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Las cartas de Carmen Laforet y Elena Fortún

Paula Paz: «Ojalá esta obra abra las puertas al universo de Laforet y Fortún»

El Teatro de La Abadía presenta Cartas Vivas, un homenaje a la figura de dos grandes personalidades de nuestra literatura como son Carmen Laforet y Elena Fortún. Un espectáculo en el que se recoge la relación epistolar que ambas mantuvieron, dándonos a conocer la relación que mantuvieron a lo largo de sus vidas y trazando un retrato de la sociedad del momento.

La propuesta, nacida en el seno del Cervantes Theatre, está capitaneada por Paula Paz, quien firma y dirige el espectáculo interpretado por Paula Rodríguez y Elena Sanz. Conversamos con su creadora sobre el espectáculo y ese arriesgado y estimulante espacio para la dramaturgia nacional que ha creado en Londres junto a Jorge de Juan.

Cartas vivas es la primera producción del Cervantes Theatre que podemos ver en España, ¿no?

Sí. Estamos muy felices de poder traerlo a España desde el Cervantes Theatre y que sea precisamente este por lo que significa, el poder dar voz a estas dos grandes mujeres de nuestra literatura. El poder traer un espectáculo teatral que no es convencional en la forma, en su estructura, pero que a la vez ha salido redondo en ese sentido.

 

El Cervantes Theatre es un proyecto del que eres Directora Artística, junto a Jorge de Juan, que arranca en el 2016. ¿Cómo nace?

Primero creamos la compañía The Spanish Theatre Company dos años antes, hace ya 8 años. Al principio hacíamos nuestros espectáculos en diferentes teatros, vimos que en Inglaterra no existía ningún teatro dedicado a la promoción del teatro español, de la cultura española, así que empezamos a buscar espacio allí, en Londres, para tener nuestra sede y lo encontramos en Southwark; era un arco vacío, estaba debajo de las vías del tren, lo construimos desde cero. Fue una odisea por la financiación y por levantar un proyecto así, ¡abrir un teatro en Londres con la competencia que hay! A pesar de las dificultades, conseguimos tener la financiación, construimos el teatro y lo abrimos. Tuvimos muy buena aceptación de público desde el principio, abrimos con Bodas de sangre y enseguida se vio que había esa necesidad, por parte del público británico, de descubrir un teatro nuevo. Hay una parte del público teatral en Reino Unido, y más en Londres, que está deseoso de poder ver teatro internacional. El público británico estuvo interesado, o porque es amante de la cultura española o aprendiendo lengua española y desde ahí conectaba con el proyecto. Y luego una comunidad española y latinoamericana que reside en Londres que tiene la oportunidad, por primera vez, de ver su propia cultura allí, en Inglaterra, y en los dos idiomas. Ese es nuestro sello. Tenemos producciones propias que hacemos en los dos idiomas, con doble reparto. El espectador tiene la oportunidad de un día de a la semana ver la obra en inglés y otro día en español y eso es algo único. Somos el primer y único teatro bilingüe en Reino Unido dedicado a la promoción de la cultura española.

 

¿Qué líneas seguís?

Tenemos tres líneas de programación, una de nueva dramaturgia española, otra de teatro español contemporáneo, que son nuestros autores con mayor recorrido, pero que no necesariamente se les conozca tanto en Reino Unido y luego también teatro clásico, que es el teatro del Siglo de Oro o teatro que se conoce mucho como, por ejemplo, Lorca.

 

 

¿Crees que un proyecto así podría mantenerse en nuestro país?

La verdad que me lo he preguntado a veces. No sé hasta qué punto hay público para, de repente poder hacer teatro en inglés aquí, en España, de una manera continuada, creo que sería interesante hacer ese ejercicio más allá de festivales internacionales. El poder apostar también por tener una línea de programación que sea en otro idioma, creo que también atraería un público, turistas que puedan también hacer turismo cultural y acercarse al teatro sin que exista la barrera del idioma. Y también público joven que está estudiando inglés y que pueda, como parte de su formación, ir a ver teatro. Allí están deseosos.

