¿Qué es ser normal?

“Cada vez que como compañía emprendo una nueva producción, trato de no repetir patrones que hayan funcionado en el pasado, de no estancarme, de desafiarme. Pero sin dejar de dar continuidad y una cierta coherencia a nuestra trayectoria”. Con estas significativas palabras arranca Antonio Ruz esta entrevista. Y resumen varios aspectos reseñables. El de un discurso global, el suyo; el de una trayectoria, al frente de su compañía y fuera de ella con producciones para agrupaciones internacionales como la alemana Sasha Waltz & Guests, y el de una manera de estar en la danza.

Tras su última obra Pharsalia (2022), trabajo de gran formato que ha podido mostrar por varios escenarios, el pasado mes de octubre el coreógrafo cordobés estrenó en el Gran Teatro de su ciudad natal NORMA, una producción que los próximos días 9, 10 y 11 de mayo se verá en la Sala Verde de los Teatros del Canal dentro de la programación del 40 Festival Internacional Madrid en Danza. Un trabajo “pertinente y necesario en mi recorrido creativo, por su temática y el momento social que estamos viviendo”, declara. NORMA se adentra en una reflexión sobre conceptos alrededor de la normatividad, tomando como foco el cuerpo. Un tema tan presente en la danza como necesitado de pensamiento, sobre el que planean datos biográficos del creador. “Hace aproximadamente un año cuando estábamos ya en el proceso de ensayos, recuperé una mochila que mi madre tenía guardada en Córdoba y en la que escondía, entre otros objetos personales, mi diario de juventud. Al leer ese cuadernito descubrí una frase que me emocionó especialmente: ‘quiero ser normal’. Era la época en la que la aceptación de mi condición sexual me generaba frustración, vergüenza, aislamiento, culpa… Mi salida del armario fue, como ocurre en muchos casos, un proceso vital necesario, pero muy doloroso. Parece que la idea de ‘lo normal’ me persigue desde entonces y casi de manera inconsciente es algo de lo qe he necesitado hablar con este trabajo; desde el lenguaje del cuerpo (nuestra casa) y lo escénico”.

¿Qué otros tipos de no normatividad diría que recorre el espectáculo?

NORMA plantea una reflexión crítica sobre ese concepto explorando la interacción de las identidades, siempre a través del filtro del cuerpo. Estamos inmersos en la era de la globalización, del selfie, del tiktok, donde lo corporal se presenta a veces como una imagen/ producto en venta. En los primeros ensayos nos planteábamos cuestiones: ¿cómo nos vemos a nosotros mismos? ¿qué nos hace sentir normales ante los demás? ¿Acaso no somos todos seres irrepetibles y excepcionales? ¿Qué significa moverse normal? ¿Y bailar raro? ¿Acaso la danza ya no es extraña de por sí? ¿Como se movería un cuerpo animal, biónico, travestido, mutilado? Al final, todo el lenguaje gestual que se ha construido en la pieza está lleno de esas preguntas; no hay certezas ni verdades absolutas, pero sí un orgullo de sentirse, de bailar y de expresarse de manera única. NORMA es mi pieza más gamberra y traviesa, pero también la más imperfecta, en la que he hecho menos concesiones formales, saliendo también de una dramaturgia convencional. Es una pieza que interpela mucho al público. Mi intención es que cada espectador sea como una cámara en espejo que deambula de un cuerpo a otro cuestionando el misterio de la belleza y el orden, el sistema, la medida, la monotonía y la proporción confrontándolas a lo feo, al desorden, al caos, al exceso, lo deforme, a la carencia. Y todo esto desde la celebración y no desde el enfado, que creo que es lo más radical de la pieza.

Dígame una ‘norma’ que siga asentada en el mundo de la danza y que le gustaría que desapareciera.

No sé si es una norma pero creo que la idea de moda o tendencia es muy dañina en nuestra profesión, en el arte en general. El ‘mercado coreográfico’ puede ser muy excluyente y dejar por el camino el trabajo de artistas muy singulares, con mucho que aportar y trayectorias brillantes. Y con los emergentes, ni te cuento. Sigue primando el ‘guau’, el ‘más es más’, y eso es lo que vende.

