Carmen Losa: "Nuestro valor como profesores debe ir orientado a que los intérpretes sean capaces de preparar y realizar su trabajo por sí mismos."
¿Dónde se forma un actor o actriz con criterio propio, capaz de crear desde la autenticidad y no desde la dependencia? Desde hace más de sesenta años, el Laboratorio William Layton no solo responde a esta pregunta, sino que la convierte en el corazón de su método. Su enfoque práctico, su compromiso con la libertad creativa y su profunda conexión con el legado del teatro independiente han forjado a algunas de las figuras más destacadas del audiovisual y la escena en España.
Hablamos con Carmen Losa, actriz, dramaturga, directora y actual directora del Laboratorio, sobre la esencia viva de una escuela que no ha dejado de evolucionar sin perder nunca su raíz: formar intérpretes que piensen, sientan y creen por sí mismos.
El Laboratorio William Layton lleva más de seis décadas formando a actores y actrices. ¿Qué dirías que distingue a esta escuela de otras propuestas formativas en el ámbito teatral en España?
Hay muchas escuelas, probablemente demasiadas. ¿Cómo elegir? Algo que caracteriza al Laboratorio William Layton es nuestra trayectoria, somos la primera escuela privada que se creó en España. En el Laboratorio impartimos la formación sobre el sistema que desarrolló William Layton a través del trabajo práctico con actores, actrices y creadores en la dramaturgia y en la dirección. Nosotros damos herramientas que funcionan. Quienes empiezan de cero son muy receptivos hacia lo que se les transmite en una escuela y nuestro valor como profesores debe ir orientado a que los actores y actrices no dependan de nosotros toda la vida, sino que sean capaces de preparar y realizar su trabajo por sí mismos.
¿Cómo definirías el legado de William Layton y cómo se mantiene viva su esencia sin dejar de adaptarse a los nuevos tiempos?
Layton llega a España en la década de 1950. Hasta entonces los actores y actrices aprendían viendo hacer a otros actores y actrices, entraban en compañías como meritorios. En las únicas escuelas que había, los conservatorios, se aprendía a declamar, a recitar, era un trabajo formal, que en mayor o menor grado actores y actrices ajustaban a sus características físicas y lo desarrollaban según su talento. Layton llega proponiendo un enfoque sobre los personajes y sus emociones, asentado sobre la organicidad, a través de un trabajo práctico de creación a pie de escenario, ya que nuestros orígenes están en el Teatro Independiente. En esta práctica, Layton y los integrantes de aquel colectivo probaban y transformaban la manera de entender y llevar a cabo la interpretación. No se hacían ejercicios para aprender a hacer ejercicios, eran ensayos y montajes. Esto nos hacía, y nos hace, intérpretes con una sólida preparación y una magnífica disponibilidad ante el trabajo.
El programa formativo está estructurado en varios niveles. ¿Podrías explicarnos en qué consiste ese recorrido formativo y qué tipo de herramientas adquieren los alumnos a lo largo del proceso?
El recorrido que hacemos en nuestro programa de formación nos lleva desde la improvisación hasta la interpretación a lo largo de tres Cursos Regulares. En un primer nivel trabajamos el reconocimiento de la realidad aquí y ahora, un primer paso para poder más adelante crear realidades diversas. Si no reconocemos la realidad en la que estamos, cualquier cosa la daríamos por válida. Este aprendizaje es necesario para quienes quieren actuar, pero también es un aprendizaje sobre la vida. Creo que es esencial en estos tiempos donde la mentira se adueña del entorno que percibimos. Desde el principio transitamos por la Técnica de Improvisación y también por la Interpretación. No se debe olvidar por qué entramos a estudiar, queremos ser actores, actrices, no entrar en un bucle mirándonos al espejo, convirtiéndonos en matrioskas de nosotros mismos. El objetivo es interpretar personajes que no son tú. El intérprete debe tener la generosidad de aportar todos sus recursos al servicio del personaje, de la situación imaginaria y de la propuesta de dirección. El trabajo del actor sobre sí mismo de Stanislavski es solo la primera etapa. Si nos quedamos ahí nunca podremos interpretar a otros personajes, a los que contagiaríamos de nuestros pensamientos y nuestras pequeñas o grandes miserias.
Además, de las dos asignaturas que podríamos llamar troncales, Técnica e Interpretación, en los dos primeros niveles se imparten también materias de Voz, Movimiento y Acercamiento al Texto y a la Dramaturgia. En el programa de tercer nivel hay una mayor dedicación del horario a la Interpretación, tercero está dirigido a la profesionalización, con la inclusión de materias que cubren la Dramaturgia Contemporánea, el trabajo sobre el Verso y el Teatro Clásico, una asignatura avanzada de Expresión Física, un curso de Casting y una asignatura de Producción y Creación de Proyectos.
