Miguel Narros, Lola Flores, Lorca… La génesis involuntaria de este proyecto no puede tener mejores generadores. Creo que es bonito arrancar esta entrevista recordando el origen.
Lolita: Yo de todo eso me he enterado después. Era muy pequeña y no tengo memoria de aquello, de cuando a mi madre Miguel Narros le ofreció hacer de la Poncia en La Casa de Bernarda Alba, me he enterado después, cuando ella lo dice en La Clave. A ella le hubiera encantado tener una carrera de actriz dramática porque estaba un poco harta de hacer siempre de Lola Flores, o si no era de Lola Flores de algo muy parecido. Lo que pasa que, claro, si hoy en día en teatro no se pagan los sueldos que se pagan cuando cantas o cuando haces otro tipo de espectáculo, figúrate en aquella época; y ella llevaba a mucha gente en su compañía, tenía que mantener muchas bocas. Yo creo que eso fue lo que la cortó un poco. Yo le dije: “No te preocupes mamá, que ya lo voy a hacer yo”.
Luis Luque: Claro si no lo pudo hacer Miguel y no lo pudo hacer tu madre, ¿por qué no lo vamos a hacer nosotros? Fíjate que yo no recordaba que Miguel la había querido para la Poncia, fue por un vídeo que me pasó Jorge Calvo como me enteré. Pero sí recordaba, porque Miguel lo había hablado mil veces, de lo gran actriz que era Lola Flores y sabía que había habido un intento, pero ni me acordaba que era la Bernarda, ni que era con José Carlos Plaza cuando Miguel Narros dirigía el Español.
Es como si un círculo se cerrara, ¿no?
Lolita: Bueno, se cierra o se abre para hacer otro tipo de cosas, como lo quieras ver. Pero nuestros ancestros nos mandan cosas, nos mandan señales, y si nos las mandan, hay que cogerlas. Porque, por ejemplo, cuando Fedra yo lo dije en una cena en mi casa, estaba Cimarro, estaba Luis y dije: “Me encantaría hacer Fedra porque me ha gustado siempre” Y Cimarro me dijo: “el año que viene”. Te quiero decir, que muchas veces se dicen cosas así, al aire, de hecho, hay un dicho que dice “No digas en voz alta lo que deseas por si se cumple”, y bueno, se cumplió.
Poncia hace un repaso a la familia, a los acontecimientos e incluso al pasado. ¿Desde dónde nos habla?
Luis Luque: Hay algo en esta obra que es muy de raíz, tiene un eje profundo, en unas madres, en unas abuelas, en nuestras tías, en nuestras tierras, de donde venimos también, y eso le ha dado mucha potencia y ha salido fácil. Esto es como los novios si es fácil sale, si es difícil…
Lolita: Si es para ti, aunque te quites; si no es para ti, aunque te pongas. (Risas)
Madres, tías, abuelas… y tampoco podemos olvidarnos de las criadas, figura recurrente en el teatro de Luque.
Luis Luque: Hay una cosa como de que hay una identificación muy grande, la criada como arquetipo no está tan colapsada por la norma social como el señor. El señor, por las leyes sociales, no lo vemos tanto, tenemos que rascar para ver dónde está, tiene una apariencia. Los criados, la clase popular, está más anclada en los placeres y en las virtudes.
Lolita: Y en la verdad, sin tener que hacer pantomimas. Los señores siempre tienen que guardar una compostura, las criadas no. De hecho, a mí decir criada no me gusta, aunque en este caso, claro, es de la época. Las criadas en el fondo son las que lo saben todo. Las que a veces tapan todo o te delatan. Las personas que trabajan en tu casa. Ellas saben dónde tienes todo, saben quién entra, quién sale, con quién te acuestas, con quién te levantas, lo saben todo y la que es fiel lo es para toda la vida, son la base de una casa. Al tener esta profesión, yo he tenido que dejar a mis hijos muchas veces solos y, aunque estuviera alguien de mi familia, he tenido que confiar en ellas, son prácticamente de la familia, y para mí era una tranquilidad. Saber cómo se manejan y cómo crían a mis hijos, que son lo más grande del mundo para mí, es una tranquilidad muy grande. De hecho Poncia lo dice: “He sido la única que he estado cuando he tenido que estar. He conocido los nacimientos, he criado a tus hijas como si fueran mías y he visto cómo crecían con los talles torcidos e intenté hacer lo que pude para endurecerlos”, más no se puede decir.
