Situación de las salas de teatro independiente
Por Sergio Díaz
Foto portada: Patio de la Escuela de Interpretación Cristina Rota/La Mirador
Hemos preguntado a las salas de teatro independiente madrileñas sobre cómo están viviendo esta crisis del COVID-19 y, sobre todo, para conocer cómo les va a afectar de cara al futuro… si es que son capaces de vislumbrar ese futuro ante tanta incertidumbre que tienen por delante. Hemos tratado de reflejar sus realidades, diversas en la forma pero muy parecidas en el fondo, para que podáis conocer mejor el enorme esfuerzo que supone levantar un proyecto cultural en este país -en el que no hay tantas ayudas como se supone que tienen- y lo fácil que es que ese sueño se derrumbe a las primeras de cambio cuando llegan mal dadas.
Ya que este mes de abril Godot no puede estar en la calle (por primera vez desde que comenzamos hace ya 10 años), hemos querido intentar visibilizar la situación de las salas teatrales para que no se les olvide. Para seguir diciendo, una y otra vez, lo importantes que son estos espacios para nuestro tejido cultural y social. Ellas ayudan a que una sociedad sea más sana, más crítica, más formada… Por eso no podemos permitirnos el lujo de perder a ninguna de ellas.
Todo ocurrió muy rápido. Demasiado rápido para poder asimilarlo. Del 11 al 13 de marzo todo cambió. Era imposible poder informar correctamente de lo que estaba pasando ya que se sucedían los distintos comunicados sala tras sala, teatro tras teatro, y en cuestión de minutos todo volvía a cambiar.
Primero fueron comunicados anunciando que las funciones teatrales seguirían de forma normal, luego que se reducía el aforo a 1/3, a las pocas horas que los teatros en los que se congregasen más de 500 personas tenían que cerrar, los privados con menor capacidad podían permanecer abiertos… En algún momento, escaso eso sí, se pudo imaginar que sólo se tomarían medidas preventivas, que se podían salvar algunas funciones y podíamos seguir navegando entre las aguas de la normalidad distópica. Pero fue un espejismo. La realidad de las cifras -y el alma de los muertos- hizo que hubiera que bajar el telón indefinidamente. Y con ello bajaron también los cierres metálicos. Y tras esas puertas cerradas quedaron los esfuerzos de todos y todas las que allí trabajan para sacar adelante su proyecto cultural. Y por delante un futuro incierto.
Al hilo de esto y ya que por circunstancias obvias Godot no se va a poder publicar en el mes de abril (es la primera vez que nuestra publicación va a faltar a su cita con las calles desde su fundación -crisis de 2008 mediante-), hemos querido seguir estando en la calle de alguna manera. Hemos querido acompañar en esta travesía a todas las personas que forman parte del tejido escénico de nuestra ciudad con varios artículos que reflejen su sentir ante esta situación.
En este artículo hemos preguntado a todas las salas teatrales independientes de pequeño formato (la llamada escena Off, aunque sabemos que esta definición no es del gusto de todo el mundo) para poder reflejar el estado en el que se han quedado, las consecuencias -presentes y sobre todo futuras- que tendrán para ellos esta crisis del COVID-19 y así hacer que se visibilice su situación de cara a que comprendamos mejor el enorme esfuerzo que supone levantar un proyecto teatral en Madrid y lo fácil que es que todo se venga abajo. Sobre todo si les dejamos solos. Si nadie les ayuda.
A partir de aquel 13 de marzo desde el Gobierno de España se instaba a los ciudadanos a teletrabajar. ¿Pero cómo se teletrabaja en un teatro? Susana Garrote, de Teatro de las Aguas, lo tiene muy claro. “Es imposible para nosotros. Siempre se olvidan de muchos sectores que parece ser que no somos importantes”. May Fernández de la Sala Mayko opina lo mismo: “A nivel salud me parece una medida perfecta por precaución, aunque no es aplicable a nuestro negocio”. Y Eva Navarrete, de La Escalera de Jacob, nos comenta que “ojalá trabajáramos en un sector que permitiera el teletrabajo. Como dice Gerard (Clúa), el teletrabajo en teatro se llama cine”.
Aunque hay quien busca reinventarse y trata de ofrecer alternativas dentro de esa tendencia -que también resulta controvertida y que cuando esto pase habrá que analizar detenidamente- llamada #teatroencasa, como hacen desde Microteatro: “En estas circunstancias complicadas nos ha tocado darle a la cabeza y hemos creado la iniciativa #MicroEnCasa, en la que emitimos obras de microteatro en directo para que los espectadores las puedan disfrutar desde casa” tal y como nos comenta Irene Herrero.
