“A veces recordar los inicios está bien para entender y valorar dónde estamos ahora”, dice Garbiñe respondiendo a nuestra invitación a echar un vistazo al camino recorrido. Un camino que iniciaban por “pura intuición” y que ahora confirman que, seguir su instinto, les ha salido bien, no hay más que ver el fantástico año que llevan, lleno de reconocimientos a su última producción, Forever, tanto por parte de los Premios Max, como los Talía y, por supuesto, los Godot donde hemos premiado el gran trabajo realizado por la compañía. “Nunca hubiéramos imaginado estar en ese punto de mira -Dice José con una gran sonrisa-. Es bonito comprobar cómo se está legitimando el código y se está respetando. Nos sentimos muy queridos por parte del público, de las instituciones y de la profesión. Ojalá que esto haga que desaparezca ese miedo por parte de algunos programadores a contratar estas propuestas que a veces se salen un poco de lo convencional. La industria siempre va más lenta asumiendo estas cosas”.

 

Kulunka Teatro, 15 años tras la máscara en Madrid
Garbiñe Insausti y José Dault, fundadores de Kulunka Teatro.

 

BUSCANDO UNA IDENTIDAD PROPIA

Me cuentan que, paradójicamente, esta compañía que se ha convertido en un referente en cuanto al teatro gestual, se conoció en la RESAD haciendo la rama de teatro textual. “No teníamos experiencia previa en ese lenguaje, pero sentimos la necesidad de contar una historia explorando el mundo de la máscara”. Y, tomando como referencia el trabajo de compañías europeas como Familie Flöz, y con la ayuda de uno de sus integrantes, Paco González, se iniciaron en este mundo. “A partir de ahí nos pusimos a trabajar buscando nuestra manera de contar”, explica Garbiñe. Una búsqueda que, según José, “sin ser mimos ni virtuosos de la técnica corporal”, les lanzó a explorar las posibilidades del código y encontrar su propia manera de contar historias sin palabras, “Lo recuerdo como un proceso muy bonito -continúa contando José- porque descubrir el código, descubrir la historia, generó algo muy hermoso que nos llevó a descubrirnos a nosotros. Nos inició también en crear esta familia que es Kulunka, en conocernos artísticamente, porque los cinco que formamos el equipo creativo -Seis con Yayo Cáceres en la música-, Iñaki (Rikarte), Edu (Cárcamo), Rolando San Martín, Garbi y yo, no habíamos trabajado nunca juntos y, de repente, nos enfrentamos al reto de crear una historia. Nos juntamos un equipo que entre sí no se conocían y nos descubrimos.”

Un descubrimiento personal que tuvo lugar durante la génesis de su primer espectáculo: André y Dorine. “No soñábamos con crear una compañía estable con la que poder hacer distintas producciones -Recuerda Garbiñe-, era un objetivo más pequeño, era explorar el mundo de la máscara para contar una historia universal. Una idea bastante humilde, con cero presupuesto”. Y sin saberlo aún, comenzaron a forjar el que, sin duda, ha sido el sello de Kulunka: “Con André Y Dorine éramos muy inocentes y nuestra principal meta era que se entendiera -apunta José-, hacer una historia sin palabras, al servicio de la comprensión más que de buscar una emoción o incluso la comicidad, todo eso vino después como resultado de encontrar la historia que queríamos contar. Eso hizo que predominará la búsqueda, que no la necesidad de llegar a un resultado”. Una declaración de principios a la que Garbiñe añade que “lo prioritario es contar una historia, la dramaturgia, a pesar de que pueda sonar paradójico en un espectáculo sin texto, pero verdaderamente es así. Nuestra obsesión es encontrar la historia, los personajes como una historia con un inicio, un nudo y un desenlace. Ese es nuestro valor o nuestra aportación al lenguaje de la máscara”. Y explican que realmente no hay una fórmula a la hora de crear sus espectáculos, que todo funciona a base de prueba y error, de exponer ideas, ponerlas en práctica e ir fijando lo que funciona y descartando lo que no, de hecho, recuerdan que tras André y Dorine hubo un intento de espectáculo, Los Nadies, que no llegó a estrenarse, “no consideramos que estuviese lo suficientemente bien como para mostrarlo”, sin embargo, sirvió de base para construir, su siguiente producción: Solitudes. Así fue como el tiempo, los aciertos y los aprendizajes, fueron aumentando los niveles de exigencia y de destreza dramatúrgica que querían alcanzar. “Los procesos cada vez han sido un poco más complejos porque nos hemos puesto nuevos retos. Creo que desde André y Dorine a Forever, se ve la evolución, el salto que hemos dado a todos los niveles”, nos cuentan con un punto de orgullo tímido. Y no es para menos, ya que ambos además son productores de la compañía.

 

 

DENTRO DE LA MÁSCARA

Si hablamos de que la compañía se lanzó sin dominar este tipo de teatro, no podemos obviar el elemento indispensable que da identidad a este lenguaje y a la propia compañía: “La verdad es que, al igual que nos lanzamos a investigar en el lenguaje de la máscara como actores y como creadores, yo también me lancé a nivel plástico -Explica Garbiñe-. Es verdad que mi madre tenía un taller de bellas artes y siempre he estado de alguna manera muy ligada a los materiales y al trabajo manual; y eso, de alguna manera inconsciente, me ha llevado a tenerle menos miedo a probar en ese campo, entonces, empecé a atreverme y, poco a poco, he ido a base de prueba y error, como todo en Kulunka, aprendiendo y depurando y mejorando la técnica”.

