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Descubriendo a Hilda Peña

«La juventud es la que trae toda revolución, y hay que estar al tanto de esa juventud para no quedarse atrás»

 

 

No me pasa a menudo leer un texto que sin haberlo visto montado, me explote en la cabeza y que, además, visualice un éxito a futuro. Cuando Hilda Peña llegó a mis ojos sucedió la magia. Inmediatamente, me puse a investigar quién era Isidora Stevenson, la dramaturga chilena que se había erigido en 2014 como mejor autora emergente en la XVI Muestra de Dramaturgia Nacional de Chile y que firmaba el texto.

Hilda Peña es un texto sencillo, profundo y con muchas capas que relata una mujer en primera persona desde la pena. Una mujer que, sin instinto maternal, recoge a un niño de la calle, lo cría y con el paso del tiempo ese hijo se le muere. Este suceso se enmarca durante la transición chilena en la que en octubre de 1993 se produjo el asalto al Banco O’Higgins del Faro de Apoquindo por parte de un movimiento juvenil de izquierda, que termina con 8 muertos -5 asaltantes y 3 civiles- tras un tiroteo por parte de los carabineros a un autobús en el que viajaban los unos y los otros.

En junio de este año la compañía chilena Migratoria Teatro estrenó este monólogo en la sala Nueve Norte y este mes de octubre repiten periplo en el mismo espacio con Javier Ubilla como intérprete y bajo la dirección de Romina Gutiérrez Catalán.

Hablamos con el propio Javier y con la autora del texto, Isidora, para que nos cuenten todos los detalles de esta pieza que podrás ver los sábados de octubre en la Sala Nueve Norte.

¿Cuándo te instalaste en Madrid?

En 2015 vine a hacer un máster de interpretación. Cuando lo acabé me tuve que volver por temas de visado y en 2017 me vine ya a vivir. Estuve un par de añitos centrado en temas de materia migratoria, como tratando de fijar mi vida aquí. Durante el confinamiento llegó ese momento revelador, que todos tuvimos, de querer hacer las cosas que me gustaban como retomar el teatro. Al salir del confinamiento me atreví a plantearle a Isidora Stevenson poder hacer su texto aquí. Digo que me atreví porque la obra que yo vi allí, interpretada por Paula Zúñiga, era tan potente, que inmediatamente aparecieron mis inseguridades de cómo iba a poder hacerlo.

 

¿Y por qué este texto?, ¿qué tiene para que sea tan potente?

En realidad, el texto me encanta pero me interesaba más investigar desde dónde lo podía abordar yo si estaba escrito para una mujer. Ahí le propuse a la Isi (Isidora Estevenson), hacerlo desde un personaje trans, que también me parecía que le podía dar otra capa de significado, o sea, que fuera un personaje marginalizado en ese Chile de los 80-90 que en realidad ni siquiera era trans como lo percibimos hoy. Lo que nosotros llamábamos el maricón del frente, el maricón que había en la población que todos lo reconocíamos como tal y que, a veces, se vestía de mujer o que tenía mucha pluma y todo este rollo. Aunque hable de trans, en realidad ese tipo de personaje no es el trans que conocemos hoy en día, digamos. Pensé que esa vuelta de tuerca le daba otra capa de significado a alguien que está viviendo un duelo por un hijo que recogió de la calle y además es una persona que tiene estas características. La Isi me dijo que le encantaba la idea.

 

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Javier Ubilla. ©Álvaro Serrano Sierra

 

¿Cómo se formó Migratoria Teatro?

Una vez que la Isi me dio vía libre para trabajar ahí convoqué a Romina (Gutiérrez Catalán) a la que conocí haciendo el máster en España. Ella es chilena también. Yo sabía que tenía que ser una persona chilena para que entendiera también de dónde viene ese personaje y ese mundo. Somos amigos intérpretes y le pedí a ella que me hiciera la dirección. Pensando también en hacerlo con los recursos que teníamos, si se tiene que hacer con una silla, un foco y el actor, ya está, porque es un texto que también da un poco para poder planteárselo así. El texto lo tiene todo de alguna manera y puede ser una propuesta muy sencilla en términos de presupuesto. Romina se subió al carro y cuando empezamos a buscar salas y grabamos algún ensayo pensamos que necesitábamos a alguien que nos ayudara a definir el diseño del espacio escénico para que fuera una propuesta más estética. Y justo, ahí apareció Belén Abarza que es diseñadora escénica chilena y que vino aquí a hacer un máster en el Museo Reina Sofía. Mucha gente nos habló de ella, un día nos tomamos un café y se sumó al proyecto encantada.