Grandes pérdidas
Este obligado parón de actividad causa un enorme perjuicio en estos espacios que no pueden obtener ningún ingreso efectivo mientras dure el Estado de Alarma. Así las pérdidas económicas serán cuantiosas. Jaime Bartolomé desde Bululú2120 no comenta que las pérdidas serán de “entre 15.000 y 20.000 mil euros al mes contando con la pérdida de ingresos de las actividades relativas a la sala de teatro y a la escuela, más los gastos que suponen el alquiler y demás cuestiones”. 5.000 euros son las estimaciones que hace Begoña Crespo desde La Nave de Cambaleo. Miguel Torres, gerente de Lagrada, nos indica que “los gastos fijos al mes son de unos 6.500 euros. Dejaremos de ingresar por taquilla y estamos negociando el tema de ayudas públicas para que no se recorten en aras de tener menos actividad y que se hagan efectivas dentro del año, si no sería la ruina”. Marcos Fernández, uno de los gerentes de Nueve Norte nos dice que “dejaremos de ingresar una media de 15.000 euros mensuales. El alquiler y demás gastos fijos se pagarán con lo ahorrado de diciembre a febrero”. Ana Belén Santiago, de Teatro del Barrio, nos cuenta que “calculamos que perderemos en torno a los 40.000 euros mensuales, atendiendo a los gastos que seguimos asumiendo a pesar de la inactividad y lo que no ingresamos por el cese de actividades”.
Los gestores de Nave 73 nos cuentan que “según los cálculos que hemos hecho hasta ahora, nuestros ingresos se verían mermados entre un 70 y un 75% mensual, si conseguimos mantener la actividad mínima de escuela que tenemos en estos momentos”. Para Susana, de Teatro de las Aguas, esta situación es literalmente “la ruina. Vivimos al día y nos mantenemos con mucho esfuerzo”. Y Carlos De Matteis, de Plot Point, incide en que “los ingresos son CERO y los gastos siguen siendo los mismos: salarios, SS, alquiler, luz, etc, etc… Hasta el 30 de marzo no hemos recibido más que promesas de tener en cuenta la situación. Y el 31 de marzo pagamos la SS y autónomos como si nada hubiera ocurrido. Nos obligan a parar la actividad sin horizonte”.
Estas son las consecuencias de que se hayan suspendido más de 150 espectáculos mensuales, que hayamos podido contabilizar en los datos que hemos recabado, así como todos los cursos, talleres, laboratorios, actividades escolares, etc., que no se han podido reorientar a hacerlo ‘online’. “Todo este parón nos supone un problema a la hora de afrontar los pagos corrientes, empezando por el alquiler. Está teniendo lugar una batalla interna, como la de tantas salas y tantos negocios, para ver si podemos suspender o retrasar facturas, sin otra ayuda que la esperanza en la comprensión que puedan tener nuestros interlocutores”. Nos cuentan desde Teseo Teatro.
Ya hemos visto que el impacto económico es enorme en todas las salas. Pero además de eso, lo peor de esta crisis -y de todas las crisis en realidad- son las personas que se quedarán en el camino. Las que desafortunadamente lo hacen físicamente y las que perderán su trabajo, sus proyectos, sus ahorros, sus sueños… Los pequeños teatros no suelen contar con grandes plantillas de trabajadores, pero con que haya uno que se tenga que ir ya es una pérdida enorme. Y desgraciadamente, sin ingresos, muy difícilmente se pueden aguantar todos los puestos de trabajo, aunque hay salas que lo intentan por encima de todo como nos indican desde Plot Point: “La tribu somos 10, nos hemos comprometido a sobrevivir juntas o ahogarnos juntas”. También en La Nave de Cambaleo, la sala situada en Aranjuez, intentan no dejar a nadie fuera. “De momento podemos mantener los 7 puestos de trabajo que tenemos. El problema grave va a venir después, el trastazo económico que llegará en unos meses”. Lo mismo ocurre en Microteatro: “Por suerte, de momento, no hemos tenido que tomar ninguna decisión. Perder a uno sólo de nosotros sería una tragedia”.
