Según sus creadores el nombre “no anda muy fino”, pero sin duda llama la atención. Moríos llega al teatro el 11 de enero con Joan Arqué de director y Anna María Ricart como dramaturga. Juntos forman Cultura i Conflicte, un equipo que hace un año presentó Hay alguien en el bosque, un relato de la guerra bosnia-herzegovina, y ahora sorprende una vez más. La pandemia fue para ellos la gota que colmó el vaso y los impulsó a hablar de un tema tan olvidado como es el trato a la tercera edad: “cuando hablamos de gente mayor parece que pongamos siempre la tercera persona, ¿qué pasa, que nos creemos inmortales?”. Ante esa mirada condescendiente, director y escritora tienen opiniones opuestas: él, un optimista empedernido; según ella, las cosas no han cambiado nada a pesar de la covid-19.

Arqué y Ricart crean una obra que habla del cuerpo, pero sobre todo de la mente y de sus formas de aceptar cada etapa. La vida hay que bailarla, dicen, y sus actores no podrían estar más de acuerdo: “nos hemos tenido que mover muchísimo, cosa que creo que nos ha beneficiado”, ríe Imma Colomer. Moríos plantea dos historias paralelas que hablan tanto de la soledad en la vejez como el fenómeno de las residencias, poniendo siempre la imaginación como medio de escape ante las limitaciones de la edad. La obra podrá disfrutarse en el Teatro de la Abadía hasta el 21 de enero.

 

UNA HERIDA CERRADA EN FALSO

Durante el proyecto Cicatrizar de Nuevo Teatro Fronterizo, el maestro José Sanchis Sinisterra le preguntó a María Goiricelaya cuál era su cicatriz. Fue así como surgió Altsasu, la obra que ya suma más de 70 funciones desde Colombia hasta Barcelona y que acaba de llegar a la capital. En palabras de su creadora, “es prácticamente un sueño llegar así”.

Esta ficción teatral se inspira en uno de los casos más controvertidos de País Vasco en los últimos años, y La Dramática Errante, la compañía de Goiricelaya y Ane Pikaza, ha sabido integrar el puro documental con una licencia poética que se aleja de los testimonios: se trata de la búsqueda del perdón, de hablar del futuro en busca de una sociedad democrática. María Goiricelaya tiene muy claro que es un tema que merecía ser llevado al debate aun siendo una propuesta arriesgada: era una herida “cerrada en falso” en la historia de la comunidad autónoma.

 

<i>Moríos</i> y <i>Altsasu</i> se cuelan en la Abadía en Madrid
Un momento de la presentación de Moríos y Altsasu en el Teatro de La Abadía.

 

Y se notan las costras cuando Altsasu se aleja un poco de los hechos para dejar ver lo imaginativo, lo onírico. Con el Momotxorro, criatura vasca de carnaval que despertaría la envidia del hombre del saco, Goiricelaya ha querido representar la violencia de todo tipo, incluida la violencia mediática. Porque otro de los mensajes del relato critica abiertamente el papel de los medios de comunicación en el momento del caso judicial: con cifras dispares sobre los implicados y los daños, la prensa solo contribuyó a la absoluta desinformación.

 

<i>Moríos</i> y <i>Altsasu</i> se cuelan en la Abadía en Madrid

 

Existe cierta polémica sobre la misma existencia de la obra que la autora se ha encargado de apaciguar: “el teatro tiene que servir para eso, para que la gente venga, reflexione, critique, vea la parte en la que está de acuerdo, vea la parte en la que no. Estoy encantada de la pluralidad de miradas sobre la pieza o de la no condescendencia a la hora de valorarla”. Ella y Juan Mayorga desde el Teatro de la Abadía aseguran que no han recibido ningún tipo de presión para que la obra no llegase a su próximo estreno, que sin duda será el 18 de enero y suscitará ese debate que Mayorga dice esperar. “¿Por qué no darnos un paseo por el Parque del Oeste? Y hablar, hablar y hablar sobre la obra”. Parece buen plan de tarde.

 

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