Triana, tu carrera se inició escribiendo catálogos para diferentes galerías de arte y ahora te encuentras dirigiendo un Lorca del cual firmas también la versión. ¿Cómo ha sido este camino y de dónde surge tu vocación como guionista y dramaturga?
Cuando estudiaba Arte Dramático descubrí que lo que más me interesaba del teatro era la estructura literaria de sus libretos, leo teatro desde que era pequeña. Cuando llegué a Madrid aparecieron en mi vida otros formatos como los guiones de tv y publicidad, e incluso esos catálogos, cada uno de ellos es un mundo diferente pero con un interesante nexo, historias que se escriben para ser vistas.
¿Cuáles son los referentes sobre los que construyes tus dramaturgias?
El concepto. Sobre lo que no se dice en el texto, esa innocua dirección del autor para exponer un sentimiento, una emoción que todos profundamente compartimos, pero que no es fácil decir, ni aclarar, a veces ni hablar de ello.
En tus textos encontramos el gusto por los clásicos, la exploración de las raíces y el amor a través de diferentes lenguajes, además de poner el foco en el reverso de las tradiciones, ¿cuáles son los temas sobre los que te inspiras para tus obras?
Yo diría que las relaciones humanas, creo que hay una extraña línea en cómo nos comportamos los unos con los otros, en cualquier relación hay un grado de manipulación o necesidad de coger algo del otro para solapar carencias propias. Los clásicos han estado esclareciendo estas inquietudes desde siempre, intentando mostrar a los individuos con esperanzas, la literatura clásica ha conseguido enseñar que cuando se da la espalda a las tradiciones uno se entiende a sí mismo, este es el caso exquisito de Perlimplín.
Además de autora, también eres directora y desempeñas labores de producción para otros espectáculos dentro de SEDA, ¿de qué manera repartes estas tareas y cómo se respetan las diferentes ‘Trianas’?
Hace 10 años que Lope García y yo inauguramos nuestra productora SEDA. Ha sido un camino duro, pero muy enriquecedor, aprendí como se crea un espectáculo desde la producción y cómo se gestiona un equipo de trabajo. Lo ideal es que todo se complemente y puedas entender diferentes departamentos con sus posturas, la creación tiene muchas aristas, organizarlas también es un arte.
En esta ocasión has elegido Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, una de pieza que no suele ser uno de los títulos recurrentes de Lorca para poner en escena, ¿qué has encontrado en ella y de qué manera has querido enfocarla?
Conocí esta obra cuando era muy joven, es una seña de identidad de la literatura española de principios de siglo XX, tiene un lenguaje de aquellas vanguardias donde no sobra ni una palabra, y al leerla descubrí que es privada como un poema, llena de imágenes con un universo codificado en muy pocas páginas, me parece (como dice el texto) que es como las hadas, de una delicadeza extraordinaria.
Teniendo en cuenta que esta no es tu primera vez llevando a Lorca a escena, ¿de qué manera percibes sus textos y cómo quieres contarlos?
El pasado verano hicimos un espectáculo sobre Lorca y el cante Jondo. Sharon Fridman hizo la dirección y yo la dramaturgia, cuando empecé a investigar, descubrí que en todos los personajes del poeta existe esa esencia del Jondo, esa acertada síntesis sobre el dolor como en las estrofas de una petenera o una seguiriya, y desde ahí construye sus historias, Rosita, Adela… Belisa… Percibo sus textos desde los personajes que construye. Esta función está contada desde Perlimplín, con unos toques de Marcolfa: ella es una adaptación del personaje original, es el personaje que descubre, la mujer que observa y amortaja… Sus historias son los sentimientos hondos de sus personajes.
¿Qué temas son los que atraviesan el ‘Perlimplín’ y dónde has decidido poner el foco?
