SUSCRÍBETE
Numancia-Nao-damores-Godot-ANA-ZAMORA

La reina del medievo

Ana Zamora: “Hacer teatro es un salto al vacío constante”

Ana Zamora es la directora de la reconocida compañía Nao d’amores. También ha sido la encargada de dirigir y versionar El castillo de Lindabridis, una obra original de Calderón de la Barca que ha levantado en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

La actual Premio Nacional de Teatro 2023 adapta a nuestros tiempos esta pieza sobre temática caballeresca que podrá verse en el Teatro de la Comedia del 25 de enero al 10 de marzo, y que cuenta con un elenco conformado por Miguel Ángel Amor,
Mikel Arostegui, Alfonso Barreno, Alba Fresno, Inés González, Paula Iwasaki, Alejandro Pau e Isabel Zamora.

 

Foto de portada: Ana Zamora. ©Sergio Parra

 

La princesa Lindabridis, para heredar el trono de Tartaria, deberá casarse con un caballero que pueda vencer a su hermano Meridián en un torneo. Para buscar el marido que mejor se ajuste a sus necesidades viaja por el mundo en un castillo volador.

Esta es la historia que relata El castillo de Lindabridis, de Calderón de la Barca, editada por primera vez en 1691, aunque se había estrenado como fiesta cortesana en el Salón Real de Palacio, se cree que hacia 1661. Nao d’Amores, en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, recreará sobre el escenario del Teatro de la Comedia en Madrid esta comedia novelesco-caballeresca, del 25 de enero al 10 de marzo de 2024.

Conversamos con su directora, Ana Zamora (Premio Nacional de Teatro 2023), a mediados de diciembre, inmersa ya en plenos ensayos en una nave de Revenga (Segovia). Tan sólo habían pasado dos días desde que la Comunidad de Madrid hiciese público su nuevo modelo artístico y de gestión de los Teatros del Canal, con seis directores residentes, entre los que se encuentra esta directora especializada en teatro medieval y renacentista. Cuando la felicitamos por los éxitos profesionales que ha cosechado en 2023, Ana Zamora dice no considerarse una mujer de “grandes aspavientos, ni de grandes glamoures”, en referencia al Premio Nacional de Teatro que recibió en septiembre. “El prestigio nos viene muy bien, pero la vida sigue igual, básicamente”.

 

DIRECTORA RESIDENTE EN LOS TEATROS DEL CANAL

Con respecto a su nueva ocupación como directora residente en los Teatros del Canal -junto a José Luis Alonso de Santos, Albert Boadella, Lluís Pasqual, Olga Blanco y Ainhoa Amestoy- afirma que para ella “no es una una posición cómoda porque siempre he trabajado de manera muy independiente y pretendo seguir haciéndolo; o sea, yo no me he casado ni creo que me estoy casando con nadie ahora mismo”. Quiere resaltar Zamora que “la vía de comunicar la información sobre la fórmula ha sido un poco compleja y entonces ha dado lugar a equívoco: evidentemente yo no soy directora de programación de los Teatros del Canal de ninguna de las maneras, ninguno lo somos. Es una fórmula que todavía se está madurando”.

Sobre su futura labor como asesora de programación de Medievo y Renacimiento, “cuando en España no hay apenas, es un poco raro. Soy yo la que tendrá que generar una serie de actividades, un contenido, que nos tiene que permitir que desarrollemos un proyecto de investigación, formación y creación en torno al teatro primitivo, que es lo que está pendiente en este país”. Y a renglón seguido asevera: “Si yo acepto estar ahí, no es con la idea de ¡ya he pillado el cargo, soy directora! No, no, no. Creo que nos están dando un entorno para desarrollar un proyecto mucho más complejo que aquello que tiene que ver con la pura puesta en escena”.

 

“NO NECESITO QUE ME PAGUEN UNA PRODUCCIÓN AL AÑO”

La directora de Nise, la tragedia de Inés de Castro tiene “un proyecto muy desarrollado desde principios de Nao d’Amores en torno a lo que hay que hacer con el patrimonio medieval y renacentista” y “el consejero [de Cultura de la Comunidad de Madrid, Mariano de Paco] lo conoce muy bien y lo quiere hacer suyo. Ahora mismo es un proyecto muy armado y muy madurado, que habrá que ajustar a las condiciones que la Comunidad ofrece”. Lo que sí tiene claro Ana Zamora es que no necesita “que me paguen una producción al año” cuando lo que de verdad le interesa es “profundizar en la globalidad del proyecto, y creo que es un buen momento, y que se pueden ofrecer condiciones”.

