Ir al contenido
REVISTA ONLINE
  • Revista Online
  • Cartelera teatro Madrid
  • Centros de formación
  • Premios Godot
  • Revista Online
  • Cartelera teatro Madrid
  • Centros de formación
  • Premios Godot
X-twitter Facebook Instagram Tiktok
  • Actualidad
  • Reportajes
  • Entrevistas
  • Cartelera Teatro Madrid
    • Cartelera
    • Ranking semanal
    • Ranking temporada 25/26
    • Obras más votadas
    • Guía de espectáculos de Danza
  • icono de la web de Festivales de Revista Godot
  • Formación
    • Noticias de Formación
    • Centros de Formación
  • Opinión
  • Más godot
    • más cultura
    • Concursos
    • Revista Online
    • Premios Godot
    • Sobre nosotros
    • Contacto
    • Aviso legal / Política de Privacidad
    • POLÍTICA DE COOKIES

Metarrealidad para saber de qué va lo de madurar

  • julio 3, 2025
Por José Antonio Alba

Alma Vidal: "Es normal que a mi generación madurar se nos haga catastrófico y fatalista".

Marta Poveda, Antonio Hernández Fimia, Natalia Llorente y Nacho Almeida dan vida a los personajes de El dios de la juventud, nueva propuesta de Alma Viadl, creadora que nos invita a jugar a atravesar ficciones y hablar de lo que supone madurar, mientras nos reímos de esta dichosa crisis que nunca nos abandona.

El espectáculo se estrena en el Teatro Pavón y podrá verse en Madrid hasta el próximo 10 de agosto.

 

Foto de portada: Jesús Romero de Luque.

Alma, todos los participantes de El dios de la juventud venís de círculos muy similares, como el teatro clásico, el trabajo con Yayo Cáceres, la poesía, la escritura, ¿este ha sido el motivo por el que os encontráis ahora en esta producción?

Son estas casualidades que tiene la vida. El equipo lo conforma la gente en la que yo más confío y a la que más admiro. Muchos son mis amigos y grandes profesionales, además de, por supuesto, Ron Lalá y AY Teatro que siempre nos ha servido de nexo, y son mentores y maestros de muchos de nosotros, o el Clásico y la RESAD. En ese sentido, el equipo es muy completo y multidisciplinar, cuanto más sepamos de todo lo que podamos y más podamos aportar en la sala de ensayos, más crece el proyecto. En ese sentido, el equipo de El dios de la juventud es un sueño. En la sala de ensayos hay mucha libertad, todo el mundo aporta desde muchos sitios a la vez. No necesariamente el actor se queda solo en el terreno del actor, sino que aporta algo para el sonido, para la construcción de la escena.

 

Alma Vidal, creadora de El dios de la juventud. Foto de Jesús Romero de Luque.

Algo ha tenido que ver en todo esto un espacio de encuentro poético que llevaba el nombre de ‘El Ayer’, ¿no?

Qué ilusión que hables de ello. Fue un sitio que vino a ser el momento creativo de mi generación. Era un recital de poesía que hizo Antonio Hernández Fimia, que es el protagonista de El dios de la juventud, y que durante un tiempo nos albergó a todos. Nos juntábamos una vez a la semana para recitar poesía y hacer teatro. De hecho, este texto se empieza a escribir ahí. Lo recuerdo como una pequeña época dorada de un montón de jóvenes frikis construyendo desde distintas disciplinas del arte, y todos con esta cosa de que hay que intentar que el arte sirva para algo, para aspirar a cambiar el mundo, aunque no lo vayamos a conseguir, pero debemos prestarnos a cambiarlo, a observarlo críticamente, a participar de él desde una perspectiva activa.

 

Ahora te presentas en el Teatro Pavón con El dios de la juventud, ¿hacia dónde nos quieres dirigir con este título?

Mira, la obra es una triple ficción. Hay un personaje que se llama Amalia, que está escribiendo El dios de la juventud, una obra que afirma que la juventud en sí misma es algo tan soberbio y tan perfecto que no puede tener un Dios, porque la juventud en sí misma es ese Dios. Y luego está Gonzalo que es el que está escribiendo esta historia, que también la ha llamado El Dios de la Juventud, que a su vez es como se llama mi historia. Digamos que hay un juego con este concepto, que ofrece una contratesis: ¿Quién es el Dios de la Juventud? La obra es una búsqueda sobre este tema. Nosotros lo que venimos a defender aquí es que no hay que renunciar a ser joven nunca y creer en todo lo que la vida nos ofrece.