El Curso Intensivo de Técnica e Interpretación es la puerta de acceso a la formación regular. ¿Qué busca el equipo docente durante ese proceso de selección?
Llamamos Cursos de Acceso a los intensivos de Interpretación e Improvisación que hacemos en julio y en septiembre. Nos parece que una buena manera de conocernos es a través de nuestro trabajo práctico. Normalmente, el curso intensivo o de acceso dura tres semanas y en esas tres semanas, de cinco horas al día, dan tiempo para saber si te mueve o no, si es esto lo que estabas buscando y si te sientes bien trabajando con nosotros. Son tres semanas para valorar si este es el lugar en el que quieres estudiar y que nosotros evaluemos si este método es el idóneo para ti. También, muchas personas se inscriben para conocer nuestra forma de trabajar sin plantearse si van a seguir o no. Creo que es la mejor manera de enfocarlo, sin pensar que te juegas tu futuro en cada ejercicio. No son unas pruebas ni un examen, sino un tiempo para probar.
La improvisación es una base importante en vuestro sistema de trabajo. ¿Cómo se aborda en las clases y por qué es tan esencial para la interpretación?
Cuando trabajamos en un guión o en un texto teatral, a medida que vamos leyendo y analizando ya conocemos lo que pasa, pero los personajes no saben qué pasará en la siguiente secuencia, ni a dónde le conducirán sus decisiones o qué le va a decir ese otro personaje que llega, cómo se sentirá cuando le diga lo que le dice. Una vez leído ya no lo descubrimos en cada pase de escena, lo damos por supuesto. Es algo que vemos en muchas interpretaciones, el actor que sabe todo, la actriz que anticipa lo que le van a decir. La improvisación es una herramienta muy potente porque nos sitúa en un lugar de incertidumbre, nos hace percibir cada palabra, cada gesto, como algo nuevo y pone en marcha nuestro cuerpo y nuestra imaginación. Hablo de la improvisación a partir de unas premisas, improvisar a ver qué sale es el camino más fácil para que no salga nada.
Desde sus inicios, el Laboratorio ha estado profundamente vinculado a la investigación y a la creación. ¿Cómo se articula ese compromiso en la práctica cotidiana del aula?
En el Laboratorio siempre se ha planteado el trabajo como un encuentro entre creadores, una búsqueda orientada a la creación y a la interpretación orgánica. En las escenas, ejercicios de improvisación y en todas las asignaturas el trabajo es práctico y se incide en el descubrimiento que cada interprete hace sobre el propio trabajo y el trabajo de los compañeros. Ver cómo el actor, la actriz, se transforma a través de las notas de la profesora, del profesor, y evidenciar la raíz de ese cambio que hace que haya un progreso en el aprendizaje y una evolución en la aplicación de lo aprendido en el siguiente ejercicio. La práctica, el entrenamiento continuo amplía nuestra visión sobre el trabajo interpretativo. Esta manera de trabajar fomenta en los intérpretes el impulso de crear y, de hecho, muchos de quienes se estudian en el Laboratorio ponen en marcha proyectos de creación.
El profesorado del Laboratorio es uno de sus grandes valores. ¿Qué perfil buscan en sus docentes y qué tipo de aptitudes son fundamentales para formar parte del equipo?
El equipo de profesores de Técnica e Interpretación se compone de profesionales formados en el Laboratorio. Algunos de nosotros estudiamos con el propio Layton y al equipo se han ido incorporando generaciones más jóvenes. Nuestro método se integra en los programas de estudio de muchas escuelas, pero los profesores y profesoras del Laboratorio lo hemos aprendido en la fuente original. Sobre todo consideramos un valor estar en activo, es importante transmitir lo que se practica. En cuanto a quienes imparten las demás asignaturas, la mayoría son profesionales con experiencia y reconocimiento. Valoramos mucho su trayectoria profesional, su enfoque de la materia que imparte y su manera de entender la enseñanza.
A lo largo de los años han pasado por esta escuela numerosas figuras relevantes del teatro y el audiovisual español. Concretamente, este año, contáis con buenos ejemplos como Juan Vinuesa (exalumno y profesor), ganador a mejor interpretación en los Premios Talía y los Premios Godot por su papel en 1936 y finalista a los Premios Max de Teatro. También María Morales (exalumna) finalista como Mejor intérprete en los Premios Godot. O en tu caso que dirigiste Pepito, una historia de vida para niños y abuelos y ahora está nominada a mejor autoría teatral en los Max ¿Cómo recibís estos reconocimientos?
