L’Om Imprebís ha cumplido cuarenta años y de alguna manera con Descarados volvéis a los orígenes, ya que vuestro primer espectáculo precisamente fue Muerte accidental de un anarquista. ¿De qué manera la compañía se reconoce en el teatro de Dario Fo?
Creo que, por encima del autor, es importante lo que significa Dario Fo en sí. Al igual que pasa con Bob Dylan, fueron dos Premios Nobeles de literatura muy discutidos, su trabajo está basado en una literatura, en una música, en un arte, o teatro absolutamente popular, al servicio de transmitir ideas, pero sin ninguna pretensión de elitismo, de una forma muy directa. El trabajo de Dario Fo tiene que ver con la improvisación, con la Comedia del Arte, pero sobre todo con un teatro muy directo. Yo creo que incluso en espectáculos nuestros que tienen un compromiso con la literatura, como Galileo, de Bertolt Brecht, otra de las personas que se ha preocupado por un teatro tremendamente popular, como el propio Quijote que hice con Juan Margallo, donde además se dice: “Ojalá los niños lo manoseen, los jóvenes lo lean, los adultos lo entiendan y los viejos lo celebren”, está esa transmisión, es decir, hacer algo para todos los públicos. Y sí, para mí Dario Fo es esto. Tuve la suerte de que él viera aquella Muerte accidental de un anarquista. Y ahora, volver aquí creo que responde a esa idea de teatro cercano, de teatro directo, de teatro fresco, de teatro teatro.
El término ‘teatro popular’ no siempre es bien recibido, incluso me atrevería a decir que muchas veces es denostado por la propia profesión, ¿a qué crees que es debido?
Ya que lo dices, voy a ahondar ahí y lanzo un reproche en la profesión de Madrid porque sí que hay ahora una cierta tendencia a situarse por encima de ese teatro popular y creo que es una gran equivocación. Creo que algunos teatros lo han pagado perdiendo mucho público y para mí es un compromiso, porque desde el rigor y la calidad, me siento tan bien trabajando tanto con Dario Fo como con Wajdi Mouawad, no creo que sean excluyentes. Los dos son dos grandes animales de teatro, uno del teatro poético y de un teatro comprometido con hoy en día, y otro con la esencia del ser humano.
¿Y cómo le sienta a L’Om Imprebís ser una compañía cuarentona?
Muy bien. Si alguien nos hubiera dicho en los años 80 que íbamos a estar aquí cuarenta años después, hubiéramos dicho: “¡Estás chalao!”. Es una felicidad tener compañeros de viaje como Carles Castillo o Carles Montoliu. Hemos transitado cuatro líneas de trabajo muy diferentes que hacen que sea difícil calificarnos, pero en ellas hay un elemento común que es justamente hacer un teatro tremendamente popular. Tan interesante es lo que hace L’Om Imprebis cuando toca a Brecht, Chéjov, Cervantes o Wajdi Mouawad, como cuando hace improvisación o tocamos a Dario Fo. Creo que ese es el nexo común que nació para mí al trabajar en el 82 y 83 con Dario Fo y en el 85 con Boadella, en la época que creo más interesante de Els Joglars. Aprendí de ellos ese sentimiento de compañía y de que lo fundamental en un escenario es el actor y el texto.
Precisamente el eclecticismo es una de las señas de identidad de la compañía. La anterior vez que hablamos con motivo del estreno de Tu mano en la mía -que ahora regresa los días 10 y 11 al Corral de Comedias de Alcalá-, una propuesta muy diferente a Descarados, con la que ahora regresáis a Madrid inspirada en Clacson, trombette e pernacchi. ¿Qué os ha llevado a elegir este texto de Dario Fo?
Una de las cosas que he hecho en falta es que, más allá de Aquí no paga nadie o de Pareja abierta, que son obras que regularmente están en escena, Dario Fo es un autor muy poco representado en España y a mí me parece un autor esencial. Tanto Brecht como Dario Fo me parecen autores que habría que visitar, y más en esta coyuntura política y socioeconómica que vivimos. Estaría muy bien releerlos con mucha calma y escucharlos. En este caso, hay poca pretensión de fondo, a mí lo que me parece brutal de Clacson, trombette e pernacchi es su carpintería teatral.
