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La dama de Calderón se manifiesta en los años 50 en Radio Madrid

Borja Rodríguez: “La radio ha sido siempre una voz en libertad y, además, es un medio que cuenta con el misterio”

Borja Rodríguez dirige en el Teatro Pavón, de la mano de Mic Producciones, la adaptación de Fernando Sansegundo de La dama duende  de Calderón de la Barca, que sitúa la historia en los años 50 y en el marco de una retransmisión radiofónica de Radio Madrid. Anabel Maurín, Eugenio Villota, Helena Lanza, Luis Rallo, Mario Alberto Díez, Rafa Núñez, Silvia Acosta y el propio Sansegundo forman el elenco de este montaje que estará en el Teatro Pavón del 27 de enero al 2 de febrero.

 

Fotos: Javier Naval

 

Me gustaría empezar recordando que en tres de las últimas obras de MIC Producciones habéis realizado versiones muy particulares de grandes clásicos. Si hablamos del contexto donde se desarrollan, en La viuda valenciana de Lope la historia se trasladaba a algún momento del S.XX, en El amor enamorado, también de Lope, ya jugabais a un cambio de escenario enmarcándola en un bosque de Galicia y ahora La dama duende de Calderón se desarrolla en la España de los años 50. ¿Crees que necesitan los clásicos una vuelta de tuerca para seguir siendo atractivos para la audiencia actual?

Lo que queremos es emocionar, transmitir, conmover, y si para eso el texto y su situación nos permiten hacer gestos que favorezcan la comunicación, los haremos con gusto. En La Viuda Valenciana, en los años 40, recién terminada la guerra y habiendo prohibidos los carnavales, se nos presentaba la ocasión clara, con esa señora Leonarda que rezumaba vida, pero que estaba obligada a vestir de luto como el tiempo que le tocó vivir; El Amor Enamorado nos llevó a la Galicia mágica de El Bosque Animado, porque entendimos que mejor que en la corte madrileña (como la presentó Lope), correspondía viajar al Norte, donde dioses, humanos y ninfas eran capaces de librar sus conflictos. Y en La dama duende, que trata de una situación ubicada en una habitación tras otra habitación oculta separada por una alacena de cristales, suena bastante similar a un estudio de radio donde el control aparece siempre en otra habitación separada por ese cristal que llaman pecera. Ahí empieza el juego, y nos apetece mucho jugarlo. Somos conscientes de que el nuestro es un oficio cuyos códigos están en permanente cambio, porque la sociedad está cambiando a cada momento, y consume contenidos de manera cada vez más distinta. Tenemos que excitar la realidad para descubrir posibilidades en ella. Si nos quedamos anclados, o sin fuelle, no llegaremos ni a la tercera fila. Ahora bien, estos giros hay que hacerlos con honestidad, conocimiento y elegancia, porque de lo contrario podemos hacer un pastiche o la obra de las ocurrencias del director; mi intención siempre es ir más allá, sorprender la mirada, disparar la pregunta, abrir la posibilidad…

En cuanto a todo el proceso de adaptación, estamos muy agradecidos a la Editorial 8 y ½, que enseguida se interesó por el proyecto, y lo ha documentado en un libro que firmamos Fernando Sansegundo y yo, y que cuenta no sólo los entresijos de la creación en el proceso de ensayos, sino que de manera muy clarificadora, desarrolla el esquema de adaptación de Fernando, y desgrana paso a paso el texto de Calderón en conexión con el resultado de su trabajo. Es un regalo. También viene documentada toda la parte plástica, con bocetos del vestuario de Gabriela Salaverri o la escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda, así como de las reuniones y encuentros que motivaron la puesta en escena de La Dama Duende.

 

La dama de Calderón se manifiesta en los años 50 en Radio Madrid en Madrid

En los últimos dos proyectos mencionados Fernando Sansegundo ha realizado la versión y adaptación de los textos. ¿En qué momento llegasteis a la idea de situar la trama en un estudio de los primeros programas de radio de Teatro del Aire?

Al principio la radio iba a estar sólo presente porque imaginábamos que en la casa habría un aparato de radio donde darían las noticias (las fiestas de San Isidro, El Caso, y comerciales publicitarios). Después de varias sesiones trabajando la adaptación y dramaturgia, Fernando propuso un acercamiento a ese mundo, porque iba ganando cada vez más entidad, y realmente pensamos que la radio ha sido siempre una voz en libertad y, además, es un medio que cuenta con el misterio de lo que hay que imaginar detrás de lo dicho. Inmediatamente llegó la idea de la Compañía de Teatro en el Aire, y ese doble juego entre lo que le sucede a los intérpretes de la radio en conexión con los personajes de la obra de Calderón.

 

¿Cómo ha sido el proceso de documentación e investigación para recrear el ambiente y el tono de ese estudio de Radio Madrid?

