Una de las cosas que me llamaron la atención cuando vi la obra es que decidisteis representar Otelo, y me encantó. Mantuvisteis los mismos diálogos que la obra original y solo cambiasteis el tono de voz.
Esther Acevedo: Sí, es cierto. Y además nosotras le hemos añadido al principio una crítica feminista. Entonces yo creo que el mero hecho de afrontar este tema tan peliagudo que es el tema de Otelo, afrontarlo desde los celos, desde la comedia, a la gente le entra de otra manera. Porque se están riendo y lo reflexionan de otra forma esta obra, de un señor que se carga a su mujer porque uno le ha dicho que le ha dado su pañuelo a otro, es muy fuerte. Pero cuando todo eso te está entrando desde la comedia creo que la gente lo digiere mejor.
Georgina Rey: Y otra cosa es la visión de la masculinidad que estaba bien vista. Un hombre celoso. Ese hombre celoso que estamos viendo en todos lados. El hombre es celoso porque te quiere. Y están en un lugar muy risueño, que se están riendo de cosas básicas porque no tienen el razonamiento de discernir nada y reaccionan por celos, y que lo único que quiere hacer (Yago) es ascender al puesto de Otelo. Es lo más básico. La masculinidad en su forma más básica. Como hay un momento que se dice en la obra “soy heterobásico” en Hamlet. Es lo que vimos estudiando y metiéndonos en las obras, son personajes muy heterobásicos. Muy bien vistos en todo momento, pero me parece interesante visitarlo desde la forma natural que se da.
¿Afectó en la realización de la obra el hecho de hacerla solo mujeres?
Esther Acevedo: Sí, yo creo que el hecho de hacer esta obra por mujeres. En realidad esta obra se estrenó hace muchos años y fue hecha por cuatro hombres. Cuando nosotras empezamos a ensayar de repente las mismas frases que decían ellos dichas por una mujer resuenan de una manera distinta y había cosas que cobraban mucha más importancia y otras decidimos quitarlas porque hay cosas que yo no voy hacer, entonces a lo mejor lo dices de otra manera y subyace una crítica social y feminista. Para mí es interesante que nosotras lo hagamos. Es cierto que hay muchas veces que los hombres hacen el papel de mujeres, pero son menos las veces que las mujeres hacen el papel de los hombres. Esto le ha dado un valor distinto a la obra y la gente se lo pasa genial. Porque siempre nos ha parecido muy gracioso ver a un hombre vestido de mujer, pero también es muy gracioso ver a una mujer vestida de hombre, con su bigote o su barba y a veces hay un poco de reticencia.
Hay un momento al principio de la obra en el que sale Maribel Vitar disfrazada de payasa y dice: “Cuando busco trabajo me ponen actor y no actriz”, viendo como el segundo término, en algunos momentos, aparece implícito en el primero. Con ello podemos llegar a esa concepción peyorativa que se tenía de la actriz en el Renacimiento al día de hoy.
Esther Acevedo: De hecho el otro día, lo estaba comentando, que me pongo a escribir en el WhatsApp cosas y hay términos que no aparecen en femenino. No son palabras nuevas, son oficios de toda la vida que solo te aparecen en masculino, como psicóloga y te lo corrige a psicólogo. Es verdad que ese monólogo que creó Maribel habla un poco de eso, de que no tenemos nuestro lugar. Pero no solamente que se hable en masculino o femenino, no solo en eso. Si tú te pones a ver la cartelera madrileña de teatro, de cine, de series… ponte a contar cuantos personajes masculinos hay y cuantos femeninos. Nosotras lo contamos hace unos años y era como el 75% de hombres. Y de protagonistas ya no te quiero ni contar… Nosotras tenemos la oportunidad de contar nuestra visión del arte, del teatro, de todo.
Georgina Rey: Sí, sin contar los personajes femeninos que cumplen con la norma heteronormativa.
