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Aprovechar el momento presente nunca es un inconveniente

«Hay que recuperar la fragilidad para comunicarnos con el otro»

Por estas cosas del destino, después de estrenarse en teatro, recorrer varios países y convertirse en película, llega a los escenarios una nueva versión de El inconveniente. Una comedia que habla de la importancia de vivir el momento presente, la necesidad de empatizar y ser escuchados.

La producción que ahora llega al Teatro Pavón cuenta con la dirección de Juan Carlos Rubio, autor del texto, y con Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y Marta Velilla. Días antes del estreno, nos sentamos a conversar con Juan Carlos y Kiti sobre esta producción que viene a sumarse a la larga lista de colaboraciones entre ambos artistas.

Ya son muchos proyectos juntos, ¿cómo nace esta simbiosis entre Juan Carlos Rubio y Kiti Manver?

Juan Carlos Rubio: Nació gracias a un amigo común maravilloso como era Juan Luis Galiardo. En el año 2005 escribí Humo para él, una comedia que fue mi debut en la dirección porque hubo un problema con quién la iba a dirigir, no se encontraba el director, y Juan Luis, con su energía y carisma, me dijo: “Tienes que hacerlo tú”. Me dijo que había pensado en Kiti Mánver y me acojoné un poco (Risas) Porque siempre me ha parecido un portento, tanto en teatro, cine, televisión, en comedia o drama, me parecía fabulosa y me encontré que además era una mujer maravillosa. A partir de ahí, hemos hecho nueve espectáculos, dos películas, una dirigida por mí, Las heridas del viento, y otra por Bernabé Rico, El inconveniente, en la que también tuve la suerte de participar con el guion.

 

¡No os habéis dejado un género por trabajar juntos!

J. C. R.: Han sido proyectos absolutamente antagónicos. En esta falta de identidad que yo tengo como autor, porque no me interesa ser nadie, en todo caso me gustaría ser todos, que es lo que me divierte ya que vengo de ser actor. A mí me divierte jugar a ser por eso mi carrera es irreconocible entre un proyecto y otro. Kiti y yo en ese sentido somos almas gemelas porque nos encanta el cambio, nos encanta la investigación. Tenemos unas inquietudes y una manera de entender la profesión muy afín, muy basada en lo humano, en la empatía. También consideramos el éxito más relacionado con la felicidad y no con otras cosas.

Kiti Mánver: Hay una cosa que yo le agradezco infinito y es que junta la vida con el trabajo, donde la vida también es importante. Es incansable, yo también, soy muy currita, es súper elegante trabajando, tiene a todo el mundo en cuenta, sabe capear los conflictos.

 

 

¿Podríamos decir que John Lennon fue el culpable de que naciera El inconveniente?

J. C. R.: Sí, la frase de Lennon que dice: “La vida es aquello que sucede mientras tú estás ocupado en hacer otros planes”, rondaba en mi cabeza hace muchos años y acabó siendo el germen de esta historia de amistad, de soledad, de empatía que escribí en torno a una anécdota real de un piso que se vendía con el propietario dentro. Comprabas el piso y tenías que esperar hasta la muerte del propietario para poder ocuparlo. Era un buen precio, pero no di ese paso de quedarme con ese piso, pero sí disparó mi imaginación.

 

Un hecho fortuito, una producción que se cae, han hecho que os encontréis de nuevo poniendo en pie El inconveniente, un proyecto que nació como teatro, también fue una película y ahora regresa de nuevo a los escenarios, ¿ha variado aquella idea original con lo que vamos a encontrarnos ahora?

J. C. R.: El cambio ha sido que hemos cambiado de sexo los papeles que interpretan Cristóbal Suárez, que en cine lo interpretaba Juana Acosta y el de Marta Velilla era Carlos Areces, pero me di cuenta que daba igual porque en realidad no estamos hablando ni de hombres ni de mujeres, estamos hablando de empatía, de comunicarnos, yo creo que nos unen muchísimas más cosas de las que nos separan a hombres y mujeres, y comenzamos a ver que todo tomaba un cariz diferente en la historia con este cambio, daba más importancia al hablar, al tocarnos, el comunicarnos con el otro, el pensar que hay alguien ahí que se va a preocupar y tomaba una vigencia aún mayor.

 

Aprovechar el momento presente nunca es un inconveniente en Madrid
Juan Carlos Rubio, autor y director de El Inconveniente.

¿Por qué creéis que es buen momento para volver sobre este texto?

