"Pensar que estoy ahora al frente de esta institución, que tan importante ha sido en mi formación y en mi vida, es muy emocionante"
Pillamos a la directora y dramaturga Laila Ripoll tratando de desdoblarse para lograr hacerse con las riendas de la Compañía Nacional de Teatro Clásico como su nueva directora artística, a la vez que dirige Natacha en el Teatro Español, nueva adaptación teatral de una novela de Luisa Carnés, autora de la Generación del 27 que ella misma nos descubrió para el teatro a través de Tea Rooms.
Para Laila Ripoll el año ha comenzado de lo más frenético, pasando sus días del número 14 al 25 de la calle Príncipe y viceversa. Dividiendo su jornada entre los ensayos de Natacha, el nuevo texto de Luisa Carnés que lleva a los escenarios desde la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, al Teatro de la Comedia donde está poniéndose al día como la nueva Directora Artística de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, puesto al que ha llegado tras el cese de Lluís Homar que puesto punto y final a su controvertido mandato. Encontrar un hueco para poder charlar con ella es harto complicado en estos días, pero finalmente conseguimos cuadrar agendas para celebrar su incorporación al Clásico y conocer este nuevo acercamiento al universo de Luisa Carnés.
REPERTORIO Y NUEVAS DISCIPLINAS
La CNTC, desde su creación, hace casi 40 años -aniversario que se celebrará el año que viene-, se ha caracterizado, no solo por acercar el repertorio del Siglo de Oro al público contemporáneo, sino por ser cuna de una gran cantidad de intérpretes que ahora pueblan nuestros escenarios -y pantallas-, entre ellos está Laila que ahora ocupa el timón del que es buque insignia del teatro clásico español. “Es una mezcla de emociones muy grande. Por un lado, siento mucha ternura y por otro mucha alegría -Explica Ripoll- Pensar que estoy ahora al frente de esta institución, que tan importante ha sido en mi formación y en mi vida, es muy emocionante”.
La llegada de Laila al Clásico hará que su programación vuelva a centrarse en el teatro español de los siglos XVI y XVII, “es lo que está en los estatutos de la propia compañía”, apunta la directora, en un nuevo impulso de la institución por “volver a ilusionar” con los textos de Lope, Calderón o Tirso, pero no solo con ellos, aunque quiere volver sobre títulos que ya se han visto, “porque siempre deben estar”, Laila quiere abrir las puertas “a títulos que no se han representado nunca en estos cuarenta años e impulsar el interés y la ilusión haciendo que esta casa sea el faro que aglutine todo lo que tiene que ver con el mundo de los clásicos. Que la gente de la Universidad se sienta a gusto, que la gente de los festivales y la profesión se sienta a gusto. Que seamos generadores de proyectos y que también se abra a una programación más variada en el sentido de diversas disciplinas que tienen que ver también con el Siglo de Oro, como puede ser la música, como puede ser los títeres, como puede ser la danza y por supuesto, mesas redondas, conferencias, etcétera”.
SIN OLVIDAR A LAS COMPAÑÍAS
Hace un año finalizó su mandato como directora artística del Fernán Gómez, donde uno de los pilares fundamentales de su proyecto era el apoyo a las compañías de toda la vida que han llevado el repertorio clásico a todos los rincones de nuestro país. Un punto que, viniendo de donde viene, no ha querido olvidarse de ellas. “Es uno de los ejes, como sitio público. Nuestra obligación es ayudar a ese tejido a que no desaparezca, compañías que llevan toda la vida batiéndose el cobre haciendo clásicos y que, ahora mismo, están en un momento más delicado”, y pasa a mencionar a Morboria Teatro, Teatro del Temple, Teatro Corsario o Nao d’amores. “Compañías de todo el Estado, porque somos un teatro nacional, y tienen que ser los principales cómplices a la hora de establecer colaboraciones y coproducciones”.