Y junto a la obligatoriedad por parte de todos de ejercer “un control de lo que se está generando políticamente y buscar las lógicas y las ideas”, la directora aboga también por “la responsabilidad como artistas de no escondernos cuando nos dan una posibilidad de hacer algo, no sólo por uno mismo, sino por la propia profesión y por el teatro”. Eso sí, esto se puede afrontar con mucha tranquilidad cuando “no tengo necesidad de amarrarme a nada. Si esto funciona y nos permite de verdad aportar, vale. En el momento que esto no tenga sentido o que haya que ceder ante diferentes cosas, pues bye bye”.

 

 

PREMIO NACIONAL DE TEATRO

El pasado mes de septiembre, el Ministerio de Cultura concedió a Ana Zamora el  Premio Nacional de Teatro 2023 “por la recuperación del patrimonio teatral español medieval, renacentista y prebarroco durante más de 20 años al frente de Nao d’Amores, con excelentes resultados y acercándolo al gran público”.

La directora y dramaturga, que fundó esta compañía en 2001 con un colectivo de profesionales procedentes del teatro clásico, los títeres y la música antigua, traduce el reconocimiento del jurado como una distinción a esa gran labor que supone, por encima de todo, “haber resucitado algo que estaba hibernando, de alguna manera esperando a que alguien lo rescatara. A mí me hace mucha ilusión este premio. Aparte de por los dinerillos, que los tiene ya Calderón en el bolsillo -espero que lo comparta con nosotros-, es un reconocimiento al trabajo por encima de todo, mucho más que al talento, que a la genialidad, que al resultado artístico”.

Y curiosamente un galardón como este no se ha materializado en un mayor número de bolos contratados para las producciones de Nao d’Amores. “Es muy curioso -reflexiona la directora de El auto de los Reyes Magos- porque ahora seguramente nos conoce todavía más gente que antes; somos una compañía con muchísimo prestigio y años de trayectoria a las espaldas y, al mismo tiempo, mucha gente que habla maravillas de nosotros no nos ha visto”.

Así que ahí sigue, “picando piedra”, porque no le alimenta el interés por “ser famosa. Me gusta mucho que me hayan dado un premio, salir en los periódicos y decir lo que pienso del Teatro y de la Cultura, pero en el fondo a mí lo que de verdad me satisface es ver al público real. No nos olvidemos que nosotros siempre hablamos de Madrid, que es el sitio donde se juega el Mundial, pero en la vida cotidiana hay mucha España, muchos pueblos y mucha gente que tiene derecho a ver este teatro. Estoy feliz y en el Teatro de la Comedia nos va a ver un montón de gente del 25 de enero al 10 de marzo, pero es una parte de la población. A mí me interesan todas. Yo quiero llegar a todas y para eso hay que coger la furgo y tirar para adelante”.

La posibilidad de girar espectáculos de mayores dimensiones a las habituales ha prosperado en los últimos años gracias a las coproducciones, muchas de ellas en colaboración con teatros públicos. “Con El castillo de Lindabridis hemos hecho una coproducción para poder sacarla después de gira. Moralmente hay que hacerlo”. No deja, sin embargo, de añadir condicionantes a “la propia concepción del espectáculo”, ya que los montajes deben estar preparados para encajar en escenarios de dimensiones muy dispares.

 

UNA COMEDIA DE CAPA Y ESPADA

El castillo de Lindabridis, de Calderón de la Barca, es una comedia novelesco-caballeresca de gran artificio (lenguaje poético elaborado, música, danza, disfraces, seres fantásticos…), construida sobre un enredo propio de las comedias de capa y espada. Es difícil imaginar cómo se pone todo eso en escena si no se han visto previamente otros montajes de Nao d’Amores, como Comedia Aquilana, de Torres Naharro.

