Emma Suárez interpreta en El cuarto de atrás -la adaptación teatral de la novela homónima de Carmen Martín Gaite firmada por María Folguera y dirigida por Rakel Camacho-, a una escritora llamada C., alter ego de la propia autora salmantina, que en una noche de insomnio navega entre los recuerdos, la imaginación y las palabras mientras intenta centrarse para escribir su próximo libro.
La obra podrá verse en el Teatro de La Abadía del 27 de febrero al 16 de marzo.
En el cine son más de cien películas a tus espaldas y no has parado de trabajar en ningún momento, pero en el teatro has participado más esporádicamente. Lo primero que me gustaría saber es qué sensaciones estás teniendo al volver a enfrentarte al público encima de un escenario en una obra de teatro tras Los hijos de Kennedy que hiciste en 2014.
Un poco como una sinfonía. Hemos ido haciendo algunos bolos puntuales desde el estreno hace un par de meses, pero nada seguido hasta que lleguemos a La Abadía. Todo el proceso está siendo fascinante porque el montaje que ha dirigido Rakel Camacho tiene mucho de fascinación y fantasía, al tiempo que es muy lúdico. También, la dramaturgia de María Folguera ha permitido realizar un maravilloso juego interpretativo y estoy trabajando muy a gusto con mis compañeros, tanto con Alberto Iglesias como con Nora Hernández. Así que, muy contenta porque llevaba tiempo con el deseo de volver a hacer teatro, pero no había encontrado el texto.
¿Por qué este ha sido el elegido?
Porque me atrajo todo del proyecto, no tuve ni un momento de duda a la hora de aceptarlo. Carmen Martín Gaite es una autora que me gusta muchísimo, la adaptación de María era muy atractiva y me atraía trabajar con Rakel, que es una directora con mucha imaginación y ha sabido meter acción al texto. Y, personalmente, darme mucha confianza durante los ensayos, algo que necesitaba después de tanto tiempo. Además, el uso que tiene Carmen de la palabra me enamora y al hacer teatro tengo que estar absolutamente enamorada de lo que voy a decir. Aparte, fíjate las cosas que tiene la vida, hace muchos años hice una serie basada en la novela de Carmen Fragmentos de interior para televisión y tuve la oportunidad de conocerla, precisamente en El Boalo, su casa familiar de toda la vida, porque rodamos allí. Recuerdo que pude saludarla. Estaba con su hermana Anita y me pareció una mujer muy inteligente y cercana. Ten en cuenta que yo tenía unos 18 años, así que imagínate el respeto que me daba aquello. Siempre he recordado ese rodaje y justamente el pasado junio volví allí para participar en un taller sobre Carmen y la artista Isabel Quintanilla que organizó María Folguera, que es una gran entendida de la obra de la autora.
La protagonista de El cuarto de atrás es C., que viene siendo la propia Carmen, y sus recuerdos y pensamientos. Así que, el reto, ¿era interpretarla a ella?
Todos entendemos que C. es ella, pero en la adaptación teatral nosotras hemos preferido centrarnos en el personaje en sí, yo me limito a interpretar a ser su voz, prefiero no planteármelo como que estoy realizando una representación de la propia Carmen. Sobre todo, porque en la novela tampoco se identifica cien por cien como la protagonista.
Sin embargo, todo el texto está salpicado de momentos de su propia biografía.
Claro, por eso digo que soy su voz, pero no su rostro. No podíamos convertir a Carmen Martín Gaite en un personaje, eso impone demasiado y tampoco era necesario. Hubiera sido un error. También era importante reflejar el estado de vigilia en que se encuentra la protagonista, donde se mezcla lo real y lo irreal. Eso le crea cierta ansiedad y le hace vulnerable. Me parecía muy atractivo alcanzar ese punto porque yo misma me encuentro muchas veces ese estado de perderme y no encontrarme. De estar al mismo tiempo en un sitio y en otro. De buscar cosas y no hallarlas, pero cruzarte con otras que te llevan a pensar en una cosa diferente. Hay algo de esa dispersión con la que me identifico y me parece que también lleva a un momento de creatividad muy interesante.
La autora crea una metanovela en la que la propia historia termina con la creación de la novela misma. Es un ejercicio realmente complejo y original.
Es una novela que se va escribiendo en una conversación, en un sueño o, mejor dicho, en una noche de insomnio. Ahí hay lugar para la memoria, los recuerdos, la infancia… ella dice en un momento dado que pretende al mismo tiempo entender y soñar y que esa es la condena de sus noches. De rescatar una frase de toda la obra, sería esa. También habla de lo importante que es la imaginación para sobrevivir. Ese cuarto de atrás, al que hace mención el título, es literalmente el cuarto donde ella comenzó a jugar y a imaginar. Ella recortaba cartulinas mientras que alrededor, lo que estaba sucediendo, era una guerra. Así que, es también un sitio donde sentirse segura y alejada de lo malo.
Como en otras historias, Carmen demuestra aquí que no solo es una gran escritora, sino también su gran nivel intelectual.
¡Es que era una mujer impresionante! Yo, a partir de implicarme en este proyecto, me he interesado mucho por su persona, he leído muchísimo y la dimensión que tiene es abrumadora. Tiene ensayos, conferencias, novelas, artículos… Para trabajar esta obra tengo la versión del libro publicada en Cátedra con edición de José Teruel porque viene con innumerables reseñas sobre la historia de Carmen y lo que esconden los objetos y momentos que aparecen en la novela.