Es una propuesta arriesgada dentro de una programación, normalmente los nuevos autores siempre cuestan, pero sí que hay mucho interés. Nos gusta pensar que el Cervantes Theatre sirve como plataforma para dar visibilidad a nuestro talento. Afortunadamente nos apoya Acción cultural española, estamos súper agradecidos porque gracias a ellos podemos hacer esa labor que, ya no solamente es de producción y de representación, sino que es de promoción de los autores españoles fuera de nuestras fronteras, poder comisionar las traducciones para que esos textos puedan ser considerados en otros teatros fuera de España para la programación. También publicamos en edición bilingüe, junto a Ediciones Antígona, alguno de los textos.

También hemos hecho Zarzuela este año, hemos hecho Black el payaso de Sorozábal, en una versión reducida a piano, violín y 6 cantantes. Lo hicimos con el Arcola Theatre como parte del Grimeborn Festival, un festival de ópera de pequeño formato que es muy famoso. Nos parecía el momento ideal para que las dos instituciones pudiéramos trabajar juntas y que por primera vez se representará Zarzuela allí, tuvo una crítica excelente, una acogida de público impresionante y nosotros felices de poder llevar una Zarzuela a Londres. Esperamos hacer más y que la lírica española también pueda tener su lugar fuera de nuestras fronteras.

 

Paula, ¿qué te llevó a querer hacer un espectáculo sobre Carmen Laforet y Elena Fortún, las dos protagonistas de Cartas vivas?

El origen viene de Nuria Capdevila, que es catedrática en la Universidad de Exeter. Me contacta un día y me cuenta que tiene un proyecto que forma parte del trabajo de investigación que hace en la Universidad, que trata de visibilizar a diferentes autoras del principio del s. XX y que sería muy interesante poder hacer algo con el Cervantes Theatre y llevarlo a escena. Me pareció una idea brillante que además va muy en nuestra línea de internacionalizar nuestra cultura fuera de España, y que además podamos dar visibilidad a nuestras autoras fuera de nuestras fronteras. Le dije enseguida que sí que me parecía una idea excepcional y que iba a pensar qué formato podría ser el adecuado para llevarlo a escena. Y este epistolario entre Elena Fortún y Carmen Laforet que se llama De corazón y alma me llamó muchísimo la atención.

 

¿Cómo has trabajado la dramaturgia del espectáculo?

Desde el primer momento quería ir a la esencia, no quería crear una historia paralela, quería partir de sus palabras, de estas cartas y de ahí, crear una obra de teatro, darle vida a esas palabras suyas y enganchar al espectador, sumergirle con herramientas dramáticas en estos dos universos que van de la mano, un universo más naturalista en el que nos adentramos casi en la esfera privada e íntima de cada una de las autoras, en sus espacios de escritura, donde escriben las cartas, donde escriben su obra y, a la vez, un espacio más abstracto en el que las dos se encuentran y comparten ese pensamiento crítico que tienen, esa experiencia íntima que muy pocas veces tenemos la oportunidad de conocer. Rara vez tenemos la oportunidad de abrir una ventanita y asomarnos a sus pensamientos más íntimos, a la esfera privada de sus vidas, a su relación con el contexto social e histórico de la época.

Para mí lo importante es poder abrir una puerta al pasado, a ese momento que están escritas las cartas, entre el 1947 y 1952, es poder tener acceso tanto al contexto sociopolítico de la época como a sus propias realidades, tanto de la esfera privada como de la esfera pública, y todo esto está narrado a través de sus palabras. Para mí es uno de los proyectos que mayor reto ha supuesto a nivel de construir la dramaturgia, ya con esa visión de puesta en escena, pero a la vez uno de los que más satisfecho me encuentro. Tiene eso como de aparentemente sencillo, pero de una gran complejidad técnica y actoral. Paula Rodríguez y Elena Sanz creo que están soberbias, es un trabajo actoral de una precisión impresionante.

 

¿Cómo jugáis en escena el formato epistolar?

