La última vez que Álvaro y yo hablamos fue tomándonos unas cervezas tras ver una función en Nave 73 -para quienes no la conozcan, sala teatral referente del circuito Off madrileño-, antes de que La casa de papel lo petara y se convirtiera en un fenómeno planetario, lanzando a Álvaro hacia la estratosfera audiovisual. “¡Cómo es la vida de loca, tío! -me dice mientras se prepara para la matinal, hoy toca doblete, que sube el telón en algo más de una hora-. Estás en Córdoba estudiando Arte Dramático, con las mallas puestas, las zapatillas de danza y con camisetas rotas, soñando estar en cualquier teatro, en cualquier escenario de cualquier sala alternativa y, de repente, te ves aquí, en el West End”. Me dice desde un camerino del Duke of York’s Theatre, emblemático escenario londinense por el que han pasado figuras de la talla de Sir Ian McKellen, con un legendario Rey Lear, quien casualmente asistió hace unos días a una función de Barcelona, o contar con el prestigioso honor de haber albergado la primera representación de Peter Pan.
SER CABEZA DE CARTEL EN EL WEST END
Buscando y rebuscando, y a riesgo de pillarme los dedos con esta afirmación, podríamos decir que -posiblemente- Álvaro Morte sea el primer actor español que protagoniza una obra de texto en inglés en el West End londinense. Se lo pregunto y me dice entre risas y algo abrumado: “Fíjate que no lo he querido mirar porque me parecía vanidoso”. Por supuesto que han sido muchos los artistas españoles que han trabajado en los escenarios londinenses, desde Nuria Espert dirigiendo a Irene Papas en una histórica versión de La casa de Bernarda Alba, pasando por Miguel Antelo o Julia Möller en producciones de teatro musical, hasta llegar al desaparecido Cervantes Theatre, que permitió que el teatro español encontrara un espacio dentro de la escena anglosajona; pero Álvaro Morte -insisto, posiblemente- puede que sea el primer español que haya encabezado el reparto de una producción inglesa. “Es un reto hacer una obra entera en un idioma que no es el tuyo. Es muy diferente aprenderte un texto o expresarte en los ensayos cuando es en otro idioma”. Me comenta, eso sí, contando con la ventaja de que en Barcelona interpreta a Manuel, un personaje que le ha obligado a forzar y españolizar su inglés. “Aunque hablo inglés, en la función aprieto mi acento español, e incluso cometo algunos fallos que ya vienen indicados en el texto”.
El argumento de Barcelona cuenta el encuentro entre Irene (Lily Collins), una turista americana que viaja a Barcelona de despedida de soltera con un grupo de amigas, y Manuel, «un tipo muy sardónico», al que conoce en un bar y con el que acaba pasando la noche en su apartamento. “El viaje de la función es cómo ellos se van descubriendo el uno al otro y cómo descubren cosas también de sí mismos”. Explica Álvaro, sobre esta función que se apoya en los clichés españoles y norteamericanos para, en un momento dado, desmontarlos y «llegar a la persona más allá del prejuicio. Ahí es cuando de verdad llegan a un entendimiento -me cuenta Morte sobre la función-. Con los tiempos que corren, me parece muy importante lanzar un mensaje de ‘señores, dejémonos de tonterías y mirémonos a los ojos’, y ver qué nos pasa a nivel humano, seamos de donde seamos y creamos en lo que creamos». Y apunta un detalle que le gusta particularmente del texto. “Hay una parte de la historia que está muy relacionada con los atentados del 11-M en Madrid. Me apetecía tener la posibilidad como español de poder contar cómo se vivió aquello. Que lo pueda escuchar y ver gente de todo el mundo, y tener la oportunidad de poder compartir con ellos eso que nos sucedió, que probablemente les llegaría a través de las noticias de una forma fría y, quien sabe, si objetiva. Tener la oportunidad de hablar de ello desde un punto más emocional, me parecía muy importante”. Y ahí lo deja con una sonrisa misteriosa para no desvelar nada sobre la trama del espectáculo.
