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Lo que ocurre al cumplir 60 años

Celia Bermejo: “Como nunca se habla de lo que sucede a los 60 años, ya lo hago yo”

En sus 40 años de carrera ha trabajado para gente como Rodrigo García, La Zaranda, Gracia Querejeta, Fernando León de Aranoa o David Trueba. Ha rodado recientemente con Wes Anderson, pero aún echa en falta que le den gran papel protagonista.

Mientras eso llega se crea sus propias oportunidades como ha hecho en Sweet Sixty, un espectáculo unipersonal basada en sus propias vivencias y con el que pretende celebrar por todo lo alto el haber cumplido 60 años. Su estreno tendrá lugar en La Usina.

 

¿Cómo comienza tu amor por las Artes Escénicas?

Yo comencé estudiando Psicología y en la carrera había una práctica en la asignatura de Psicomotricidad que era una cosa en la que te hacían moverte con música pero en la que no se podía hablar. Y me gustó mucho poder hacer eso con el cuerpo y ver cómo yo era capaz de relacionarme con el medio y con la gente de esa forma y quise indagar más por ahí. Al año siguiente me presenté a las pruebas de la Escuela de Arte Dramático y me cogieron. Así que dejé Psicología y me dediqué por entero a esto de actuar. En mi caso no es una vocación que yo tenga desde niña, aunque sí que me gustaba siempre cantar y eso, pero no estaba entre mis planes poder exhibirme al público haciendo este Arte. Pero ahora ya sí, ahora ya voy de actriz por la vida (risas).

 

¿Cómo recuerdas esa etapa en la Escuela de Arte Dramático?

Fue una etapa maravillosa. Primero porque era joven y eso ya te da una perspectiva de las cosas más mágica, y luego es que me lo pasé genial porque me gustaban todas las asignaturas, había mucho trabajo físico, tenía muy buena relación con las compañeros y compañeros de promoción… lo disfruté mucho. También lo compaginaba con la danza, que también me propuse estudiarla e incluso tiempo después estudié circo como complemento. La verdad es que siempre he disfrutado mucho con las formaciones que he ido haciendo.

 

¿Qué profesores te daban clase en aquel momento?

Mi profesor de interpretación era Jorge Eines, mi profesora de expresión corporal era Marta Schinca, una mujer fantástica, y tenía un profesor de voz que era Jesús Aladren, que me fascinaba también. La verdad es que aprendí muchísimo de todos ello. En pantomima tenía a Julio Castro Novo, en danza tuve a Elvira Sanz… todas y todos gente muy buena.

 

También estudias interpretación audiovisual con Pilar Miró… ¿Cómo era ella?

Sí, también, pero en este caso fue un curso más pequeño, no fue una cosa intensiva, así que no pasé mucho tiempo con ella, pero recuerdo que era una mujer muy sincera, muy franca. A mí me cayó muy bien.

 

En aquel momento también te fuiste a estudiar fuera, algo quizá no tan común como ahora.

Pues sí, tuve la suerte de viajar y conocer otras experiencias. Una vez vi un espectáculo de commedia dell’arte y me pareció tan fascinante que me dije que yo quería hacer eso. Así que una vez acabada la escuela solicité una beca de ampliación en el extranjero y me fui a Italia, en concreto a Bolonia, pero lo que pasaba es que lo que yo quería estudiar concretamente se estudiaban en el tercer curso, entonces primero y segundo era un poco todo lo que yo había visto ya. Yo les propuse pasar directamente al tercer curso, pero no me dejaron, así que a los tres meses me fui de allí y acabé estudiando con unos nórdicos que venían del Teatro Antropológico, de las enseñanzas de Eugenio Barba. Estudié con Ingemar Lindh y fue una experiencia muy intensa y muy bonita. Éramos como 40 personas de toda Europa, y era trabajar todo desde el cuerpo, desde el movimiento, el texto era una cosa muy secundaria. Era todo muy físico y me gustó mucho. He de decir que fue un tiempo muy bien aprovechado en todos los sentidos porque también aprendí italiano muy rápido (risas).

 

Lo que ocurre al cumplir 60 años en Madrid
Celia Bermejo

 Una vez que terminas tu formación, ¿cómo son esos primeros pasos para empezar a trabajar?

