SUSCRÍBETE

El regreso de Macarena García a los escenarios

Macarena García: “Me estoy enamorando del teatro como una niña”

 

Empezó en el mundo de la interpretación con 13 años por diversión. Ejemplo para toda una generación y con esa chispa de luz que hace que caigamos rendidos a sus pies, Macarena García vuelve a los escenarios con Nuestros actos ocultos, de Lautaro Perotti. Una obra sobre el comportamiento humano que debe verse sin las gafas del juicio y con la que la joven actriz ha vuelto a sentir mariposas por el teatro.

Es la hora de la llamada. Ilusionada, no exagero si digo que lloré cuando recibió su Goya por ‘Blancanieves’, escucho la voz de esta mesías española al otro lado del teléfono. Es tan dulce como aparenta, una canelilla expresiva que se nota que sonríe mientras habla y que hoy hace un poco menos ocultos esos actos suyos que a partir del 16 de enero serán también nuestros.

 

Foto de portada: Vanessa Rabade

 

Macarena, tú empezaste a estudiar Psicología y tu hermano Javi estudió Periodismo, aunque ahora ambos sois dos de los grandes rostros de la ficción española. Tus padres tampoco son actores… ¿De dónde viene ese amor por la interpretación y por contar historias?

Yo creo que a mi hermano y a mí nos marcó mucho una época en la que las series empezaron a coger mucha fuerza y apareció Farmacia de Guardia o Médico de Familia y para nosotros era un momento de unión familiar que recordamos con mucho cariño. Creo que los dos nos enamoramos un poco de todo eso. Además, mi madre siempre ha sido muy ‘musiquera’ y nos ha transmitido mucho su amor por la música, hemos bailado y cantado en casa juntos… Yo creo que vino un poco por ahí, pero también las cosas se fueron dando. Cuando yo era pequeñita, una profesora de mi colegio me animó a apuntarme a un casting de un musical, que no era del todo profesional. Empecé a hacer esto, mi hermano lo vio, a la vez conoció a unos amigos que eran actores… como que se fue gestando de manera natural y, a la vez, ahí encontrábamos un refugio cuando éramos pequeños.

 

El regreso de Macarena García a los escenarios en Madrid
La actriz Macarena García. Foto de Vanessa Rabade.

Tu primer papel, si no voy mal, fue el de Canelilla, que interpretaste con 13 años en En el nombre de la Infanta Carlota. ¿Qué recuerdas de esa época?

¡Sí! Era muy pequeña y era algo que hacía de una manera bastante inconsciente, por diversión, que no me quitaba demasiado tiempo para hacer las cosas que yo quería hacer: estar con mis amigos, con mi familia, ir al colegio… lo que tocaba para mi edad. La verdad es que lo recuerdo como una época muy feliz en la que estaba muy en contacto con la música, el baile y el trabajo en equipo. Representábamos en el Teatro de Madrid, un teatro muy grande, por lo que desde muy pequeñita tengo esta experiencia de exponerme ante el público, con todo lo que eso conlleva. De hecho, ahora que estoy preparando la obra, tengo todo el rato la sensación de que yo solo he hecho en teatro ‘La llamada’, hace más de 10 años ya, pero justo el otro día un amigo me dijo “pero tú haces teatro de toda la vida” y pensé “es verdad”. En el fondo, en mi cuerpo está la experiencia de haber hecho esto desde muy pequeña, de subirme a un escenario y de contar una historia y atravesar los miedos, de ponerme delante de la gente en vivo y en directo, aunque es verdad que siempre ha sido musical.

 

La obra que vais a estrenar ahora en Naves del Español, Nuestros actos ocultos, no es musical. ¿Cómo lo llevas?

