Aunque el cine y la tv la tienen muy ocupada, Marta Etura se deja ver de nuevo en el teatro de la mano de Miguel del Arco, que la dirige en Ilusiones, una pieza del autor ruso Ivan Viripaev en la que se enfrenta a un reto interpretativo mayúsculo. Tanto ella como sus tres compañeros en escena (Daniel Grao, Verónica Ronda y Alejandro Jato) hacen malabares con las emociones de los cuatro personajes que comparten.
Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
Fotos: Vanessa Rábade
Qué gusto tenerte de nuevo en el teatro, después de dos experiencias escénicas que tenían que ver con la danza junto a Chevi Muraday: Return y Teresa ora el alma.
Con Return hicimos una gira muy larga, fue un espectáculo que funcionaba muy bien y de hecho las últimas funciones fueron justo antes de quedarme yo embarazada, fue una gira muy larga, estuvimos fuera, en países como Bulgaria, y Teresa ora el alma tuvo menos recorrido, pero sí, esto era más bien danza.
Esto ya es teatro puro y duro, además con la dificultad añadida para vosotros de que estáis en escena haciendo un doble personaje, un narrador que cuenta la vida de alguien al que de pronto pasáis a dar vida.
Tal cual. Son cuatro narradores que cuentan historias y muchas veces las cuentan desde un lugar totalmente aséptico y otras veces entran en primera persona y son el personaje, otras veces entran en tercera persona, y a lo largo de la función se van como impregnando de lo que les sucede a los personajes a través de esas historias.
¿Qué te sedujo de la obra, cómo fue la primera lectura?
Tiene una estructura muy poco convencional y es una obra peculiar. No es una historia con una narrativa continua, sino que empieza por el final, luego cuenta historias puntuales de la vida de estos personajes y a medida que lo vas leyendo no dejas de preguntarte: pero esto de qué va, no entiendes nada. Y prácticamente cuando llegas al final de repente de cae la ficha y vas colocando todo y entiendes perfectamente y te vas dando cuenta de lo que habla y es bastante conmovedor, al menos a mí me conmovió bastante cuando llegué al final la primera vez que la leí.
¿A qué ilusiones se refiere el título?
A las ilusiones que nos creamos en la vida. Al final, tú tienes una vivencia y esa vivencia, pasado el tiempo, la recordarás de una determinada forma que seguro no es exactamente lo que sucedió. Pasa también cuando alguien narra algo de otra persona tampoco lo cuenta tal cual sucedió, la verdad es muy difícil de reinterpretar, prácticamente es imposible recuperar la verdad, cada versión de cada uno tendrá su verdad. Y la obra habla también de cómo cada uno se construye su vida, cómo funcionan sus deseos, sus proyectos vitales. Habla de los temas de siempre, de la vida, de la muerte, del amor, de la amistad, de todo un poco, de todo lo importante de la vida, y de cómo es la conducta del ser humano relacionada con el amor, la amistad, etc. Esa ilusión que uno genera a través de sus recuerdos y de sus vivencias, en definitiva, que es imposible recrear exactamente.
El autor dice que es una comedia, pero al parecer la obra arranca con una muerte… muy cómico no parece.
Lo cierto es que cuando empezábamos a trabajar la obra nos costaba ver dónde estaba la comedia, porque efectivamente es un recorrido vital a lo largo de las historias de estos personajes e igual que en la vida hay momentos graciosos pero la vida también tiene momentos muy dramáticos. La obra empieza con la muerte, luego recorre la vida y acaba de nuevo en la muerte de otros personajes. Pero tiene mucho de comedia, y mucho de drama, como en la vida misma, vamos.
En esa dualidad que plantea la obra, los narradores son seres asépticos, que no acusan emocionalmente el relato que hacen sobre lo que les sucede a esos cuatro personajes. A juzgar por las fotos de promoción de la obra, hay incluso algo forense, algo que recuerda a La lección de anatomía de Rembrant.
Es lo que les sucede a estos narradores, aunque depende de las historias. Hay momentos en los que solo quieren contar la historia, sin afectación emocional, pero inevitablemente se van a ir empapando de lo que les sucede, no solo ellos contándolo, sino a través de los otros narradores, de la escucha de lo que dicen los otros. Al final, estos narradores harán su propio viaje a partir de las historias de estos dos matrimonios y se irán impregnando de lo que les sucede, que es lo le pasará también al público.
¿Quiénes son esos matrimonios, son gente ‘normal’, como nosotros, son reconocibles, gente con la que uno se puede identificar fácilmente?
