Nieve Castro: "Vivimos una crisis de tiempo que nos ahoga y hace que el presente sea muy confuso"
Nieve Castro es la autora y una de las intérpretes, junto a Alba Suárez, de Yo soy gente rara, una obra que nace de la necesidad de hablar sobre un tema universal y actual que nos atañe a toda una generación: la ansiedad.
Esta tragicomedia de las creadoras sevillanas del colectivo Ekléctica, y que está dirigida por Lola Botello, podrá verse en DT Espacio Escénico hasta el 8 de noviembre.
¿Quién es Nieve Castro y de dónde viene tu amor por las Artes Escénicas?
Aunque aún sigo peleándome con las etiquetas y el síndrome de la impostora, Nieve Castro es actriz, dramaturga, directora y docente. Soy una persona muy ecléctica e inquieta que descubrió que las Artes Escénicas le permitían mezclar varias disciplinas y pasiones sin tener que renunciar a ninguna de ellas. Empecé a interesarme por el teatro cuando hacía teatrillos en casa con cintas de vídeo de Heidi y retales de tela usando los ‘Pinypons’, aunque mi familia dice que daba shows imitando a Marta Sánchez en casa de mi abuela desde más temprano. El flechazo vino cuando fui de niña con mi padre a una obra de teatro en el Teatro Lope de Vega de Sevilla que no recuerdo muy bien de qué era, pero recuerdo pensar: me encanta, quiero ver esto siempre y jugar a esto siempre. De esa forma fui creando una relación de amor de años en los que he ido descubriendo lo que soy en cada proyecto en el que he puesto mi granito de arena.
¿Cómo ha sido tu camino para convertirte en actriz? ¿Con quién te has formado?
Con quince años entré en una compañía de teatro amateur de Sevilla con la que estuve diez años y aprendí del oficio y el equipo más que en cualquier escuela. Paralelamente, estudié comunicación audiovisual centrándome en la parte creativa de guion y dirección con la idea de escribir y dirigir guiones o producciones teatrales. Tras terminar comunicación audiovisual ingresé en la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla en la especialidad de textual y compaginé esta formación con otras de artistas y creadores como Pablo Messiez, Fernanda Orazi, Andrés Lima, Juan Carlos Sánchez, Guillermo Weickert, Alberto Velasco o Pablo Gisbert. Al mudarme a Madrid continué mi formación en la Escuela Work in progress, además de proyectos integradores lanzados desde Teatro del Barrio o el CDN. Seguí formándome en creación y audiovisual de la mano de Pablo Remón, Yolanda Barrasa, David Montero, Alberto Conejero o Gracia Querejeta.
Durante esta formación continuada estuve trabajando en las compañías Teatro Resistente, Teatro La Madeja y con artistas independiente,s además de en mi propia compañía Ekléctika.
¿Y cómo nace Eklectika y quiénes formáis parte de este colectivo?
Ekléctika nace al terminar la carrera de comunicación audiovisual con la idea de crear y poder dar forma a ideas a historias. Tras diez años juntas haciendo teatro, Irene Barrera y yo creamos este colectivo con la idea de tener un espacio nuestro, libre y donde poder crear. Nuestro objetivo era poder aunar danza, teatro y audiovisual sin necesidad de identificarnos claramente en compañía de danza, compañía de teatro o productora audiovisual. Desde 2016 la vida nos ha tenido en ciudades diferentes y eso también ha hecho que se suban al carro otras personas como Alba Suárez o Marina Bravo con la creación de proyectos como Puro hormigón o Rocky Horror Madness Show. En estos diez años del colectivo cada obra ha traído personas maravillosas que se han unido a los proyectos audiovisuales o teatrales como Alberto Rojas, Gonzalo Validiez, José Carlos Pérez o Lola Montiel.
¿Y cuáles son los pilares fundacionales sobre los que os movéis?