Fuimos armamos un grupito de chilenos en Madrid para construir esta obra persiguiendo difundir la dramaturgia chilena y sobre todo a mujeres chilenas. David Meneses se sumó como operador técnico que fue compañero mío en la universidad en Chile y ahora está viviendo aquí y también Caterina Cerdà que es la productora. Al final hicimos, sin querer queriendo, una compañía de chilenos aquí. Fue muy bonito también el proceso sobre todo porque cuando nosotros estrenamos en junio de 2021 nuestros compañeros en Chile todavía tenían los teatros cerrados. Para nosotros fue como un regalo poder montarla aquí.

 

¿Se ha modificado el texto original en vuestra versión?

Es el mismo. En algún momento, con Romina lo comentamos porque pensamos que algunas cosas no se pudieran entender como expresiones, modismos… hay solo algunos detallitos como cuando ella dice que su hijo no era del Lautaro, que se refiere a este movimiento político, lo que hicimos fue agregarle la palabra movimiento para que se entendiera que se refería a una organización y no a una persona. Cuando hicimos el ensayo se lo mostramos a mi marido, que es español, y él nos dijo que lo entendía todo. Creo que no tocar el texto fue una buena decisión.

 

El texto se enmarca en octubre de 1993, la masacre de Apoquindo, ¿es un suceso del que la sociedad chilena habla o es está guardado en un cajón de la historia?

Creo que es un hecho que se conoció en el momento. Yo, como chileno, en algún momento lo habré visto pasar como en un recuento de hechos pero, ahora para trabajar en la obra tuve que meterme a informarme más y lo que encontré tampoco era mucho más. Creo que es un suceso muy violento que trataron de tapar porque estaba este movimiento de izquierdas que comete un supuesto atentado pero luego también, tenemos a las fuerzas policiales que no actuaron de la mejor manera, salieron heridas personas civiles. Creo que fue un escándalo muy violento que se quiso tapar, como sucedía con todo en Chile en ese tiempo, cualquier cosa que fuera violenta en la que se pudiera cuestionar a la fuerza policial se tenía que esconder. En ese sentido, es algo como que se dejó que lo tapara el polvo, nos siguió dejando una huella muy importante creo.

 

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Javier Ubilla transformado en Hilda Peña

 

¿Crees que el uso de ese contexto histórico es una excusa para contar la historia de Hilda Peña al margen de eso?

Creo que Isidora sí quiere darle ese matiz político, de transición, ese matiz de que todavía somos un poco ese país, de no nos olvidemos de que venimos de esto, de que esto nos pasó no hace tanto tiempo. Es como que lo coloca en el texto en un momento, logra que te olvides de eso y lo vuelve a tirar de nuevo. Quiere que uno lo tenga presente, aunque te vayas con la historia de Hilda y de lo que ella te está contando.

 

En tu propuesta cobra mucha relevancia la identidad de género, ¿cambiaría algo si se hubiera representado en Chile?

Creo que en Chile estamos un poco a la par que en España. También estamos luchando por una ley de género, existen más o menos los mismos problemas para seguir avanzando en ella y en términos legales estamos bastante parecidos. Me parece que, allí después de la revuelta social que hubo en 2019, la juventud tomó un poder y un valor de salir a la calle y de mostrarse mucho más. Yo, hacía 4 años que no la visitaba, estuve hace poco y vi una población queer mucho más visible de lo que veía antes. Veo jóvenes con una capacidad de entender su género, de fluir con su género mucho más visible de lo que era antes. En ese sentido, creo que hay un florecer de esas identidades no binarias, de esas identidades que tienen otros matices. Creo que Chile va bien y yo confío en esa juventud. También creo que uno puede hacer un aporte con esto. Desde mi vitrina, yo quiero aportar esto a este discurso, a esta comunidad a la que pertenezco, pero creo que la juventud es la que trae toda la revolución, y uno tiene que estar al tanto también de esa juventud para no quedarse atrás, porque uno envejece y uno va pensando que está cómodo y que quiere quedarse tal cual y creo que hay que incomodarse mucho más para poder seguir avanzando.

 

¿Qué destacas de la puesta en escena?

Partiendo de la base de que el texto es el protagonista absoluto y pensando en presupuesto y espacios a los que nosotros podíamos acceder en Madrid, que son salas alternativas donde las condiciones no te permiten investigar en el espacio para lo que nosotros estábamos acostumbrados. Teniendo en cuenta esas condiciones le planteé a Belén (Abarza) una propuesta sencilla y que esa simpleza fuera bella. Ella trabaja mucho con iluminación, entonces, armó su diseño. Pensamos en la idea de que hubiera alguna lámpara que no fuera parte de la parrilla de la sala que nos llevara a la cocina de esta mujer. Otro trabajo que hizo fue llenar esta mesita que ella tiene en su cocina con artículos chilenos de los 80-90. Eso fue un desafío tanto de producción como de diseño. Yo me iba al rastro los domingos y todo era tan español que nos costó mucho encontrar cosas. Nuestra productora se fue un mes a Chile y le encargamos un tostador metálico que usamos mucho en Chile, revistas de peluquería y, poquito a poco, fuimos armando esto como con artículos que nos llevaban a ese territorio chileno.

