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10 Mujeres que pusieron a bailar el mundo

«Aún hoy se cuelan titulares en los medios hablando de la mujer solo como musa no como creadora»

Hablamos con la periodista especializada en danza Mercedes L. Caballero sobre el lanzamiento de este libro enfocado a la infancia y la juventud, pero que se puede disfrutar con cualquier edad, que nos presenta a 10 mujeres que rompieron tabúes en su época y que con sus cuerpos, mentes, imaginación y palabras establecieron las bases de la danza. El título, impulsado por el espacio de Bilbao Punto de Fuga y DOOS Colectivo con Eva Guerrero y Jemina Cano al frente, cuenta con los textos de la propia periodista, ilustraciones de Bea Aparicio y la maquetación de Janire Orduna (Proyecto Muslamen).

Mercedes L. Caballero y Bea Aparicio estarán firmando ejemplares en la Feria del Libro de Madrid el 6 de junio, de 17h a 19h, en la caseta 207 de la Librería la fabulosa.

<i>10 Mujeres que pusieron a bailar el mundo</i> en MadridEl libro va dirigido a niñas y niños a partir de 7 años, más o menos, aunque cualquiera puede disfrutarlo. ¿Qué relación tenías tú con la danza a esa edad?

Era una niña que vivía en Córdoba con una madre muy bailonga, a ella y a mi padre les encantaba hacer fiestas y bailar, más allá de eso mi relación con la danza solo era con las sevillanas, como todas las niñas de esa edad en Andalucía iba a clases. Pero no diría yo que fuera un acercamiento a la danza, sino más bien algo que venía ligado a la cultura de allí. No fue hasta que pasaron muchos años cuando empezó a interesarme realmente. Lo único que te puedo decir es que sí que me recuerdo en el salón de mis padres bailando sin parar el Don diablo de Miguel Bosé alrededor de la típica mesita de centro.

 

¿No estamos entonces ante una bailarina frustrada?

(Risas) Ni de lejos! Es más, siempre he querido ser periodista. A los 7 años ya andaba escribiendo mis historias. Tanto era así, que con 8 años me rompí el brazo derecho al caerme de la bici y me gustaba tanto escribir que aprendí a hacerlo con la izquierda para poder seguir con mis cuadernos. Esa era mi vocación.

 

<i>10 Mujeres que pusieron a bailar el mundo</i> en Madrid
La periodista Mercedes L. Caballero.

¿Cómo hubieras reaccionado a un regalo como este libro en aquel momento? Supongo que en el proceso de crearlo te lo habrás planteado.

Todo el rato me he tenido muy presente a mí de pequeña. Tanto que me puse en el espacio donde trabajo una foto mía de esos años, era muy importante que no se fuera de las manos ese código, ese lenguaje, que hay que usar, considerando siempre que esas niñas, niños, niñes, que van a leerlo son inteligentes. Se trataba simplemente de adecuar ciertas expresiones, me he encontrado riéndome yo sola escribiendo algunos apartados, tenía la impresión que según escribía me iban creciendo dos coletas. Me lo he pasado genial en el proceso. Después de casi 20 años escribiendo de danza profesionalmente ha sido como refrescar la mirada de nuevo.

 

¿En algún momento habéis tenido una mirada infantil y juvenil exterior para constatar si había algo que no funcionara?

Sí, de hecho la idea del libro es de Jemima Cano, una mujer maravillosa, que hace mucho trabajo de mediación con la danza en Bilbao a través de DOOS Colectivo; y en un momento determinado, en los dos años y medio que hemos tardado en realizar el libro, vimos claro que teníamos que darlo a probar, como si fuéramos chefs… Organizamos en Bilbao una reunión, en el espacio Punto de Fuga, espacio donde ellas trabajan y con el que hemos editado el libro, con padres y madres que llevaron a sus hijos e hijas. Se leyeron algunos capítulos de los que llevábamos hechos y se hicieron los ejercicios que se proponen en el apartado ‘Ahora tú’. Tuvimos muchas respuestas útiles sobre palabras o conceptos que no se entendían bien. Tomamos buena nota para darle una vuelta a lo que no funcionaba, aun así al final del libro incluimos un glosario de palabras expresiones que también se explica en un lenguaje que entiendan bien ciertas edades.