Fue bastante complicado comenzar y lo sigue siendo. Esta es una profesión muy difícil en general. Si en un momento dado tienes suerte y te cogen para algo muy relevante que ya pone tu rostro en todos los lados y te cambia la vida, pues bien, pero a mí no me pasó eso. Para mí siempre ha sido bastante complicado. La primera cosa que hice de teatro comercial fue Las salvajes en puente de San Gil, dirigida por Ángel Cobo y en la que estaba Aurora Bautista. Estuvimos en el Teatro Lara, hicimos bastantes funciones, salimos de gira y fue muy bien. Algo que también hice y que me ayudó a nivel económico fue que estuve muchos años en el Teatro de la Zarzuela con La del manojo de Rosas, que estaba dirigida por Emilio Sagi. A partir de ahí ya lo recuerdo todo complicado.

Como era tan difícil salir adelante y conseguir trabajo, empecé a hacer cosas escritas e interpretadas por mí, como una obra que se llamaba Lo mío es el cine u otra que se llamaba Nomiamo  Nomiaman, con las que estuve bastante años, pero de forma interrumpida por otras pequeñas cosas que me salían, pero ya que era actriz tenía que demostrarlo, aunque no me diesen una oportunidad continuada de hacerlo en cosas grandes.

 

¿De qué depende que te den esa oportunidad que todas las actrices y actores desean?

En la mayor parte de los casos de la decisión de esa gente que tiene que verte y no te considera y ni te ve. Cuando yo era joven yo iba a determinada productora y me quedaba en el portal esperando a que saliera el jefe de la productora para poder hablar con él. Y aunque tardara en salir, al final podías hablar con él. Luego apareció la figura del director/a de casting y eso hizo que todo cambiara, ya había una persona en medio que lo complicaba todo un poco más. Esa persona del medio es la que decide si yo trabajo o no trabajo, porque esa persona decide si yo puedo hacer una prueba para tal o cual personaje. Y no te hablo de papeles gordos, que esos los decide producción, sino para secundarios o episódicos incluso. Si ellos no piensan en ti no tienes la mínima posibilidad de acceder a los trabajos. Aunque lleves toda la vida trabajando, aunque tengas todos tus materiales actualizados, aunque… si ellos no te consideran no trabajas, así de sencillo. Así que es algo muy, muy, muy difícil. Te hablo sobre todo para cine y televisión. Pero en teatro es un poco lo mismo. Yo te diré que para el CDN, en los casi 40 años que llevo de profesión, solamente he hecho una vez un casting, y no porque no esté mi ficha ahí y mi CV, pero si ellos no deciden que tú puedas optar a ese casting tú no optas a ese casting. Y esa única vez fue porque un ayudante de dirección que estaba en la producción había trabajado conmigo antes y pensó en mí. Es decir, que si los que son intermediarios entre la producción y el intérprete es muy, muy, muy difícil acceder a trabajos. Que te vaya muy bien en esto no es fácil. El teatro es muy bonito si te contratan, si no te contratan no es tan bonito. Y si eres alguien famoso, tú te haces un espectáculo unipersonal y tienes las puertas abiertas de todos los teatros, en mi caso, que yo no soy mediática, pues voy donde me dan la oportunidad de ir. Pero yo también tengo cosas que contar y que compartir que pueden ser interesantes y sé cómo transmitirlo, pero no tengo esas oportunidades porque nunca han pensado en mí para poder hacer algo grande.

 

Y de esas ganas de contar y compartir cosas ha nacido ahora Sweet Sixty. Cuéntame un poco cómo surge.

Este proyecto lo empecé a escribir en la pandemia. Yo acababa de cumplir 60 años y bueno, quise compartir las cosas que suceden a esa edad. Mi madre es una persona muy mayor y necesita cuidados, tú ya sientes que vas entrando en esa edad puente entre la madurez y la vejez… y quería compartir todo eso, cosas duras, pero quería hacerlas con humor. En mi trayectoria, quizás por el aspecto que tengo, sólo me han dado dramones, debe ser que no me ven en otro registro, así que quise salir de ahí y hacer algo divertido, y por eso contacté con Wálter Velázquez, ya que había visto cosas suyas muy divertidas y quería que me dirigiera él. Empezamos a trabajar, yo fui recopilando algunos textos que tenía, les fui dando forma y se ha configurado este espectáculo que es un cabaret de variedades lleno de ironía.

 

¿Esta obra es autoficción?