Pero la mayor parte de salas han optado por realizar un ERTE, como un gran porcentaje de empresas de este país. Una solución intermedia para tratar de que cuando todo esto pase volver a la situación que tenían hasta el 13 de marzo. “Nosotros, en Bululú optamos por hacer un ERTE con fecha lunes 16 de marzo. Nuestra idea es conservar esos puestos de trabajo y volver a contratarles tan pronto como podamos recuperar nuestra actividad. Bululú es su gente y algunos de ellos llevan con nosotros toda la vida”. También lo han hecho desde Nave 73. “Nos hemos visto obligados a acogernos al ERTE. Es una decisión que nos ha costado mucho tomar. Por suerte, todos los que formamos parte de Nave 73 somos como una gran familia y nuestros trabajadores nos han dado todo su apoyo y se han mostrado dispuestos a remar a favor en todo lo que puedan aportar para conseguir, entre todos, salir adelante”. Y lo mismo nos cuenta Carlos A. Alonso desde Pradillo. “Al igual que casi todas las compañeras estamos aplicando ERTES, pues de lo contrario la situación se volvería muy difícil económicamente, por no decir insostenible”. La sala Réplika Teatro, que cambió de sede hace apenas año y medio, también se ha acogido a un ERTE y vive la incertidumbre de poder hacer frente a todos los gastos derivados de su actividad como teatro y como escuela.
Tomar medidas
Y para poder volver a la ansiada normalidad es cuando se hace imprescindible que el gobierno de un país no deje de lado a sus ciudadanos. A ninguno, por supuesto, pero en el ámbito de la cultura, que es el que nos ocupa, y que suele sufrir tanto cualquier situación adversa, pues mucho menos. El Gobierno ya ha hablado de medidas, pero en general al sector no le terminan de convencer. “¿¿¿Qué medidas??? Nuestros gestores nos han dicho que de momento no hay ayudas a las que nos podamos acoger”, exclama de forma vehemente Ángeles Porras, de Estudio2 Manuel Galiana. Desde El Umbral de Primavera nos dicen que “por parte del Gobierno son anuncios sin líneas claras de acción para nuestro sector. Esperemos que no pase como en la última crisis financiera, que la pagamos los más vulnerables”.
El sector necesita otras muchas cosas para salir adelante. Desde Teatro del Barrio nos aportan un enfoque interesante sobre lo que hace falta. “Fundamentalmente, un cambio de foco. Pasar de entender que la cultura es un porcentaje del PIB, una industria generadora de empleo y de riqueza (que en un volumen concreto, sí lo es) para entenderla también como un aglutinante de miradas y voces que son la otra salud de nuestra sociedad”.
Si hablamos de medidas más tangibles, desde La Mirador nos dicen que “los apoyos que necesitaremos serán mucho mayores de los que de momento se han puesto encima de la mesa. Hay circulando una carta del mundo de la cultura a nivel Europeo que consideramos que es un buen punto de partida para entender qué medidas se necesitan” (https://www.openpetition.eu/petition/online/open-letter-to-the-eu-demanding-support-for-the-cultural-and-creative-sectors-in-the-covid-19-crisis)
Para Susana Garrote, de Teatro de las Aguas, “la cultura es un sector muy afectado al que se le imposibilita trabajar. Necesitamos ayuda económica a corto plazo”. Desde El Umbral inciden en que “necesitamos ayudas al sector de forma urgente. Rebaja del IVA, aplazamientos en las obligaciones tributarias, financiación para costes de alquileres, sueldos del personal, etc”. Y Carlos De Matteis, de Plot Point, eleva sus peticiones. “Todos los sectores de pymes, autónomos, y empleados necesitan medidas concretas. Vamos a desaparecer muchas si no recibimos ayuda”. Charo Bergón de Teatro Karpas se muestra igual de rotunda y verbaliza un miedo que sobrevuela a todos y cada uno de estos espacios: “Si no hay ayudas contundentes tendremos que cerrar”.