Hemos leído mucho para ello, algunas historias de la radio en España, y visto y escuchado todo tipo de documentos. Una de las piezas fundamentales fue la aportación de nuestro querido Manuel Lagos, que nos prestó una colección de anuncios comerciales de los años 30 a 60 editada por la Cámara de Comercio, una joya. El mismo Fernando Sansegundo, basándose en ese documento, compuso unos anuncios que se interpretan en la función, y Luis Pérez Duque hizo los arreglos para que todo sonara ‘a la manera’ de los 50. El cine de Berlanga, de Bardem o Azcona también nos ha acompañado en todo el proceso, con referencias tan variadas como Manolo Escobar o David Lynch. Amalgamar todo esto en una unidad coherente ha sido un trabajo muy enriquecedor. Debemos ser caprichosos en cuanto a lo creativo, porque esos caprichos, esas reminiscencias, si tienen buen fundamento, convertidos en libertad, serán los que darán singularidad a la pieza.

 

Precisamente, para conseguir transportarnos a esos programas radiofónicos supongo que ha sido muy importante en este montaje el trabajo de voz, sonido y música.

Hemos sido muy afortunados al poder contar con la asesoría vocal de Inés León (Mamma Mía, El Diario de Anna Frank, We Will Rock You, etc.) que ha trabajado mano a mano con el compositor y el elenco de la función para sacar ese sonido característico. En cuanto a la música, las referencias trabajadas con Luis Pérez Duque han ido desde Cole Porter, pasando por las grandes orquestas de Percy Faith o los Gingles radiofónicos de los años 50, que eran pequeños tesoros capaces de transportarnos a un lugar concreto en pocos segundos.

 

Es una apuesta sobre la representación de una obra dentro de la obra en sí. Un juego como el metateatro, ¿qué os permitía aportar a la historia original de Calderón?

Al reconocer los tipos de comportamiento que habitan en los personajes del Siglo de Oro, y visitar documentos como el cine de los 50 y 60, vemos que algunos códigos siguen enquistados a lo largo del tiempo. Estos patrones son los esquemas educacionales que nos han formado a nosotros, a través de la escuela, la familia, la literatura, la religión. A partir de aquí, el diálogo entre los dos mundos está servido.

 

¿Cómo es la Doña Ángela de esta versión?

Es una mujer audaz, que se niega a vivir sepultada entre cuatro paredes por la mala fortuna de un hombre, su difunto marido, y a merced de la voluntad de otros dos hombres, sus hermanos. Ángela huye hacia adelante. Y sabe que esa huida, esa revolución, sólo puede llevarla a cabo mediante la acción. Cuenta con la ayuda de Isabel, y es muy importante, porque aunque Ángela lleva a cabo la acción, Isabel es la que hurga en las maletas, inventa tretas, pone la alacena de relevancia y sólo tiene que dar un empujoncito a su señora. A partir de ahí, todo sale mal y es donde la comedia se convierte en un laberinto de personajes a punto de colapsar.

 

La dama de Calderón se manifiesta en los años 50 en Radio Madrid en Madrid

 

¿De qué habla para ti este clásico de Calderón y qué temas y elementos habéis querido subrayar más y cuáles, por el contrario, habéis dejado fuera porque no os parecían esenciales?

Lo primero que me llama la atención es que la obra está catalogada como “comedia de capa y espada”, un término eminentemente masculino. Sin embargo, Calderón la tituló La dama duende. No la tituló El honorable don Manuel. Entonces ya con la mosca detrás de la oreja, uno empieza a leer la función a través de los ojos de Ángela, no como un tema de honor de unos señores, sino como un grito de libertad de esta mujer, y todo comienza a tomar mucho más sentido. O por lo menos, un nuevo sentido. Esto es, esencialmente, lo que hemos hecho.

 

Es un montaje con mucho movimiento escénico, ¿cuánto trabajo hay detrás para que no afecte al ritmo de la obra?

Ese era un gran tema. La alacena es un personaje más, pero también puede ser una trampa, porque el desplazamiento entre las dos o tres habitaciones en juego ha de ser ágil, pero con entidad, y además entendible y asumible por la audiencia. No podemos marear y divertir a partes iguales, pero aquí, teniendo dos mundos, el de la radio y el de Calderón, la dificultad era mayor. Las reuniones con Ricardo Sánchez Cuerda y con Juanjo Llorens fueron intensas, porque había que explicar, situar y recrear, hasta que llegó la primera maqueta de la escenografía y comenzó a armarse el pacto de ficción que iba a conducir la obra, con un armario lleno de magnetófonos y cintas de grabación, que haría las veces de alacena, dentro de un espacio ‘soñado’ que enmarcaría los diferentes espacios por los que viaja la comedia. “Explícalo en teatro y ya está”.