COMPARTIR ESCENA CON UNA “DEBUTANTE”
Esta no es la primera vez que ofrecen a Álvaro hacer teatro en Gran Bretaña, pero los proyectos no terminaban de atraparle, hasta que hizo la prueba para esta producción dirigida por Lynette Linton, directora con la que posee cierta conexión en cuanto a trayectoria, ya que ambos vienen de trabajar en salas pequeñas y ahora cuentan con una gran proyección. Cuando la representante de Álvaro le llamó para darle la noticia de que querían que estuviera dentro del proyecto, él pidió tener un encuentro vía Zoom con su compañera de escena, Lily Collins, “somos solo ella y yo en escena y quería comprobar si había algo de química entre nosotros, porque pasar una hora y media sobre el escenario todos los días, durante doce semanas, es todo un reto”. Por suerte la hubo, aunque el reto más importante fue precisamente para Lily Collins que se estrena como actriz de teatro con Barcelona. “Jamás dirías que es su primera vez. Es verdad que es hija de quién es -su padre es el músico Phil Collins-, entonces está acostumbrada al mundo de los escenarios y del espectáculo y, desde ese sitio, sabe perfectamente dónde se está moviendo -comenta el actor-. Es una actriz como la copa de un pino. Está siempre al cien por cien y siempre por la labor de trabajar y hacer las cosas una y otra vez. Nos llevamos increíblemente bien y creo, sinceramente, que esa energía se nos nota y traspasa. Es una de las cosas que más habla la gente, de la química que tenemos en el escenario, lo cual es guay cuando tienes que defender una obra. O tienes química o lo tienes muy cuesta arriba”.
VOLVER A LOS ORÍGENES
“He tenido muchísima suerte de estar trabajando delante de la cámara con proyectos que me han dado cosas muy bonitas, pero tenía muchas ganas de retomar el teatro”, lugar que Álvaro identifica como su “casa”, y que según me cuenta, para él “es donde arranca todo, donde me siento cómodo” y que echaba de menos el proceso de ensayos, el “vacío” que representa ponerse ante un texto “y las distintas formas que te permiten andarlo”. Y le pregunto qué es lo que tiene, para él, el subirse a un escenario para que, más allá del prestigio y la fama que da el colarse en las pantallas de medio planeta, se quiera volver subir a las tablas: “El público -Afirma con rotundidad y sin pensarlo-. El público te da el ritmo, la pausa, te da el tempo y la respiración. El público forma parte del cómo se cuenta una historia y eso no lo da una película. Además, el teatro te da el contacto y el formar parte, en cierto sentido, de la historia, que es algo que para mí es absolutamente mágico”.
Habiendo hecho teatro en España y ahora en el West End, es inevitable preguntarle qué diferencias encuentra. “Creo que hay diferencia, no solamente con España, sino con todo el mundo. Londres es una referencia mundial, la esencia teatral que desprende Londres es otra cosa, es vibrante. El respeto que se tiene por el teatro no es comparable, lo valoran como parte esencial de su Cultura. Cómo tratan al intérprete, cómo se respeta su trabajo, cómo la gente valora lo que se hace a nivel cultural en general, y teatral en particular”.
Una forma de entender el teatro que él ha trabajado con su compañía 300 Pistolas desde sus inicios, intentando hacer accesible los clásicos para todos los públicos. “En España entendemos el respeto a los clásicos de una forma completamente distinta. Por supuesto que se debe respetar a Lope, pero sin temer divertirnos con él, buscando esa parte más desprejuiciada. Eso lo hacíamos desde 300 Pistolas. Sobre todo, me siento muy orgulloso del trabajo que hacíamos en las campañas escolares, muchos chavales no habían ido al teatro hasta que nos vieron y les enseñábamos algo que disfrutaban, notábamos que había muchos chicos y muchas chicas a los que les volaba la cabeza. De hecho, debo decir que muchos y muchas de ellos y ellas, por haber venido a ver a 300 Pistolas, hoy por hoy, están en escuelas de arte dramático o son actores y actrices. y eso no tiene precio. Estoy muy orgulloso de estar en Londres, en el West End, pero estoy más orgulloso todavía de eso que hicimos con 300 Pistolas. Te lo digo de corazón”.
¿REGRESAR AL TEATRO EN ESPAÑA?
El tiempo pasa y Álvaro debe prepararse para salir a escena, pero antes de despedirnos, ya que nos hemos reencontrado después de tanto tiempo gracias a su regreso a los escenarios, no puedo despedirme sin preguntarle si volveremos a verle haciendo teatro en España. Y me confiesa que ha habido algunas intentonas, tanto desde la interpretación como desde la dirección. “Lo que pasa que he tenido la suerte de que la mayoría de los personajes que he ido haciendo en estos últimos años han sido protagónicos, con lo cual ha sido muy demandante, no me ha dado para poder retomar -Me explica-. Pero, por ejemplo, Sergio Peris-Mencheta me ofreció estar en una de sus funciones y no pude, me dio mucha rabia porque él me encanta como director y en sí mismo, pero no pudo ser. También me ofrecieron dirigir un par de obras inéditas de Lope de Vega, pero estaba con el rodaje de Raqa, película que acabo de estrenar con Gerardo Herrero. Con 300 Pistolas estamos deseando retomar la parte teatral, tenemos un espectáculo en la cabeza, y estamos levantando proyectos también como creadores de proyectos audiovisuales, pero estoy deseando retomar el teatro en España en un futuro, me fliparía”.