 

La obra aborda la metarrealidad, un concepto que rompe con otro más utilizado como es la metateatralidad, ¿qué me puedes contar sobre él?

Te agradezco muchísimo la pregunta porque me fastidia mucho que digan que estamos haciendo metateatro. Metateatro es una cosa maravillosa que tiene una tradición larguísima, que es cuando la propia obra versa sobre temas teatrales y hace referencia, y que no es nada rompedora porque metateatro ha habido desde Lope y Calderón. Pero luego hay otra cosa que es la metaficción que tiene que ver con incidir en que, lo que se está representando, es una ficción que está contenida dentro de otra y sobre esta es desde donde se va construyendo. En esta estructura se construyó El dios de la juventud. Soy una friki de estas cosas (risas) y pienso que hay una capa que se nos está olvidando y que va más allá, que alberga a una generación de autores y creadores españoles que todavía no se les está explorando en conjunto, como son Pablo Messiez, Pablo Remón, Nao Albet y Marcel Borràs, o Denis Despeyroux, por ejemplo, que creo que están haciendo algo muy interesante, están hilando las capas de esta metaficción con la vida del espectador, de tal manera, que desdibujan el límite entre lo que es la realidad y la ficción. Y ahí es donde yo creo que entra la metarrealidad: cuando una de las capas se comparte con el espectador. Entonces, lo que estamos haciendo es atravesar realidades para poder identificarlas directamente con la nuestra y resignificar el hecho escénico y podernos identificar con ello sin que nos lo impongan. Es ofrecerle al espectador un nuevo sitio desde donde incorporarse a la ficción. Es muy divertido cuando te descolocan y te vuelven a dar la luz del teatro y te dicen: “Hola espectador, existes. Estás aquí para compartir, no para pagar, callarte, apagar el móvil y ya está”. Tiene que ver con estar realmente comprometido con lo que se está contando y que el espectador puede hacer un ejercicio empático y reflexivo si quiere, que se le tienda una mano desde otro sitio para entrar con nosotros y jugar ahí.

 

El reparto de El dios de la juventud (De Izq. a Dcha.): Nacho Almedia, Marta Poveda, Natalia Llorente y Antonio Hernández Fimia. Foto de Jesús Romero de Luque.

 

Y este juego de diferentes realidades, ¿cómo se juega en la puesta en escena?

Tenemos un espacio completamente inundado de azul en representación de la juventud, es un poco un espacio ambivalente, donde cabe todo y una vía de tren, donde distintos vagones de tren van entrando en los espacios de la obra. Además, utilizamos el teatro, no solo el escenario, sino la arquitectura completa donde habitamos, así que tenemos mucha acción también en patio de butacas, y eso ayuda mucho a romper esta cosa de la italiana fija que permite distanciar la ficción de la realidad del espectador. Esta vía de tren es un símbolo importante, representa de alguna manera la vida, poder subirse o tirarse a ella. Hacemos referencia al número de suicidios que hay de jóvenes tirándose a los trenes. Es una manera además bastante peculiar de morir y si bien es una metáfora muy sólida sobre algo importante, luego nos sirve de espacio para la comedia, porque por ahí entra el salón de la casa de la madre de Gonzalo, con ella haciendo footing, un tren o una sala de hospital u otros espacios. Así que las escenas se van superponiendo unas sobre otras, se atropellan muchas veces.

 

La obra toca temas como la muerte, el suicidio, el envejecimiento, el talento comparado, la búsqueda de la autenticidad y su importancia… ¿Qué detonante sociocultural o personal te inspiró a crear esta pieza? ¿desde dónde la has abordado?