Absolutamente. De hecho, me parece que la obra está escrita con mucha inteligencia en ese sentido, porque estoy convencida de que todo el mundo en el público se va a identificar en algún momento, en algún lugar, porque como te cuento, habla de la vida, de la muerte, del amor, de la amistad, de sentimientos y de relaciones que todo el mundo tiene y experimenta, por las que todo el mundo pasa. Y ese tipo de relaciones, tanto de amor como de amistad, suelen tener unos recorridos parecidos en todos los seres humanos. Y si no has pasado por determinado lugar, seguro que habrías deseado pasar por donde ha pasado el otro. Siempre en algún momento te vas a sentir o identificado con tu propia historia o identificado con tu deseo.
¿Qué dificultad entraña para vosotros, para los actores, este juego de personajes, de entradas y salidas?
Ese es el reto interpretativo de esta función. Miguel nos dijo al empezar que es una función atlética y estoy totalmente de acuerdo, porque estos narradores pasan por un personaje, luego vuelven al narrador aséptico, luego saltan a otro personaje, luego se han contagiado de lo que le pasa al personaje desde el narrador… es un ejercicio constante de entrar y salir de un personaje a otro, y de una emoción a otra, de sentir algo muy intensamente a no sentir nada en el segundo siguiente, porque no quieres implicarte. Es un ejercicio interpretativo para mí, al menos, bastante difícil.
Bueno, eso no deja de ser o parecerse, a lo que está en la base de vuestro trabajo como actores, ¿no? Pasáis de ser vosotros a ser los personajes, a vivirlos en primera persona, a crear la ilusión del presente en escena…
Sí, lo que pasa es que uno está más acostumbrado, porque es lo normal, es tener un personaje y entrar en ese personaje, defenderlo, vivir lo que le sucede durante un tiempo concreto, a lo mejor tienes dos en algún proyecto, pero lo normal es tener uno. Y aquí hay algo muy esquizofrénico.
Entiendo, por lo que dices, que no solo pasáis de un narrador a un personaje, sino que vais saltando por los cuatro protagonistas.
Exactamente, los narradores cuentan la historia de dos matrimonios, un matrimonio es Sandra y Dani y el otro es Alberto y Margarita, entonces, además de ser narrador, tú entras en el personaje de Dani o en el de Sandra o en el de Alberto o en el de Margarita, en cualquiera de ellos, además del narrador, con lo cual todos terminamos haciendo de alguna manera 5 personajes.
La obra también de la ilusión de permanecer, la ilusión de dejar una huella en tu paso por la vida.
Sí, la función habla de eso porque habla del ser humano y de sus sentimientos, de los más primarios y universales, y una de esas preocupaciones acuciantes del ser humano siempre ha sido saber qué hacemos aquí, ¿estamos de paso? ¿Me muero y ya, se acabó? ¿A dónde va todo esto que he aprendido, todo esto que he sentido? ¿El amor que yo he sentido perdura, se muere, desaparece? ¿Hay alguna clase de permanencia? De todo esto habla la función.
¿Tú qué crees al respecto? ¿Tienes respuesta para alguna de esas preguntas o habéis encontrado alguna interesante durante el proceso creativo de esta obra?
Eso es lo que hace plantearte la obra precisamente, una de las muchas reflexiones que te propone la obra y lo que me encanta de esta función es que no te da ninguna respuesta, todas las preguntas que plantea se quedan en el aire para que tú te las lleves, que además son todas preguntas que todos nos hacemos a lo largo de nuestra vida.
¿Cómo te gustaría a ti que fuera tu huella tras este paso por la vida?
Bueno, yo creo que igual que todo el mundo, vivirla en presente, estar presente, vivir cada cosa intensamente, yo suelo vivir las cosas bastante intensamente, disfrutar la vida en la medida de lo posible, de vivirla, de comprometerte con ella, y también de llevar a cabo tus deseos, que en mi caso es crear una familia, que ya la tengo, y que me hace feliz, y crecer como actriz, y poder trabajar de ello en buenos proyectos, entre otros deseos. En ese sentido, todos somos muy parecidos.
“Hay veces que me pregunto / pero no sé contestarme / Lo que hacemos en la vida / luego de nada nos vale / Todo es una mentira / todo se lo lleva el aire / Porque todo lo que piensas tú / son ilusiones…” Esto que cantaban Los Chichos en 1977 tiene mucho que ver con lo que cuenta esta obra que Ivan Viripaev estrenó en 2011, un drama con toques de comedia, o viceversa -como la vida misma-, que revela, a través de las historias entrelazadas de dos parejas casadas, las paradojas de la pasión y la muerte, la lealtad y la traición, la verdad y la ficción. En definitiva, una disección del verdadero amor trazada en claroscuros.
Teatro Pavón Kamikaze
Del 13 de febrero al 3 de marzo