Juan Vinuesa lleva ya más de una década como profesor en el Laboratorio. Cinco años llevan Marta Matute, que acaba de dirigir su primera película, y Fran Cantos, Premio de la Unión de Actores como actor de teatro. Realmente nos enorgullece que se reconozca su trabajo. Nuestro equipo de profesores se compone de profesionales excelentes. La mayoría de los actores y actrices que se forman con nosotros suelen ponerse a trabajar enseguida, se integran en grupos ya existentes o de nueva creación y también trabajan en cine y en series. A veces, el trabajo no tiene tan amplia repercusión, pero poder desarrollar un trabajo artístico ya es un éxito.
Cuando una piensa en nombres como Ana Belén, Carlos Hipólito, Ana Duato, Gemma Cuervo, Petra Martínez, Mariano Barroso o Juan Margallo, y tantos otros que han pasado por el Laboratorio, es inevitable sentir el peso de una herencia artística viva. ¿Qué se siente al saber que esta escuela ha sido parte del camino de tantos intérpretes que han dejado y siguen dejando huella en la historia del teatro y el audiovisual en nuestro país?
Estos profesionales desde las primeras generaciones hasta las más actuales son la historia del Laboratorio. Somos lo que ellos son, lo que ellas son, no solo porque estudiaran con nosotros sino porque transmiten nuestra manera de entender el trabajo, una manera que aprendieron en el Laboratorio y que siguen desarrollando en los proyectos en los que participan.
En los últimos años, habéis desarrollado proyectos como LABORACCIÓN para apoyar a profesionales graduados. ¿En qué consiste esta iniciativa y cómo ha sido su acogida?
Esto de lo que te hablo, los trabajos que ponen en marcha nada más terminar su formación. Nos parece que debemos apoyarlos y poner a su disposición el espacio del Laboratorio para que ensayen, para que prueben y también para que hagan pases con público.
El Taller de Escritura Dramática con José Ramón Fernández ha dado lugar a textos premiados y montajes importantes. ¿Cómo se integra la escritura en el enfoque pedagógico del Laboratorio?
Con José Ramón Fernández llevamos mucho tiempo colaborando. Le propusimos crear el Taller de Escritura Dramática y siempre que sus proyectos se lo permiten mantenemos este granero de autoras y autores. De ahí han salido autores como Pedro Martín Cedillo, Paco Bezerra o Pablo Remón. En algunas ocasiones, hemos aunado el trabajo del taller con el montaje de Interpretación de segundo o de tercero. Incluso colaboramos con la OIT para concienciar sobre el trabajo infantil con el montaje de textos que salieron del taller de escritura y que se pudieron ver en el escenario del Teatro María Guerrero. Unos años después llevamos a escena textos que desarrollaron los autores y autoras a partir de una historia de Pirandello. En 2019 colaboramos con Théâtre de l’Opprimé con textos que trataban la situación de los refugiados, la huida de sus países, la tragedia del Mediterráneo, el rechazo en los países de destino. Esos textos los trabajamos en las clases de Interpretación de segundo y formaron parte de nuestro trabajo final.
Uno de los rasgos que llama la atención es la presencia continua del Laboratorio en causas sociales: igualdad, diversidad funcional, violencia de género… ¿Qué papel juega el compromiso social en su filosofía educativa?
Es esencial mantener un compromiso con nuestro entorno, defender desde todos los ángulos los avances conseguidos en cuestión de derechos y mantener un posicionamiento contra los abusos y la amenaza de la ultraderecha. Cuando digo desde todos los ángulos quiero decir que las personas que trabajamos en profesiones artísticas tenemos una responsabilidad. Esto muchos no lo tienen en cuenta, creen que es suficiente plantearse el teatro o el cine como una manifestación de la expresión formal, de la estética o del propio estilo, cuando no un divertimento para echar unas risas y vender entradas. No es incompatible. El ser humano cuenta historias para entender la vida, inventamos ficciones para buscar respuestas a lo que no comprendemos. Para mí la belleza es menos hermosa si está hueca.
Teniendo en cuenta tu amplia experiencia como actriz, directora y autora, ¿cómo influye tu propio recorrido artístico en tu labor como directora del Laboratorio?
