Luis López de Arriba: "La gente se siente muy atraída por experiencias fuera de lo común."
Del 9 al 17 de mayo tendrá lugar la primera edición del Festival IN-SCENA, una cita que pone el foco en el teatro inmersivo. Un proyecto puesto en pie gracias al empeño de su director, Luis López de Arriba, quien ya apostó por este formato con su compañía Teatro en Serie, desde donde ya exploró las múltiples posibilidades de este tipo de lenguaje que ahora quiere acercar al público desde Majadahonda.
Con él hemos conversado sobre las claves del festival, lo que supone poner en marcha un proyecto de estas características y las propuestas que poblarán esta primera edición.
¿Cómo nace la idea de crear un festival íntegramente dedicado a las artes escénicas inmersivas?
La idea surge de una manera progresiva, si te digo la verdad. Yo sabía que quería de alguna manera desarrollar una actividad teatral en el municipio en el que resido, Majadahonda, porque la afluencia al teatro de gente joven (y hago extensivo el término hasta la gente de 40 o 50, que para eso somos modernos) es muy escasa. El proyecto tardaba en materializarse y, en este caso, eso fue positivo porque me permitió acabar encontrando la idea que justificara la aparición de un festival más de teatro. Recordé que, en mi experiencia en lo inmersivo con Teatro En Serie, primero en la librería La Buena Vida con Días como estos y luego en otros proyectos, el público que venía a vernos era en muchas ocasiones joven, o incluso con poca experiencia como espectador teatral, y venía atraído por la novedad. La gente se siente muy atraída por experiencias fuera de lo común. Y el teatro y la danza planteados en este formato promueven un goce estético y emocional muchas veces superior al de las grandes producciones.
¿Qué significa para ti “lo inmersivo”? ¿Qué diferencia a esta forma de hacer teatro o danza de otras más convencionales?
Lo inmersivo elimina las barreras tradicionales entre el escenario y la audiencia y, por tanto, tiene mucho que ver con el espacio teatral, lógicamente, y con la perspectiva de cada espectador con aquello que está viendo. Lo inmersivo promueve la introducción del espectador en la atmósfera de la función de una manera que el teatro convencional tiene más difícil y generalmente desplaza la acción teatral a espacios no teatrales. No es lo mismo que el microteatro, por ejemplo. Luego podríamos hablar de la interacción con el público, esto es, el elemento relacional, el empleo en ocasiones de una narrativa no lineal, el uso de la tecnología… Pero estos últimos ingredientes no necesariamente están en todos los platos.
El festival se celebrará en Majadahonda, ¿cuál es el motivo de elegir esta población madrileña como sede? ¿Cómo está respondiendo el entorno institucional y vecinal a esta primera edición?
Yo vivo aquí y he desarrollado mi propio proyecto de enseñanza y formación en técnicas teatrales que se llama Improaula aquí, así que ese es el principal motivo, además de los que ya he mencionado. La recepción ante la propuesta de la concejala de cultura, Nuria Wilde, que tiene una vocación sincera de atraer la atención de la población joven hacia el teatro, terminó de consolidar el proyecto. Creo que, además, no existe otro proyecto en Madrid de estas características, posiblemente tampoco en todo el país si consideramos que sólo nos centramos en la inmersividad escénica.
La programación combina teatro, danza, improvisación, experiencias sensoriales… ¿Cómo fue el proceso de selección de las compañías y propuestas?
No fue fácil porque, salvo gloriosas excepciones, las compañías que dedican sus esfuerzos hacia lo inmersivo han sido cada vez más escasas desde que por 2015 José Martret cerrara sus espacios -La Casa de la Portera y La Pensión de las Pulgas- o fueran desapareciendo otros como El Apartamento, La Trastienda (de Alberto Berzal y Fran Calvo). Además, he tenido que seleccionar con mucho cuidado y rápido, sin considerar el condicionante económico al ser una primera edición, por la cual han tenido que quedar fuera, por diversas razones, algunos nombres tan interesantes como Albert Boronat, Jomi Oligor o Luis Sorolla. Espero que en futuras ediciones pueda traerlos a ellos y otras propuestas inmersivas muy atractivas. Pero estoy satisfecho con la programación y, especialmente, con la variedad de obras y formatos que mencionas. Creo que no va a dejar a nadie indiferente.
