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Condeduque, un oasis para la vanguardia

Natalia Álvarez Simó: «Nuestras preocupaciones van tejiendo la programación de Condeduque»

Ahora que las direcciones de los espacios escénicos gestionados por el Ayuntamiento de Madrid han cambiado, hemos querido acercarnos al único de todos ellos que continúa manteniendo a su directora, Natalia Álvarez Simó, para descubrir el que quizá sea el espacio cultural más desconocido para el gran público y que, sin embargo, se ha alzado en muy poco tiempo como el gran abanderado de la vanguardia artística de la ciudad: El Centro de Cultura Contemporánea Condeduque.

Conversamos con su directora para que nos descubra las diferentes actividades que están llevando a cabo y que van más allá de la propia exhibición. Un espacio que ha aprendido a dialogar tanto con los vecinos del barrio de Chamberí como con artistas consagrados internacionalmente.

Ya son cuatro años al frente de la dirección artística de Condeduque. Un puesto que ocupaste tras una abrupta salida de Teatros del Canal y en un tiempo que, como a todos los directores que comenzasteis en aquella época, tuvisteis que aprender a lidiar con lo inesperado.

Entré en enero y en marzo estábamos encerrados, sólo me dio tiempo de conocer al personal. Fue entrar y ver qué programación había para plantearme que íbamos a hacer para la próxima temporada. Fue una situación de urgencia porque lo que queríamos era intentar salvar toda esa programación que estaba, fue una auténtica locura hacer eso desde casa, ir salvando a las compañías y ocuparnos en ese momento del sector. Eso fue lo más estresante.

 

Condeduque siempre ha sido un espacio desconocido para el gran público. ¿A qué crees que es debido y de qué manera quisiste desarrollar tu proyecto?

Yo ya venía con una idea de lo que quería hacer. Para mí había un problema fundamental y es que, si preguntabas a la gente de a pie qué conocían de Condeduque era porque venían a los cines de verano, a los conciertos en el patio, porque venían al mercadillo, los Veranos de la Villa… Todo lo que decían eran actividades que no eran propias del centro; así que, en un entorno tan complicado como es Conde Duque, donde convivimos siete instituciones más -El Archivo de la Villa, la Hemeroteca Municipal, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, la Biblioteca Pública Benito Pérez Galdós, la Histórica Municipal, la Biblioteca Musical Victor Espinós y la Digital Memoriademadrid-. El reto era darle una identidad y una línea. Así que hubo que darle unidad y crear una imagen de marca que comunicara que abarcábamos todas las disciplinas, desde el teatro o la música, pasando por las exposiciones o la mediación, hasta todo ese tipo de propuestas híbridas que son imposibles de clasificar, y qué artistas son los que presentamos. De hecho, nos dejaron ponerle un subtítulo: Centro de Cultura Contemporánea. Ha sido un milagro que, con una pandemia en medio y construyendo todo esto de cero, hayamos logrado tener rápidamente una identidad tan clara y posicionarnos tan bien en la ciudad.

 

En el informe del Observatorio de la Cultura del 2023 aparece Condeduque en el puesto 33 de instituciones nacionales y en el 10 en Madrid, ¿cómo valoras este posicionamiento?

Mi jefe técnico dice que somos el Valladolid jugando en la Champions (risas). Porque estamos en un listado junto al Museo del Prado, el Thyssen, el Reina Sofia y el Teatro Real. Somos un equipo de catorce personas dejándose la vida aquí. Me parece increíble. No tenemos ni un cuarto del presupuesto de ninguno de ellos, quizá nuestro presupuesto sea un 10% o un 15% del de ellos.

 

Condeduque, un oasis para la vanguardia en Madrid
Escena de ‘Vudú (3318) Blixen’ de Angélica Liddell. Foto de Luca del Pia.

 

¿Cómo habéis alcanzado este posicionamiento en un periodo de tiempo tan breve?

Porque cuidamos mucho la calidad de las propuestas, pero sin dejar de atender al sector. También significa que el público tiene una necesidad de estar en el hoy y en el ahora, saber qué está pasando. Para mí es tan importante poder tener propuestas internacionales como saber qué está pasando y que, tanto artistas como usuarios, se alimentan del mundo global donde vivimos. Igual que leo en el periódico noticias de todo tipo, pues lo veo en el escenario. Pero después también tengo que cuidar qué hay a nivel nacional, qué artistas hay o cuáles voy a tener que impulsar porque están empezando.

 

¿Podría decirse que Condeduque se ha convertido el epicentro de la vanguardia madrileña?

Sí, así lo creo. Y así, de hecho, nos ven también los compañeros europeos. Yo siempre insisto que nosotros trabajamos con el patrimonio del futuro. Es que, si no apoyo ahora a todos estos artistas, no sé qué vamos a hacer después.

 

¿Y de qué manera habéis puesto en marcha ese apoyo?