Su alter ego en la novela expresa el deseo de escribir una novela fantástica y, al mismo tiempo, quiere crear un libro de memorias y hablar de la guerra y de la posguerra. ¿Quién es ese hombre de negro que le va a ayudar a ir escribiendo sobre todo eso sin darse cuenta?
Se inventa un interlocutor, que es este hombre misterioso que no sabemos quién es, pero que le incita a hablar y a recordar. Es un personaje del que sospecha y desconfía, pero que también le seduce.
¿Qué destacarías de la adaptación realizada por María Folguera?
Ha realizado un trabajo con mucho respeto y muy meticuloso, donde cada palabra está escogida y seleccionada por un motivo en concreto. Durante los ensayos no hemos cambiado prácticamente nada de su texto. María y Rakel se conocen desde hace tiempo y este proyecto surge de las dos. Había un enorme entendimiento entre ambas sobre cómo debía ser la obra.
¿Cómo es la puesta en escena ideada por Rakel para llevarnos por este viaje entre los recuerdos, la palabra y la imaginación?
Es pura fantasía, luz y color… y mucho entretenimiento. El espectador no se puede desenganchar. Hay algo hipnótico en cómo resuenan las palabras de Carmen, pero constantemente suceden cosas. Es como si se retratara la imaginación, hay una escenografía que gira como si fuera el tiempo mismo. No es gratuito que Carmen dedicara el libro a Lewis Carroll, el autor de Alicia en el País de las Maravillas, aquí hay personajes que aparecen de la nada y, en ciertos momentos, no sabes muy bien qué está sucediendo. A nivel interpretativo, Raquel invita a los actores a jugar y a trabajar mucho desde el cuerpo.
En la obra, Carmen también habla mucho de su manera entender la literatura y el proceso de creación y escritura.
Realiza muchas reflexiones. Creo que una constante en su vida personal y profesional es el miedo. El miedo a equivocarse, el miedo a escaparse, a desafinar, al extravío, el miedo al caos… Ella creció en un tiempo que las mujeres eran educadas para casarse, tener hijos y ser amas de casa, y ella toma otro camino.
¿Ese sería otro de los temas fundamentales, el papel de la mujer en la Dictadura?
Sin duda. Habla de su madre, de la amiga con la que creció e inventaba historias -que durante la obra también se le aparece-, de las estrellas de cine, de lo difícil que era viajar y salir sola…
Incluso al recordar que vio a Franco en su infancia, a ella, quien le llamó la atención, era su hija Carmen Franco y Polo, que también por entonces era una niña.
Es que hay una cosa muy bonita y es que ella recuerda sensaciones, quiere rescatar la poética de ese tiempo vivido. Por eso, habla del sabor del helado de limón, por ejemplo. En el mismo texto dice que a raíz de la muerte de Franco proliferaban los libros de memorias e históricos y ella no quería escribir algo así. Ella prefiere pensar en las costumbres, las modas… y habla de Carmencita Franco porque para ella representaba a aquellas protagonistas de las novelas rosas llenas de misterio y prisioneras.
¿Qué va a sacar de la función un espectador que no conozca la obra de Carmen Martín Gaite?
Yo espero y confío que esta obra despierte en todo el que la vea el deseo de descubrir el resto de su obra, es necesario celebrar su talento y su valor dentro de nuestra literatura.
Acabas de estrenar la película Desmontando un elefante en la que interpretas a Marga, una arquitecta alcohólica que intenta recuperar el vínculo con su hija. ¿Cómo fue meterte en la piel de esta mujer?
Es un personaje muy duro, pero fue un proceso muy revelador poder trabajar con terapeutas, médicos y diversos profesionales que trabajan en centros de rehabilitación. Ha sido un trabajo de investigación, fundamentalmente sobre las adicciones, sobre lo que significa reconstruir la identidad cuando te miras al espejo y encuentras un vacío y un miedo abismal querer enfrentarlo. He conocido a personas que viven ese proceso con absoluta valentía y con una voluntad admirable y hablar sobre un tema así me parece muy importante. Poner esta realidad sobre la mesa incomoda a mucha gente, pero es fundamental aportar cierta información y conocimiento sobre ello para poder ayudar no solo a estas personas sino también a las familias que en un proceso de adicción sufren también muchísimo y no saben cómo afrontarlo.
Vas a estar con El cuarto de atrás durante los primero meses de 2025, pero tienes varias películas pendientes de estreno como Fragmentos, Emergency Exit y The Birthday Party.
La última que rodé fue la de The Birthday Party el año pasado. Se realizó en Grecia porque es una producción internacional que dirige Miguel Ángel Jiménez con William Dafoe como protagonista. Es un proyecto también que lleva gestándose muchos años y por fin salió a la luz. Así que ya está rodada, está en proceso de montaje y supongo que tendrá un largo recorrido por festivales cuando se estrene. Ha sido, como te puedes imaginar, un honor trabajar al lado del maestro Dafoe, a quien admiro desde hace muchos, muchos años.
Y también está para estrenar Emergency Exit que tiene un extenso grupo de actores y actrices con Marisa Paredes, que fue su última película, Oriol Pla, Francesc Orella, Albert Pla, Arielle Dombasle y Aida Folch, entre otros. Por cierto, el otro día estuve viendo el estreno de Travy, que protagoniza la familia Pla, en La Abadía y disfruté muchísimo, es maravilloso verlos a todos encima del escenario.
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