SER FIEL A UNO MISMO

Por José Antonio Alba

En este mismo número, en la entrevista que mi compañero David Hinarejos hace a la directora Beatriz Jaén acerca de Mihura, el último comediógrafo, hablan de cómo Miguel Mihura cambió su forma de escribir por ceñirse al gusto del momento, y Jaén se pregunta qué podría haber escrito el dramaturgo, y qué nos hemos perdido de él, de haber sido fiel a sí mismo en vez de someterse al beneplácito de terceros. Un tema que, de alguna manera también trata Miguel del Arco desde La Patética, reflexionando sobre la mirada del otro y, cómo no, de la crítica.

¿Por qué damos tanta importancia a la opinión ajena? ¿Qué nos lleva a buscar la aprobación externa? Una reflexión que abre un debate que, desde este espacio tan reducido es imposible abordar, pero que ciertamente es una cuestión en la que todxs caemos, tanto en lo artístico como en lo social.

Yo mismo me lo planteo mensualmente al enfrentarme a esta columna. Muchas veces arranco con un tema, un tono, una inspiración y acabo desechándola porque me juzgo como si fuera el que me está leyendo -de hecho, este texto no ha sido mi primera opción-. Me juzgo desde fuera, imagino caras y opiniones ajenas, casi nunca positivas, y eso hace que me frene, que modifique e incluso borre… vamos, que me autocensuro. “¿A quién interesa esto?”, “¡Cuidado! vives de la publi, no incomodes a quien te da de comer”, “Te pasas de ñoño o de incendiario”, “Demasiado personal”, ¿Qué tiene que ver esto con el teatro?… Miedo, miedo y más miedo. ¿Miedo a ser juzgado y no agradar? ¿a mí mismo? Supongo que, al final, ambas cosas van unidas, ¿no?

El caso es que, lamentablemente, vivimos más tiempo de cara a la galería que siendo fieles a quienes somos.

¿Qué nos estaremos perdiendo de nosotros mismos?

 

Este mes Godot lleva en la portada #INCUBATIO CIRCUMAMBULATIO, el nuevo espectáculo de la Compañía Nacional de Danza creado por la actual directora de la misma, Muriel Romero, junto al compositor Pablo Palacio. El estreno se enmarca dentro de la 40ª edición de Madrid en Danza, festival del que hablaremos ampliamente. Además, hablamos con  Juan Mayorga, María León, Miguel del Arco, Beatriz Jaén y Antonio Ruz, entre otrxs protagonistas del mes. 

Godoff, por su parte, da el protagonismo en portada al Festival Visibles. La cita que organiza la sala Tarambana de Madrid cumple diez ediciones con el objetivo de hacer accesibles, durante todo el año, las programaciones para los espectadores con discapacidad y que las obras inclusivas tengan cabida dentro de las programaciones regulares de los teatros. Ana Barcia, ponziaproducciones., Samy Khalil y Nourdin Batan y la obra Lavapiés destacan entre los contenidos que podréis disfrutar en las páginas interiores.

 

VOZ EN OFF: CONVIVENCIALIDAD

Por Sergio Díaz

Es viernes por la noche, no muy tarde tampoco, pero lo suficiente como para tener ganas de llegar a casa rápido. Es una de estas últimas noches frías y lluviosas que nos ha regalado el mes de abril. Estoy esperando en la parada del autobús. Somos cuatro personas. Además de mí, hay dos chicas jóvenes y un chico, también joven, en silla de ruedas que está unos metros hacia la izquierda. Va en una de esas sillas de ruedas eléctricas que parecen bastante pesadas. Llega por fin el autobús y tres de las cuatro personas nos subimos. El conductor del autobús deja su asiento y sale a la calle. Se dirige hacia el chico de la silla de ruedas que se ha quedado abajo y empieza a intercambiar unas palabras con él. Yo dejo de mirar absorto el móvil y me fijo en la escena que hay en la acera. No entiendo lo que hablan, pero parece ser en tono sosegado. El conductor hace un gesto con las manos como pidiendo disculpas. Le pone la mano de forma suave en el hombro derecho al chico y vuelve a subirse al autobús. El autobús arranca. Y yo sigo sin poder apartar la mirada del chico en silla de ruedas. El único que no se ha podido subir. Y no puedo por menos que sentirme gilipollas. Y entiendo que no es culpa mía, supongo que esto ha sucedido porque el mecanismo que se despliega en la parte trasera de los autobuses de Madrid está estropeado, o yo que sé, porque tampoco pregunto nada. Sigo mirando hacia atrás hasta que el chico de la silla de ruedas desaparece de mi vista. Igual que desaparece de mi vida. Él, y todas las personas como él que no pueden subirse al autobús siempre que quieren, o que no pueden caminar por la calle de la misma forma que lo hago yo; o que no pueden ir a según qué hoteles; o restaurantes; o a según qué teatros; o que necesitan ayuda para vestirse, para ducharse, para comer. Todas esas personas, unos 4 millones en nuestro país, de las que no nos acordamos (porque no nos toca de cerca) y a los que excluímos socialmente, porque no apostamos por una convivencia de igual a igual entre los seres humanos.

Y en ese momento, mientras estoy llegando cómodamente a casa, me siento gilipollas por tener un mal día sólo porque alguna mínima cosa sin importancia no ha salido como yo quería. Hay que ser imbécil.

Por cierto, y ya de paso. A los usuarios de patinetes eléctricos que los dejáis tirados en medio de la calle (incluso delante de un paso de peatones, que yo lo he visto), ojalá os hackeen el móvil y perdáis todas vuestra fotos de mierda poniendo morritos. Y a la gente que aparca mal su coche o moto lo mismo… por no desearos lo que de verdad me sale de dentro, que estaría muy feo.

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