A veces me dicen que yo no tengo ideas, que tengo locuras (risas) porque me encanta inventar, imaginar. Somos un equipo pequeño, pero comprometido. Lo hemos hecho entre todos. Amo a mi equipo. Creo que todos tenemos voz y somos partícipes. Yo intento ser muy respetuosa con ellos, y esto es algo que hemos creado colectivamente. Yo puedo marcar unas líneas artísticas, pero un proyecto no es solo marcar unas líneas artísticas, también hay que transmitir mi entusiasmo a ellos y ellos tomarlo como propio. Y claro, es verdad que se ha visto muy rápido los resultados, nos ha ido muy bien, y el público está siendo muy agradecido también.

 

¿Cuál crees que ha sido la clave para conectar con el público?

Lo importante es hablar su lenguaje. Ahora, por ejemplo, tenemos un espacio polivalente, desde noviembre hasta finales de marzo, que se llama Espacio P.O.M. (Point of Movement), destinado a jóvenes en el que pueden inscribirse a través de una app y venir a ensayar sus bailes, hacer sus Tiktoks… Está abierto a todo el mundo que quiera venir a bailar, a presentar sus propuestas de práctica libre. También tenemos actividades específicas como ‘Bailar los patios’, un pequeño festival que va por su tercer año. Y lo hacemos gratuito en los patios para que todo el mundo se acerque al centro. También hacemos en música el festival ‘Qué suena en los patios’, que hacemos durante cuatro o cinco fines de semana aquí a la hora del vermut, son grupos que están empezando, que todavía no han grabado disco y se ponen en el patio abierto para todos. O también organizamos actividades para la familia, una vez al mes, son encuentros entre niños chiquitos y gente grande, con los artistas que van haciendo actividades de mediación distintas. Actividades que invitan a que la gente del barrio venga.

 

 

¿Cómo lográis llegar al propio barrio y a la vez vaya más allá y logre tener una estrategia comunicativa como centro internacional?

Hay un doble juego en todo esto, en toda la programación. Somos conscientes de que somos un Centro de Cultura Contemporánea y que nos debemos como espacio público a los ciudadanos y hay un compromiso público gigante sobre qué tengo que traer y qué necesita conocer el público. Y por otro, la conciencia del territorio en el que estamos y que lo que tenemos que hacer es apoyar a los artistas. Y entre esas dos cosas es donde nos situamos nosotros.

Desde nuestra pequeñez, intentamos estar al día con las redes y las nuevas maneras de comunicar. A mí me gusta mucho el marketing digital. Pero también hay un grupo de mediación que se encarga de hablar con todo el barrio, con los institutos, con los centros, las AMPAS de Chamberí. Es una forma de decirle a todos los institutos y colegios que estamos aquí, que vengan a usarnos. También hacemos buzoneo por todo el barrio informando sobre estas actividades que son muy del propio barrio.

 

¿Cuáles son las bases o las temáticas sobre las que se sostiene la programación?

A mí lo que me encanta decir es que las temáticas son las del bar, las de la cafetería donde yo me siento con mis amigos y hablo sobre los problemas que hay ahora. Para mí es importante hablar de temas que los puedas ver desde distintas perspectivas, desde las artes plásticas, desde el pensamiento, desde el cine… Y todos aporten distintos puntos de vista. Eso va tejiendo cuáles son nuestras preocupaciones del hoy y va tejiendo la programación.

 

Entrando en la programación de artes escénicas, donde encontramos nombres como los de Angélica Liddell, Rocío Molina, Niño de Elche, Los Bárbaros o Israel Galván, me gustaría que nos descubrieras algunas “perlas ocultas” qué nos vamos a encontrar a partir de febrero.

Bueno, aparte, de Angélica Liddell, que tenerla en Condeduque supone todo un reconocimiento a nuestro trabajo y a la línea de programación que estamos llevando, y que es indicativo de que empezamos a jugar una liga fuerte. También lo confirma, por ejemplo, que traigamos a Trajal Harrell con Köln Concert (23 y 24 de febrero), que es un coreógrafo americano, con base en Zurich, y que es la primera vez que va a venir a Madrid. Alguien fundamental en la escena internacional. Para mí es un acontecimiento. Igual que lo es contar con Sharon Eyal que vuelve para presentar Love Chapter II (del 3 al 5 de abril). Esto es gracias a que fuera ya nos tienen como centro de referencia.

También lanzamos una mirada a esos españoles que están trabajando fuera, como L’Alakran –Intelectuales se podrá ver el 1 y 2 de marzo- después de haber pasado por otros centros de referencia como son La Casa Encendida o La Abadía. Después, dentro de la gente joven está Gastón Core con Antes de que caiga la noche (17 de febrero), un proyecto que hacemos con él entre Barcelona y Madrid y que habla de los clásicos griegos, de La Ilíada, a través de los lenguajes urbanos, a través del del hip hop, para ver cómo llevar toda esa riqueza al hoy. Y , apoyando la escena local, tendremos a Poliana Lima (21 y 22 de marzo) con un proyecto nuevo que se llama The common ground.