Para hablar de esos cuerpos fuera del estereotipo (dentro y fuera de la danza) y cuestionar, de paso, conceptos como el de la belleza o lo inesperado, Antonio Ruz ha trabajado con cinco bailarines, Begoña Quiñones, Chelís Quinzá, Carlos Carvento, Alicia Narejos y Manuel Martín. Algunos, antiguos colaboradores; otros, nuevos fichajes que el creador confiesa necesitar en esa búsqueda constante que atraviesa su discurso. “En NORMA, por su temática y su carácter teatral, quise ir más lejos. El primer intérprete en el que pensé fue Carlos Carvento, un cordobés como yo, bailarín, artista drag y travesti con un universo muy potente. Luego llamé a Chelís Quinzá, un actor-bailarín al que vi actuar en una pieza de Marta Pazos en el CDN y que me flipó.Y esas dos personalidades ya iban a dar un color super diferente al elenco. Por supuesto, volver a contar con la belleza de Alicia Narejos y la madurez y personalidad de Manuel Martín y Begoña Quiñones, me ha hecho sentir de nuevo como en casa”.

También cuenta para NORMA con la exquisita iluminación de Olga García, con quien viene colaborando desde hace años, la música de Aire y una escenografía apabullante del creador Roberto Martínez. Esta última contiene una gran significación en el espectáculo con unos telones que forran y marcan el espacio y que parecen funcionar como un juego teatral y delimitar un contexto espacial que incide en que lo que pasa, está pasando en un hecho escénico. “Para la estética de la pieza necesitaba también salir de mi zona de espacios neutros y colores serenos en la que me siento tan cómodo”, explica Ruz. “Roberto Martínez, que es bailarín, coreógrafo y artista plástico, y tiene una visión tan integral de la escena, respondió a la perfección a mi necesidad de color, de texturas y estampados. Juntos soñamos una escenografía de cortinajes con un toque vintage, pero contundente en su tamaño, y muy vibrante. Dio la casualidad de que el proceso de ensayos lo hicimos en el escenario de un centro cultural con cortinas así que, antes de que se realizara la escenografía, ya habíamos jugado, incluso creado varias escenas. Un monocromo coral que baña telones y moqueta, y que a veces es un plató de televisión de los años 60, y otras un palacio romano o la recepción de un hotel casposo. Es un espacio mutante, monumental e íntimo a la vez. Y como siempre, Olga García, ha hecho magia con la iluminación.

Además del estreno de NORMA también ha tenido lugar el del Centro Coreográfico La Normal, en Córdoba. ¿Qué le impulsó a llevarlo a cabo, cómo va el proceso?

Después de 15 años de compañía en Madrid y varios intentos de búsqueda de un espacio propio para poder hacer algo por la danza más que estrenar obras, pensé que Córdoba, mi ciudad natal, podría ser una opción interesante y más fácil para emprender. Las capitales están saturadas y en Madrid somos demasiado queriendo lo mismo. Y hay que descentralizar. He tenido la suerte de poder mostrar casi todos mis trabajos en diferentes espacios escénicos de Córdoba y esto ha sido un reflejo del apoyo que la ciudad me ha brindado a lo largo de toda mi trayectoria. Pero intuí que debía dar un paso más allá y nos pusimos a idear el proyecto del Centro Coreográfico. El año pasado firmamos un convenio de colaboración con el Ayuntamiento y arrancamos con algunas actividades de formación y las primeras Residencia Artísticas en un aula provisional cedida por el Conservatorio Profesional de Danza de Córdoba.

Seguimos esperando a que se inicien la obras de acondicionamiento del espacio, pero por temas administrativos todo se está retrasado más de lo esperado. Paciencia. Mientras tanto, seguimos trabajando en nuestro objetivo de fomentar, dignificar y visibilizar la danza y las artes del movimiento en, desde y hacia Córdoba. Aspiramos a convertirlo en un lugar de referencia nacional e internacional y buscamos también hacer una labor de cohesión social y de mediación con la ciudadanía. Ya otras instituciones públicas como la Diputación se han sumado al apoyo económico del proyecto, pero necesitamos más cómplices a nivel autonómico y nacional para que La Normal pueda afianzarse y proyectarse hacia el futuro.

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