¿En qué sentido?
Dario Fo dijo: “Yo he copiado miles y miles de libretos de Comedia del Arte, pero como hay tanta incultura y nadie conoce la Comedia del Arte, no se ha dado cuenta”, y en este caso clarísimamente ha jugado a esto, es decir, con la historia. Esta obra está escrita a raíz del secuestro de Aldo Moro y cómo el gobierno italiano dejó caer a aquel Brigada Roja. Él imaginó qué hubiera pasado si hubiera sido Agnelli, presidente de la Fiat, el secuestrado, cómo la judicatura, la policía, los servicios secretos, el gobierno se hubieran movilizado y pone en marcha este juego de intereses creados creando esta comedia de puertas.
En este caso, con Descarados, acercáis la trama a nuestra actualidad haciendo que gire en torno al rey emérito, Juan Carlos I, imaginando que tiene un accidente que le desfigura la cara y le operan poniéndole el rostro de un empleado de la Casa Real.
El propio Dario Fo decía que sus obras no pueden ser piezas de museo, que siempre tienen que responder al aquí y ahora de donde se representan. En este caso España. Y aquí el emérito nos daba mucho juego para plantear que fuera el posible secuestrado. El juego es ofrecer a dos grandes actores, como es en este caso Juan Gea, quien hace un trabajo brutal de desdoblamiento, y Lola Moltó, quien le da la contrarréplica. Ambos hacen un gran despliegue de personajes y de tipos.
Hace un momento hablabas de tu relación con Els Joglars y, casualidades de la vida, en estos momentos ambas compañías ofrecéis montajes con un mismo protagonista, ellos desde El rey que fue y vosotros con Descarados.
Sí, son estas cosas que pasan. Pero son dos propuestas muy diferentes. Cuando me enteré llamé a Albert (Boadella) y me dijo que iba a hacer una cosa mucho más biográfica. Es verdad que aquí tampoco es tan importante que sea el emérito, podría ser cualquier otra persona; haciéndolo en Valencia podríamos haber intentado secuestrar a Juan Roig, o a Florentino Pérez en Madrid, pero es verdad que Juan Carlos da mucho juego para reflexionar. Esto es lo que hay que hacer con el teatro de Dario y de Franca Rame, traerlo al aquí y ahora, así que la obra se va renovando y, evidentemente, la boda de Almeida estará en el Fernán Gómez, aprovecharemos la actualidad para que el intento de secuestro sea más creíble. (Risas)
¿En qué aspectos del emérito os habéis centrado?
Creo que hay dos partes, una donde se centran en él, hacemos un poquito repaso de la historia, de lo que él ha significado y lo que ha podido ocultar, desde dónde viene, quién le nombró y quién le dejó al cargo de este país; para después hablar de qué ha pasado en estos años. La idea es servirnos de todo eso para hacer un espectáculo de pura comedia. En el fondo es una función bastante blanca, pero sí que hay un poco juego de “cachetaditas”, tanto por un lado como por otro. Planteamos un juego divertido donde vemos lo nervioso que se pondría todo el mundo, esa policía que nos podría hacer pensar en comisarios Villarejos, esos jueces con los que no hay manera de que se renueve el Consejo General del Poder Judicial, de los servicios secretos con el sistema Pegasus y las escuchas… y es que a veces la realidad va mucho más lejos que la ficción.
Descarados es una sátira, una comedia de puertas, en este caso descerrajadas y reventadas. ¿Cuáles son las claves para trabajar este tipo de espectáculo?
Bueno, en este caso, es simple, tenía muy claro que era ponernos al servicio de la carpintería teatral de Dario Fo y darles total protagonismo a los actores. Además, hay gran un equipo humano y mucho talento artístico, entonces, para mí, dirigir esto ha sido fácil.
Dices que es sencillo, pero es bien sabido que hacer una comedia conlleva una complejidad muy alta para lograr la conexión con el público.