J. C. R.: Yo creo que siempre es un buen momento para llevar al escenario historia bondadosas. Se suele hacer mucho hincapié en el centro de lo malo desde los escenarios, en conflictos oscuros y creo que El inconveniente habla de esa parte de bondad que también tiene el ser humano, que es importante poder reconfortarnos con ella.

K. M.: Yo creo que ahora mismo contar cosas que tienen que ver con las vivencias de las personas y con la posible, o no posible, felicidad de las personas es un hecho político. Porque como nos están queriendo llevar a un pensamiento único y nos están tapando tantas cosas, de pronto, poner en pie un acto como una obra de teatro es un rito fantástico que sigue funcionando. Porque justamente se habla de lo que no se suele hablar nunca, de nuestra vida, de nuestra felicidad y la posibilidad de volver a conectar con la gente de tu de alrededor y romper esa soledad en la que nos estamos metiendo; tener ahí a ochocientas personas juntas, diciéndose cosas y sintiendo cosas es un acto político.

 

¡El inconveniente es un Carpe diem como la copa de un pino! Habla de la importancia de no postergar las cosas importantes para después, ¿puede ser que después de lo que hemos vivido con la pandemia esto haya cobrado mayor importancia?

J. C. R.: Hemos pasado un periodo terrorífico con la pandemia y también está la guerra de Ucrania y mil cosas que nos hablan de diferencias, de odio, de rencor, de soledad, de incomunicación, de muerte; y El inconveniente, aun teniendo a la muerte como un tema constante, creo que lo enfoca desde la idea de que la única manera de luchar contra la muerte es vivir sin hipotecas. Digamos que, en la función, esa compra de un piso de la que habla, es una metáfora de las hipotecas que uno contrae cuando vive, esos plazos en los que se supone que se va a ser feliz. Eso que se dice: “Bueno, dentro de unos años…”, ¡cómo que dentro de unos años! Tú no controlas tu vida. Tú haz el plan que quieras que luego mandan otras cosas.

 

¿Quiénes son Luis y Lola?

K. M.: Lola es una mujer que tiene la posibilidad, a una edad avanzada, de salir de un lugar oscuro y descubrir que hay algo más. Ella creía que la solución era vender su piso y quedarse en esa casa hasta morir y tener cuatro perras gordas para darse siete caprichos que no se podía dar con su pensión y, de pronto, tiene una oportunidad de oro de ver que hay más, al escuchar a una persona y entrar en otros parámetros de emociones y de amor.

J. C. R.: Por otro lado, Luis, el personaje de Cristóbal Suárez, es alguien que aparentemente lo tiene todo, que puede recorrer el mundo, pero está más solo que la una por no afrontar sus propias necesidades, su propio espacio, su fragilidad, algo que tenemos que recuperar, la fragilidad para comunicarnos con el otro y ponernos en la piel del otro, y ese es el camino que ellos dos van haciendo la historia, acompañados por este tercer personaje interpretado por Marta Velilla.

 

La tercera en discordia, que es una especie de personificación de ese sentimiento de no saber cuál es nuestro lugar en el mundo, ¿no?

K. M.: Sí, a mí me parece que personifica un montón de gente joven que no sabe para dónde va. A nivel metafórico Luis vive en el futuro, Lola en el pasado y este otro personaje vive en el presente más desamparado, un presente de no saber, pero de intentarlo.

J. C. R.: El personaje de Marta es alguien que sí que está realmente aquí y ahora, hay una frase que dice: “siempre he sido más de vivir en el presente”, Y es que ¿qué otro lugar tenemos para vivir sino el presente? No tenemos otro lugar. Ese personaje tiene ilusión, es alguien vital. Son solo tres personajes, pero hay ahí mucha humanidad en ellos, muchas formas de sentir la vida, hay muchas personas ahí adentro.

 

Aprovechar el momento presente nunca es un inconveniente en Madrid
Cristóbal Suárez y Kiti Mánver en una escena de El Inconveniente.

 

También hay una mirada hacia las personas mayores, al ninguneo al que son sometidos y al encuentro con otras generaciones. De hecho, aquí el ‘inconveniente’ hace referencia precisamente a Lola, una mujer mayor y sola.

J. C. R.: Yo creo que la vejez se ha establecido como un periodo de invisibilidad en que parece que esa gente ya ha vivido su vida y está ya como en un lugar que no se corresponde, es cruel. ¿Cuánta gente hay en nuestro país, en el mundo, viviendo la soledad más terrible? Mi hermana, por ejemplo, colabora con Cruz Roja y su labor es ir una vez por semana a hablar con una señora que está en su casa y la señora solo quiere hablar. Y es que necesitamos saber que alguien nos escucha y creo que ahí hay un foco que la función plantea, esa amistad entre ese exitoso joven y esta mujer, ya de vuelta de todo, y como los dos necesitan hablar, pero especialmente ella. Siempre tenemos ocasión de cambiar, ¿no? Y un poco de intentarlo y buscar ese lado que al final ellos dos consiguen encontrar.