Luis, normalmente te pones al frente de producciones con una dramaturgia firmada por otra persona, ¿este es tu primer texto? ¿qué te ha llevado a elegir a Poncia?
Luis Luque: Bueno, hice Diario de un loco que es una adaptación, Alejandro Magno y Celebración, pero así, solo, sí. Aunque hay un 80% de La casa de Bernarda Alba, de las intervenciones de Poncia están casi todas, lo que pasa que está muy alambicado y hay mucha unión y yo lo he colocado en distintos sitios para armar una línea de personaje, pero sí, es el primer “a partir de Luis Luque”, aunque no considero que sea un texto mío, es de Lorca. A mí me encanta porque Lolita dice que es un Spin Off, como que sacas a un personaje de la obra y le das una vida y eso en el teatro se hace menos, pero la potencia de la obra de Lorca nos da para representar veinte mil veces La casa de Bernarda Alba y para empezar también a sacar obras de todos sus personajes y darles una entidad propia.
Lolita: ¿Por qué no? Un autor tan grande como es Federico García Lorca ha dejado escrito tantas cosas maravillosas que cualquier escritor se puede inspirar en eso. Yo que soy autora de canciones, toda mi vida me he inspirado en las canciones de Serrat. No he imitado a Serrat, pero las cosas que él dice a mí me gustan y a lo mejor las cambio a mi manera de sentir, pero no dejo de tener su inspiración, no deja de estar ahí y con todo el respeto.
¿A Lorca hay que reverenciarle o hay que mirarle como un compañero?
Luis Luque: Para mí es mi hermano. Un maricón del teatro con toda la grandeza. A partir de ahí, como con Genet, yo pongo una foto, una vela y empiezo a hablar con él, le consulto, tengo mucho contacto, lo que pasa que eso tampoco lo digo mucho para que no me tachen de zumbado. (Risas)
Lolita: Yo conocí a Lorca cuando tenía nueve o diez años. ¿Por qué? Porque mi madre tenía las obras completas, entonces yo dormía con mi madre muchas veces y lo que hacía era leerme cosas de Lorca. Y me explicó quién era, ya que en el colegio no me hablaban de él. Luego mi madre ha recitado a Lorca hasta la saciedad. Entonces yo a Lorca lo trato de tú a tú, con el respeto máximo, con la admiración como pueda tenerle a él (por Luis), que le tengo una admiración tremenda, lo quiero muchísimo, pero yo lo trato como podría tratar a otro ser único como puede ser mi madre o a Picasso, por ejemplo.
Veremos qué dicen los puristas…
Luis Luque: En el teatro siempre estamos con cierto purismo sobre tocar a los poetas. A los poetas hay que bajarlos de los pedestales porque los poetas tienen que tocar tierra y si no tocan tierra, y si no te vibra o no te tensa, no es poeta, es otra cosa. Mira, para mí los ejemplos están en el arte plástico, el cuadro de Velázquez de Inocencio X, pues Francis Bacon hizo su versión, a mí ese cuadro me parece súper interesante. A partir de la obra clásica, tú haces tu intervención, tú hablas de ti mismo, hablas de la historia de la mujer en España de la culpa porque todo eso está en La casa de Bernarda Alba.
Lolita: Es como el flamenco, que hay mucho purista. No señor, el flamenco es el flamenco, pero también están las seguiriyas, la soleá, la bulería… luego está ahí un exponente como fue Camarón, y detrás de él mucha gente, ¿por qué no hacerlo mejor todavía?, ¿por qué no dar una visión mucho más amplia?, ¿por qué nos vamos a quedar ahí? Cuando hay gente con tantísimo talento que han hecho cosas maravillosas y se puede sacar la belleza y se puede decir de la misma manera, pero con la libertad de hoy en día, con la sabiduría o con la experiencia que te pueden dar.
El monólogo tiene lugar en un espacio no material, diría que sucede en su cabeza, en ese lugar donde habitan las palabras que uno quisiera decir y que calla.