Pero… ¿Cómo es vivir dentro de la máscara? “La primera vez siempre se ve mal, se respira mal, es difícil saber lo que está ocurriendo a tu alrededor, o sea, son muchas complicaciones -Dice entre risas Garbiñe-. Pero, a lo largo de los años, es verdad que tanto José, como Edu y yo hemos ido desarrollando cierta destreza”. Siempre cuentan la anécdota de que hay parte del público que, pasado el tiempo, recuerda las máscaras con expresión e incluso poniéndoles sonido, ¿de dónde viene la magia que provoque eso en unas máscaras neutras?, ¿qué sucede entre la máscara y el actor para que el público lo perciba así? Los dos se echan a reír cuando les hago la pregunta: “El rostro siempre acompaña, no es que haya una desconexión por tener el rostro cubierto. No hay una desconexión entre nuestra cara y la de la máscara, en absoluto. De hecho, el día que lo haya, mal vamos”, dice Garbiñe. “Sí que hemos ido descubriendo en estos años que, aunque este lenguaje tenga que ser una coreografía y esté todo muy medido y al detalle, y sea algo que puede ser muy técnico, tiene que estar lleno del compromiso del actor. -Explica José- O sea, no vale con hacer la coreografía perfecta si luego no sucede esa emoción que tiene el personaje. Si no están las dos cosas, no se da la magia. Cuando estamos ensayando o cuando hay alguna cosa que no que no entendemos del todo, Iñaki nos dice: “A ver, quitaos la máscara un momento, vamos a ver qué pasa aquí”, y una vez que entendemos bien, es ahí cuando volvemos a la máscara para expresar lo que queremos. Pero sí, tienen que ir de la mano, sino no llega.”

 

 

UN VIAJE EXPRÉS POR KULUNKA

Son 15 años, más de mil representaciones entre todos sus espectáculos y han visitado aproximadamente 34 países, en muchos de ellos han repetido, como Turquía donde han estado cuatro veces o China donde tienen han hecho catorce giras, además de visitar EE.UU. haciendo dos temporadas en Los Ángeles y una en Nueva York. Sin embargo, este septiembre va a ser la primera vez que van a tener la oportunidad de poder hacer las tres producciones en orden cronológico. “Para mí es una bonita oportunidad de hacer este viaje por nuestros 15 años de búsqueda y de recorrido. No son espectáculos que tengamos abandonados, porque giramos con ellos -De hecho, José bromea diciendo que con André y Dorine tienen el reto de superar a El Fantasma de la Ópera sobre los escenario-, pero sí va a ser bonito pasar por los tres espectáculos en tan poco tiempo. Un viaje exprés por Kulunka.

¿Y cuál es la clave para llegar a públicos tan dispares? “Contar historias que son comunes a todos, porque aquello que a nosotros nos ocupa o nos preocupa como personas, es también lo que preocupa u ocupa a las personas que están al otro lado del mundo -me responde Garbiñe-. Son historias esenciales, situaciones en las que nos podemos sentir fácilmente identificados, tanto por la temática como por los propios personajes, lo que están viviendo, lo que están transitando. Creo que ha sido eso, junto con el lenguaje, que a lo largo de los años, hemos podido constatar que es muy poderoso a la hora de conectar con el público. Esto ha hecho que, como creadores, nos hayamos sentido verdaderamente útiles. Y eso es difícil sentirlo a veces en esta profesión”.

 

 

Me quedo con algo tan importante como el ‘sentirse útil’… Y les digo: Si os pidiera que me dijerais qué es lo que os ha aportado Kulunka o qué enseñanza habéis aprendido en estos años, ¿os quedaríais con ese ‘sentirse útil’? Y sin dudarlo, ambos me lo afirman con toda rotundidad. “Siempre hay cierta controversia en torno a lo necesario de la Cultura. Y para mí, es algo que está por encima del ego personal, incluso de creador, es algo que da sentido a mi vida. El hecho de sentirnos útiles está por encima de todo, estamos orgullosos de que nuestro trabajo cumpla esa labor -Explica José- Eso, y obviamente la experiencia personal de haber creado una familia elegida con la que te sientes a salvo, con la que creas a salvo y con la que vives a salvo”. Afirmaciones a las que Garbiñe se suma y añade: “Nosotros decimos a veces que nuestra mejor decisión como impulsores del proyecto fue las personas a las que llamamos para que formaran parte de él. El gran acierto de Kulunka, ha sido esta familia que hemos formado, donde nos entendemos, nos respetamos, nos admiramos mutuamente. Y porque bueno, todos sabemos que mantener una compañía, una empresa, mantener tanto tiempo, un equipo estable donde las cosas fluyan, pues es muy difícil en estos tiempos que corren hay muy pocas compañías estables que puedan seguir trabajando juntos a lo largo de los años”.

Y nos quedamos con eso, porque además es algo que compartimos desde esta publicación, la importancia de la familia que formas para llevar a cabo y compartir un proyecto de vida que esencialmente es pura vocación. ¡Feliz aniversario, Kulunka! ¡Brindamos por seguir haciendo este camino juntos!

 

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