 

<i>10 Mujeres que pusieron a bailar el mundo</i> en Madrid
Imagen de la reunión realizada en Punto de Fuga en Bilbao.

 

¿Hacía mucho que no reescribías y corregías tanto un texto?

Suelo ser ya de por sí bastante exigente con lo que escribo, pero en este caso ha sido casi obsesivo porque como periodistas siempre nos adaptamos al público al que va dirigido nuestro trabajo. No se escribe igual de danza para un periódico de información general que para una revista especializada. He tenido muy presente a quién me estaba dirigiendo.

 

Tiene que ser difícil conseguir un equilibrio entre querer presentar y hablar de estas mujeres y su manera de entender la danza y hacerlo de una manera entretenida y divertida para ciertas edades, incluso animándoles a crear por su cuenta. Todo esto teniendo en cuenta que definir y poner la danza en palabras ya es complicado de por sí.

He tenido que dejar fuera muchísima información, al final son textos relativamente cortos porque en el libro funcionan al alimón palabras e ilustraciones. En ese sentido también había que buscar el equilibrio y tengo que decir que nos hemos respetado mucho. En el equipo éramos todas mujeres hablando de mujeres, ha sido muy bonito. En mi caso, tenía muy claro que cosas como fechas, en qué compañías habían trabajado y datos así, no era lo más importante porque eso ya lo puedes encontrar en cualquier lugar. Quise centrarme en poder transmitir porqué fueron tan importantes estas mujeres, en lo que hicieron de especial por el mundo de la danza y la cultura en general. Yo misma he aprendido mucho, por ejemplo, no sabía que Carolyn Carlson era calígrafa, además de bailarina, coreógrafa y artista en general. Justamente, la caligrafía es una de mis pasiones también.

 

¿Por qué mujeres y por qué el mundo de la danza contemporánea?

Mujeres, porque en la danza pasa como en todo, y es que seguimos siendo invisibles. En todos los campos del arte cuesta encontrar información sobre pintoras, escultoras, etc. En el mundo de la danza, además, está muy presente esa idea de pensar en el coreógrafo y en la bailarina, el director y la intérprete. Queríamos que se supiera que ha habido y sigue habiendo mujeres coreógrafas, grandes artistas. Y, específicamente danza contemporánea, porque es ahí donde aparece realmente la libertad a la hora de crear, despojándose, y no lo digo en sentido peyorativo, de la rigidez de la danza clásica, se toda la indumentaria, de la narratividad que tienen las obras de repertorio… y empezar a hablar, a través de la danza, de sensaciones.

 

¿Con la danza contemporánea la mujer recupera un papel que ya tuvo en la antigüedad como artífice de este arte y su divulgación?

La mujer siempre ha sido creadora en todas las épocas y en todos los campos. El tema es que cuando eso se traslada a ámbitos profesionales a partir de cierta época es cuando todo se vuelve más perverso, cuando empezamos a ser invisibles, a no estar presentes, a ser ninguneadas en la historia. Aún hoy se cuelan titulares hablando de la mujer solo como musa de cualquier hombre. Se ha avanzado, pero queda mucho camino todavía.

 

Es curioso que la danza sigue estando muy presente como actividad extraescolar, ósea que es algo que en la infancia y juventud sigue gustando hacer, pero sin embargo no es un semillero de público para la danza esas mismas personas pasan a la edad adulta. ¿Qué dirías que falla?

Creo que hay dos cosas diferentes ahí. Por un lado, la danza como actividad en esos años puede ser como un cajón desastre en el que entran muchas cosas y quizá no se es consciente de qué imagen está quedando de ella. No digo que se empiece a formar desde pequeñas a bailarinas y bailarines, pero creo que es mucho más que una barra de ballet, aprender los pasos de sevillanas, etc. Y, en segundo lugar, la falta de continuidad, de repente hay un momento en que la danza desaparece también del espacio educativo oficial y complementario. Aun así, no creo que hacer o no hacer danza esté relacionado con que luego haya más o menos público, entran muchos factores en juego ahí: obviamente la educación, pero también tener programaciones estables, el papel de los medios de comunicación… hacerla más visible desde muchas partes.