¿Qué criterios artísticos guiaron la creación de un programa tan diverso en formatos y espacios?
He querido que realmente todos los proyectos tengan un importante sello inmersivo independientemente de dónde se alojaran y tuvieran un calado, una profundidad en el signo independientemente de la disciplina o el género. También quería diversidad de propuestas y de compañías. Por eso, y por la naturaleza del proyecto, tenemos muchos estrenos absolutos, como La mujer de los perros, de PatriaCHICA, Retorno resonancia reverberación, de Inma Gamarra y Majo Moreno, o Satvia, espectáculo de danza inmersiva de Elena de Lario. Quiero que el festival sea, en este sentido, un espacio que promueva la creación de espectáculos inmersivos, pese a los nervios que tantos estrenos me van a procurar. Aun así, también debo decir que estas propuestas conviven con otros espectáculos ya estrenados y muy sólidos como Simón, de Teatro de Poniente, If (la ligereza) de Cía. del Sr. Smith o #Tagme, propuesta de danza de Cía. Laumar que va a ser muy interesante disfrutar tan cerca y para treinta espectadores.
Parte de la programación utiliza como espacio escénico bares, peluquerías o jardines. ¿Qué retos y oportunidades presenta esta ocupación del espacio cotidiano?
La irrupción de las artes escénicas en lo cotidiano me recuerda a esa técnica literaria de Cortázar que hacía una fisura, una grieta que dejaba entrar lo fantástico (“lo otro”, lo llamaba él) en la realidad para convertir lo ordinario en extraordinario. El reto es que la gente acuda a un festival nuevo y que, en gran medida, va a resultar disruptivo y extraño para muchos. Probablemente coincidan reto y oportunidad: volvemos a lo de antes, la novedad atrae. Luego hay que saber gestionar las expectativas.
Uno de los objetivos del festival es “crear comunidad”. ¿Cómo esperas que el público viva esta experiencia?
Como un niño que se deslumbra ante cualquier estímulo, ante un truco de magia. Espero que el público se deje impactar por la forma y por el fondo, especialmente enlazados como están en las propuestas inmersivas, y abra su horizonte a nuevas maneras de entender el espectáculo teatral, artesanal, directo y envolvente. En realidad, el teatro es un generador de verdadera comunidad, hay pocos espectáculos tan intensos como el teatro y la inmersividad refuerza esos lazos entre el público porque se ven más, porque se reconocen más. Mis experiencias como creador teatral y promotor a través de clubes de espectadores me demuestran que el teatro nos invita a la reconciliación y nos pone en contacto con una sensibilidad compartida donde tenemos al alcance de nuestros ojos, al menos, cierta verdad que nos ayuda a vivir.
¿Cuál es el papel del espectador en una propuesta inmersiva? ¿Se puede hablar de “coautoría” escénica?
Creo que en ciertos espectáculos donde el elemento relacional es muy importante como en algunas propuestas de Carlos Tuñón o en el Génesis de Pilar G. Almansa, donde no hay, de hecho, actores presentes, podríamos acercarnos a esta idea de “coautoría”, aunque me cuesta poner al mismo nivel al artista que hace la propuesta escénica y al espectador. Otra cosa muy distinta es que, al modo de la estética de la recepción en teoría literaria, desde luego el lector elige en su itinerario, si el espectáculo es muy grande como en el célebre Sleep no more, o completa el significado que los actores emiten, eso sin duda.
¿Qué momentos del programa crees que van a sorprender o emocionar más a quienes asistan por primera vez a este tipo de teatro?
