Por primera vez aterriza en Condeduque y también en Madrid, para presentar Köln Concert, una pieza que toma como referencia el famoso episodio del pianista Keith Jarrett en Colonia. En 1975, en medio de una gira agotadora que tenía como eje las improvisaciones al piano cada noche, la celebridad del jazz norteamericano de vanguardia se encontró con un imprevisto fatal en Colonia, Alemania. En lugar del piano de cola imperial Bösendorfer 290 que habían acordado, se encontró con un desvencijado y destartalado piano sin marca ni pedigrí, inconcebible para el intérprete y compositor, que quiso cancelar y al final no pudo. Salió entonces al escenario y no solamente interpretó desde ese instrumento el mejor concierto de la gira sino de toda su carrera. The Köln Concert es citado como concierto ejemplar y musicalmente único, pero también como la prueba irrefutable de la primacía y el poder del sentimiento en la música.
Con este punto de partida, tras el encierro y el aislamiento del confinamiento, Trajal creó esta pieza que nos habla sobre las danzas que aparecen en la soledad de nuestras casas, cuando nadie nos observa y con la libertad como premisa. Vestidos de negro, con terciopelo y flecos, Trajal Harrell y sus seis compañeros representan de puntillas una coreografía con la única compañía de siete taburetes de piano. El espacio despojado subraya la sensación de aislamiento, intercalándose los diferentes géneros que siempre han estado presentes en las coreografías de este
creador como el voguing además de influencias artísticas que van desde la antigua Grecia hasta el teatro Noh.
Una escenografía simple de siete taburetes de piano perfectamente distanciados unos de otros que subraya la sensación de aislamiento, mientras los bailarines, incluido el mismo Harrell, van entrando con sus trajes de pieles, terciopelo y flecos, cada uno ensimismado y emocionado con la envolvente improvisación de Keith Jarrett.
Icono de la moda, el arte y el colectivo LGTBI+, este año, Trajal Harrell es la figura elegida por el Festival de Otoño de París para ocupar su Portrait con una retrospectiva de nueve de sus espectáculos.
A fecha de hoy, Trajal Harrell, sigue suscribiendo el lema del No manifiesto, de Yvonne Rainner, que decía aquello de “no al espectáculo, no al virtuosismo”, un pensamiento que fue guía y parte esencial de su trabajo más complejo, celebrado y difundido: Twenty Looks o París is Burning at the Judson Church, proyecto largo que desarrolló entre 2009 y 2013.
Como coreógrafo, parecía sentir necesidad de reivindicar y homenajear a un tiempo a los pioneros, a ese grupo de artistas reunidos en los años sesenta en el efímero pero significativo grupo de la Judson, los artistas posmodernos que abogaron por la libertad creativa y el derribo de las normativas impuestas a la danza. Pero al mismo tiempo rizaba el rizo imaginando cómo sería un encuentro entre los cultos posmodernos y los que, simultáneamente, en otro lado de la misma ciudad de Nueva York, estaban construyendo el voguing, baile de los afroamericanos de
Harlem, de la resistencia LGTBI, que progresivamente evolucionaría hasta Madonna, quien lo popularizó.