K. M.: Y no solo eso, en la obra también se habla de la posibilidad de que una persona joven te enseñe, eso a mí me encanta.

 

En un momento de la obra se habla sobre el sentido del humor y del sentido común, ¿cómo podemos conjugarlos? Últimamente parece que nos falta un poquito de cada uno.

J. C. R.: Yo creo que hay un momento para cada cosa en esta vida y creo que el humor nos salva de tantas cosas. Llámalo humor, llámalo desdramatizar, llámalo ser capaces de salir de un sentimiento negativo. Muchas veces en la vida nos quedamos atornillados en la cosa mala, lo repetimos, damos vueltas; el humor nos salva, hay que reírse de todo, de la muerte, como pasa también en esta función y el sentido común, el menos común de los sentidos, nos vendría bien para darnos cuenta de que esto es efímero, de que no somos eternos. Esta función habla de que no somos eternos. Si la gente supiera que se va a morir, haríamos muchas menos tonterías, cuando vas cumpliendo años y la gente querida se ha marchado o está enferma o tú mismo afrontas que acabaremos desapareciendo dices: “qué estúpido he sido sin el sentido común de darme cuenta de que esto se ha acabado”.

K. M.: Los orientales son un poquito más listos en eso no, su sentimiento religioso le lleva a saber que esto es un tránsito, Y habrá mucha más gente que aproveche, que tienen más conciencia de que es un regalo a la vida.

J. C. R: Nacer es una casualidad y estar donde estamos y tener lo que tenemos. Los que tenemos unas vidas desahogadas, creo que tenemos la obligación de intentar volcarnos un poco más en el otro. Yo me considero un privilegiado, encima trabajo en lo que me gusta y desde ahí hay que dar muchas gracias, yo me tiro todo el día dando gracias a la vida.

 

La función la estrenasteis en septiembre del año pasado y desde entonces ha estado girando, ¿cómo está siendo la reacción del público?

J. C. R.: La gira está siendo un tiro de empatía con el público y creo que porque siempre es un buen momento para intentar hacer feliz a la gente. El público se divierte tanto, se ríe tanto, que a veces parecen risas de lata y luego, en esos momentos en los que les llevamos al drama, sorprende cómo navegan por él en silencio. El teatro se convierte en un espacio común donde compartir energía, estamos muy acostumbrados a los móviles, a las plataformas en casa, a consumir, pero el teatro sigue siendo el lugar del otro, de estar con gente que no conoces y, de repente, vivir una experiencia juntos.

 

En esta ocasión, con El inconveniente, habéis optado por una historia sencilla, cercana y apta para todo tipo de públicos y, como decís, está funcionando muy bien. Entonces, ¿por qué creéis que está tan denostado dentro de la profesión eso de hacer ‘teatro comercial’?

J. C. R: El cine tiene una narrativa mucho más clásica, se entiende generalmente mejor. En teatro, que también está fenomenal, yo también tengo textos y direcciones que han caminado por dramaturgias más alternativas, pero me encanta también contar una historia sencilla y que pueda venir mucha gente al teatro y que lo puedan ver y que puedan disfrutar. El inconveniente tiene una vocación claramente, como en la película, de aglutinar públicos. Puedan ver la madre, el padre, el hijo, el abuelo y creo que congregar también públicos me parece una cosa maravillosa.

K. M.: Y mover conciencias y pensamientos y eso lo puede hacer una obra menos comercial y una obra comercial, ambas pueden. En el momento que una obra, por más especial y extraña que sea, o poco común, pasa por taquilla ya es comercial. A veces se pretende poner la palabra comercial como algo negativo, creo que no es así. Yo creo que está lo que está bien hecho y lo que está regulero.

J. C. R: Estoy de acuerdo con Kiti, creo que hay que diferenciar entre buen teatro y mal teatro, bueno, todos queremos hacer buen teatro, pero la cosa está en hacer las cosas con amor y personalidad y ojalá que todo sea muy comercial, que vaya mucha gente a verlo; sea la propuesta que sea, en la sala más pequeña, más grande, intermedia, pero que el público vaya, si eso es ser comercial, yo siempre quiero ser comercial.

 

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