 

¿Cómo llegaste a la danza contemporánea y qué te atrajo para enfocarte como periodista en ella?

Primero como espectadora y luego porque soy una friki de las palabras (risas). Como decía Virginia Wolf, y que yo comparto, “lo que no queda registrado con palabras, no existe”. Hasta tal punto que las cosas que te cuentas a ti mismo o a otras personas las recuerdas mucho más y mejor que las que no. Con 18 años llegué desde Córdoba a Madrid para estudiar periodismo en la Complutense y tenía muchas ganas de hacer cosas sola, de ir al cine o museos sola y cosas así, como para sentirme importante e interesante. En una de esas veces me fui al Teatro Albéniz a ver un espectáculo de la compañía 10&10 con una pieza que se llamaba Anyway. Pensé, “¿qué será esto de danza contemporánea?”, y allí me planté sola. Cuando terminó me sentí completamente sobrepasada y me interesó muchísimo. De ahí me surgieron tres preguntas: ¿Qué es esto? ¿Cómo cuento lo que he visto? ¿Qué me ha sentir? Me resultaba muy atractivo el hecho de poder pasar ese código que había visto a la palabra. No se trata de traducir o decodificar, sino de aplicar un código a otro muy diferente. Isadora Duncan, cuando le preguntaron sobre de qué trataba su trabajo, dijo: “si pudiera contarlo, no lo bailaría”. Llegué a la conclusión de que lo que une a toda expresión artística, la de escribir también, es que son actos de comunicación destinada a alguien. Desde ahí me enganché, empecé a ver mucha danza contemporánea y a trabajar en Radio Círculo hablando de ello. En ningún momento me planteaba esto como salida laboral, solo necesitaba hacerlo. Luego pasé, tiempo después, a coordinar la revista, ya desaparecida, Por la danza, lo ya me permitió meterme de lleno en este mundo. He tenido mucha suerte, porque somos muy pocas las personas especialidades en periodismo sobre danza.

 

Este libro, ¿es un paso más en tu trayectoria a la hora de visibilizar el mundo de la danza?

Tiene parte de la necesidad de querer escribir y publicar y, por otro lado, tiene mucho que ver con los talleres que llevo a cabo sobre comunicación y danza o de crítica. Es seguir intentando sacar la danza contemporánea, sobre todo, de esa deriva de “no voy a verla porque no la entiendo”. ¡Es que no hace falta! Sólo tienes que dejar de sentirte pequeñita como espectadora, ponerte al mismo nivel de lo que vas a ver y quedarte con lo que te aporte personalmente, si te aporta algo, sin más.

Este libro es una de las cosas más bonitas que he hecho en los 25 años que llevo dedicándome a escribir.

 

<i>10 Mujeres que pusieron a bailar el mundo</i> en Madrid
La ilustradora Bea Aparicio.

En el trabajo de todas: en tus textos, en las ilustraciones de Bea Aparicio o en la maquetación de Janire Orduna, se ve que habéis puesto un cariño especial. Como también se nota una decidida apuesta por el lenguaje inclusivo, en el que predomina el uso del femenino.

Totalmente. Hace tiempo que vengo utilizando, en los contextos en los que me lo puedo permitir, el femenino como genérico porque pienso que en lugar de hablar de seres humanos hablamos de personas que termina en ‘a’. Entonces si digo bailarinas, pienso en todas las personas que bailan, no solo en las mujeres. Además, era importante que el libro respirase por los cuatro costados esa inclusión y pusiera en primera fila a esas mujeres tanto a nivel temático como en el lenguaje, demostrando que no pasa nada por hacerlo…. a veces hay demasiado debate alrededor de esto.

 

Esa elección se une a otras como la de huir ciertos estereotipos de géneros en los ejemplos que pones.

