“Si lo que hacemos no tiene una carga de compromiso, ¿para qué hacer venir a la gente?”
La nueva propuesta de Teatro Urgente nos adentra en el mundo de una de las filósofas más influyentes del siglo XX con Hannah Arendt en tiempos de oscuridad. Su autora, Karina Garantivá, que además participa como actriz en el montaje, nos abre las puertas a este mundo de pensamiento, política y metateatro desbordante de actualidad que ahora llega, del 4 de marzo al 4 de abril, al Teatro Galileo.
La urgencia de un pensamiento crítico
Foto portada: Dondy Kriga
Karina, ¿cuál es la filosofía de Teatro Urgente? ¿Con qué intención nace?
¡Eso nos lo preguntamos cada día! (Risas) Teatro Urgente somos un equipo de personas que nos hemos reunido para investigar y desarrollar un teatro que tiene un punto de partida no teatral, desde las ciencias que nos cuestionan y nos interpelan en este momento como la filosofía o la antropología. Nuestro objetivo es encarnar un teatro que sea conceptual, con ideas que bajen al terreno del juego, de la sensorialidad y de la creación.
Según lo que me cuentas, parece una propuesta inusual en cuanto a lo que se propone en el ámbito teatral madrileño actual.
Me gusta pensar que el teatro que hacemos en Madrid es como una comunidad, como un ecosistema y, cuando hay mucho de lo mismo, a mí ya me rechina. Hay muchas personas a las que les interesa los textos teóricos y resulta interesante cubrir ese hueco. Es importante quitarnos el complejo de que nosotros no podemos pensar, creo que es muy interesante romper ese prejuicio. Nosotros también formamos parte de esa tradición que tenemos de filosofía y pensamiento occidental.
Teatro Urgente se presentó hace un año, cuando aún no pensábamos que la pandemia nos iba a afectar como nos ha afectado, ¿en qué ha cambiado el proyecto que presentasteis a lo que finalmente ha terminado siendo?
La idea principal no ha cambiado, siempre ha sido igual, pero nosotros hemos cambiado todos. Aquí nos despedimos todos de una manera y nada ha sido igual, han pasado muchas cosas por nuestras vidas y eso lo ha cambiado todo. Creo que, gracias a la pandemia, Teatro Urgente goza de un entusiasmo, todo lo que depositamos ahí era una energía que no sé dónde estaba, pero ahora es un proyecto necesario, vital. Yo he dejado todo aparcado para ponerme al frente. La pandemia nos ha replanteado lo que dábamos por sentado, nos ha dado una oportunidad de revisar la relación que teníamos con los espectadores, porque ahora, claro, convocar a los espectadores es un acto distinto, tienen que salir de casa y asumir un riesgo, así que, ¿qué le vamos a contar? Eso se ha puesto muy de relieve, y aunque siempre nos lo tomemos en serio, quizá hay proyectos, enfoques, que en otro momento los hubiese aceptado y ahora no. Si lo que hacemos no tiene una carga de compromiso, ¿para qué hacer venir a la gente? ¿para qué perder el tiempo? Quizá nos hemos vuelto un poco radicales en ese sentido porque ahora lo más seguro es estar en casa, pero si convocamos a alguien es porque realmente vamos a poner en juego cosas que nos están interpelando y nos están poniendo en situación, abriéndonos hacia algún sitio. No nos está dando respuestas, pero sí nos está ayudando a pensar y a entender de otra manera.
Decís que Teatro Urgente nace para contar las cosas que no pueden soportar otro aplazamiento, ¿qué sientes que, en este momento, no puede ser aplazado?
