Por Álvaro Vicente
Fotos: Emile Carlsen
La Casa de Asterión tiene dos magníficos anfitriones, Tilde Knudsen y Peter Kirk. Conformados como compañía en Copenhague hace ahora 20 años, desarrollan un singular proyecto artístico impulsado por la curiosidad y por la gloriosa manía de probar cosas que nunca han probado. Así abordan grandes obras de la literatura universal a través de interpretaciones muy físicas y experimentales. Siempre pensando en el público de todas las edades, se han ocupado tanto de la Ilíada de Homero como del Macbeth de Shakespeare. “Nos gusta el patetismo tanto como el humor -dicen ellos-. Nos encanta la pátina caprichosa y la poesía cruda”. A través de esa expresión única basada en la alegría y en las paradojas de la vida, han llegado a concebir esta pieza unipersonal sobre el clásico de Lewis Carroll.
Ganadora este año del Premio a la Mejor Interpretación Femenina en FETÉN, la feria europea de artes escénicas para niños y niñas de Gijón, Tilde Knudsen estrena en Madrid, en el Festival de Otoño, un montaje en el que ha tenido la fundamental colaboración de la diseñadora de vestuario inglesa Susan Marshall. Porque lo normal es que el vestuario entre al final de un proceso creativo, pero en este caso ha sido diferente. Lo explica así la propia Knudsen: “Usamos el vestuario y las formas geométricas como punto de partida desde el primer día y, a partir de ahí, dinamizamos las figuras de la pieza. Ha sido un proceso apasionante y divergente, que ha dotado a la actuación de una fuerte expresión visual”. Basado en piezas modulares y en las sencillas formas geométricas de círculos, triángulos y cuadrados, el vestuario es tan estrafalario y cambiante como el país de cuento al que llega Alicia. Se crea así un diálogo no verbal muy especial entre el movimiento de Knudsen, el ingenioso vestuario de Susan Marshall y la música, creada por el compositor Klaus Risager que, con instrumentos y sonidos reales, ha construido un paisaje sonoro atmosférico que viaja entre la sencillez, el salvajismo y el caos.
El montaje, siguiendo el espíritu del original, es un homenaje a la sinrazón, la fantasía y la anarquía, una extracción de la piedra de la belleza en la mina del caos donde se busca incansablemente el equilibrio entre lo grotesco y lo realista, entre lo confuso y lo accesible, entre lo cómico y lo trágico. Pese a estar pensado para público menudo, las de Asterions Hus no son representaciones que expliquen, sino que provocan y sugieren. Su Alicia es más sutil, retorcida y hasta peligrosa, pero porque aspira a ser transformadora. Y en este caso, también universal, pues la ausencia de palabras provoca que la pieza, sin embargo, hable un idioma que no entiende de fronteras ni nacionalidades. Básicamente habla el idioma de la imaginación cuando, con un montón de cajas y papeles blancos, Knudsen consigue que veamos al conejo blanco, a la reina de corazones, a la oruga y todas las maravillas que se encuentra en su descenso por la madriguera. La aventura atrapa a niños y grandes.
A partir de 6 años.