Creo que If (la ligereza), la única propuesta de sala, siendo el menos inmersivo de los espectáculos va a gustar mucho y a emocionar por su calidad, su frescura y su uso de la imaginación del actor que, de hecho, necesita que el espectador complete en su cabeza. Retorno resonancia reverberación, primer estreno absoluto del festival, seguro que sorprende por el uso de dos espacios escénicos a la vez y el público partido; sé que están preparando algo especial Inma y Majo. Y creo que lo que yo llamo el segundo acto del festival, es decir, las microobras inmersivas, van a sorprender mucho a los espectadores que no hayan tenido contacto con este tipo de teatro. Pero hay tanta variedad entre ellas que me cuesta elegir un espectáculo.
Antes del festival, habéis impulsado talleres de improvisación y atención plena abiertos a la ciudadanía. ¿Qué valor tiene esta dimensión pedagógica y participativa para IN-SCENA?
Han sido en primer lugar con los institutos del municipio. Tengo un firme compromiso con la juventud, fruto de mis veinte años como profesor de bachillerato y secundaria, y creo que es esencial que las artes y las humanidades tomen un espacio central en la enseñanza en nuestro país. No podemos dejar que la escuela se convierta en un universo digital: lo mejor que podemos enseñar a nuestros jóvenes es la importancia del vínculo con el otro, algo tan presente en la improvisación teatral, y la necesidad de estar presentes y conectados con nuestro entorno. La experiencia de estos talleres ha sido un regalo para mí, me ha entusiasmado ver la implicación de los jóvenes, su creatividad y entrega. El 25 de abril haremos un taller abierto para adultos. Creo que quien prueba el teatro como alumno lo va a valorar mucho más como público y la improvisación teatral es un vehículo idóneo para cualquiera que desee introducirse en el arte del actor.
Esta es la primera edición. ¿Qué expectativas tienes a corto y largo plazo para el festival?
A corto plazo, consolidar el festival y atraer al público a esta nueva propuesta; a largo plazo, hay muchos artistas que me gustaría traer en el futuro. Algunos de ellos los he nombrado ya… Pero más allá de nombres, me gustaría como comentaba antes que el festival ayude a producir nuevos espectáculos inmersivos y que sea Majadahonda el lugar donde se vean por primera vez. Además, veo en el futuro experimentos con teatro solo (para un solo espectador), me gustaría aprovechar espacios naturales como el Monte del Pilar, un entorno privilegiado que tenemos y puede aprovecharse para hacer algo singular, e incluir en la programación propuestas que impliquen una intervención más acusada del público.
¿Qué aprendizajes te está dejando esta experiencia como director y programador de un festival de estas características?
Sobre todo, conocer algunos creadores que no tenía en el radar que me han interesado mucho como, por ejemplo, Hermanos Oligor, que me sugirió Albert Boronat, Mayte Barrera, que espero que colabore también en próximas ediciones, y otros que no tengo espacio para mencionar… Evidentemente, he tenido que hacer un esfuerzo y aprendizaje en promoción, redes sociales y otros ámbitos porque prácticamente, salvo la importante ayuda de Nuria Wilde y Esteban García de Concejalía de Cultura de Majadahonda, he enfrentado solo la organización del festival. Debo también mencionar a Chema Parra y su sala Escenarte, que además de ser uno de los espacios de exhibición, colabora con el festival cediendo su espacio para ensayos.
En resumen, ¿cuál es el mensaje que te gustaría transmitir a quienes visiten IN-SCENA?
Que el teatro, como dice mi amado Peter Brook en Provocaciones, promueve el “establecer con el prójimo una relación renovada y más íntima”. Necesitamos volver a mirarnos a los ojos, necesitamos detenernos y observar a nuestro alrededor todo lo que la realidad tiene que ofrecernos. Y el teatro es realidad aumentada, más que cualquier tecnología. Y el teatro inmersivo multiplica este efecto y nos coloca como ‘voyeurs’ de una intimidad inventada por el actor. Esa es su magia.
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