Esther Acevedo: Por eso cuando me planteó (Hernán Gené) hacerlo con cuatro mujeres me pareció una maravilla. Ósea, hacer clown, hacer Shakespeare, hacer tragedia… Llevaba años queriendo hacer una obra con Hernán, porque es el maestro del clown, es mi maestro y el maestro de los maestros de clown. Y me dijo: “Vamos hacer esta obra que la estrené hace muchos años con cuatro hombres, pero ahora la vamos hacer con cuatro mujeres”. Maravilla.
A mí me gustó mucho porque, aunque hay esa reivindicación, no hay esa polaridad extrema entre el personaje masculino y el femenino. En esta obra habéis conseguido hacer esa crítica, pero habéis mantenido la equidad entre ambos géneros. Los personajes que lo demuestran son Romeo y Julieta, al primero lo mostráis como un mujeriego y a la segunda como una “niñata pija” que se deja llevar sin criterio.
Esther Acevedo: Claro, ahí el teatro se viene abajo porque en realidad es una niñata y una pija. Creo que cuando se hace este tipo de teatro no se puede ser tan reaccionario y decir: oye esto está mal y los hombres son los malos. No estás demostrando una realidad. Buscamos nuestro lugar en la sociedad y en nuestro trabajo. Y luego a partir de ahí jugamos con la realidad.
Georgina Rey: Además, somos autocríticas. Partimos de una realidad donde se votan a partidos como el de Milei y Vox, hay hombres que consideran que tanta igualdad les discrimina. Esto es una contradicción en sí misma. A lo mejor hay que buscar otras maneras de contar las cosas, tener un público con el que hablar esto: un niño, un adolescente… No para hablar de una ideología sino para abrir un tema nuevo y cuestiones diferentes, sin decirle a nadie lo que está bien o mal. Presentamos temas más abiertos, lo que nos sucede a nosotras como actrices. Queremos plantear preguntas nuevas.
Durante la obra se puede ver cómo usáis la comedia para hacer esa crítica social.
Esther Acevedo: Nosotras no hemos venido hacer una parodia de estas obras sino a utilizarlas y usarlas de medio para contar nuestra historia. Pero en ningún momento hemos querido reírnos de Shakespeare, no, lo tratamos con respeto. Yo creo que por eso funciona y plantea cosas nuevas.
Uno de los comentarios ha sido el por qué preferisteis usar las obras trágicas en vez de las cómicas.
Esther Acevedo: Yo creo que es parte de lo divertido de esta obra que son cinco payasas intentando hacer Shakespeare lo mejor que pueden. Eso también es cómico. Ellas quieren hacer bien las tragedias de Shakespeare, las quieren hacer con todo su amor y toda su energía. Eso es parte de la comedia y de la idiosincrasia del clown, el querer hacer las cosas muy bien y que salgan muy mal.
¿Cómo surgió meter esos elementos circenses y trabajar con Maité Esteban?
Esther Acevedo: Pues en principio la obra era solamente para actrices, pero de repente fue una idea mágica.
Georgina Rey: Fue la aparición en el Price, ahí es donde se mezcla la idea de la creatividad.
Esther Acevedo: El Price nos dio la oportunidad.
Georgina Rey: Decidimos usarlo todo, hicimos todo lo que pudimos con el presupuesto.
Esther Acevedo: Es cierto que hay lugares en los que no podemos hacerlo con circo. Pero cuando llegamos al Pavón, vimos que era un teatro maravilloso que nos daba la oportunidad de meter el circo y a la gente le gusta mucho. Maité es maravillosa, ella no solamente hace sus números de circo sino que además hace clown, y está con nosotras todo el tiempo. Yo le decía que solamente había visto números de circo en una carpa, y cuando vas a una carpa estás dispuesta a ver un número de este tipo. Pero cuando vas a ver una obra de teatro, estás predispuesta de otra manera. Impresiona mucho, estás más cerca porque a ella ya la has visto en personajes, ya le tienes más cariño porque le has visto como payasa. Y, de repente, la ves haciendo un número de circo, creo que tiene más valor que simplemente ver un número con técnica y ya está. Todo ello forma parte del desastre de ese escenario. Nosotras lo vamos incluyendo, lo usas para apoyarte, dar un giro…
¿Siempre habéis mantenido el mismo espectáculo?
