sobrevivir anímicamente a ese hecho. El barrio hace un acto de resiliencia para seguir conviviendo. No hay más memoria que esa, porque queramos recordar o no, las cosas están y en el barrio hay un recuerdo de eso.

 

¿Cuál es el reto más grande en este proceso de creación de la pieza que habéis sentido como un éxito?

Inés Collado: Lo más difícil a la hora de crear fue pensar en cómo contar algo que no nos pertenecía sin dejar de contarlo. Otro logro fue conseguir que por el propio recorrido lo que se estaba contando tuviera sentido con lo de fuera.

Cristina Marín: Yo añadiría el poder encontrar el tono y la manera de contar, al trabajar en grupo como cocreadoras nos permitía tener una continua revisión y negociación entre nosotras de lo que íbamos proponiendo. Lo que sigue siendo un reto todavía y nos genera mucho conflicto es cómo publicitar la pieza de una manera dramática, pero sin ser escabroso o superficial.

Pablo Villa: Es muy habitual que en alguno de los pases venga alguna víctima o que esté muy relacionada con el atentado y algo bonito que sucede al acabar la pieza es nos tienen que entregar una serie de cosas que les hemos dado y siempre se produce una conversación. Para nosotras es un privilegio que a veces en teatro no tienes. Siempre hay gente que conecta más o menos, pero siento que el feedback de la gente que lo ha vivido es muy bonito y nos transmiten que les genera una sensación más cálida que otra cosa. Eso lo siento como un éxito.

Inés Collado: Supongo que el gran éxito es que, a pesar de que las personas asiduas al teatro y el público siempre sabe qué va a pasar, la pieza sigue sorprendiendo a todos un poquito, sí.

 

El recorrido que hace el público hasta Santa Eugenia en tren, ¿tiene algún tipo de soporte a lo largo del mismo por parte vuestra?

Cristina Marín: A diferencia de las temporadas anteriores ahora la pieza parte del Teatro del Barrio. Antes lo hacía directamente desde Atocha. Eso antes generaba mucha confusión. Nosotras estamos al principio de la pieza, la gente va sola a la estación con un recorrido guiado y tienen posibilidad de llamarnos por teléfono si se pierden. En una ocasión una persona terminó en Aravaca. Al finalizar la pieza, nos las arreglamos para prácticamente ser omnipresentes y estar en dos lugares a la vez, pero nosotros. Cuando sale el último grupo viajamos Santa Eugenia para finalizar la fiesta con ellos.

Pablo Villa: Al inicio de la pieza metemos a la gente en un grupo de difusión respetuoso con que no se vea el móvil de los demás. Tienen la posibilidad de preguntarse entre ellos.

 

Conmemorar el 11M a través del teatro en Madrid
Público que ha vivido la experiencia

Esta pieza con contó con la complicidad del Festival Ellas Crean, ¿qué pulso le tomáis a la dramaturgia española como mujeres creadoras?

Cristina Marín: Me cuesta ponerme esa etiqueta de dramaturga. Nos vemos más como como creadoras. Mayorga dijo en la presentación de temporada de la Abadía el año pasado algo así como que estábamos en la programación, no por ser jóvenes ni por ser mujeres sino por las políticas de las programaciones. Todas estas iniciativas son fantásticas, pero también es bonito ver que empieza a haber ya una normalización y que no nos estén dando un privilegio extra por discriminación positiva. Fue como bonito comprobar que, como mujeres creadoras jóvenes, en mi caso, y soy consciente de que no es la realidad de mucha gente, no me estoy encontrando con problemas que no se ha encontrado un hombre joven dramaturgo. Esto tiene mucho que ver con la evolución dentro de círculos más jóvenes, aunque queda mucho por hacer. Siento que nuestra generación es diferente las generaciones anteriores.

Inés Collado: Es muy difícil medir si son tangibles en las instituciones o no, pero lo que sí que creo que definitivamente es una traba, no tiene tanto que ver con lo de fuera, sino con lo de dentro, sino como con la propia ambición y aspiración. Una de las cosas que yo sinceramente envidio de muchos compañeros creadores de nuestra generación que curran y hacen cosas es que se ponen en el mundo con muchísima más tranquilidad y seguridad. Evidentemente también tienen la incertidumbre. No sé hasta qué punto hemos tenido tanto Cristina como yo, el mismo síndrome de la impostora que han podido tener otras compañeras nuestras.

 

¿Qué mujeres han sido para vosotras referentes? No tienen por qué ser dramaturgas.

Inés Collado: La primera que se me viene a la cabeza, que no es del teatro, pero sí que para mí es como muy interesante su manera de hacer política es Manuela Carmena. Ya que nos ponemos como de Madrid y de barrio. Cuando ella hacía política había un equilibrio entre algo firme y entre algo humano.

Pablo Villa: A pesar de que todavía queda mucho por caminar por suerte cada vez hay muchas mujeres referentes. Estudié producción en el CTE y recibí formación de muchos profesionales y muchas eran productoras que trabajaban en muchos sitios. Para mí ha sido como muy natural tener la referencia de mujeres. Una persona del sector que es una mujer en la que mirarme es Lucía Miranda y todo lo que hace en The Cross Border Project, de salirse del teatro para ir al teatro me parece un buen ejemplo de alguien que está haciendo algo muy valioso.

Cristina Marín: Otra persona que me fascina mucho y me parece disruptiva es Iara Solano. Para mí es un ejemplo muy guay de persona que hace lo que le nace y que a la vez es muy emprendedora y con los pies en la tierra. Es una creadora muy personal que se ha podido posicionar sin perder su esencia.

 

El 11M fue un evento canónico para mucha gente, sin embargo, por vuestra edad dudo mucho que lo fuera. Me gustaría que cada uno compartiera un evento canónico de su generación.

Pablo Villa: En mi caso sin dudarlo el 15M. Es un evento más generado desde la sociedad y es un hito político en mi en mi vida. Es un momento de politización muy tocho. Tenía 17 años, estaba terminando el Instituto y siento que fue una apertura a una serie de posibilidades en cuanto a pensamiento, ideología y en la manera de organizarse y convivir en el espacio público.

Inés Collado: Coincido con Pablo. Fue un hito que redistribuyó los muebles en la cabeza de la gente joven y a nivel político e histórico supuso un cambio.

Cristina Marín: Como hecho muy dramático de dudoso tratamiento de los medios, también me viene a la cabeza el caso de La Manada. ¿Como se trató? Las reflexiones que abrió. ¿Cómo se repensó todo? Fue muy doloroso decir joder, esta gente es muy joven.

 

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