“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”, cantaba premonitoriamente Mercedes Sosa desde Canción de las simples cosas como si quisiera resumir el viaje que propone Chavela, la nueva creación de Carolina Román.

Una producción que ha supuesto un arduo periplo creativo que, según cuenta su creadora, nació gracias a dos visitas que hizo a México con la gira de Juguetes Rotos, donde conoció a María Cortina, amiga personal de Chavela, quien le llevó de la mano a través de la memoria de esta “chamana de andar por casa”.

De la visita a la casita que Chavela tenía en Tepoztlán y la inspiración que supuso contemplar desde allí el cerro Chalchi, “su amigo eterno”, donde decía que descansarían sus cenizas cuando muriera, nació esta historia que va más allá del mero biopic, recreando una realidad onírica donde el espíritu de Chavela da un último paseo antes de partir junto a su amiga La Pelona, como ella llamaba a la Muerte. “Tuvo una vida dura, seca, solitaria y también mágica, chamánica y maravillosa. Pero su paisaje es tan distinto que se puede parecer al paisaje de cualquiera de nosotros. Podemos vernos en ella”, nos explica la directora de este espectáculo.

 

 

LA MUJER, EL MITO Y EL RECUERDO

Al principio, surgió un monólogo sobre “una anciana debatiéndose entre la muerte, la vida y sus recuerdos”. De hecho, la idea gustó a un teatro público, por la actriz que lo iba a interpretar, pero “por diversas razones”, esa actriz no pudo continuar en el proyecto y el teatro dio un paso atrás. “Cerrada esta puerta en las narices, no me di por vencida -dice Román-. Mi tesón y mi empecinamiento sentían que había algo más en estas trabas y empecé a deshilachar ‘ese poncho rojo’ y los hilos me llevaron a que todos los personajes aparecieran detrás de esa historia. Me llevaron a darles voz, forma, alma, palabra y cuerpo. No tuve que hacer ningún esfuerzo, sólo saber escuchar qué necesitaba la historia”. Y así es cómo aquel monólogo acabó transformándose en un proyecto contado, y cantado, a varias voces, con diferentes artistas dando vida a Chavela Vargas, a través de una especie de triángulo vital, donde toman cuerpo la mujer, el mito y todos sus recuerdos. “Estas son sus tres partes, sus tres versiones. Porque todos tenemos muchas vidas en una sola”, dice Román.

Para ello ha contado con Luisa Gavasa que, casualidades de la vida, fue aquella primera opción “cuando se rechazó el proyecto” y que, finalmente, ha podido estar en la producción para interpretar a Chavela de mayor. “Lo celebro tanto, es un animal escénico indiscutible y tan gustosa de ver…”. Junto a ella encontramos dos cantantes de la talla de Rozalén y Nita. Dos grandes voces que se estrenan como actrices alternándose para dar vida a la figura del mito, “Era necesario contar el mito desde los grandes escenarios que pisan todo el mundo tal y como lo hiciera Chavela”. Y finalmente Paula Iwasaki que encarna “el recuerdo que la Chavela mayor tiene de sí misma en los momentos más oscuros, tristes, apasionados y salvajes de su vida”, explica la propia actriz. «La voz de Paula y la manera de ponerle esqueleto a esta etapa de su vida es realmente conmovedora», nos adelanta su directora. Junto a ellas están Raquel Varela y Laura Porras, haciéndose cargo de los distintos personajes que pueblan la memoria de la cantante, desde su compadre José Alfredo o Almodóvar, pasando por distintos familiares y cuidadores, hasta figuras como Frida Kahlo, Federico García Lorca o la propia Pelona. «Ambas se desdoblan en muchos personajes, y junto a sus voces increíbles, nos van llevando de una manera muy orgánica a ese umbral finito entre este y el otro mundo», explica Román.

 

Luisa Gavasa en una escena de Chavela. Foto de BSP.

 

EL LUGAR DONDE GRAVITA EL RECUERDO

La historia, tal y como nos cuenta Luisa Gavasa, nos sitúa en los tres días previos a la muerte de Chavela que “como todas las personas que pasan por paliativos, morfina y sedaciones, se encuentra en ese momento fronterizo donde la realidad y la memoria se funden. Un lugar donde gravita el recuerdo”. Esto hace que el inicio, el nudo y el desenlace habituales se diluyan en una nebulosa, “armando un tejido que nos lleva desde su infancia como primera herida a sus últimos días -apunta su directora-. Todos los seres que amó vienen a buscarla, anunciando así esa hora dulce del ocaso. Sus diálogos se pisan entre sí, tal y como ella percibe el aquí y ahora. Una trama de recuerdos la sacuden en ese vislumbrar el más allá que ya empieza a asomar”.

