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La importancia de ser honesto

Silvia Marsó: “La sociedad nos impone una imagen de triunfadores que nos hace mucho daño”

Es un rostro clave de la interpretación de nuestro país. Con más de 100 personajes habitados tanto en cine como en televisión y teatro, la actriz y productora aterriza en el escenario del Teatro Pavón para sumarse al elenco de La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, para dar vida a Lady Bracknell.

 

Foto de portada: Felipe Mena.

 

Te incorporas a un equipo ya formado. ¿Cómo ha sido? ¿Qué fue lo primero que se te pasó por la cabeza cuando te surgió esta oportunidad?

¡No lo dudé! Yo había visto la obra hace un año y medio y me gustó tanto que, cuando me llamó David Selvas (el director) y me preguntó si me apetecería hacer el personaje de Lady Bracknell, no me lo pensé. Ya no es por el personaje, es por cómo lo ha dirigido él y por cómo han hecho la adaptación, porque es maravillosa. Esta adaptación es única.

 

¿Cómo definirías a Lady Bracknell? ¿Algún punto en común con ella?

Bueno, punto en común… complicado (risas). Es una mujer clasista, un personaje muy divertido y muy bien escrito. Es la ‘mala’ y no quiere que su hija se case con alguien que no sea de clase alta, pero a pesar de ello, como personaje es un bombón.

 

La obra utiliza esa ‘importancia de llamarse Ernesto’ como metáfora de la importancia de ser honesto. ¿Qué lugar crees que tiene la honestidad en nuestra sociedad?

Estos personajes se pasan la obra luchando por conseguir ser honestos, por conseguir vivir en libertad individual, luchando por ser lo que ellos quieren ser en la vida. Y esa lucha contra lo establecido, contra los convencionalismos, contra la sociedad, es una lucha que hoy en día también sufre la gente. Ahora mismo el éxito es cuando tienes muchos seguidores en las redes sociales o cuando tienes éxito profesional. Yo creo que la sociedad nos impone una imagen de triunfadores que nos hace mucho daño. La obra se estrenó en 1895, ha visitado ya tres siglos y no hemos evolucionado. Creo que hay una grieta entre el ser humano y la sociedad, que el sentido de la autenticidad hoy en día sigue estando muy mal visto porque no te permiten ser libre, ser tú mismo y defender tu manera de sentir.

 

Quizá hoy en día lo más difícil a veces es ser honesto con uno mismo…

Exacto. Es muy difícil escucharte y tener esta capacidad de saber qué es lo que tú quieres hacer en la vida. Y yo veo a estos personajes que están luchando constantemente para eso. Es muy actual. Veo cómo sufren los personajes jóvenes porque quieren ser ellos mismos.

 

La importancia de ser honesto en Madrid
Elenco completo de ‘La importancia de llamarse Ernesto’. Foto: Felipe Mena.

 

Oscar Wilde utiliza su obra como una crítica a una sociedad superficial e hipócrita. ¿Cómo es para ti encarnar un texto en el que prácticamente cada intervención es una crítica mordaz?

Bueno, es que no hay frase que no deje títere sin cabeza. No hay una sola frase en la obra que no tenga un doble sentido. Oscar Wilde era un genio, en el amplio sentido de la palabra. Es increíble ver la capacidad que tenía para ridiculizar a nuestra sociedad y al ser humano.

 

¿Cómo plasma esta crítica en los diferentes personajes?

El personaje de mi hija Gwendolen, que es una mujer romántica, si tuviéramos que hablar de alguien de la actualidad, sería la típica ecologista, mujer comprometida, honesta… Luego John, el personaje que hace Pablo Rivero, es otra víctima del qué dirán. Es un chico que no ha podido vivir. Tiene la responsabilidad de ser el tutor de Cecily, que interpreta Paula Jornet, y tiene que tener unas apariencias que no corresponden a su edad.

 

¿Qué caracteriza la relación entre ellos?

Creo que lo que plasma Oscar Wilde son los conflictos que puede haber por equívocos cuando la gente no es honesta, cuando la gente no es sincera.

 

Es una adaptación con muchas partes musicales. Tengo entendido que a ti te gusta mucho la música. ¿Cómo han sido estos ensayos? ¿Son las partes más complicadas o las que más se disfrutan?