Yo creo que lo urgente ahora mismo está sepultado con todos los temores que tenemos, esa necesidad de recuperar la oportunidad de apropiarnos de nuestra vida. Dicho así es muy abstracto, pero sí que hay una sensación de distancia de lo que podemos hacer y lo que está ocurriendo. La pandemia genera una sensación de aislamiento que nos lleva a una introspección, pero no en el buen sentido, si no de aislamiento, es una catástrofe. Cada uno se ve obligado a salvar sus muebles y no hay que olvidar que somos una comunidad, tenemos que superar la cuestión como grupo humano, eso es urgente, como lo es el recuperar el idealismo; recuperar la política para los ciudadanos también es urgente y eso es Hannah Arendt. La política no puede ser echar una papeleta cada cierto tiempo y rezar para haber acertado, es una idea de la democracia que no funciona, está caduca y te desactiva como ser humano. Tiene que articularse de otra manera. Creo que en cuanto al teatro lo urgente es olvidar las máximas y las dinámicas, reconocer los problemas de los abandonados del teatro, los más jóvenes, los parados, no olvidar que somos una comunidad y pensar con sensación de totalidad, la situación nos lleva a no pensar así. Es el momento de recuperar una totalidad, todos compartimos el aire que respiramos, somos vecinos de la misma calle, somos vulnerables todos, y tenemos que llegar a unos acuerdos mínimos.
En el prólogo de Hannah Arendt en tiempos de oscuridad, dices que comenzaste como artista y que ahora eres una trabajadora de la cultura, ¿ese cambio lo ves como una evolución o un desencanto?
Hay unas ideas que plantea Hannah acerca de que el hombre forma parte de un sistema y ella es muy crítica con eso, eso me dio pie a reflexionar: ¿hasta qué punto haces proyectos porque eres trabajadora de la cultura y cuáles son los que hacen porque realmente eres artista? Cuando te dedicas a esto, tienes un deseo muy grande de comunicarte de una manera especial con los otros seres humanos y por el camino eso se olvida. Es un desencantado, pero es una paradoja porque la filosofía nunca es blanco o negro, no ser trabajadora de la cultura tampoco es el objetivo, son las dos caras de la moneda. Esto está también en la obra, somos piezas del sistema y Hannah critica eso y digamos que el personaje de Karina también va empoderándose sobre sus propias decisiones, y según se va encontrando con Hannah, se va haciendo esas preguntas y hace el viaje con ella. Es una autocrítica para ponerme en la situación de necesitar el pensamiento de Hannah Arendt y seguir sus pasos que es la ruta que tiene la obra.
¿Por qué la elección de Hannah Arendt para este nuevo proyecto de Teatro Urgente?
La idea de elegirla no fue mía, surgió de todo el equipo de todos los nombres que barajamos, queríamos tener una mezcla de pensamientos. Mi decisión de escribir la obra fue posterior, una vez que estuve con sus libros, empezó a interpelarme mucho, fue una mezcla de fascinación y de fortaleza, todo en ella me parecía admirable y digno de recorrer y de meterme ahí.
A través de esa investigación, ¿qué es lo que quieres mostrar de Arendt? ¿Qué posee que la hace tan actual?
Me gustaría que la gente viera a Arendt cercana. Es una figura que nos interpela y que tiene algo que decirnos ahora, no estamos lejos de lo que ella habla; la banalidad del mal es el más conocido, pero también los orígenes del totalitarismo. Arendt, es una visionaria y ve cómo las sociedades de masas y la idea de democracia, cuando está desactivada, es el germen para los totalitarismos y creo que ahora estamos en un momento muy parecido, en ese sentido. Donde hay confusión, calamidad, catástrofe y surgen estas voces que nos hacen creer que pueden salvarnos. Ahora se están viendo ese tipo de propuestas en la política. Arendt, lo que hace es interpelarte para que te pares y pienses por ti mismo. Al final nadie nos va a salvar, no hay revoluciones cuando los cambios no son sostenibles. Arendt nos puede volver menos ingenuos ante esta propaganda política.
Hannah Arendt es vivificante, ella es una luz. Es una de las personas que puede iluminar el momento oscuro en el que estamos. Te pone directamente en relación con lo que tú puedes hacer. No es una idealista que se basa en conceptos abstractos, sino en una teoría muy política de las comunidades, en cómo tienes tú que asociarte y qué puedes hacer. Te da una sensación de que realmente recuperar el poder de tu vida, simplemente preguntándote de qué eres responsable y de qué maneras puedes intervenir. Y el espectador puede salir muy motivado en ese sentido.
Metateatro, filosofía, historia, política y poesía en una propuesta que roza lo pirandelliano, ¿cuál es el principal desafío al que os enfrentáis con este espectáculo?