Me gusta decir que en Ekléctika hacemos lo que nos gustaría ver, lo que nos gustaría que existiera. Con lo cual, responde a una necesidad de responder preguntas. De esta forma, cada vez que escribo los textos y los trabajamos en conjunto descubro unas preguntas compartidas que responden a dudas de una generación. Es por lo que Ekléctika responde a un momento vital de una generación y, al final, nos movemos en obras de sentido crítico y satírico, para sacar a la luz aquello que nos duele o nos perturba. Ekléctika se mueve en el trabajo a fuego lento, proyectos trabajados con ensayos de creación y laboratorio. Se lucha por textos originales con la idea de seguir investigando en el teatro de texto con otras disciplinas como pueden ser la danza o el audiovisual, pero siempre atendiendo a la palabra como método de expresión. Defendemos la comedia como prestigiosa e incómoda por lo que bautizamos nuestro género como ‘Cómico-cruel’ o ‘Comedia con pellizco’, como nos han calificado en varias ocasiones. La idea es servirnos de la poética y de la comedia para llegar a un lugar humanístico y de crítica que nos permita hacer que las obras sirvan de espejo.
¿Es necesario pertenecer a un grupo, compañía o colectivo para que podamos catalogarte, para que podamos identificar mejor tu trabajo?
Yo creo que es necesario tener un lugar donde tú mismo te identifiques y Ekléctika es el lugar. Ahí es donde está Nieve Castro al 100%, ya que dirijo, escribo y produzco acompañada de un equipo que se hace las mismas preguntas que yo y que tiene la misma filosofía de trabajo. De esta forma, este colectivo hace alusión a todo lo que soy porque para mí el camino colectivo es más enriquecedor que el solitario y lo disfruto más. Me gusta juntarme con otra gente porque ahí empieza también mi identificación. En trabajos independientes se sigue viendo mi sello y es bonito que se pueda identificar más allá de mi trabajo como creadora en Ekléctika. Yo también voy descubriéndome como creadora y me voy dando cuenta de mi personalidad artística con los años. Ahora estoy disfrutando también de ese proceso, de identificarme cuando entro en otras compañías o creaciones de compañerxs y de aprender con ellxs o cuando realizo trabajos solitarios de escritura y creación.
Desde 2022 organizáis el Festival de Artes Escénicas Itinerante Cambaleo, que pretende activar los espacios Off de la ciudad de Sevilla. Háblame un poco de esta iniciativa.
Cambaleo nació en 2022 cuando nos liamos la manta a la cabeza Gonzalo Validiez, Alba Suárez, Marina Bravo, Irene Barrera y yo con la idea de crear un festival itinerante en la ciudad para activar la creación escénica. Acabábamos de estrenar Yo soy gente rara y era un momento donde yo no tenía tiempo para escribir o crear y pensaba en lo difícil que se nos hace encontrar el tiempo perfecto para crear. Porque a veces sentimos que necesitamos mucho y condiciones perfectas y a veces me gusta pensar que tan solo debemos sentir el impulso creativo y apostar para liberarnos de tanta responsabilidad creativa.
Por ello, Cambaleo invita a hacer creaciones cortas en 24 horas con compañías de hasta 5 personas. Bajo unas consignas comunes se trabaja durante 24 horas por hacer piezas breves. La idea es la de dejar el pensamiento libre y sin juicio y que esas breves creaciones puedan ser la gasolina o el detonante para futuras creaciones. Es una iniciativa que pretende impulsar y despertarnos, jugar un poco para no perder la llama de la creación, además de juntarte con otras personas y hacer de los espacios no convencionales de Sevilla nuevos escenarios con la idea de llevar el teatro a la calle para que pueda ser visto por otras miradas.
En 2023 hicimos una segunda edición donde mucha gente nos prestó sus manos y tiempo para llevar a cabo el proyecto cediendo salas de ensayo, espacios para representación, cartelería, organizando… En 2024 los tiempos y las posibilidades económicas nos obligaron a hacer un parón pero estamos trabajando por una nueva edición donde poder seguir creciendo y haciendo del festival un lugar colaborativo y de encuentro.