Lo que motiva a crear esta obra es una bola de angustia, de ansiedad. Este montaje cuestiona el estilo del hombre, el a dónde vamos, por qué tenemos que estar aquí y qué hacemos con lo que nos ha tocado. Tiene mucho que ver con cierto desencanto sobre lo que socialmente estamos viviendo y cómo nos enfrentamos, o nos dejamos de enfrentar, a ello. Esta parte del artista incomprendido, del ofrecer la resistencia, de poder ser irreverente, además poder mirar al miedo de frente, sumergirse en temas tabúes. Ese salto cuando empezamos a salir al mundo y nos tambaleamos pensando en qué viene ahora, qué va a ser de nosotros… el primer descontento con la profesión, si encajaré, si no entraré, desde donde estoy dispuesto a crear. Hemos hecho una comedia de humor negro bastante loca, pero no hemos perdido nunca el foco de que estamos tratando un tema sensible, como es que vivir merece la pena.

 

Defines la pieza como «dantesca, pero con humor». ¿Cómo utilizas el humor como herramienta para explorar lo profundo?

Creo que encontrar el humor fue algo clave, porque esto nace de echarse unas risas con una crisis muy gorda. Es la manera de curarnos un poco esa angustia que vivimos cuando nos enfrentamos a mirar al futuro, a ver todo lo que ha pasado, incluso al mal de amor, que también es una parte importante de la obra. Son como ir atravesando capas del infierno, pero desde un punto humorístico para poder aprender a aliviar nuestra vida. Es una manera de lamernos las heridas. Si te vas a implicar hablando de lo que supone una crisis existencial en la contemporaneidad, no podemos obviar que somos patéticos. Parte de nuestra crisis es descubrir lo patético que tenemos todos atravesándonos, y hay algo que visto desde fuera es divertidísimo, cuanto más sufre y más jodido está un personaje, más gracioso nos parece.

 

Marta Poveda y Antonio Hernández Fimia en El dios de la juventud. Foto de Jesús Romero de Luque..

Como creadora, has escrito sobre un personaje masculino que a su vez está escribiendo sobre un personaje femenino, supongo que esto es parte de esa metarrealidad que propones, pero también utilizas términos como ‘soberbio’ y ‘apasionado’ para describir a Gonzalo. ¿Quién es este chico y que te atrajo para hacerle protagonista de tu obra?

Yo no soy capaz de escribir sobre mí misma, tengo que escribir de las cosas que me pasan a través de los demás, necesito que cobre vida en un personaje y que ese personaje pueda estar basado en otra persona, porque siento que puedo empatizar mucho más con lo que le pasa a otra persona que si me pasa a mí, que solo me siento una patética víctima de mi vida. En este caso, Gonzalo es un idealista, es un personaje con una condición trágica, no puede huir de sí mismo ni de su destino. Y Amalia, que es el personaje que escribe Gonzalo, atiende a ese personaje que dice todo lo que, a mí o a Gonzalo, nos da miedo decir en la vida y en un escenario. Es un personaje completamente trágico que verbaliza que la vida no tiene sentido, es fatalista, por lo tanto, es increíblemente atractiva, no encuentra una razón sólida, filosófica y fundamentada por la cual no tiene sentido seguir aquí y piensa que ha tocado techo muy joven, que no va a hacer nada mejor que lo que Gonzalo escribe de ella.

 

¿Qué buscabas al unir dos arquetipos como una creadora al límite y un idealista enamorado frente al suicidio creativo?

Son dos partes de una misma cosa. La parte de la luz, la parte que le gustaría creer en la vida, que le gustaría disfrutar de las pequeñas cosas y la parte que es fatalista y se pierde un poco en filosofías duras que llevan a la pérdida del sentido y de la identidad. Gonzalo es un muchacho con un corazón enorme, perdido en la soberbia y en la ansiedad. En el en el caos de generación que le ha tocado vivir, donde los relativismos y el distanciamiento están muy presentes, donde digamos que la moral se va prestando un poco al mejor postor. Y le toca darse cuenta de que la vida sucede y tiene cosas maravillosas, pese a que sea dura, a que haya un miedo constante que no se va a ir. Tiene mucha ansiedad y la ansiedad forma una parte sólida de su carácter. Una ansiedad además particular, es un síndrome catatónico de ansiedad; cuando Gonzalo tiene ansiedad, se le paraliza el cuerpo, no puede moverse, no puede andar y parece un T-Rex, entonces tiene que aprender a salir de esos estados porque es algo que le va a acompañar toda la vida y aprender a utilizar el dolor para crear algo bello que le ayude a seguir.