Pues a esto me enfrento con muchos nervios, pero con muchas ganas. Estoy ilusionadísima y feliz. Yo creo que los nervios, a medida que se acerque el estreno, cogerán más fuerza, pero de momento pesa más la ilusión, las ganas y la diversión. Me siento muy muy afortunada de estar haciendo esta obra. Me encanta el texto, amo a Lautaro, a mis compañeros y creo que es una obra muy disfrutable, con un personaje que para mí es un reto, que se aleja de lo que he hecho en otras ocasiones y que me permite explorar un montón de cosas. Aunque es verdad que ayer fuimos por primera vez a ver el escenario donde vamos a actuar, en el que caben unas 300 personas por día, y de repente se me pusieron los pelos de punta. Me morí del miedo y fui consciente de lo que va a ser, pero siento que soy muy afortunada porque vuelvo al teatro estando mejor arropada imposible.

 

Si tuvieses que elegir entre teatro y cine, ¿qué elegirías?

He hecho mucho más cine y hay algo de él que para mí es mágico y se queda plasmado para siempre, pero es verdad que, ahora que estoy atravesando este proceso de ensayos con la obra, me estoy enamorando del teatro como una niña. Estoy redescubriéndolo en otro momento, más adulta y con más herramientas, aunque todavía me queda muchísimo por aprender, pero siento que tengo más capacidad de disfrutarlo. Además, el proceso de ensayos, la rutina, el tener tiempo para ir creando, entendiendo al personaje y las escenas, descubriendo matices y hacerlo en equipo, que en cine al final una buena parte de este proceso de descubrimiento lo haces tú solo, me está encantando. No puedo elegir, pero es verdad que ahora mismo que estoy metida en el teatro estoy muy enamorada de él.

 

¿Y qué le dirías a esa Macarena de 13 años que daba sus primeros pasitos encima de los escenarios?

Mmm… Le diría “¡no sabes lo que te espera!” porque claro, yo no sentía que mi camino fuera ser actriz. De hecho, yo luego no hice nada más a nivel actoral. Durante un tiempo estudié Psicología. Creo que alucinaría con todo el camino y lo que luego ha pasado. También le diría que disfrutara, que nada es tan importante, que todo va a estar bien pase lo que pase, que confiara más… Yo siempre he sido muy perfeccionista y exigente y a veces creo que me he perdido disfrutar del proceso de crear. Creo que es importante eso.

 

Como decíamos, el 16 de enero estrenáis Nuestros actos ocultos, de Lautaro Perotti, en Naves del Español. Allí interpretas a Elena, un personaje cuyo mayor deseo es ser madre. Recientemente has encarnado a Irene en La Mesías que, a pesar de tener rasgos de la personalidad muy parecidos, es todo lo contrario en cuanto a la maternidad. ¿Te ha servido el personaje de Irene para crear el de Elena? ¿Cómo te enfrentas a esos dos personajes tan similares y, a la vez, tan distintos?

Pues sí, es verdad. Creo que ambas tienen una herida muy grande que tiene que ver con su madre y que les ha creado un carácter un poco agrio y es verdad que una de las diferencias es este tema de la maternidad. La manera de sobrevivir de Irene ha sido negando esa parte suya y no entrando en contacto con nada de su herida. Tiene un carácter muy frío y problemas de comunicación. A Elena le pasa un poco al revés y tiene esa necesidad. Siente que su vida se va a solucionar a través de la maternidad: de dar amor y crear familia. Siente que ahí va a llenar un vacío, como una especie de compensación interior de encontrar lo que nunca tuvo. Y luego, Elena es más expresiva y no tiene tanto problema con estar en contacto con sus emociones, aunque es verdad que no tiene ninguna herramienta. Los tres personajes de Nuestros actos ocultos no saben qué hacer con lo que les pasa ni cómo expresarlo. Van actuando torpemente, intentando salir adelante y hacer algo con su herida y con el amor que en el fondo se tienen.

A medida que vamos probando, ensayando y construyendo las relaciones, los personajes, la desesperación, la necesidad, los vínculos… hay algo de sus decisiones, que yo en guion lo leía como algo más loco, que de repente tiene bastante sentido. A lo que pondría un pero es al lugar de donde parte: al problema de no mirarse.