¿Y cómo es esa escena teatral sevillana? ¿Cómo la percibes?
La realidad es que siento que después del COVID hubo un gran impulso creativo en la ciudad. Muchas pequeñas compañías nos animamos a la creación y sacamos muchos proyectos. Además, hago especial hincapié en que muchas fueron mujeres y eso me parece poderoso. Siento que la ciudad cuenta con grandes compañías con unas infraestructuras fuertes que le permiten continuar con la creación y, por otra parte, estamos las pequeñas y medianas compañías a las que nos cuesta mucho sacar proyectos ya que estamos en la autogestión pero, sobre todo, nos cuesta mantenernos y seguir dándole vida. Necesitamos más circuitos de programaciones y espacios más polivalentes. Echo de menos salas de pequeño y mediano formato y teatros más accesibles para compañías de la ciudad con la idea de llegar a más público. La cultura se va apagando con el cierre de circuitos o festivales y hay teatros que llevan inactivos largas temporadas como es el Teatro Lope de Vega o la ya difunta sala de teatro breve Microteatro. Siento que estamos en una red muy fina y delicada pero también siento que hay una fuerte red de compañías más pequeñas que seguimos luchando por retener los espacios y seguir construyendo. Es por ejemplo el caso de La Zentralita, compañía y plataforma que a través de sus premios de Artes Escénicas de Andalucía reivindican y premian el talento y la autogestión de aquí.
Crear festivales, premios y dar voz a colectivos es lo que nos ayuda a sobrellevar y alzar nuestra voz, pero nadie quita que no sea cansado y agotador.
Se os ha catalogado como el relevo teatral de la escena sevillana. ¿Cómo os hace sentir eso?
Pues nos pareció algo super chulo cuando lo leímos. Nos hizo mirar al horizonte con mucha esperanza de encontrar nuestro hueco y sobre todo poder decir: qué bien, podemos quedarnos en nuestra ciudad porque valoran lo que hacemos. Creo que eso es lo mejor de la frase “relevo teatral sevillano”, poder seguir el relevo de generaciones de las que hemos aprendido e inspirado muchísimo, y es importante que las voces jóvenes tengamos un espacio donde darnos la mano con las antiguas porque así también estaremos dando voz a una generación que necesita ir al teatro para ver qué les pasa y enganchar en un mundo de tantas pantallas a nuevo público necesario para activar circuitos y festivales y los patios de butacas.
¿Es posible crear y sacar la cabeza desde otros lugares que no sean Madrid y Barcelona?
Con una verdadera repercusión, no. La escena y lo cultural está muy centralizado en Madrid y Barcelona. Existen otras comunidades que luchan y mueven mucho pero parece que hasta que no actúas en Madrid o Barcelona no existes. A nosotras no nos programaron en Madrid hasta que no pasamos por Barcelona. Hay algo de imagen y de industria que nos falta. Sé que en otras comunidades luchamos por crear desde ahí, nuestra reivindicación está ahí porque creo que tenemos que seguir expandiendo el territorio creativo. Para mí es un sueño poder crear desde mi ciudad con mi gente y tener la oportunidad de estar en Madrid o Barcelona con la obra. Los lugares y los territorios diferentes abren miras y es necesario que se cree desde otros lugares para poder compartirlos y que el diálogo vaya de una ciudad a otra dibujando un mapa de preguntas diferentes con acentos e historias distintas que harán alusión a mismos temas universales que nos atañen a todos.