En cuanto al movimiento coreográfico, el trabajo con Paula Sánchez Arévalo ha sido muy enriquecedor, ha estado 20 años en Nederlands Dans Theater, en el New York City Ballet y en un montón de lugares de mucha altura y hemos podido aportar mil reminiscencias a cada detalle. Es muy bonito comprobar que el público reconoce esos tesoros escondidos y te los hace llegar al final de la representación.

 

 

¿Qué presencia va a tener el verso durante la función?

Se entiende. Llega. Emociona. Está en acción. Además de esto, que es lo único importante, señalar mi empeño en trabajar el verso al principio del proceso desde el juego actoral, desde el ejercicio, la vivencia, sin corsé, para que cuando la acción esté unida a la palabra, ir puliendo donde haga falta, no al revés. Es una manera, y a mí me funciona.

Silvia Acosta, Luis Rallo, Eugenio Villota, Helena Lanza, Mario Alberto Díez, Anabel Maurín, Fernando Sansegundo y Rafa Núñez conforman el elenco. ¿Qué pautas les diste para dar vida a intérpretes de radio?

Cada uno tiene su referencia real: Juana Ginzo, Matilde Vilariño, Pedro Pablo Ayuso, Teófilo Martínez, etc, que fueron estos locutores y actores de la radio, pero hemos jugado referencias muy diversas, aludiendo al cine, a la televisión o a personajes públicos de la época. En cuanto al comportamiento, ha sido un proceso muy enriquecedor, nos ha permitido analizar pautas que siguen entre nosotros, y otras ya superadas. Esto es muy bonito identificarlo en el desarrollo de la función.

 

Supongo que ir cambiando de registro durante la función dio para algunas situaciones divertidas entre el equipo…

Parte de mi formación como docente tuvo lugar en Southampton (Reino Unido), y pude asistir a ensayos de producciones y entrar en contacto con su forma de hacer, por eso me gusta dotar los ensayos de un carácter lúdico bien entendido, con mucho rigor pero jugando, partiendo de premisas muy sencillas, creando un buen ambiente que favorezca la creación, y jugando, sobre todo jugando y abriendo paso a la posibilidad de que sucedan cosas divertidísimas, aun cuando sean muy dramáticas. En ese caldo de cultivo nos hemos dado la oportunidad de reír a dos carrillos, por ejemplo, al montar la escena del guateque en la habitación de Ángela, antes de ser descubierta por sus hermanos, y ver como Don Luis entraba derrapando rueda ardiendo de celos en busca de Beatriz. La verdad es que nos hemos sentido muy afortunados y felices yendo a ensayar todos los días, y eso se nota sobre el escenario: donde hay equipo, hay teatro.

 

La dama de Calderón se manifiesta en los años 50 en Radio Madrid en Madrid

 

Sobre todo hay que decir que estamos ante una obra donde la comedia tiene mucha presencia. ¿Hay algún momento o personaje que para ti sea especialmente divertido?

Todos estos señores de la capa y espada (o del As y el Soberano), de tan ceñudos y honorables, me han resultado muy cómicos, patéticos y reconocibles, y creo que lo hemos jugado a fondo en personajes como Don Luis, que es un Dandy desaforado recién salido del Hipódromo de la Zarzuela, más cercano a Escarlata O’hara en su drama por conseguir a Beatriz -que por cierto, tiene el cortisol por las nubes- que de salir con dignidad de este lance.

En cuanto a situación, crear la lucha con Alfredo Noval, y convertirla en un combate de boxeo fue un trabajo muy divertido; Luis, Rafa y Mario sudaron bien la camiseta, pero también estuvieron al borde de las lágrimas (de risa).

 

¿Qué recorrido va a tener la obra una vez abandone Madrid?

Estamos desbordados con la acogida del espectáculo; ha arrancado con una buena gira, Castilla la Mancha, Comunidad de Madrid, Andalucía o Castilla y León, pero también hemos llegado a lugares difíciles para un clásico castellano, como es Euskadi, donde ha tenido una calurosa acogida en Getxo el mes pasado, y donde ha conseguido despertar el interés de plazas próximas que ya anunciaremos. El verano pasado estuvo en Festivales como Alcalá, Almagro o Cáceres (donde nos dieron el premio a la Mejor Dirección) Ahora nos queda la segunda vuelta para este verano, que creo se dará muy bien: Alcántara, Chinchilla, Olmedo, etc. Hasta la fecha, para nosotros el volumen medio de gira por espectáculo era de cincuenta o sesenta representaciones: con La dama duende esperamos acercarnos al centenar (tocamos madera).

 

¿Qué nuevos proyectos tenéis entre manos el equipo de MIC Producciones?

Seguiremos con nuestra línea de Clásico del Siglo de Oro, porque nos estamos afianzando en uno de los circuitos más duros; y levantaremos nuestra segunda producción de Dramaturgia Contemporánea, después de Goteras, que va viento en popa. Tenemos entre manos una súper comedia brutal, de la que próximamente tendremos noticias, y que nos hace inmensamente felices cada vez que nos ponemos manos a la obra.

 

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