En el trabajo de dramaturgia, las cartas se entrelazan por temática y esto se ve un poco en la puesta en escena, en la que empezamos con ellas, escribiendo esas cartas, pero luego levantando la palabra del papel encarnándola en ellas. Vemos a Carmen y a Elena, primero habitando sus espacios y luego habitando un tercer espacio que es más abstracto en el que confluyen y que es como ese papel en el que uno se imagina dialogando con el otro. Hablamos de diferentes planos y eso está narrado también por la por la iluminación, por la banda sonora que acompaña, compuesta por Yaiza Varona, donde tenemos una melodía que pertenece al universo de Carmen Laforet, otra al de Elena Fortún, que se van entrelazando; y luego tenemos un juego audiovisual en el que mostramos el contexto sociopolítico de ese momento.

 

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Paula Rodriguez y Elisa Sanz en una escena de Cartas Vivas.

 

Es interesante ver la influencia que tuvo una en la otra y en cómo el agradecimiento las pone en contacto y forja una amistad.

Para mí lo importante es que hubiese una especie de diálogo entre ellas. Que, a pesar de que no es un diálogo frente a frente, esas palabras se fuesen entrelazando y crear un juego escénico. Hay muchas capas, y un pensamiento muy profundo que además lo expresan muy de tú a tú, pero no hay puntada sin hilo. Si ves la obra más de una vez, te vas fijando que no hay nada al azar en esa escritura, y además tiene un punto de vista bastante poético, pero a la vez accesible y se va creando una especie de magia entre ellas, un espacio muy íntimo. Creo que es una obra que conmueve y que toca, porque tratan también temas que son muy relevantes hoy en día.

 

Ellas son puentes entre la forma de vivir y conciliar la vida familiar y profesional del siglo pasado con la de ahora. ¿Dónde conectan con nuestro tiempo?

La obra trata cómo compaginaban, siendo escritoras punteras de esa época, su vida privada, la maternidad, con las trabas que tenían para poder escribir, para poder publicar, lo que se esperaba de ellas, también la relación entre una red de mujeres que se apoyaban entre sí. Me parece muy bella la relación que tienen ellas dos, ese amor que se profesan y esa admiración que tienen la una de la otra.

Evidentemente ha habido un cambio brutal en muy poco tiempo, pero todavía esas trabas existen, esas mismas preguntas que ya se hacen nos las hacemos nosotras. Yo creo que eso es muy relevante hoy en día. Además, para mí es un homenaje hacia Carmen Laforet y a Elena Fortún poder traerlas a la luz, más si cabe, porque me parece que son dos de las grandes figuras de nuestra literatura que evidentemente su obra es conocida. Ellas son conocidas, pero creo que la posición, en el canon que merecen, no es el que debiera ser.

 

A pesar de que no tuvieron que utilizar seudónimos y de la cantidad de títulos publicados, para el gran público son conocidas por Nada y por la saga de Celia. ¿Cartas vivas intenta remediar esto de alguna manera?

Ellas hacen su carrera con sus nombres y triunfan en su época, las dos. Elena Fortún no paraba de publicar aún en el exilio, durante el franquismo y vendía muchísimo, era muy leída, era muy admirada y no paraba de publicar y tuvo un éxito impresionante. Pero para mí no está en el lugar que debiera. Hoy en día creo que tendría que tener mucho más reconocimiento. Creo que sus libros se deberían leer mucho más incluso, pues bueno, en los estudios, en el colegio deberían estar ahí, como dos de los estandartes de nuestra literatura; y Carmen Laforet, siendo tan joven, ganar el premio Nadal y lo que supuso también para su carrera, un poco un arma de doble filo. Todo eso también lo vemos en la obra. Para mí sirve para que la gente las conozca un poco más, o se acerque a su obra y vaya más allá, como tú decías, más allá de Nada más allá de Celia, que se interesen por leer todo su cuerpo literario. Ojalá que esta obra pueda tocar a mucha gente y puede abrir las puertas a un universo tan interesante como el de Carmen y el de Elena.

 

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