¿Cómo es tu relación con Madrid? Porque me ha parecido leer que algo de lo que te pasó aquí dio pie a crear esta obra…
Amo Madrid, pero la realidad es que todos la amamos en algún momento y eso hace que la ciudad esté sobrepasada y saturada. Los ritmos de vida y la inercia con la que venimos empujados a Madrid ‘para triunfar’ no siempre aguanta todos los cuerpos o cabezas. En Madrid ya se empezó a fraguar Yo soy gente rara, sí, cuando estaba completamente impregnada de la ansiedad y la obra se convertía en un refugio cuando la ciudad y la profesión apretaba. Volví a Sevilla por trabajo y justo fue el COVID. En esta parada decidí que quería crear desde Sevilla, intentar mover desde allí, encontrar un hueco en la ciudad para que pudiera ser altavoz en otras ciudades. Me encanta volver a Madrid, de hecho, me gustaría volver más a menudo porque como todos sabemos es el centro neurálgico cultural y siento que es una ciudad que te carga de una energía y adrenalina de posibilidades que también es maravillosa. Respondiendo a los tiempos que vivo hoy, Madrid es una buena amiga a la que visitar pero Sevilla es familia. Me encantaría que las sinergias pudieran ser igual de rápidas o efectivas que el AVE entre compañerxs de Madrid y Sevilla y lucho en estas visitas porque así lo sean, para poder seguir tejiendo desde diferentes puntos.
Es una obra cruda, con toques de comedia. ¿Es un texto que te nació de las tripas?
De las tripas y el corazón golpeando demasiado rápido. Yo soy gente rara, atiende a un tiempo de ansiedad patrocinado por el futuro. Estaba en un momento de muchas dudas, mucho miedo y el futuro era recurrente en estas ideas constantes y ansiosas que se me aparecían en la cabeza. Hablando y compartiendo con otras personas descubría que yo no era tan rara, que lo me sucedía no era tan raro. Todo esto lo empecé a escribir en 2017 cuando aún la salud mental todavía no era un tema de conversación en las mesas de las casas o al menos yo lo no sentía así. Ahora siento que podemos hablar de esto con naturalidad sin miedo a ser juzgados y donde descubres que por suerte o por desgracia el otro está igual que tú y no te sientes un bicho raro. Escuchando y reflexionando creé la pieza, aunando realidad y ficción y ayudándome de la ironía. La comedia es siempre el salvavidas, no puedo encontrar otra forma de luchar contra lo doloroso o cruel de la vida. Es una mano amiga que hace que las cosas pesen menos y que la palabra se resquebraje menos si suenan risas. Si a eso unimos el teatro como convicción de reunión colectiva donde ponernos a dialogar en silencio, Yo soy gente rara necesitaba ser teatro para poder conversar con más gente, para poder nombrar y que todo doliera un poco menos.
¿Cuáles son los temas fundamentales que aborda?
La incertidumbre, la culpa o el miedo son temas que sustentan esta obra. Esa constante pelea que tenemos con nosotros mismos por saber si estás haciendo lo correcto o no, seguir hacia adelante con un buen café para continuar con el ritmo sin atender a ese pedacito de culpa o dolor que dejaste en el cajón. Yo soy gente rara, viaja a los recuerdos pasados para ver de qué estamos hechos y entender a esa niña que casi muere ahogada en la piscina porque se moría de miedo, comprender a esa adolescente enamorada de Chayanne y reconocerte en una adulta que no sabe qué hacer con su vida porque siente que la lleva hacia lugares que no quería. Todo eso se traduce en ansiedad, algo crónico es el drama cotidiano de la gente normal.
Tú eres la escritora del texto, pero ¿cómo ha cambiado la obra y los personajes con el trabajo junto a Alba Suárez?
Trabajar con Alba Suárez es increíble, es la mejor actriz que conozco por su generosidad, profesionalidad y su confianza en la creación. Conocí a Alba en Madrid pero empezamos esto en Sevilla cuando algo de Madrid también la empujó de vuelta a casa. Trabajar con Alba ha sido un goce porque respeta el texto y lo busca en ella. Estuvimos un año quedando todas las semanas para jugar con el texto, fantaseando ideas, formas, hablando mucho mucho mucho, y así nos convertimos en amigas abriendo nuestros corazones ansiosos. De esta forma, ya que Alba puso todo de ella, el personaje de Aura se redimensionó. Ella entendió a la perfección el texto y lo que yo quería transmitir y eso me hizo descubrir tonos y matices que no había pensado. Por supuesto, Alba Suárez elevó el texto y la obra se reconvirtió porque no solo fue mía, Alba había hecho suyas las palabras y ahora compartíamos el mismo imaginario.