Luis Luque: Me preguntan si es una continuidad de La casa de Bernarda Alba, y no, es una ensoñación de alguien que se queda en soledad después de que han pasado las cosas que han pasado en la obra. Tiene soliloquios, monólogos, diálogos…
Lolita: Es como cuando se te queda la cabeza en blanco y te quedas mirando a un sitio fijo. Un lienzo en blanco donde empiezas a dibujar tus pensamientos dando pinceladas; y recuerda momentos que son flashbacks muchas veces. Es como cuando a ti se te muere alguien de la familia que a veces te quedas a solas y te acuerdas, y tú misma hablas sola, lloras, te ríes, dialogas. Es esa sensación y ella está en eso. ¿Qué hago ahora? ¿me marcho? ¿me quedo? ¿Qué va a ser de esta casa?
La muerte obviamente está muy presente en la función, el motor de arranque precisamente es el fallecimiento de Adela.
Luis Luque: Para mí es el cómo se ha quedado la familia después de una muerte, es decir “¿qué hacemos?”. Le envié el texto a Josep María Miro y me dijo: “Luis la muerte tiene que servir para algo, si no es una muerte que no vale. La muerte tiene que ser sacrificial. Dale ese aire”. y dije: “Claro, tienen una oportunidad”, y es que todos tenemos una oportunidad después de una gran mierda; o para hundirte o para no hacerlo, y para honrar lo que se tuvo y aprender. ¿Cuál es la oportunidad que tienen esta mujer?, ya sabemos que no la van a aprovechar, pero sí quería ponerla en boca de Poncia que es: “tenemos la oportunidad de que el amor venza. Tenemos la oportunidad de aprender, de perdonar”.
Lolita, te pones al frente de este personaje del teatro universal. ¿Desde dónde te has acercado a Poncia?
Lolita: Yo la cojo desde mí y mis raíces, desde mi sentimiento. Gracias a Dios ya no he vivido en esa época, a mí mis ojos sí me pertenecen, pero en aquella época a esta señora sus ojos no le pertenecían. Pero lo digo desde entonces, desde allí, desde mi abuela, o desde mi bisabuela.
No es la primera vez que te pones al frente de un monólogo en el escenario. Más allá de las tablas y la experiencia dentro de tu carrera como artista en general, ¿cómo vives este momento de soledad escénica?
Lolita: Tiene sus pros y sus contras. Los contras son que estás sola, efectivamente, que no tienes a nadie que en un momento dado te pueda echar un cable cuando tienes un blanco y tienes tú que solucionar las cosas, aunque muchas veces yo he trabajado con gente y he estado rodeada de muchos actores y me he seguido sintiendo sola, porque no te ven, te dan la espalda para que tú te pongas de perfil…. Y el pro es que, como la gente no lleva el texto en la mano, pues también te lo puedes inventar. (Risas)
La rigidez y la tradición doblegan a una mujer que, para su época, se permitió experimentar la libertad, ¿podría decirse que es una especie de metáfora acerca de la opresión de la mujer?
Luis Luque: Es una función y un texto sobre la culpa, la muerte, la libertad de las mujeres, la educación, porque encima son víctimas todo el rato de una mala educación. Yo detesto esto de que los hombres son malos y las mujeres son buenas, yo no puedo con eso. Esa separación yo no lo admito y menos en el arte, el arte tiene que estar siempre en un punto de peligro, de conflicto, y de poner en cuestión lo que todo el mundo asume. Vamos a cuestionarnos.
Lolita: Es un texto en el que se habla de una mujer luchadora, liberada o que quiere liberarse y que quiere liberar a las demás, pero también se habla de hombres hijos de puta y de hombres buenos. Yo creo que es educación y meternos en la cabeza que las mujeres y los hombres, aunque somos muy diferentes en muchas cosas, somos iguales, somos seres humanos con los mismos sentimientos, solo es cuestión de sacarlos, si es que los tienes que sacar. Todos somos como yo digo siempre, asesinos y violadores, pero también todos somos buenos, te tienes que ver a las circunstancias.
¿Desde dónde abordáis todos estos temas? ¿desde el feminismo? ¿desde el teatro social? ¿es un retrato generacional?
