Cleo, jefa de recursos humanos, debe decidir despedir a un empleado idealista y sustituirlo por una inteligencia artificial. Hipólito, por su parte, no está dispuesto a irse de la empresa sin justificar la necesidad de su empleo y reivindicar una forma de vida diferente al actual. Cleo confiesa que debido a su torpeza emocional su hija se intentó suicidar y que no le es posible comunicarse con ella sino es a través de las máquinas que la asisten, Hipólito reconocerá que debe aprender a convivir con la tecnología, aunque sea a expensas de sus ideales. Cleo e Hipólito se acabarán poniendo de acuerdo en una cosa: la vida digital es solo una vida suicida.
Los seres discontinuos, trata sobre cómo hay cualidades humanas que no pueden ser reemplazadas por una inteligencia artificial.
En el texto se proponen varios temas como son el lenguaje como entidad viva que puede ampliarse, la poesía como un lenguaje imposible para la inteligencia artificial y el riesgo que la expansión de la inteligencia artificial sin espíritu crítico fragmente la vida del ser humano.