Cultura subvencionada
Ayudas, ayudas, ayudas… es una de las palabras más utilizadas estos días por todos los que ven -vemos- peligrar su -nuestro- puesto de trabajo, la empresa, un techo bajo el que dormir… El sector de la Cultura no iba a ser menos. Por supuesto que hay otros sectores prioritarios ahora mismo, como ayudar a evitar que la sanidad colapse, como bien dice Marcos Fernández de Nueve Norte: “La cultura va a pasar un calvario, sin duda. Pero también da apuro reclamar en este momento nuestra situación cuando lo que faltan son mascarillas, camas y respiradores. Hay gente perdiendo el trabajo, pero también hay gente perdiendo la vida. No es el momento de jugar al victimismo. Eso sí, cuando lleguen las ayudas, la cultura debe recibir la parte que le corresponde, como es obvio”. La falta de previsión dentro de la sanidad pública es un problema de más hondo calado que habría que tratar en profundidad, y yo no soy quién. Si hablamos sobre la Cultura es cierto que es un sector subvencionado, pero como tantos otros (bancos, autopistas, navieras, constructoras, etc., etc., etc.). Sin embargo esas subvenciones no llegan a todos. Leyendo todas las impresiones que nos han dejado podéis ver que muchas salas no reciben nada de dinero público. Como nos indica Luis Echeverría de El Corral de Lope, “No compartimos la idea de que la cultura está muy subvencionada, desde nuestra experiencia hay un enorme sector del teatro, por no decir la mayoría, que no cuenta con subvención y vive de la taquilla semanal que generan sus funciones”.
Otras salas sí las reciben, como es lógico, porque cumplen con los requisitos para obtenerlas, pero en mucha menor medida que otros sectores más arriba mencionados, pero con esta situación, esas ayudas también se han parado como nos dice Miguel Torres de Lagrada. “El problema es que se estaban convocando las ayudas de 2020 cuando apareció este ‘bicho’, pero los plazos de requerimientos y respuesta a dichos requerimientos se van a dilatar y esto afecta a las concesiones, aceptaciones y como no al abono de las ayudas, eso es lo que estamos negociando con las administraciones”. Un problema añadido a la ya enorme complicación que hay por delante. Y es que nada es fácil para el sector cultural en este país. Aunque aún haya gente que piense que todo el mundo que nos dedicamos a esto de las Artes Escénicas -ya sea de forma directa o tangencial- vivimos como queremos, como bien indica Olga Baeza de Cuarta Pared. “Quizás la sociedad aún percibe las artes escénicas como un mundo elitista separado del pulso de la realidad, quizás lo percibe, en conjunto, como un ambiente privilegiado. Pero la realidad es mucho más amplia y diversa”. Y no es esa la realidad que aquí estamos mostrando. No lo es para el sector teatral general y mucho menos para estos espacios independientes. “La Cultura somos los grandes olvidados en los grandes momentos” sentencia Susana Garrote de Teatro de las Aguas. Para Nacho Bonacho, gestor de la Sala Tarambana, “El problema de esto en la percepción que tiene esta sociedad de la cultura. En general, se nos mete a todos en un mismo saco, este saco tiene más que ver con el ocio y el entretenimiento que con la cultura. Desde esta visión, nos hace ser un sector ‘desechable’ en momentos de crisis, ‘porque hay otras cosas mucho más importantes’. La cultura debería estar al nivel de la educación y la sanidad. Es igual de vital para que una sociedad crezca y evolucione. Pero viendo cómo se ha tratado a la sanidad y a la educación no me extraña que no se reconozca al sector como se debería”. Pero quizá haya a quien le interese seguir tratando a la cultura como se la trata y seguir fomentando este estéril debate sobre los privilegios de la cultura, y como dice Carlos de Plot Point, “los ‘titiriteros’ molestamos y algunos lo expresan sin pelos en la lengua. Para ellos somos hippies, vagos, putas, travestis, raros…”.
Somos los distintos, sí, entre nosotros por supuesto, pero también distintos de ellos, de aquellos que nos ven como seres inútiles que no aportamos nada, cuando somos un órgano fundamental para el buen funcionamiento de una sociedad. Somos el espíritu crítico que sobre un escenario o en la calle llama a las cosas por su nombre, os saca del letargo, despierta vuestras emociones y aplica descargas de insulina que permite disponer a nuestras células del aporte necesario de glucosa para seguir viviendo. Somos el puto páncreas, algo de lo que nunca te acuerdas, pero cuando te falta estás jodido. Somos la farándula. Y volveremos más fuertes.
Aquí debajo podéis leer íntegramente todas las entrevistas que nos han concedido y conocer de primera mano lo que sienten y piensan sobre todo lo que está ocurriendo. Algunos teatros no han querido/podido participar porque la situación tan compleja en la que están inmersos les tiene ocupados apagando otros muchos fuegos, pero queremos agradecer a todas las salas madrileñas, sin distinción, hoy y siempre, su deferencia con nosotros. Al fin y al cabo somos compañeros de viaje. Gracias.