La vida es evolución. La historia del Laboratorio es una continua evolución. Layton no venía a España con su método bajo el brazo, Layton quiso darnos herramientas a los profesionales de nuestro país y aprendió a crearlas con ellos y con ellas. Nuestro método se creó a partir del trabajo profesional de Layton y su elenco, en ese trabajo diario se fue perfilando, se probaron técnicas diversas, porque no se trata de inventar de la nada, se trata de llegar a un punto de creación en el que no estemos limitados por unos recursos frente a otros. Brecht no es contrario a Stranislavski. Cuando se comprende esto es muy liberador, Layton siempre decía, y así lo refleja en su libro, que se trata de que cada actor tenga su método. Hago este preámbulo para responderte. Cuando me llama Paca Ojea en 2001 para proponerme integrarme en el equipo del Laboratorio como profesora de Interpretación, acepto con emoción la propuesta y asumo la tarea de responsabilidad que supone transmitir lo aprendido por mi en el Laboratorio de manos de Begoña Valle, Mar Díez, María Ruiz, Francisco Vidal, Paca Ojea y el propio William Layton. Lo asumo en un momento en el que yo estaba trabajando mucho, en el CDN, en el Teatro de la Abadía, en la compañía La Cubana y en otros proyectos de teatro, cine y televisión. Lo que yo iba a enseñar no era solo lo que estudié a finales de los años 80, yo iba a aportar mi experiencia, sobre todo como actriz, la dirección y la dramaturgia empecé a desarrollarlas unos años después. Así me lo propuso Paca, no me llamaban para desempolvar lo aprendido veinte años atrás. El Laboratorio está en continua evolución, igual que la sociedad, igual que la interpretación.
La formación del actor en el siglo XXI está en constante transformación. ¿Qué retos y oportunidades ves hoy en la enseñanza de la interpretación?
La interpretación ha cambiado mucho desde que yo estudie hasta ahora, no digamos la dramaturgia. Ahora ya se han quedado antiguos algunos resortes que antes se valoraban. Ha cambiado la gestualidad, han cambiado los tiempos, los tempos. El público ya ha visto mucho y está preparado para que no le contemos milongas, para que nos metamos en el fango y en lo desconocido. Para que volemos y practiquemos el submarinismo. Es apasionante nuestro trabajo y es maravilloso descubrir que lo de ayer te lleva a otro lugar y que cada día se abren puertas. Y es un disfrute poderlo transmitir.
Comparte con nosotros alguna anécdota imborrable de tu paso por esta escuela en cualquiera de tus roles.
Recuerdo las preguntas de Layton. Porque él no daba notas, te hacía preguntas. Al principio todo el mundo intenta encontrar la repuesta, pero lo que importa no son las respuestas, sino las preguntas. Lo que llamaba Layton las ‘seminal questions’, las preguntas germinales, las que te abren ventanas y te proponen avanzar hacia donde no sabes qué hay. Si sigues esa corriente, entonces es cuando estás en el camino en el que se genera el estado creativo.
Recientemente, se ha renovado la imagen de la web y reforzado su presencia en redes sociales. ¿Qué objetivos persigue esta renovación digital y qué respuesta están teniendo del público más joven?
La renovación de la web y de la imagen digital responde a la necesidad de adaptarnos a los canales de comunicación actuales, sin perder la esencia del Laboratorio. Queremos que quienes se acerquen por primera vez a la escuela, muchos de ellos jóvenes que buscan formación rigurosa pero cercana, encuentren reflejado nuestro espíritu también en lo visual y en lo digital. La nueva web y la actividad en redes son una forma de abrir las puertas de la escuela a quienes aún no nos conocen, de compartir lo que hacemos, cómo lo hacemos y, sobre todo, por qué lo hacemos. Nos interesa mucho que la comunicación sea coherente con nuestra manera de trabajar: clara, directa, comprometida, y también abierta al diálogo. La respuesta está siendo positiva, y sentimos que estamos generando una conexión más cercana con una nueva generación de intérpretes.
¿Qué le dirías a una persona que está considerando formarse como actor o actriz, pero duda sobre cuál es la escuela adecuada para dar ese paso? ¿Por qué elegir el Laboratorio William Layton?
Lo que te decía antes, si quieres tener una formación sólida, que te proporcione herramientas, que te ponga en marcha y que te produzca esa chispa que te transforme. Si quieres seriedad y respeto, si quieres entusiasmo y creatividad. Si quieres convertirte en un actor o una actriz que no dependa de nadie para crear. Nosotros te acompañaremos si quieres, pero solo para ver cómo avanzas, para servirte de estímulo, no porque nos necesites durante toda la vida.
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