Pero sin olvidarse de “impulsar al mismo tiempo a compañías de nueva creación que les apetezca hacer clásicos”, explica enlazando con su intención de hacer de su paso por la CNTC un mandato continuista que respete las propuestas puestas en marcha por anteriores directores o directoras que ya han pasado por el cargo como es la puesta en marcha de una nueva promoción de La Joven Compañía “que yo creo que está requeteinstaurada, pero que hay que seguir apostando y trabajando a saco con ella”. Una cantera que lleva desde el 2006 apoyando a los jóvenes intérpretes a labrarse una carrera y de la que han salido nombres “que ya tienen edad para hacer de padres”, comenta Ripoll entre risas. “De aquí han salido nombres tan potentes como Eva Rufo, Francesco Carril o Natalia Huarte y eso tiene que seguir siendo así”.
En cuanto a su trabajo como directora, de momento deja que Micomicón continúe su andadura por su cuenta durante el tiempo que ella este en el cargo, y prefiere no dirigir nada para el Clásico de momento, reservándose para la temporada que viene. “Bastante tengo con enterarme de cómo funciona la casa”, y dejando que el primer proyecto, que como ya es tradición, verá la luz en la próxima edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, sea dirigido por otra persona. “Estamos ahí cerrando cositas, pero si todo sale como tiene que ser, será una Fuenteovejuna” que, como ya adelantó a la periodista Marta García Miranda en la entrevista realizada para El Periódico de España, será dirigida por Rakel Camacho.
UNA PROLETARIA CASTIZA
Antes hablábamos del paso de Laila Ripoll por la dirección artística del Fernán Gómez, donde la directora marcó uno de sus grandes hitos con el estreno de Tea Rooms, adaptación teatral del texto de Luisa Carnés, que supuso todo un éxito de crítica y público y que llevó a Eduardo Vasco a encargarle la adaptación y dirección de Natacha, primera novela de Carnés que ahora podremos ver en el Teatro Español “es consecuencia directa de Tea Rooms”, conformando un díptico junto a Cumpleaños, que podrá verse en el Salón de los balcones – Andrea D’Odorico, dirigida por Laura Garmo e interpretada por Mamen Camacho.
Natacha nos habla sobre una joven trabajadora de una fábrica de sombreros que se ve envuelta en una serie de conflictos y desafíos que la obligan a madurar prematuramente. Una historia desde la que se realiza un retrato sobre la pobreza, la explotación laboral y las desigualdades sociales de la España de los años 30.
“Lo bueno de Carnés es que dialoga mucho, es muy teatral en las situaciones que plantea -explica Ripoll sobre la adaptación teatral-, quizá la dificultas viene porque los espacios que, mientras que en Tea Rooms podía situarlo todo en el salón de té, aquí hay saltos espaciales tremendos” un reto que ha tenido que superar Arturo Martín Burgos a través de la escenografía o Mariano Marín con el espacio sonoro “que tiene que ver con atmósferas y ambientes, un poco desde la cabeza de ella, con un aire entre lo fantasmal y lo depresivo. Pero, sin duda, lo que más me ha costado ha sido decidir cuáles eran los personajes más importantes a la hora de contar la historia y adaptarlo a seis intérpretes”, que en esta ocasión son Natalia Huarte, Jon Olivares, Pepa Pedroche, Fernando Soto, Isabel Ayúcar y Andrea Real.
LA MEMORIA HEREDADA
Si bien en Tea Rooms, Carnes hablaba de su experiencia como camarera, Natacha “es muy distinta en muchos sentidos a Tea Rooms, pero en otros viene del mismo sitio, también está basada directamente en su experiencia, porque ella estuvo trabajando de sombrerera mucho tiempo”. Explica Laila sobre esta novela social que “habla de las mujeres obreras, influida por todas esas lecturas de las novelas rusas. Es como un trasunto proletario de Ana Karenina, muy proletario y muy castizo”. Y que conecta de alguna manera con nuestra realidad porque, como dice Laila: “Personas de 60 o 70 años han vivido estas situaciones. Y si no lo han vivido ellas, lo han vivido sus madres y queda una especie de memoria heredada de esa parte de la Historia de España que habla sobre una manera de entender la relaciones que, en muchos casos, sigue siendo muy parecida. Sobre todo, habla de sentimientos. Habla mucho de amor y de las relaciones tóxicas”.
Y dejamos a Laila en su frenético desdoblamiento, con las esperanzas, y la curiosidad, puestas en esta nueva etapa para la CNTC que, por lo menos, vendrá dada desde el cuidado y el compromiso de quien ha crecido en su seno.
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