¿Y cómo ha sido el trabajo con Lola Botello? ¿Cómo ha hecho ella crecer la propuesta?
Lola Botello es una maestra. La comedia y la sensibilidad de Lola la empapan por sus años de experiencia y eso nos ayudó muchísimo con la obra. Cuando Lola se incorporó al proyecto nos dio la confianza y nos sacó el brillo que llevábamos trabajando durante meses. La mirada de amor hacia el teatro y todo el proceso que hizo con nosotras fue fantástico. Nos ayudó a liberarnos del dramatismo que creíamos que tenía que tener la obra. Algo de que fuera cómica nos asustaba por si se iba a entender o si íbamos a ser ‘serias’ y habíamos rechazado mucho material. Lola Botello nos volvió a nuestras raíces y nos exprimió, afinó todo y nos llevó a lugares interpretativos nuevos que nos hicieron sentir que el proyecto tenía una madurez sólida y donde la comedia y el drama pueden ser la misma cosa. Todas las transiciones y rítmica crecieron gracias a Lola, hizo que la obra se compactara y tuviera entidad propia.
¿Cómo es la puesta en escena que habéis elaborado? Hay una apuesta decidida por lo visual, por lo físico… ¿no?
Es una puesta en escena muy dinámica y polivalente. Nos servimos de una cajas caracterizadas de un valor simbólico para reconvertir la escena y recorrer las vidas de estos dos personajes. Los dos abrigos juegan un papel principal en esta propuesta por su plasticidad y significación. Fue todo un descubrimiento trabajar con los abrigos porque dotaron a la narrativa de mayor significación y nos hizo descubrir cosas de los personajes. No paramos, la obra tiene una gran carga física, los personajes están siempre en escena y pasan de un estado muy activo, ansioso, nervioso a momentos más calmados y tiernos. Usamos el cuerpo y vivimos estos personajes como el proceso que pueda vivir una persona en una crisis de ansiedad con sus altibajos y tu cabeza creando escenarios dispares.
¿Quiénes son Aura y Áurea?
Aura y Áurea son la cara y la cruz de todo lo que somos. Son dos personajes que chocan constantemente pero que se necesitan. Actúan de forma complementaria en esta parálisis que sufren. Ellas son nuestras luces y sombras dispuestas a mostrarnos un camino de luz pero también de oscuridad.
A la hora de escribir, ¿de quién te sentías más cerca, de Aura o de Áurea?
Al ser dos personajes complementarios es difícil porque se necesitan la una a la otra para constituir el equilibrio como persona. Pero la voz más fuerte por el tipo de personalidad me acerco a Áurea. De hecho una vez Alba y yo fantaseamos con la idea de intercambiarnos los papeles. Ojalá más bolos para poder jugar y experimentar estos cambios.
¿Cuáles son los dramas cotidianos de la gente normal?
Sin duda el tiempo distorsionado. Vivimos con un pie delante por el qué pasará, cómo será nuestra vida y otro pie en los recuerdos y en lo que podría haber sido. La ansiedad nos come por un ritmo rápido que quiere contestar a preguntas que no están en nuestra mano y que realmente solo se responden con tiempo. Tenemos una crisis de tiempo que nos ahoga y hace que el presente sea muy confuso. Y entre todos estos sentires de culpa, frustración, miedo o pequeñas píldoras de éxtasis y alegría nos sentimos raros porque a veces sientes cosas contradictorias, como si te estuvieras peleando contigo misma todo el rato y como si miraras alrededor y aparentemente todo el mundo estuviera mejor que tú.
¿Cómo se conoce o se identifica la ansiedad?
