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Historias que desmontan prejuicios

“El mundo penitenciario, si no tienes alguien dentro, es muy desconocido y todos tenemos muchos prejuicios”

 

Carolina África es la encargada de escribir y dirigir la nueva producción del Centro Dramático Nacional, El cuaderno de Pitágoras, en la que pone sobre el escenario un texto que se inspira en historias y anécdotas reales de mujeres y hombres recluidos en centros penitenciarios para reflexionar sobre todo lo que conlleva su situación y las posibilidades de reinserción. La historia se centra en el triángulo formado por Paqui, Furia y su hijo y cómo a lo largo de los años han ido afrontando cada uno las entradas y salidas de la cárcel. Manolo Caro, Emmanuel Cea, Gledys Ibarra, Helena Lanza, Ascen López, Jorge Mayor, Nuria Mencía, Pepe Sevilla y Victoria Teijeiro forman el elenco. En el Teatro Valle-Inclán del 18 de enero al 20 de febrero.

 

Una reflexión sobre la realidad de las personas presas

 

Por David Hinarejos

Fotos de la obra: Luz Soria

 

¿Cómo comienza este viaje para ti de tomar conciencia de la realidad de las cárceles españolas?

Ha sido un proceso bastante largo. En 2017 me incorporé al proyecto de LOVA (sus siglas responden a La Ópera como Vehículo de Aprendizaje) en una cárcel masculina. Esta iniciativa presenta a los presos distintos profesionales del sector teatral para que expliquen a qué se dedican. A mí me llega la propuesta a través de Elena López Nieto, que es bailarina y además hace el movimiento en este montaje, para ir y explicar lo que es la dramaturgia porque ellos iban a hacer una obra y necesitaban una guía para escribir los textos. La verdad es que esa primera vez fue muy especial porque hay que tener en cuenta que el mundo penitenciario, si no tienes alguien dentro, es un mundo muy desconocido y todos tenemos muchos prejuicios sobre las personas que terminan ahí. Sin embargo, dentro de la frialdad de aquellos muros encontré un colectivo de 30 hombres con unos rostros de vida trabajada y sufrida con el que viví en muy poco tiempo un arco de emociones muy grande, en el que pasé de emocionarme a reír o llorar con ellos. . Nada parecido a lo que yo había visto en televisión o en películas. Me ofrecieron continuar yendo todas las semanas y así lo hice. Como cualquier voluntario de LOVA les he estado acompañando desde entonces hasta la actualidad.

 

¿Cuándo amplías el foco a conocer específicamente la situación de las mujeres presas?

Cuando empecé a plantearme escribir ya vi que no podía reducir el texto a la experiencia que yo estaba teniendo y empecé a reunirme con asociaciones y personas que están cerca de estas mujeres. Además, a raíz de un programa sobre mujeres solidarias que hicimos en el programa Mujeres de la 2, en el que estaba de guionista, conocí ACOPE (Asociación de Colaboradores con las mujeres Presas) y pude entrevistar a dos de sus socias más destacadas como son Mariú Derrico y Mercedes Martín. Tuvimos la oportunidad de conocer el trabajo que realizan en las cárceles de mujeres y ver como, por ejemplo, los viveros se convierten en un espacio de libertad donde ellas, aparte de ganar un poquito de dinero para sus familias, es un lugar en el que se encuentran rodeadas de plantas y flores y pueden aprender a cuidarlas. También visité unos pisos que tiene la asociación en algunas localidades de la Comunidad de Madrid para alojar a las mujeres que no tienen una red social fuera cuando empiezan a tener permisos. De pronto, con toda la realidad que yo conocía de los hombres en la cárcel, me di cuenta que en el caso de las mujeres la condena era doble, porque ellos al entrar en la cárcel normalmente cuentan con una mujer fuera para sostener a la familia. En el caso de ellas la familia suele acabar en centros de acogida porque se desmorona la estructura. También hay una condena social añadida en la mujer, ya que en el varón se sigue equiparando de alguna forma cometer un delito con la hombría, pero para ellas es un estigma siempre negativo.

 

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Imagen de Carolina África. Foto de Geraldine Leloutre.

 

Hay datos que realmente son significativos en el caso de ellas. Por ejemplo, suponen el 7% de las personas presas y sólo existen 3 centros penitenciarios exclusivos para mujeres de los 82 existentes, lo que supone que una gran mayoría cumple condena en módulos dentro de centros diseñados para hombres.

Esto conlleva muchas cosas. Si entras en una cárcel de hombres hay una segregación por tipos de delitos que en el caso de las mujeres no existe a no ser que acceden a esos pocos centros que dices. Además, está el problema de poder acceder a una asistencia sanitaria especializada y una orientación laboral específica…

En la obra se habla, entre otras cosas, de esas diferencias entre hombres y mujeres y de la situación de los niños en la cárcel que el día después de cumplir 3 años deben abandonar a sus madres.

