Son muchos años los que llevo siguiendo la pista a César Barló y AlmaViva Teatro, compañía que cuenta con un recorrido de cerca de tres lustros sobre los escenarios. Para aquellos que tienen la suerte de estar descubriéndoles en estos momentos, contarles que ellos, por un tiempo, recuperaron la tradición del Tenorio, siendo la única compañía en representarlo en una versión itinerante desde un espacio no convencional de la capital como fue el Campo de la Cebada -ahora un macrogimnasio-, convirtieron la desaparecida sala de La Puerta Estrecha en un portal interdimensional desde el que viajar a La Tempestad de Shakespeare -Premio Godoff 2016- o que el teatro de Koltés nos hablara con ferocidad y desgarro desde La noche justo antes de los bosques o Muelle Oeste; incluso alzaron la voz ante lo que en ese momento solo era ‘asomar la patita’ de la extrema derecha con Conoces a Arturo Ui… ¡Y mira tú dónde estamos ahora!

 

¿Eres quien deseas ser? en Madrid
Escena de Los Gigantes de la montaña, de Almaviva Teatro. Foto de Bruno Rascão.

 

Han sido muchos años de mantener en pie una compañía que ha apostado por llevar el gran formato al Off, con un teatro arriesgado y nada complaciente porque si algo tiene AlmaViva es un fuerte compromiso social, además de un gran respeto por el público, al que entiende como pieza fundamental dentro de sus propuestas -quien lo probó, lo sabe- y un gusto único por el juego y la diversión. Es por ello que verlos ahora programados en el Fernán Gómez CCV hace que nos alegre pensar que nuevos públicos van a poder adentrarse en su forma de entender el teatro.

 

UN PIRANDELLO POCO REPRESENTADO

Ahora se han atrevido con Los gigantes de la montaña, un Pirandello desconocido e inconcluso, ya que el autor falleció antes, dejando el cuarto y último acto sin escribir, aunque su hijo se ocupó de recuperar algunas notas poco antes de que el autor muriera. Precisamente, el que sea un texto sin terminar hace que sea una obra poco representada (la última vez que eso pasó en nuestro país fue en 1977, en una versión que solo llegaba hasta el tercer acto, dirigida por Miguel Narros). “A nosotros nos parecía que teníamos que transitarlo por lo menos -explica César Barló sobre el cuarto acto-, investigar qué era lo que nos podía contar. Por supuesto, yo no iba a intentar escribir como Pirandello, ni suplantarle, pero sí teníamos el material de su hijo Stefano y desde ahí quisimos ver qué pasaba”.

 

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Imagen de un ensayo de Los Gigantes de la montaña de Almaviva Teatro. Foto de Bruno Rascão.

 

CAMBIAR EL MUNDO CON EL ARTE

La historia nos presenta a una compañía de actores liderada por la condesa Ilse, que ansía poder representar una obra poética en la que pocos creen. En la búsqueda de un lugar donde poder hacer la función, llegan a una villa habitada por el mago Cotrone quien hace tiempo decidió alejarse de la sociedad por no sentirse aceptado. El mago ayuda a la compañía a preparar su espectáculo invitándoles a hacerlo allí mismo, en sus dominios, pero el deseo de la condesa es poder representarlo frente a un público ‘real’, los gigantes del título, y ser reconocida a pesar del riesgo que eso pueda conllevar. Una trama que nos habla “sobre una sociedad que no se acerca al mundo del Arte, y cómo este, cuando se eleva demasiado, no acepta ni escucha qué es lo que necesita el público”, eterna discusión que llega junto a una disyuntiva menos endogámica: “decidir quienes somos, quién nos gustaría ser y en qué sitio queremos estar en el mundo -explica Barló-. Pirandello nos está pidiendo que tengamos la imaginación suficiente como para inventarnos otro mundo posible, porque nos van dirigiendo a ser pragmáticos, a ser eficaces para el sistema, y si somos capaces de llevar nuestra vida de otra manera, a lo mejor cambiábamos algo”.

 

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Una escena de Los gigantes de la montaña de Almaviva Teatro. Foto de Bruno Rascão

 

OKUPANDO EL FERNÁN GÓMEZ

Dentro de esta fábula mágica se plantea un juego de espejos en el que la propia compañía AlmaViva se ve reflejada, de alguna manera, en la compañía a la que representan en Los gigantes de la montaña. Ellos llegan a un espacio nuevo donde se les da la oportunidad de poder representar, como sucede con ellos y el Fernán Gómez, espacio que Juan Carlos Pérez de la Fuente les brindó al entrar como director. “Le dije que si me dejaba representar en la sala pequeña y en el hall, la hacíamos -explica Barló-. Si me enseñan un espacio no convencional, ya sabemos lo que pasa”, me dice entre risas. Y Pérez de la Fuente accedió “porque quiere que en ese espacio sucedan cosas”.

Así que, quien acuda a ver Los gigantes de la montaña, comprenderá lo que decía al comienzo de este texto, que para AlmaViva todo es susceptible de entrar a formar parte de sus espectáculos. En el texto el mago dice: “Hacía muchos años que esperábamos gente como vosotros para crear otras ilusiones”… ¡y puede que sea verdad!

 

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