Esther Acevedo: Nos hemos ido adaptando a los espacios y según va rodando la obra vamos añadiendo cosas nuevas. Todas las semanas volvemos a ensayar y cuando nos llamamos, Maribel me dice: “¿Qué te parece si metemos esta frase?” Y yo le doy mi visto bueno y ella hace lo mismo conmigo, estamos todo el rato afinando porque es un espectáculo muy complejo. No son unas payasas haciendo cualquier cosa, lleva un trabajo detrás: físico, vocal, de estructura de movimientos… es un trabajo muy complicado y está todo perfectamente medido incluso las caídas.
Georgina Rey: Mucha gente nos dice que estamos improvisando. Dicen: “Hacen lo que quieren”. Y, no, hacemos lo que está escrito. Lo que pasa es que Esther es coreógrafa y actriz y Maribel, además de actriz, es dramaturga. Lidia es cien por cien actriz con un abanico amplio de colores, con mucha danza encima. Maité viene del mundo del circo y del clown… Y entre todas hacemos el espectáculo, porque esa diversidad es lo interesante, es lo que lo nutre. Eso, al final, en el escenario se plasma. Me parece algo muy característico del montaje.
Esther Acevedo: Eso nos ha pasado siempre, como cuando estuvimos en Argentina y Uruguay. Allí preguntamos las frases típicas que hay, por ejemplo aquí hace mucha gracia el “me voy a tomar un relaxing cup of calimocho”, eso allí no. Allí era el “fernet con cola”. Entonces había momentos que deciamos palabras o frases de allí. Y en Uruguay igual. Vayamos donde vayamos nos adaptamos al público.
La idea del Bingo ¿cómo surgió? Ese momento donde todo el teatro está rodeado por la policía desde el principio.
Esther Acevedo: La obra original ya estaba así. Ya Hernán y sus compañeros lo crearon así.
Georgina Rey: Es la historia del artista. El espacio siempre se reduce, hay espacios donde no podemos llevar nuestro arte.
Esther Acevedo: Los teatros que se cierran. Es un poco como nuestra idiosincrasia. Vas enterándote que han cerrado otro teatro por falta de ayudas. Es nuestra vida. Realmente esto lo hacemos por amor al arte.
Teniendo en cuenta todos lo temas que tratáis cabe pensar ¿cómo surgió la idea de adaptarla a un público familiar?
Georgina Rey: Lo cierto es que hasta que lo estrenamos en el Price nunca lo habíamos pensado como una obra familiar. Pero luego le vimos ese potencial.
Esther Acevedo: No hay tantas obras pensadas para los adolescentes o para niños. Cuando vieron en este teatro que puede abarcar cualquier rango de edad, lo pusieron el domingo por la mañana abierto para todo el público, porque no es habitual ver una obra de teatro que pueda funcionar igual para una niña de cinco años que para una mujer de ochenta y cinco.
Georgina Rey: Eso es porque tiene capas, no ves solo a cinco payasas haciendo payasadas. Lo puedes relacionar con la obra que leíste en el instituto. A mí me parece súper atractivo poder hacérselo a un público familiar. Van los padres con sus hijos, y vemos cómo reaccionan ante cinco payasas. Creo que en un espacio hecho para niños piensas: “No vamos a hablar de esto o lo otro”, pero a nosotras nos ha enriquecido. Nos permite hablar a un público adolescente, o de niños, de cosas que a lo mejor no nos hubiéremos permitido como artistas pensando que no iba a funcionar. Pero al final funciona, y lo quisimos hacer para ellos, aunque no fuera nuestra primera idea.
La obra termina con un epílogo, que a pesar de seguir siendo cómico, se alude a la sacralidad del teatro y el peligro que corre.
Esther Acevedo: El final del texto que dice Lidia Navarro, es muy bonito. Lo primero, no es normal que una mujer haga un epílogo, eso ya es otra reivindicación. Y luego habla de la lucha que tenemos juntas y de esa reivindicación de poder actuar y de salvar proyectos, de seguir trabajando. Y hay veces que los espectáculos son diversión y son cultura, son ocio, son muchas cosas.
Georgina Rey: Lo importante es que lo escuchen.