Luis Luque: Hablamos de una época, porque tampoco hablo de un país, no he querido hacerlo de una manera local, pero es verdad que es una época donde las mujeres no tienen libertad, no tienen ni voz ni voto, ni tienen nada, y hay que ponerlo en cuestión, pero no como arenga, ese teatro lo detesto, el teatro de propaganda, de propaganda de moda, de lo que ahora se lleva, de lo que ahora todos tenemos que opinar, no. Porque al teatro viene todo tipo de gente, pero sí tenemos que poner en cuestión el decir “oye que si estamos aquí también es porque venimos de aquí”. No hay que señalar a nadie ni que sacar las pistolas contra nadie, ya no podemos más con tanto conflicto. Hay que sacar la ideología fuera del arte, el arte tiene estar libre de ideología. El arte trata sobre el ser humano, sobre los conflictos humanos, sobre los sentimientos humanos, tiene que tener un carácter humanista, pero no ideológico. Que tú quieres tacharlo de algo y ponerle una etiqueta, vale, pero no desde los propios creadores.
Lolita: Además el teatro es magia, al teatro y al arte en general. No se le puede comparar ni poner una etiqueta. El teatro es teatro, sigue siendo magia, porque la función que tú ves hoy no tiene por qué ser igual a la de mañana. Entonces, no se le pueden poner etiquetas, ¿por qué siempre hay que ponérselas? Es Arte, ve a verlo con la cabeza limpia. Y que se te meta adentro lo que tú ves y lo que tú oyes, luego ya opinas.
Luis, en tus últimos espectáculos apuestas por la monocromía en la escenografía y la utilización de elementos audiovisuales, ¿cómo va a ser la puesta en escena con Poncia?
Luis Luque: Es sencilla y muy simbólica. Utilizamos los símbolos clásicos de Lorca y los que hemos encontrado durante el proceso. Es una tormenta de sábanas donde sólo está ella, es muy teatral. Es un juego de sombras y son elementos muy teatrales.
Lolita: Es muy Luis Luque. Utiliza muy pocos elementos en escena y eso está muy bien porque, cuando no tienes tantas cosas, tienes que tirar de ti, de tus sentimientos y lo que te han dado esas palabras. Cuando tienes demasiadas cosas te dispersas, pero cuando estás solo te tienes que meter dentro de ti y jugar contigo y sacar tus ojos, tus manos, tus movimientos.
¿Cómo ha sido este reencuentro? ¿Cómo es trabajar con Lolita?
Luis Luque: Somos más como hermanos que actriz y director, nos preocupamos más de cómo nos sentimos. Yo quiero que ella lo disfrute. Es muy poco egoica, nada egocéntrica. Cuando trabajas con una personalidad tan fuerte muchos directores y directoras pueden tener miedo porque la figura puede parecer que está por encima y eso es una falacia, es una mentira, no hay figura, hay seres humanos que se alegran, que lo pasan fatal, como cualquiera. Tú no puedes tratar al intérprete como es ‘no sé quién’, lo tienes que tratar con respeto como a todo hijo de vecino y eso también te lo agradece, se nota a la hora de trabajar.
Lolita: Soy bastante disciplinada. Cuando confío en alguien me entrego de lleno, como es en el caso de Luis. Yo me siento como un canal conductor de lo que él quiere que se vea. Nada más, yo transmito esa electricidad que él me ha dado con el texto. Si llego, bien, y si no llego, lo siento, pero lo hago con todo el corazón y con todas las ganas.
En el momento de este encuentro aun no habéis estrenado, ¿qué está siendo para vosotros lo más gozoso dentro del proceso creativo de Poncia?
Lolita: Que cada día vaya siendo un poquito más grande. Que vayamos creando movimientos, miradas, gestos… Ir descubriendo el subtexto que hay dentro del texto e ir pintando en ese lienzo blanco.
Luis Luque: Para mí la intimidad. Ahora que todo es tan expuesto, que todo es tan para fuera, que todo está radiado, todo está televisado, el hecho de estar en un lugar íntimo donde tú tienes que convocar a la luz, a la poética es fantástico. Yo solo soy feliz en una sala de ensayos, es ese lugar de calma donde tú te conectas con lo que no es terrenal. Para mí la sala de ensayos es mi iglesia y mi lugar sacro, donde te encuentras con tu resistencia, donde te encuentras con tu talento.