 

En la obra también tienes un conflicto muy importante con tu madre, interpretada por Carmen Machi. ¿Crees que su personaje, Azucena, se parece en algo a Montserrat de La Mesías?

No. Se parece en que, desde un lugar muy diferente, no saben dar un apego seguro y sano a su hija. No saben quererla, protegerla y darle una infancia y una juventud. Ninguna ha dado a su hija lo que necesita una hija, pero sus conflictos son muy diferentes. Su experiencia vital es completamente distinta y lo que está haciendo Carmen es muy diferente también.

 

Lo que pasa con el personaje de Juan es muy turbio. ¿Hay, a lo mejor, un trasfondo previo de maltrato hacia Elena? ¿Tú cómo te imaginas a Juan?

Sí. Me imagino que hay un tipo de maltrato que tiene que ver con el silencio, con la negación de los sentimientos, con la no comunicación, la no mirada y el abandono y la manipulación, de alguna manera. Creo que Elena está muy desesperada, que lleva muchos años acostumbrada a que no la tengan en cuenta y no escuchen sus necesidades, que se siente profundamente sola.

 

 

¿Cómo es un día de ensayo en el equipo?

Pues mira, para empezar, vas por tus propios medios (muy diferente a los rodajes, en donde te llevan de un lado a otro). Aquí hay algo de independencia que me gusta mucho. Por las mañanas siempre hacemos como media horita de charla y risas, nos ponemos al día, nos contamos anécdotas… Nos reímos mucho. Luego nos ponemos a probar escenas. Lautaro lo que hace es ir por bloques, hasta que la obra está montada entera un poco más en general, y luego va matizando poco a poco. Cuando ya está todo un poco montado, vamos probando escenas y a veces hacemos pase general de todo lo que tenemos. Es un ambiente de mucho trabajo y concentración, pero de mucha risa. Yo hacía tiempo que no me reía tanto, de verdad, con ataques de risa diarios.

Lautaro genera un ambiente de trabajo muy amable donde podemos aportar, proponer y dar nuestra visión. Todo es bienvenido, abrazado y escuchado. Es muy flexible y todo se hace desde el amor, el buen rollo, la alegría y la sensibilidad. Estoy muy fascinada con su manera de trabajar. Me recuerda un poco a mi hermano y a Javi porque te hace sentir que eres una parte esencial del trabajo y que tu voz es importante.

 

Para cualquier artista, al final, tener ese espacio seguro y sentir que te puedes equivocar es muy importante, ¿no?

Sí, sí. Absolutamente. Y de Lautaro creo que lo que más destaco es que no juzga nada. En cinco semanas que llevamos ensayando no ha habido un momentito en el que haya sentido un juicio o algo que me haya hecho sentir mínimamente insegura.

 

¿Y qué te ha resultado lo más difícil del proceso?

Quizás estudiar todo un texto, que pensé que iba a ser más fácil. Yo estoy acostumbrada a estudiar escenas sueltas, poquito a poco. Aprenderme un texto entero y tenerlo preparado desde el principio para el proceso de los ensayos me ha llevado más tiempo y esfuerzo del que creía. Además, la manera de escribir que tiene Lautaro es muy realista y los personajes se cortan, empiezan frases que no terminan… Hay algo de todo eso que hay que ir encajando.

 

¿Qué es lo más bonito de ser actriz?

Conectar con otras maneras de ver el mundo y entenderlas. Yo empecé a estudiar Psicología y me interesa mucho el comportamiento humano. Ponerte en la piel de otros e imaginar diferentes maneras de reaccionar, de sentir, de amar y no juzgarlos. Entender de dónde vienes y hacer el esfuerzo de ver más allá. Esto para mí es un regalazo que me ha hecho ser muchísimo más empática. Me doy cuenta de que eso me lo llevo para mi vida. Cada vez voy entendiendo más que todo viene de algún lugar y esto es algo que he aprendido gracias a la Interpretación.