Creo que cada persona vive la ansiedad de una manera determinada pero siento que hay algo característico, y es una voz interior constante poniéndote en conflicto contigo mismo. Con Yo soy gente rara quería expresar cómo convivimos con nuestra ansiedad de manera cotidiana y a veces tardamos en darnos cuenta porque forma parte de nuestra rutina: toma café para continuar, haz ejercicio, postea, sigue la moda, sigue adelante, no mires al pasado, sigue, sigue, sigue… un ritmo de un sistema que nos empuja a perder la conciencia del momento y a desplegarnos en muchas vocecitas que crean un overbooking mental que se traduce en un cuerpo tenso, triste y con heridas mal suturadas.
Es una obra en la que invitáis a parar, en la que habláis de lo necesario que es parar, pero ¿cómo se para?
Buena pregunta. La teoría es muy fácil, todos sabemos lo que podemos hacer para parar, pero decir “No” no es fácil, y más en este sistema donde los ritmos están muy estipulados, vivimos a bases de ‘reels’ y todo va muy rápido. A mí, mis amigas me ayudan a parar, el teatro me ayuda a parar, cocinar un potaje me ayuda a parar. Porque son cosas que necesitan de un tiempo largo, un tiempo de verdad. No hay unas claves exactas, al final cada uno tiene que encontrar sus tiempos y sobre todo qué le hace parar.
¿Cómo se vencen los miedos que nos atenazan?
Pues no lo sé, en ello ando. Yo escribo para vencer miedos, para hacerme preguntas y ver si así los personajes me contestan. A veces lo hacen, normalmente siempre lo hacen aunque en ese momento no me dé cuenta porque trato de escribir desde lo visceral y la escucha de otras realidades. Después ya pasa por una psicología o aspectos más dramáticos pero de primeras siempre encuentro algún miedo o preocupación pululando. Pero creo que en eso andamos todos ¿no? En vencer miedos. Yo siento que en el teatro tengo menos miedo porque es compartido y, al final, estamos todos en la misma oscuridad.
¿Has llegado a perder la luz en algún momento?
Sí. A veces las luces se funden y está todo muy oscuro y otras está la cosa baja de watios. La realidad es que la oscuridad no es eterna y siempre hay rendijillas por las que se cuela la luz.
Un denominador común en el texto es la validación externa. ¿Sólo somos en función de cómo nos ven los demás?
Nunca me había fijado en eso de la obra, pero sí. Es cierto, Áurea necesita mucho de Aura, necesita su empuje, su validación. Supongo que está todo impregnado por lo que vivimos a día de hoy, que necesitamos por ejemplo muchas veces el “Sí” de un teatro, los likes de una publicación o el aplauso del público. Creo que otra lucha que todos tenemos es ser en función de lo que somos sin tanta necesidad de validación externa pero creo que a todos se nos complica, necesitamos el tiempo para pararnos en nosotros.
¿La gente corriente escucha mejor que escucha la gente normal?
Sí, la gente corriente es la campechana, la que no se da mucha importancia, la que no intenta ir de normal, la que escucha y aprende. Es aquella que se valida con sus luces y sombras. La gente normal somos todos tratando de ser gente corriente.
¿Sentir es completamente de gente rara?
Ha sido de gente rarísima, exagerada, histérica y atormentada. A día de hoy me encanta que descubramos que sentir es bello, normal, incontrolable y que ser raro es un adjetivo reformulado, es una abanderamiento de cuando te has sentido super outsider por no identificarte como los demás, por sacar a la luz tu expresividad y ahora ser raro es muy normal. Yo soy gente rara, como título es una afirmación, reivindicación de lo que somos. Es una declaración de intenciones: esto es lo que soy y esto también está bien.
¿Tú eres gente rara?
Diría que sí. Se me ha tenido que pegar algo de Aura y Áurea.
Y ya para acabar, ¿tú estás bien?
Para responder a esto hay que tomarse otro café e ir al teatro a ver la obra (risas).