Sí, claro, todo parte de mí, de mis propias vivencias, pero yo creo que esto es algo que le pasa a mucha gente, muchas personas se van a sentir identificadas. Yo lo que pretendo es contar con un poco de sorna y mucho humor ácido lo que nos pasa cuando cumplimos 60 años y te enfrentas a tu madurez y eres invisible para la sociedad, a nivel físico y a nivel laboral. Vas viendo cómo se va deteriorando tu cuerpo, tienes que seguir cuidando de tus mayores, que es algo bastante duro, porque te condiciona la vida, pero es que además, vas viendo el camino que te queda a ti por recorrer, te enfrenta a lo que te va a pasar a ti después. Y esos son temas de los que no se habla habitualmente, por eso quiero hacerlo yo ahora con este montaje. También hablo de la confrontación entre la generación de mi madre, que tiene ahora 94 años y la mía.

 

¿Quién es Caty de la Cuesta Navarrete, la protagonista de la obra?

Ella es el personaje que he utilizado para ir contando todo esto que me pasa en esta edad y con la que mucha gente seguro que se identificará. Será la maestra de ceremonias de este cabaret de variedades que he montado.

 

En la obra trabajas con muñecos, un arte en el que también te has formado. ¿Qué representan esos muñecos que te acompañan en escena?

Yo todavía sigo siendo un poco niña en mi vida, aún sigo jugando y no quiero perder nunca esa capacidad de jugar. Pensé que esos muñecos me acompañaran en escena porque yo me lo paso muy bien jugando con ellos y porque hay cosas que ellos las pueden explicar mejor, como ciertos diálogos entre la madre y la hija.

 

 

¿Sientes que a las mujeres se os discrimina o se os mira de forma distinta cuando cumplís una determinada edad?

Sí, por supuesto, y también hablo de esto en el espectáculo. La mujer está discriminada en general, como ya hemos hablado, a determinada edad ya sí que ni nos miran para trabajar, porque parece ser que las mujeres maduras no tienen nada que contar o sólo sirven para ser madres de… Y en el tema de los cuidados que hablamos es obvio que la mayor parte de la responsabilidad recae siempre en las mujeres. Nosotras asumimos el rol de cuidadoras por el simple hecho de ser mujeres, nada más, porque está establecido así. Hay casos, y cada vez vamos viendo más, de hombres que lo asumen (sobre todo con sus hijos), pero no es lo habitual. Y en el caso de cuidar a los mayores es algo que hacemos sobre todo las mujeres. Y también hablo sobre el reparto de roles en casa.

 

¿Hablas también de la soledad?

Sí, porque también es una época complicada para eso. Hay mucha gente que se siente sola y yo también he podido sentirme sola en muchos momentos, y la pandemia fue complicada para eso. En estas edades las prioridades de la gente cambian, las energías para hacer cosas también y a lo mejor te planteas hacer cosas en grupo o con gente y no surge porque la gente está a otras cosas, nos volvemos más maniáticos y más individualistas. Y no es fácil enfrentarse a esa soledad.

 

Pero también la obra es como una celebración de la vida, ¿no?

Sí, también, claro, y por eso está el humor, para que podamos reírnos de estas cosas y celebrar y aprender a desafiar esta etapa complicada de la vida. Estamos vivas, hemos pasado mucho, hemos aprendido mucho y aún nos queda tiempo por disfrutar, claro.

 

Hablamos de una obra que es para todo el mundo, no sólo está dirigida a los ‘sixtys’….

No, claro, es un espectáculo para todo el mundo, porque quien más quien menos va a tener que transitar este camino. Yo, a partir de cosas personales, hablo de cosas universales. Hace poco pude mostrar la obra en una especie de ensayo abierto que hice en Carampa, la escuela de Circo en la que doy clase a niños, y vino mucha gente joven y de todas las edades y les gustó muchísimo. Me dijeron cosas muy bonitas que yo no me esperaba y que me están ayudando mucho de cara al estreno que tengo ahora en La Usina.

 

Has trabajado en algunas de las series más importantes de la historia reciente de nuestra televisión: Amar en tiempos revueltos, Vis a Vis, Cuéntame… Y también en numerosas películas como Barrio, Siete mesas de billar francés, Vivir es fácil con los ojos cerrados, Bajarse al moro… así que no acabaríamos si comentamos anécdotas de todos estos proyectos. Pero has rodado recientemente con ¡Wes Anderson!