Sí lo puedes intuir si sabes que la compañía hace uso de “un lenguaje muy lúdico y que la comedia para nosotros es un juego muy primario”. Sin duda, confirma Zamora, es “una comedia barroca, barroquísima, escrita para hacerse en el Salón del Trono, pero al mismo tiempo está inspirada en una novela de caballerías renacentista y refleja un mundo medieval. Con lo cual, es muy divertido porque es casi, a lo que nosotros hemos hecho otras veces, sumarle la perspectiva barroca”.

En la semana y media que la compañía lleva de ensayos, a fecha de la realización de esta entrevista, la directora se muestra “muy contenta” porque cree que ya tienen “una especie de código que funciona muy bien y que es muy coherente con el propio Calderón”. Parte de ese entusiasmo viene también por la misma constatación de estar “aprendiendo muchísimo”, por estar trabajando, entre otras cosas, con “un tipo de métrica y una fecha musical diferente a la de otras veces”.

 

UNA PRINCESA QUE MANDA Y ORDENA

Nao d’amores trae al presente textos medievales, renacentistas (y ahora barroco) que, curiosamente, hacen vibrar en ocasiones al espectador con la actualidad que le circunda. No obstante, Ana Zamora prefiere “relativizar esta conexión con la contemporaneidad porque en los últimos tiempos parece que nos tenemos que obligar a que sea todo inmediato. Lo interesante del clásico está en la contemporaneidad, pero de una manera mucho más genérica, y no intentando que los clásicos digan aquello que nosotros queremos que digan, sino volver a ellos y ver qué nos sirve”.

Aunque sí admite la directora que “la propia imagen de esta princesa, puede resultar bastante moderna. Esta idea de la mujer que tanto se ha criticado durante mucho tiempo en el Siglo de Oro, de la visión destructiva de Calderón contra las mujeres, pues es todo lo contrario. Yo creo que si todo se lee dentro de su contexto, cobra otro sentido y nos vale para traerlo ahora”.

En esta obra, la princesa viaja en un castillo volador para ir a buscar al príncipe que mejor se ajuste a sus necesidades. “La gente puede decir: ‘¿Qué es eso de que una princesa tiene que ir a buscar al príncipe?’ Bueno, es que estamos en el Barroco; ella acaba luchando para sí misma y, además, es otra mujer disfrazada de hombre, pero que es mujer, la que resuelve el conflicto al final. Para mí la obra es el viaje de esta Lindabridis en todos los sentidos. De una princesa original, que es la que sale en la novela de caballerías El caballero del Febo, que espera en una torre de cristal a que alguien la saque de su encantamiento -además dentro del encanto ella no envejece, que eso es precioso-, el paso que da Calderón es que tenga un alcázar portátil. Ella manda y ordena, y busca al tío que mejor se ajusta para poder quedarse con el reino que le corresponde”.

 

ENTREGA AL SERVICIO DEL ARTE

Nao d’Amores ejerce una especie de militancia en la forma de crear equipos con personas que tienen una misma forma de entender el arte. Durante los ensayos de El castillo de Lindabridis, 14 personas se han encerrado en el pueblito segoviano de Revenga -el resto del equipo, que sobrepasa los 20, va y viene- y ahí permanecerán durante dos meses hasta el estreno. “Requiere un nivel de entrega y de compromiso que no es el habitual”, reconoce Ana Zamora.

Asesores de verso, movimiento, danza barroca y armas, se dan cita junto a la vestuarista, los músicos, los técnicos y los actores -todo el elenco es nuevo esta vez- en un encierro intensivo de alto voltaje artístico y creativo.

Duda unos segundos a la hora de definir en una sola palabra la dimensión de El castillo de Lindabridis en el conjunto de toda su obra. “Te diría ‘barroca’, en el amplio sentido del término”, responde con risas después de dudar unos segundos. “No te puedo decir compleja, porque evidentemente lo es, pero es que hacer una obra a partir de una talla de un Cristo románico, tampoco es fácil”, añade en alusión a Misterio del Cristo de los Gascones.