Hay uno muy grande y es que Hannah Arendt no es una figura que tú puedas poner en el centro del escenario a decir grandes palabras. Fue una persona que observó mucho, estuvo en la retaguardia analizando, contemplando, fue una teórica, una personalidad tímida, pero no es una persona teatral, pero hemos hecho que su pensamiento y la epifanía en la que surge ese pensamiento, sea el acontecimiento que la compañía represente a través de los motores que ella se encontró. A través del elemento crítico. Yo creo que ella se identificaría con ese distanciamiento de actores que salen, porque siempre en su pensamiento todo se basa en comprender, no en hacer comprender. Analizando y descubriendo a la vez que es analizada y descubierta por otros.
¿Podría decirse que Hannah, dentro de la propuesta, se situaría en el lado del espectador?
Totalmente. Sin hacer spoiler, es como acaba. El público es Arendt. Para mí es la visión que más me ayudó, no presentarla haciendo grandes monólogos, porque no tiene nada que ver con el personaje.
La propuesta es exigente, ¿cómo crees que va a recibirla el público?
Creo que el trabajo que ha hecho Ernesto (Caballero) consigue que sea todo lo sensorial que el texto permite. Creo que el espectador se va a enfrentar a una personalidad muy retadora, no se le puede negar, es como coger una rosa y quitarle las espinas, pero es que Arendt es eso. Si eres de las personas que te gusta que te reten, te va a fascinar porque sus ideas son estimulantes. Puedes conectar mucho con el recorrido de la compañía o con algunos momentos que hablan mucho de la familia, la infancia, los padres. No va a ser un viaje intelectual, hemos trabajado para que sea un viaje que empiece y acabe en uno mismo. Que lo comiences solo y lo acabes siendo muy consciente del entorno en el que estás.
Es una pena el tema de las restricciones porque, seguramente, este sea uno de esos espectáculos que pide un debate postfunción.
Totalmente. Una de las cosas más bonitas de Teatro Urgente eran los tweets que decían: “Llevo tres horas hablando de Teatro Urgente. Todavía no sé si nos gustó o no” y es una maravilla que genere ese debate, es uno de los objetivos del proyecto: trascender un poco esos miedos de si va a gustar o no. Vamos a interpelar directamente y después cada uno que decida si le va a gustar o no.
El poder de la imaginación y de la poesía tienen una gran presencia en el texto, ¿esto cómo lo habéis querido traducir a la hora de llevarlo a escena?
Vamos a encontrar a un Ernesto muy despojado de aparato escénico, en su vertiente más esencialista y un trabajo de compañía donde el juego, la escucha y el cuerpo es lo que va a ir construyendo la escena. Es un montaje muy cercano, sencillo, intimo. Hay un momento en el que artistas y espectadores estaremos en el mismo plano.
Al leer el texto, me he dado cuenta que las acotaciones no son meras indicaciones, pones mucho cuidado en aportar una gran cantidad de datos sobre Hannah y su vida, ayudan a comprender el momento en el que vivió y las circunstancias, ¿harán acto de presencia en escena o se quedan exclusivamente como guía para la compañía?
¡Me encanta escribir las acotaciones! Las escribí pensando que fueran un material abierto. Ernesto ha utilizado algunas porque le gustaban mucho, pero las escribía para la compañía.
¿Cuáles son los siguientes pasos de Teatro Urgente tras Hannah Arendt en tiempos de oscuridad?
Nos queda el espectáculo con Juan Mayorga y Teresa Arzuaga, que será un díptico, ella ha escrito un texto que se llama Daño, que habla sobre la herida que tenemos todos, lo ha escrito a partir de su experiencia como mediadora de conflictos; y de Juan Mayorga vamos a trabajar sobre su Teatro por minutos, con alguna de las piezas más filosóficas que tiene esa colección de teatro corto. Luego nos queda una versión sobre Doris Lessing, para tratar su visión sobre el pensamiento binario, que es lo que para mí cierra esta colección. Los siguientes pasos serían hacer Teatro Urgente grande, porque queremos impulsar proyectos de residencia dentro del colectivo de actores que colaboran con nosotros, que puedan construir otras propuestas. El futuro sería crecer en recursos, en medios, en ayudas, hacerse fuerte para poder irrigar a esa comunidad.