Sí, he tenido la suerte de participar en Asteroid city, su última película, y ha sido una pasada. Mi representante es maravillosa y siempre está luchando por mí, aunque no siempre salgan las cosas, ella lo pelea todo y me ha metido en esta producción americana, también porque hablo inglés, hablo italiano… y ella presentó a la productora mi material y por eso me cogieron, pero aunque ella peleé y toque todas las puertas, la mayoría nunca se abren para mí, pero bueno, aunque hablar de esto me duele mucho, seguiré peleando por encontrar una buena oportunidad.

 

 

En el teatro también has trabajado con grandes nombres. Te voy a tirar algunos para que me digas algo de ellos: Rodrigo García.

Con Rodrigo trabajé en dos espectáculos. Trabajé en Matando horas, que fue su segundo espectáculo después de venir a España. Era una cosa hermosísima, una propuesta escénica brutal. Luego trabajé en Notas de cocina, con el que estuvimos más tiempo en cartel. Rodrigo para mí ha sido un director encantador y sus textos me han llegado a lo más profundo de mi ser. Tú puedes trabajar en muchos montajes y cuando pasa el tiempo se te va el texto, pero a mí los textos de Rodrigo me llegaron tan dentro que pasaba el tiempo y seguían estando en mí. Es muy fuerte cómo escribe Rodrigo. Trabajar con él es una experiencia increíble. Él no quiero que hagas personajes, o al menos en aquel momento. El instrumento para trabajar eres tú mismo, la persona, y a partir de ahí construyes lo que te indica Rodrigo.

 

La Zaranda.

Otra gente muy especial. Rodrigo García y La Zaranda son las cosas más intensas que he hecho en mi vida. Con La Zaranda he trabajado en El grito en el cielo con ellos como actores y era una creación muy fuerte, en la que éramos ancianos y teníamos que explorar la vejez. Los ensayos tenían una intensidad brutal, nunca he trabajado tan duro. Años después me llamaron para trabajar en La extinta poética para unas funciones que tenían que hacer en un festival en Miami y fue una experiencia muy bonita, muy dura también porque me tuve que aprender el texto en pocos días, pero lo disfruté mucho.

 

Eva del Palacio y Morboria.

Ellos son mis seres queridos, les admiro mucho. Yo empecé con ellos trabajando en un grupo de teatro y era muy divertido. Es muy bonito todo lo que hacen, esas caracterizaciones maravillosas y ese trabajo espectacular en el teatro de calle. Con ellos también aprendí a darle valor al trabajo en la calle, que muchas veces está denostado por el público y por la profesión, pero ellos lo dignifican y en la calle se aprende mucho. También me han ayudado ahora para hacer Sweet sixty, ya que me han dejado su local de ensayo para poder trabajar, así que les estoy muy agradecida.

 

En noviembre te vamos a ver en el Festival de Otoño también.

Sí, voy a tener la suerte de formar parte de un proyecto muy interesante que se llama Amadora y que es de María Velasco y Miren Iza, la cantante de Tulsa. Es un texto bellísimo de María con canciones de Miren, así que una maravilla, estoy encantada. María Velasco escribe muy bien. Ya había visto algunos trabajos suyos que me habían gustado, pero ahora que estoy estudiando a fondo el texto ya comprendo mejor su enorme calidad como dramaturga. Tiene algo que ver con mi obra, Sweet sixty, porque también habla de la mujer y de los roles que desempeña en la sociedad según su edad, pero está contada de una forma totalmente distinta, claro.

 

Ahora que estás de celebración puede ser un buen momento para hacer balance. ¿Cómo valorarías tu carrera como actriz?

Pues mira, por una parte creo que soy afortunada porque he hecho bastantes cosas y he podido llevar una vida digna pagando mis facturas y demás, pero por otra parte, siento que me han faltado más oportunidades para poder mostrar todo mi talento o esa oportunidad buena que te coloca ya en una posición en la que el trabajo te llega de forma más sencilla o si no el trabajo en sí, al menos que te llamen para hacer castings. Me encantaría decir que soy inmensamente feliz con esto, pero me cuesta muchas veces. Aún así, soy actriz y me moriré siendo actriz, y orgullosa de serlo y de que cada trabajo que he hecho, por pequeño que sea, lo he hecho con la mayor dignidad y profesionalidad posible.

 

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