 

Entonces, ¿lo que vamos a presenciar es el paso de Gonzalo a la madurez?

Absolutamente. Todo arranca con un monólogo fatalista, soberbio y muy pretencioso, que el personaje que interpreta Marta Poveda se ocupa de ir desmontando y arrojar otra visión. De ahí el humor. Este grado de intensidad, de estas afirmaciones de juventud, son tan necesarias como patéticas. La obra de lo que va es de intentar dar la mano durante un proceso difícil de madurez. Creo que somos una generación que, por momentos nos hemos ido infantilizando, pero nos ha tocado crecer después de unas cuantas crisis, de vivir según qué momentos y de que nos llamen ‘Generación de cristal’, así que, creo que es normal que madurar se nos haga algo catastrófico y fatalista, y la obra se dedica a reírse un poco de esa catástrofe.

 

Nacho Almeida y Natalia Llorente en El dios de la juventud. Foto de Jesús Romero de Luque.

¿No os toca un poco las narices que os tilden de generación de cristal?

Bueno, el cristal tiene cosas maravillosas, si le pones una luz detrás, hace formas raras. Y la madera también se rompe. Pero bueno, si a nosotros nos llaman ahora ‘Generación de cristal’, ¿qué le llamaremos nosotros cuando seamos viejos y amargados a los jóvenes que ya nacerán con 6 dedos y una capacidad ultrasónica para detectar lo que sea que vaya pasar? (risas) No me doy especialmente por aludida, pero bueno, creo que está muy bien que nos pongan esos apelativos para poder reivindicarlos y lucharlos para también hacer frente a ello.

 

Me da que esta obra ha supuesto para ti también un momento de crecimiento. ¿De qué manera te ha definido esta pieza?

Me está cambiando la vida. O sea, en el momento en el que la idea surge sé que se activó algo muy bonito. Empecé a vivir esta obra como la vida de Gonzalo. Con una gran idea. La idea que va a cambiarlo todo a medida que la hemos ido construyendo. Por suerte me he independizado, he cumplido años, tengo un perro y he ido entendiendo que la vida va también de otras cosas. Pero sin duda es la pieza con la que más comprometida he estado nunca a nivel personal, que más necesidad tengo de compartir. De poder dialogar con alguien sobre ella, de hacerla significativa, de que pueda servir, aunque sea a una sola persona. Y bueno, diré que además he cumplido 25 años en el momento en el que el personaje también los cumple. Esto tiene cierta simbología para mí. Y a nivel envergadura de proyecto, es la primera vez que me meto en un teatro tan grande, con un equipo tan grande y tan talentoso, así que estoy nerviosísima y feliz.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Alma Vidal, Antonio Hernández Fimia, El dios de la juventud, Marta Poveda, Nacho Almeida, Natalia Llorente, Teatro Pavón
Comparte este post
SUSCRÍBETE
Política de Protección de Datos / Política de Cookies
Facebook X-twitter Instagram Tiktok
  • Revista Online
  • Cartelera teatro Madrid
  • Centros de formación
  • Premios Godot
  • Revista Online
  • Cartelera teatro Madrid
  • Centros de formación
  • Premios Godot
  • Concursos
  • Sobre nosotros
  • Contacto
  • Concursos
  • Sobre nosotros
  • Contacto
  • Obras más votadas
  • Ranking Mejores Obras
  • búsqueda avanzada de obras
  • Obras más votadas
  • Ranking Mejores Obras
  • búsqueda avanzada de obras

Revista GODOT es una revista independiente especializada en información sobre artes escénicas de Madrid, gratuita y que se distribuye en espacios escénicos, además de otros puntos de interés turístico y de ocio de la capital.

Revista de Artes Escénicas GODOT © 2025
Desarrollado por Precise Future
Gestionar consentimiento
Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
Funcional Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos. El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.
Administrar opciones Gestionar los servicios Gestionar {vendor_count} proveedores Leer más sobre estos propósitos
Ver preferencias
{title} {title} {title}