 

La reina del medievo en Madrid
El equipo artístico de El castillo de Lindabridis

 

SALTANDO AL VACÍO

Solo por la metodología de trabajo y la configuración de equipos, sumada a la época de los textos que abordan, ya podríamos decir que Nao d’amores no tiene competencia en el sector de las Artes Escénicas. Algo que ha sido positivo porque estamos muy libres. Al no haber referencias, no te contaminas con nada artísticamente. De hecho, cuando monto algo que alguien ha tocado, no quiero ver nada -reconoce no haber querido saber de El castillo de Lindabridis que levantó Juan Pastor en 1989-. En cuanto a la posición en la profesión, quitando que “envidias hay siempre”, sabe que está haciendo una labor “que a nadie le apetecía hacer”.

Entonces, ¿dónde está el riesgo, dónde no hace pie Ana Zamora? “Se da cada mañana cuando pongo el pie en el suelo levantándome de la cama. Es que hacer teatro es el salto al vacío constante. Ya cuando el Teatro Clásico te pide un título y tienes que elegir y no sabes si te estás equivocando, si estás volviéndote loca. Puedo haber dicho: ‘Tengo aquí unas loas, que sé cómo se hacen, y me lo resuelvo en un periquete’. Pues no, pues digo: ‘Un Calderón, venga’. Eso ya es un salto al vacío. El comprometerte a hacer eso sin saber lo que vas a hacer porque tienes el año por delante para trabajar es otro salto al vacío. El ir tomando decisiones de puesta en escena es todo en el aire. Y cuando te sientas delante del equipazo en la nave de Revenga y les tienes que contar todo, la responsabilidad está en nosotros en ese momento. O sea, que los saltos al vacío son una constante en este oficio”.

 

UN ARTE CASI RELIGIOSO

Siempre hemos escuchado a Ana Zamora decir que entiende el teatro “desde una concepción más antropológica. A mí lo que me interesa es la conexión de verdad con la necesidad del arte teatral como arte casi religioso, como algo que nos sirve para conectar con una sociedad”. La directora de Retablillo de don Cristóbal piensa en “una misa con el resto de feligreses y también con una divinidad, que es aquello que nosotros configuramos para poder vivir, para poder explicarnos a nosotros mismos. Eso muchas veces en el teatro moderno o en el devenir del teatro más burgués se ha ido perdiendo, se ha ido transformando. Tiene más que ver con la anécdota que con ese tipo de conexión con una ritualidad y con una sacralidad”.

Desde la suerte de haber podido formarse “cerca de personas vinculadas a ese teatro más antropológico, al teatro de títeres con esa teatralidad casi chamánica del objeto que se convierte en vida”, esta artesana del teatro ha puesto intención en la búsqueda de “manifestaciones populares que creo que recogen muy bien todo ese espíritu de convivencia, de encuentro, de ritualidad y hasta de sacralidad”.

 

UNA RARA AVIS AL SERVICIO PÚBLICO

Siempre se habla de médicos, políticos, maestros o funcionarios con vocación de servicio público. Apenas se menciona esta voluntad para las gentes del teatro. “La vocación de servicio público -confirma Ana Zamora- está clarísima y por eso a mí no me da ningún reparo tener ayudas en subvenciones porque esta recuperación del patrimonio debería formar parte hasta de una institución pública puramente. Sería la obligación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico pero tiene mucha tela que cortar porque es muy bestia el repertorio”.

Por este motivo, “nos hemos consolidado como colaboradores tan habituales del Teatro Clásico, porque estamos rellenando algo que todo el mundo reconoce que es patrimonio público y somos quienes hemos dado el empujón para que esto se recupere de una manera. Ahora, yo lo que siempre espero es cuándo vienen los siguientes y dan la otra perspectiva de todo lo que se puede hacer con este tipo de repertorio. Hasta que eso no llegue, pues seguiremos siendo una rara avis”, apunta la creadora.

 

UNA AGLUTINADORA DE VOLUNTADES

Todavía a estas alturas a Ana Zamora le cuesta autodenominarse artista. “No es falso pudor, ni mucho menos. De hecho, además, creo que no soy una tía especialmente talentosa, no tengo un talento artístico. Lo que sí soy es una aglutinadora de voluntades de muchos artistas o muchos artesanos para poner en orden las aportaciones de un montón de gente que es capaz de ofrecer su creatividad al servicio de una idea en la que creen y en la que nos embarcamos todos”.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

 

Comparte este post