 

Es curioso que sean dos mujeres, Victoria Kent y Concepción Arenal, dos de las personas que más hicieron por mejorar la situación de las cárceles y los presos en España. En el caso de Kent, como directora de prisiones durante la República, eliminó las celdas de castigo y los grilletes, creo la primera cárcel de mujeres y el primer cuerpo de funcionarias de prisiones, entre otras cosas.

Totalmente. Por ejemplo, Arenal también escribió El visitador del preso que he podido leer. Pero, ¿sabes a quién me señalan los chicos mucho? A Manuela Carmena. Ella trabajaba como jueza en prisiones y ella hizo mucho porque ellos pudieran hacer muchas actividades, porque tuvieran permisos y para que se pudiera quitar el certificado de penales en ciertos trabajos y por ciertos delitos. Quizás que hayan tenido que ser mujeres sea porque dar la vida lleva consigo, en cierta forma, una sensibilidad mayor con los cuidados y por dar más valor a ciertas cosas.

 

¿Dónde han quedado todos los prejuicios con los que empezaste esta experiencia?

Han ido desapareciendo, al igual que esa distinción que solemos hacer entre buenos y malos. Por el hecho de yo estar libre se me presupone buena persona, pero me he encontrado mucha tristeza, mucho ‘robagallinas’, muchas personas que han cometido errores bajo el efecto de las drogas… y no es que no hayan cometido delitos graves y no se merezcan la condena, es que al entrar en contacto con ellos te das cuenta que muchos de esos errores en sus circunstancias cualquiera podríamos haberlos cometido. No son diferentes a los que estamos fuera, tienen familia, miedo a la soledad y al aislamiento, ilusiones…

 

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Entiendo que has salido igual de enriquecida a nivel personal como en tu faceta de dramaturga.

En mi caso es que todo se mezcla más porque mi vida y obras se retroalimentan. Escribir me hace muy feliz y me permite comprenderme y entender como estoy en el mundo, entonces no hay separación posible. Amplío mi bagaje emocional y es desde donde escribo. Yo siempre digo que más que imaginación yo tengo ojo para captar momentos especiales que he visto y transformarlos para que vuelen más alto.

 

¿Cómo de difícil es condensar todo lo que has vivido en un texto teatral?

Pues al final lo que he tenido que preguntarme con honestidad es para qué y por qué quería escribir esta obra. Llegando a la conclusión de que lo que simplemente quería era acercar algo de lo que a mí me ha transformado. He condensado muchísimo y he intentado evitar el discurso y que se convirtiera en algo panfletario. He ido a las historias humanas, a lo pequeñito, a momentos donde desde la anécdota llegas a una profundidad muy grande.

 

¿Cómo han sido los ensayos para transmitir a los actores todo lo que has vivido y quieres poner en escena?

En las lecturas del texto les he dejado claro de dónde nace cada historia, muchas de ellas basadas en cosas que me han contado y otras ficcionadas, pero con una gran base de verdad. En algún caso, incluso, han conocido a las personas en las que se inspiran los personajes centrales de la obra. Además, era importante para mí hacer un buen trabajo con los actores para no parodiar ni juzgar y que pudieran defender los personajes de una manera honesta. Pude llevar a cinco de ellos a que conocieran al grupo de hombres con los que trabajo en la cárcel de Valdemoro y darles algunos consejos porque, además, justo coincidió que en esas semanas estábamos ultimando también en la cárcel el estreno de su obra. El año pasado con la pandemia no se pudo hacer y había mucha ilusión y nervios porque se realiza para sus familias. Se llama Esperanzas conectadas y es muy gracioso porque, aunque ellos siempre quieren hacer comedias luego terminan siendo historias muy reales en las que los dramas terminan apareciendo. Además, tuvimos la suerte que desde el CDN cedieron algo de vestuario para que lo pudieran utilizar.

 

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¿Hay una conexión entre las diferentes historias que veremos en la función?

Sí, hay una trama que hila todas las historias, es un triángulo entre Paqui, Furia y su hijo. Accederemos mediante flashbacks a distintos años de la vida del hijo mientras sus padres cumplían condena y todas las luces y sombras de esta realidad. Hay que decir que curiosamente la obra es muy divertida.

 

¿Cómo de especial será el día del estreno siendo el culmen de un proceso que te ha tocado tanto?

Muy especial porque se juntan muchas cosas: estrenamos justo el día en que se cumple un año de que me partiera la pierna con el Filomena por cinco sitios; van a poder venir los chicos del módulo a ver la obra, gracias a un convenio del CDN con la prisión de Valdemoro que yo no conocía; es la primera vez que me producen, ya que siempre he hecho las obras con mi socia Laura Cortón y nuestra compañía La Belloch Teatro haciendo números y poniendo dinero; Alfredo Sanzol (director del CDN) eligió el espectáculo como uno de los que va a realizar gira por España… no puedo estar más feliz.

 

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