 

¿Y qué dirías que es lo más amargo o complicado?

Pues la incertidumbre, aunque también hay algo de eso que nos puede gustar porque al final no hay rutina, no te cansas… Es siempre emocionante: no saber adónde va tu vida, qué es lo próximo que te espera… pero a la vez se puede llegar a pasar mal sin saber qué va a ser de ti en el futuro y, sobre todo, si va a volver a pasar. Siempre tienes este miedo.

 

Cuando ganaste la famosa estatuilla por Blancanieves, ¿tuviste miedo a lo que se dice de ‘la maldición de los Goya’?

No. No lo tuve nunca, la verdad. También en ese momento yo estaba empezando, era más inconsciente y no entendía muy bien cómo funcionaba la profesión. Todo había fluido de una manera muy natural, pero no, no tuve miedo. Tuve alegría y me sentí muy afortunada.

 

¿Cuál es el papel más especial de tu trayectoria?

Pues ahora mismo yo diría que Irene porque siento que es con el personaje que más he crecido y que más me ha transformado. Además, creo que contaba algo muy importante y conecté mucho con ella, con su dolor. La quise mucho. Siento que fue un reto inmenso y que me llevo para siempre.

 

El regreso de Macarena García a los escenarios en Madrid
Director e intérpretes de Nuestros actos ocultos: Lautaro Perotti, Carmen Machi, Macarena García y Santi Marín. Foto de Vanessa Rabade.

 

Tanto tú como tu grupo de amigos sois un verdadero ejemplo de que, a pesar de la juventud, se pueden conseguir grandes cosas y servís de inspiración a las nuevas generaciones, haciéndonos sentir que se puede llegar lejos con esfuerzo. ¿Cómo se vive eso? ¿Qué consejo le darías a la gente joven que está empezando y que tiene grandes sueños, pero la sociedad le puede hace pensar que es muy complicado lograrlos?

Gracias, jo. A ver, yo eso lo veo mucho por ejemplo en mi hermano y en Javi. En mi caso en concreto me siento súper afortunada, pero es verdad que tampoco es que haya sacado yo adelante mis propios proyectos y demás, pero te lo agradezco mucho. Yo creo que es importante la ilusión y las ganas, pero las genuinas, la pasión genuina (que no sea confundida con todo lo que puede rodear toda esta profesión, sino algo profundo). Eso tampoco es garantía de nada, y lo sabemos todos, pero sí que es importante y necesario. Y luego pues trabajar mucho, juntarte con gente a la que le gusten las mismas cosas que a ti, probar, investigar… Pero, sobre todo, trabajar mucho. Creo que conlleva mucho más esfuerzo de lo que puede parecer desde fuera.

 

¿Cuál es el logro del que estás más orgullosa?

Pues no sé… Es una buena pregunta. Yo doy mucha importancia siempre a lo personal. Para mí, mi profesión es importantísima, pero lo personal y mis amistades, mi gente, mi familia… son lo más importante. Creo que mantengo amigos desde hace mucho tiempo. Siento que estoy muy cerca de la gente que quiero y quizás para mí eso es el mayor tesoro y que digo “mira, aquí lo he hecho bien”. Conservar estos vínculos me mantiene muy en la tierra y me hace mucho bien. No es un logro para fuera, sino para para mí.

 

Para finalizar, al comienzo me has dicho que la Macarena niña alucinaría con tu realidad actual, pero, si nos centramos en ti, ¿qué crees que pensaría de la adulta en la que te has convertido?

Yo creo que estaría muy orgullosa. Quizás le daría un poco de rabia y me diría “¡espabila!” en algunas cosas. Me diría “estas inseguridades y miedos igual ya es hora de que se queden en un segundo plano”, pero en general creo que estaría muy orgullosa y le haría muy feliz ver todo lo que le ha pasado y el momento concreto en el que estoy ahora: verme tan contenta y disfrutando. Sí, estaría contenta… desde luego.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

 

Comparte este post