Via Katlehong Dance, compañía sudafricana que hicieron un programa doble (18 y 19 de abril) que se presentó en Aviñón hace dos años, invitando a Marco Ferreira Da Silva, que es uno de los grandes nombres de la escena portuguesa, y la coreógrafa Amalia Dianor, que es una coreógrafa africana que trabaja con ellos. Bailan un tipo de danza que se llama Patsula, que se baila en Sudáfrica y que es una mezcla de distintos géneros, en el que incluso encontramos pasos de Michael Jackson, charlestón o hip hop. Y después tenemos un programa doble preciosísimo que es el Ciclo Barbarie Mineral (Del 22 al 26 fr mayo) con dos compañías, una española, Azkonatoloza con Cuerpo celeste, y después los belgas Silke Huysans & Hannes Dereere con Out of the blue. Ambas compañías tienen muchísimas similitudes, son parejas reales, los dos trabajan sobre teatro documental, y trabajan sobre la sostenibilidad y sobre el planeta y es la primera vez que se van a encontrar.

 

 

La escena alternativa tiene una fuerte presencia dentro de la programación madrileña, ¿de qué manera tiene cabida en Condeduque?

En abril tenemos programado un encuentro entre compañías emergentes. Es una convocatoria para conocer a estas compañías que trabajan en colectivo y que han pasado por todas las salas alternativas. Hay una especie de techo que parece que les impide como pasar a salas “más oficiales”. Está convocado para que se conozcan entre ellos. Esos encuentros me tienen emocionadísima. A la vez, está la Escuela de Invierno, que es una escuela de creación contemporánea, no es exclusivamente escénica, y que la lleva La Tristura, con profesores invitados de distintas áreas, cine, música, teatro… Además, hay una convocatoria de residencias cada año de la que intentamos que siempre salga algo para la programación.

 

¿De qué manera trabajáis para que la programación no se quede solo para aquellos aficionados que ya están al tanto de vuestras propuestas, sino que llegue al ciudadano de a pie, al vecino de la zona? ¿Cómo crees qué debería comenzar su incursión ese público menos habituado a propuestas fuera del mainstream?

Pues te tiene que traer un amigo. Es como escalar o como cualquier otra actividad que se salga de tu hábitat. Hay mil cosas en la vida que no conoces hasta que un amigo te lo muestra. A mí me parecen importantísimos los embajadores, aquellas personas que te traen para que descubras que te gustan cosas que ni hubieras imaginado y acabes, por ejemplo, diciendo: “yo pensaba que no me gustaba el teatro”. Pero es que tipos de teatro hay muchos, igual que libros o películas, tienes que encontrar qué es lo que te gusta y eso solo lo logras buscando con el apoyo del que te trae. Y, según sea tu curiosidad, vas ampliando. Lo que está claro es que nosotros tenemos que darle facilidades abriéndonos a todo el mundo. No nos equivoquemos, esto no es algo para minorías, sino que es un público específico, pero no minoritario. Nada tiene que ver una cosa con otra.

 

Me gustaría finalizar preguntándote de qué manera ha evolucionado Natalia en estos años al frente de las diferentes instituciones, ¿qué metas has logrado y cuáles has descubierto que no eran tan fáciles de conquistar?

He aprendido muchas cosas, la principal ha sido construir poco a poco, desde una base sólida. Sin medirnos con el resto de proyectos europeos porque vamos poco a poco, viendo cómo nos manejamos. Me gusta innovar y experimentar, igual que lo hacen los artistas en sus propuestas desde el centro. Como Comisaria me gusta llevar la innovación también a la parte de la gestión, para mí es importante que mi cabeza tenga, dentro de este día a día loco que tenemos, un espacio de visión para volar y ver cómo podemos cambiar las cosas, cómo podemos plantearnos hacerlas de otra forma o cómo investigar e innovar. Condeduque para mí ha sido un regalo increíble en el sentido de una amplitud de miras que va por encima de todas las disciplinas. Sí, yo soy comisaria de la parte de escénica, pero poder tener el lujo de estar ampliando este concepto, trabajar con gente joven y no tan joven, con artistas consagrados y dar espacio a todos, viendo cómo trazamos una propuesta que sea coherente en cuanto a líneas artísticas, eso es un regalo increíble. Pero también para mí está siendo muy importante haber aprendido a medir las batallas, a aceptar lo que no puedes conseguir, como puede ser cambiar la administración. Pero tengo la satisfacción de haberme planteado un objetivo que era que Condeduque sea un Centro de Cultura Contemporánea y tenga una identidad, y lo hemos conseguido.

 

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