Hay cosas muy pensadas para intentar hacer con este libro lo mismo que hicieron las mujeres que lo protagonizan, es decir, romper con estereotipos y prejuicios, cada una haciéndose cargo de lo que le tocó vivir. Nosotras tenemos una responsabilidad en esta época, o por lo menos yo quiero asumirla, de seguir en esa batalla, por eso en Martha Graham no se dice “abraza tu muñeca”, sino “abraza tu peluche”, o cuando se dice “fíjate como hace las croquetas tu padre, tu madre, tu abuela, tu abuelo…”. También hemos querido evitar lo cursi, muy asociado al mundo de la danza.

 

Has elegido 10, pero ¿de qué número partías?

Son 10, pero podrían haber sido 50 fácilmente. Teníamos claro que debía ser un número reducido, 5 nos parecían pocas, y buscando el número redondo, 10 era lo ideal. Tampoco resultó difícil elegirlas porque muchas sabíamos que tenían que estar sí o sí, como Isadora Duncan, Martha Graham, Mary Wigman, Pina Bausch… y para escoger a las que faltaban tuvimos en cuenta, aparte de su legado coreográfico, salir fuera del ámbito de occidente. Estamos muy satisfechas de la selección final y no nos pesan las que al final se han quedado fuera.

 

Me ha llamado la atención que no hayas incluido a ninguna creadora española.

Lo decidimos así porque si incluíamos a una, teníamos que meter a 2, 3, etc. Ahí sí que no queríamos ser injustas. Además, porque estamos pensando dar continuidad al proyecto y, quién sabe, a lo mejor se merece un libro aparte (risas).

 

El imaginario e historia de cada mujer destacada queda reflejado perfectamente en la combinación de texto e ilustraciones. ¿Cómo ha sido el trabajo con la ilustradora Bea Aparicio?

Ha hecho unas ilustraciones maravillosas en cada caso, inspirándose en todo lo que yo le iba contando sobre ellas. Hemos tenido muchísima comunicación, y no sólo ella y yo, sino también con Eva Guerrero y Jemima Cano de Punto de Fuga o con la maquetadora Janire Ordura. Ha sido una labor que de forma natural ha sido completamente colectiva. Todas estábamos con la mejor actitud, con mucha ilusión con el proyecto y con muchas ganas de trabajar en él. Quiero pensar que el producto final, de alguna manera, se ha impregnado de todo esto.

 

 

Te vamos a hacer elegir. Quédate con una. ¿Cuál es tu ‘prefe’?

Sin duda, Pina Bausch. Todas son importantes y, además, sin muchas de ellas Pina no hubiera existido. Esto está muy presente en el libro, como influyen unas en otras. Pero en el caso de Pina, aunque ella falleció, su compañía continúa haciendo trabajos de lo más modernos, poéticos, incisivos y bellos que puedes encontrar en la actualidad. Su legado ha impregnado, y lo sigue haciendo, a generaciones enteras de creadores y creadoras. Ella revolucionó el concepto de la danza en escena con la danza teatro, con lo gestual sin drama, con esa poesía y tristeza, con la incorporación de lo popular de la música…

 

¿Cuál te ha resultado más complicada de explicar?

Pues no será que no he escrito muchísimo sobre su trabajo, pero explicar a Anne Teresa De Keersmaeker y sus matemáticas de una manera que se entendiera fácilmente me ha costado muchísimo. Le di mil vueltas. Para este caso y en otras, me ha servido mucho el ‘Ahora tú’, en el que invito a los lectores y lectoras a recrear la danza de cada creadora en su casa. Me permitía aterrizar las ideas y que se terminaran de entender. Es uno de los pilares del proyecto, que no fuera solo importante la parte didáctica o visual, sino que también animara a experimentar, a jugar, a bailar. Al final estamos contando que la danza es muy accesible y que estas mujeres rompieron un montón de tabúes de sus épocas para poder contar cosas con ella y que tú también puedes hacerlo a tu manera. Es romper con esa cosa de cultura de élite que rodea a la danza en muchos casos.

 

10 Mujeres que pusieron a bailar el mundo no es el único proyecto editorial que tienes entre manos actualmente.

Estoy muy contenta porque a principios de junio también se lanza un libro que saca Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras (AMEIS) de la que formo parte. Es una Antología de microrrelatos y poesía de mujeres en el que participan escritoras como Rosa Regás o Elena Medel, y donde se incluye un microrrelato mío

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

 

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