Desde la estética, la poesía y la naturalidad. Aún me sorprende el camino que recorre la idea del autor en Perlimplín, desde donde parte, queriendo hacer teatro inspirado en aquellas Aleluyas (hojas dibujadas a modo de cómic) que él leía cuando era niño, acabando en una historia de desamor donde una vez más en Lorca, el amor no es correspondido, y prefiere la muerte a la desolación. El foco está en la relación humana de ese trío, Perlimplín, Marcolfa y Belisa.
En esta producción has encontrado un nexo de unión entre el clásico de Lorca y la conocida performance Rest Energy de Marina Abramovic, ¿cómo llegas a ello y de qué manera lo desarrollas en escena?
Yo admiro profundamente el recorrido del trabajo de Marina Abramovic, con aquella perfomance Rest Energy, la idealicé mucho más, para mí se convirtió en una artista plástica que siempre corría riesgos, físicos y psíquicos, y eso es el personaje de Perlimplín, en escena paramos la función en tempo, música y ritmo para construir una recreación desde los personajes, Perlimplín sabe que al entregarse a aquella pasión irremediable por Belisa corre el riesgo de ser destruido, herido de amor, como dice ese poema de Lorca que escribió durante los ensayos de esta función en el Teatro Español.
Ana Belén Beas, Carmela Martins y Fernando Cayo son los responsables de dar vida a los personajes de la función, ¿cómo ha sido el trabajo junto a estos tres actores y de qué manera están haciendo evolucionar el espectáculo que podemos ver en el Patio del Teatro Quique San Francisco este verano?
El trabajo con ellos ha sido maravilloso, hemos creado un buen equipo de trabajo del que ha salido un hermoso proceso de creación en el que todos nos hemos complementado, unos ensayos idílicos, que no pasa siempre, donde cada uno de mis compañeras y compañeros sumaban y aportaban, sin invadir a nadie. Siempre intento trabajar así, esto es para mí la formula perfecta de un equipo. Ese día a día ha sido gracias a Ana, Fernando y Carmela, y a, Zoe y Hugo, cada ensayo amables y cariñosos con ganas de investigar.
¿Qué vigencia tiene un texto como este, tachado en su momento como ‘inmoral’, y un autor como Lorca, tan incisivo con las costumbres de su época, ahora que la Cultura parece que vuelve a tener que luchar contra censuras soterradas y vetos morales?
Este texto, como otros y como muchas películas, son hijos de su tiempo. Estuvo censurado en la dictadura de Primo de Rivera, que ya ha llovido… Ahora lo curioso, es que sigue teniendo algo de inmoral el sintetizar la infidelidad como una experiencia del otro, lo rápido es acotarla como una traición. Me pregunto si ese veto tiene que ver más con la conducta de unos pocos que, transformada en censura, olvidan lo indefenso que está el ser humano ante el amor o la burocracia…
Me gustaría que nos hablaras de la importancia de la estética dentro de tus propuestas.
Para mí la estética de la puesta en escena es todo porque plasma esa aura del que está cubierto el texto. Me encantó cuando leí que Francisco García Lorca dijo que su hermano había escrito un texto hermoso de pocas palabras, y que lo único que le faltaba es que el gloriosísimo señor de la obra, Perlimplín, fuese plastificado para subir al cielo… Disfruté tanto cuando leí esto, que en nuestro Perlimplín falta el plástico, pero la intención quedó marcada en las estimulantes luces de Paloma Cavilla.
Ahora que ya está estrenada, ¿cuáles son las reacciones del público que asiste a este ‘Don Perlimplín’ y qué crees que se lleva?
Al público le ha llevado su tiempo entender la función. Es un espacio al aire libre, donde se escuchan ruidos ajenos, aunque también se ve la luna… Una función de minorías para unos espectadores de verano, así que es maravilloso ver a mis actrices y actor encima del escenario ante un público concentrado en su trabajo y que sale gustoso por descubrir esta función y nuestra propuesta.
¿Cuál es el siguiente proyecto en el que veremos involucrada a Triana Lorite?
Los cuentos de Hans Christian Andersen, de un modo muy particular… En teatro y televisión.