Sí, llegar ahí es muy difícil. A ver, creo que una de las esencias del Arte es que, cosas que son tremendamente complejas, al público le parezcan fáciles. Te puedo decir que posiblemente el espectáculo más difícil que he hecho en mi vida es Imprebís y a ojos del público es de lo más sencillo.
Estábamos hablando de comedia, ¿desde dónde enfoca la compañía el humor?
El sentido del humor siempre debe partir de que uno se ría de sí mismo, solo puede partir de ahí. Creo que el humor es muy liberador para la sociedad. Permitirse un humor con el que a veces no estás de acuerdo es sano. La pérdida del sentido del humor me parece terrible para una sociedad.
¿Y qué tal consideras que anda de sentido del humor la sociedad actualmente?
El humor tiene que ver con bajar el ego y estamos en una sociedad con unos egos muy arriba y no son buenos. Ahora mismo, por ejemplo, veo que a Madrid le falta sentido del humor, es una ciudad que me apasiona, me encanta, pero noto una especie de cabreo que después se refleja en el resto del país. En general estamos en una España crispada, una España no bonita, pero espero que como todos son ciclos, haya un momento que giremos la curva y aparezca el sol, confío en ello y, modestamente, desde Descarados hay una sana pretensión de ponernos el espejo y reírnos un poquito de nosotros mismos, de todo esto.
El título original es Clacson, trombette e pernacchi, ¿por qué os decidisteis por titularlo Descarados?
El título fue un poco idea de buscar algo que tuviera que ver con el original y a la vez diferenciarnos, porque Clacson, trombette e pernacchi -en español: Sirenas, trompetas y pedorretas– nace en una coyuntura muy concreta de Italia, con unos personajes muy italianos y en este caso estamos en una coyuntura española. Para nosotros había algo como de cambiar la cara, de una cara rota. Lo que hacemos es presentar a toda una panda de ‘descarados’ y que el título nos llevara a la comedia. Quiero remarcar que en esta versión mantenemos la traducción original de Carla Matteini, me parece importante porque hemos querido hacer, aprovechando esta temporada, un homenaje y un recuerdo a su figura.
Este homenaje no viene solo, durante vuestra estancia en el Fernán Gómez vamos a poder asistir a unos encuentros muy especiales y la proyección de un documental, ¿qué me puedes contar sobre estas acciones?
De hecho, vamos a hacer un encuentro el día 17 en el que estarán Juan Margallo, Petra Martínez, Borja Ortiz de Gondra, Ángela Monleón, posiblemente Miguel del Arco, Eduardo Vasco, gente que ha trabajado con los textos de Carla y sobre todo con la idea de que Carla Matteini es la voz en castellano de Dario Fo, además de ser la traductora de Caryl Churchill, Berkoff, de Sarah Kane… O sea, muchos de los textos que nos han llegado ha sido a través de Carla. Hace ya más de 10 años que falleció y se la recuerda poco, y a nosotros nos parecía importante reivindicar que es la traductora oficial de Fo. Y luego, su hijo Miguel Zavala hizo un documental que se llama Soy una asamblea, soy una revolución que también podrá verse esos días.
y también habrá una exposición conmemorativa de vuestro 40 aniversario.
Sí, hablaremos de las cuatro líneas diferentes de la compañía: Los grandes textos del repertorio universal, Las pequeñas joyas de la dramaturgia contemporánea, el teatro antropológico y el humor y la improvisación. Y una cosa muy bonita, la exposición servirá para que se vea la cantidad de gente que ha pasado por la compañía: Desde Juan Margallo y Petra Martínez, pasando por Vicente Cuesta, Paca Ojea, Ana Morgade, Fernando Gil o Hovik Keuchkerian, hasta artista de África como Gorsy Edu y Claudia Coello o de Latinoamérica como Rita Siriaka y Yayo Cáceres. La compañía y la vida son los encuentros que hemos tenido, que nos hacen y nos deshacen. Mirar estos 40 años nos hace muy felices por la cantidad de gente con la que hemos trabajado, que han compartido camino, otros que siguen como Carles Castillo o Carles Montoliu. Para mí eso tiene que ver con una forma de entender esta profesión.