 

¿Qué esperas de este nuevo paso por Nueve Norte?

Nos gustaría poder mostrarla más, que pudiesen venir programadores y distribuidores, ha sido muy difícil llegar a esas personas. Bueno, he contactado con ellas pero de momento no he recibido mucho feedback. Nosotros creemos que este trabajo es como una joyita, nos gustaría moverla por festivales y nos encantaría que la viera una señora española de pueblo profundo para conocer con qué se identifica ella al ver la obra.

 

Muchas gracias Javier.

 

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Isidora Stevenson. ©Julia Toro

 

Ahora es el turno de Isidora, que me responde desde Chile. El contexto histórico de Hilda Peña (transición dictadura chilena/masacre de Apoquindo) ¿es una excusa para contar esta historia?

Soy una mujer que nació en plena dictadura y los años 90 son en mi vida un lugar muy triste y raro, un paisaje de fondo borroneado por esta supuesta alegría que no llegó, por un país donde los relatos se contradecían unos con otros y donde mis padres siempre tenían miedo. Lo cierto es que  la escritura partió al revés, quería darle voz a una mujer que me permitiera hablar de diversos temas que me rondaban, la muerte, la idea de mujer enlazada a lo materno, las historias no oficiales o periféricas y cuando necesité darle un contexto, se me aparece este recuerdo de nuestra historia reciente y lo tomo justamente para anclar a Hilda Peña a la realidad, a la memoria.

 

¿Qué relación mantienes con el sentimiento de maternidad?

Cuando escribí Hilda Peña ni pensaba en ser madre. No me interesaba mucho la verdad, pensaba además que ser madre era incompatible con la vida que quería llevar. Hoy, tengo un hijo de 5 años. Mi relación con la maternidad mantiene su espíritu libertario, es decir que no se es madre por parir y que siempre debe ser una decisión, que ser madres no nos define, es un rol y como tal es una parte, no el todo.

 

Hilda Peña es un personaje que manifiesta su ausencia de instinto maternal, sin embargo la vida le da la oportunidad de ser madre de manera involuntaria y llegar a sentir ese apego por un hijo e incluso el dolor de su pérdida… ¿Qué pretendías buscar contraponiendo al personaje con su instinto primario?

Instalar las contradicciones propias de cualquier mujer, creo. El instinto maternal no es una condición obligatoria en las mujeres. Me interesaba que este hijo le apareciera no más, y que ella decidiera quererlo, cuidarlo. También me daba vueltas como a partir del dolor aparece la  conciencia de sí misma. En realidad, lo primero que pensé fue en la muerte, luego vino todo el resto.

 

¿En qué momento de tu vida te encontrabas cuando escribiste la pieza?

Cuando estaba empezando a escribir, a entenderme como autora, mis temas, mis inquietudes. Había escrito una obra antes, que si bien me gustaba sentía que no era mía. En Hilda Peña me empecé a encontrar.

 

¿Qué supuso para ti que te concedieran el Premio Nacional de autoría emergente en Chile?

El premio de la Muestra Nacional de Dramaturgia fue un regalo, una reafirmación. Me hizo perder el miedo que tenía por intentar escribir dramaturgia.

 

¿Dónde radica el éxito de un texto aparentemente sencillo para que haya conquistado a tantas personas? -entre otras a mí :)-

¡Muchas gracias! Creo que justamente es esa sencillez, esa falta de pretensión y por otro lado el tema de la muerte, lo que hace conectar con casi cualquiera. La muerte es uno de los grandes temas de la humanidad, siempre volvemos a él.

 

Imagino que no has podido ver la propuesta de Javier pero ¿qué te parece que el papel de Hilda lo interprete una mujer trans?, ¿te planteaste en algún momento abordarlo así?

Nunca me lo imaginé cuando lo escribí, ni lo pensé. Pero desde el 2013, el año que escribí la obra todo ha cambiado, por suerte, una enormidad y yo también he cambiado. Me encantaría verlo, espero poder viajar en algún momento. Creo que a la misma Hilda tampoco le parecería relevante la biología de una persona, o cómo la define o juzga el resto, sino quién es y cómo se vincula con el mundo.

 

¿Qué significa para ti que esta pieza se esté moviendo en Madrid?

Pura alegría, orgullo y gratitud.

 

 

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