¡Sí! Son muy complicadas, pero tenemos la suerte de que todo el reparto son buenos músicos, cantan divinamente y lo están haciendo muy bien.

 

Hay una frase de Algernon en el texto que dice: “Me encantan los problemas. Son la única cosa que nunca debes tomarte en serio”. ¿Cómo se enfrenta Silvia Marsó a los problemas?

Siempre intentando solucionarlos. Nunca he tirado la toalla y siempre he estado dispuesta a solucionar cosas. Tengo una capacidad de adaptación bastante desarrollada, y tiene que ser así, porque la vida es un problema tras otro y la resiliencia es necesaria. No obstante, yo creo que cuando Algernon dice esto de los problemas es porque él está riéndose precisamente de los deseos no cumplidos que tienen los personajes. Están todos luchando por algo que, en realidad, es inalcanzable.

 

En relación con el ‘hit’ Todos hablamos por hablar. ¿Le tenemos miedo a los silencios?

Pues en esa sociedad victoriana que retrata Oscar Wilde, y que también podría ser la nuestra, cuando no se es auténtico, la gente prefiere hablar de tonterías para pasar el rato que de temas importantes. Eso es lo que critica Oscar Wilde en la obra y por eso se hizo esta canción. Me gusta mucho porque, a través de la canción, se está criticando que no se está profundizando en las cosas, que no se está escuchando lo que uno piensa, sino que está uno hablando por hablar, en vacío y de manera superficial.

 

La importancia de ser honesto en Madrid
Silvia Marsó como Lady Bracknell en La importancia de llamarse Ernesto. ©Felipe Mena

 

Oscar Wilde fue encarcelado por homosexual, pero a la vez tenía una mujer y unos hijos, pero él nunca lo escondió. ¿Crees que hay algo de él en esta doble vida de John y de Algernon?

No me veo capacitada para opinar sobre su vida privada, pero sí que te digo que, si él tenía una mujer, es porque para él de verdad era importante esa mujer. Él, de alguna manera, a través del personaje de Ernesto, está haciendo apología de ser auténtico y ser una persona consecuente con lo que tú sientes. Y lo consigue a través de su dramaturgia. La obra fue un éxito brutal, se estrenó en toda Europa, ha llegado hasta nuestros días y sigue estando vigente en el mundo entero. Entonces, algo tiene para conectar con el público de todas las épocas y que se siga representando.

 

¿Qué mensaje te gustaría que rescatase la gente de esta obra?

Que cada uno viva como siente que tiene que vivir y que nos dejemos ya de estar pendientes del qué dirán, de las redes sociales y de si tienes éxito o si das una apariencia de triunfar. No todos tenemos que ser triunfadores, ¿por qué hay que serlo? La sociedad nos vende, o nos impone, que lo seamos. ¿Por qué no pueden ser tan admirables los perdedores como los triunfadores?

 

¿Y cómo estás compaginando la obra con tus otros proyectos recientes, como Claveles?

Pues ahora he tenido que dejar de hacer representaciones de Claveles y de Blues & Roots, mi espectáculo de blues, hasta que termine las representaciones en el Pavón. Pero luego sí, luego tengo bolos durante el próximo otoño y estoy muy contenta. Son maravillosos los dos espectáculos.

 

¿Qué te ha aportado tu personaje?

Pues hacía mucho tiempo que no hacía un clásico, la verdad. El último que hice fue El gran mercado del mundo, de Calderón, en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Desde entonces todo lo que he hecho ha sido contemporáneo y me apetecía mucho volver a los grandes textos que han pasado la criba de los siglos para convertirse en obras muy representadas y reconocidas.

 

Wilde usa a menudo aliteraciones y juegos de palabras. ¿Crees que eso ayuda a la hora de memorizar el texto o lo dificulta más?

No, no lo dificulta nada. Lo que cuesta de memorizar el texto de Oscar Wilde es que todas las frases encierran tanta mordacidad que cada una de ellas está llena de mensaje. Entonces, te pasas el tiempo descubriendo qué quiere decir el autor en cada párrafo.

 

¿Y tienes alguna frase favorita?

Sí, a mí me gusta mucho cuando mi personaje dice “Yo nunca he sido partidaria de los matrimonios por intereses económicos. La prueba es que, cuando Lord Bracknell se casó conmigo, yo no tenía ningún tipo de fortuna” (risas).

 

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