8 de marzo. Qué celebramos y qué reclamamos

 

 

CELEBRAR

 

Quisiera celebrar primeramente como alguien que se dedica al teatro y que disfruta viéndolo, la enorme suma en riqueza artística y humana cuanto más oportunidades acumulamos de acceder a la expresión femenina.

 

Me gustaría celebrar la convulsión, la inquietud y el riesgo que estamos viviendo y provocando en estos tiempos, todo ello tan necesario para plantearse y replantearse modos de hacer hasta alcanzar la paridad entre mujeres y hombres. Celebrar la necesidad de cambio y el propio cambio que se está generando, a veces poco a poco, a veces a largas zancadas hacia una sociedad más justa. Celebrar a los hombres empáticos y el deseo de una humanidad equilibrada.  Y sin duda celebrar y agradecer el ejemplo femenino de todas las mujeres luchadoras a lo largo de la historia de la humanidad. Y aprovecho muy específicamente para celebrar a mi madre.

 

 

DENUNCIAR / RECLAMAR

 

Denuncio, por encima de todo, el abuso y la violencia, la arrogancia del poder y la impunidad, denuncio y rechazo cualquier sociedad o cultura en la que el sexo femenino se vea denostado. Ese largo recorrido desgraciadamente queda aún muy lejos de la meta.

 

Estamos en el camino de seguir denunciando aún una enorme desigualdad, la herencia machista en cada uno, ese machismo incrustado en el ADN, producto de una educación ancestral que hace tanto daño a tantos grados. Y así mismo seguir extendiendo la garantía de igualdad a todos los ámbitos posibles, para que ésta cobre más fuerza, lo creo fervientemente.

 

Creo que cada uno debemos reclamarnos a nosotros mismos un pensamiento coherente y respetuoso, exento de demagogia para no perder el crédito. Creo que cada uno debe reclamar su pugna personal y su libertad de ejercerla sin ser criticado por no adherirse a movimientos más generalizados. Creo que debemos denunciar cualquier intención de convertir la búsqueda de la paridad desde una visión superficial y  tratar el problema con la delicadeza que requiere.

 

Creo que siempre hemos de denunciar el abuso de poder que, en gran medida ha recaído en la figura femenina,  y que nos convierte en víctimas a toda la sociedad. Me disculpen la redundante obviedad, pero es imposible armonizar una sociedad desequilibrada. Y si me lo permiten, no desligarnos del pensamiento ecológico por aquello de no olvidar, que si somos capaces de destruir un planeta, qué no haremos con nosotros mismos. Y de nuevo me disculpo por esta ingenuidad, pero reclamo por encima de todo, el respeto y el amor entre seres humanos y nuestro derecho natural a ser libres.

 

 

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