Y es ahí donde música y palabra se trenzan para darnos a conocer los recovecos de la vida de Chavela. “La parte herida, la niña, la amante muerta de miedo, o la anciana que recuerda su agridulce pasado mientras afronta de manera valiente la muerte», dice la actriz Laura Porras. «Chavela, su universo, su voz y su música me conectan de forma directa con un deseo de libertad desde la angustia y la alegría -añade Paula Iwasaki-, y también desde un estado inevitable de melancolía y nostalgia».

Y es que, la conexión emocional con la artista llega al equipo desde diferentes lugares, desde “su soledad que resulta que está señalando la tuya” como añade Carolina; o “la falta de pudor por reconocer heridas propias, la vulnerabilidad, el miedo a que nos abandonen”, como apunta Iwasaki.  Pasando por la identificación y la cercanía, como es el caso de Raquel Varela: “empatizo con ella como si fuera mi abuela, con todo lo que tuvo que luchar y superar, que le lleva a ser como es, con su lado hermoso y su lado oscuro”; o a Alejandro Pelayo a quien le conecta con «historias cercanas de nuestros mayores y lo difícil que resultan las despedidas y los duelos». Hasta la figura que ve en ella Nita, “una mujer libre con mucha fortaleza, pero también con mucha fragilidad, con esa soledad y con esa valentía que llevaba por bandera”.

 

Rozalén forma parte del elenco de Chavela. Foto de BSP.

 

LA RESPONSABILIDAD DE VESTIR EL PONCHO ROJO

Al preguntar a Rozalén si pesa la responsabilidad que supone ponerse en la piel de semejante mujer, no puede evitar un: “¡Ni lo dudes!”. Un reto que le ha llevado a superar el síndrome del impostor, ya que es su primera vez trabajando como actriz sobre un escenario. “Asusta porque es como empezar la casa por el tejado. Pero una vez superado el pánico, la verdad que está siendo un viajazo brutal. Es como un juego, como volver a ser pequeña y pensar que eres otra persona. Ojalá que transmita el respeto y el amor con el que intento hablar de ella”. Aspecto que comparte con Nita. “Estoy honrando a esa niña que jugaba a hacer teatro en el salón de casa” y le está sirviendo para “seguir evolucionando como artista” tras los 15 años formando parte de Fuel Fandango. “Está siendo un trabajo que tiene que ver mucho con la apertura de mi alma y lo estoy abordando desde el agradecimiento, el honor y el placer que para mí supone interpretar las canciones de Chavela Vargas”.

«Me siento muy honrada de que hayan confiado en mí para esto -Apunta Carolina Román, sobre el trabajo de ambas-. No sólo cantan con el alma y piel de Chavela, sino que actúan y no son escenas precisamente fáciles». Una labor a la que ha contribuido Oscar Martínez Gil, ayudante de dirección y coreógrafo de la producción, ayudando a dar cuerpo y forma a lo que nos vamos a encontrar en escena.

 

Un momento de Chavela con Nita como protagonista. Foto de BSP.

 

MÚSICA PARA CONTAR A CHAVELA

“Hemos intentado huir del concepto musical habitual porque la función no es un musical, aunque haya canciones cantadas. Todas son unas magníficas actrices y todas cantan muy muy bien, cada una desde su personalidad y su edad”. Explica Alejandro Pelayo, responsable de la parte musical. “La música es fundamental, es el lenguaje de Chavela y se utiliza a lo largo de toda la función para contar su historia y la emoción de sus tres últimos días de vida”. Explica Pelayo, quien además interpreta la música en directo de canciones como Macorina, Paloma negra, Vámonos, Luz de luna, Piensa en mí o La Llorona, títulos que, según su directora, “Son hilos que nos llevan a esos momentos en donde ella amó y bebió la vida”, en un brindis que Alejandro Pelayo define ”como un canto a la vida. Las canciones de José Alfredo Jiménez son la mejor banda sonora de esa celebración”.

En ningún momento se ha buscado la imitación. Que nadie espere ver a las intérpretes ‘haciendo de’, sino que todas han habitado a Chavela desde su propia esencia. “En ningún momento se ha pretendido que fuésemos copias o que intentásemos mimetizarnos-explica Gavasa-. En ese sentido hemos disfrutado de una libertad de creación absoluta”.  Idea en la que coincide con Nita quien nos explica que está habitando a Chavela a través de sí misma. “He ido encontrando puntos en común donde yo me reconocía y son desde los que he partido. Desde el respeto y la admiración, sintiéndola y dejando espacio para ella”. Tal y como ha hecho Rozalén que nos cuenta que “lo que más estoy interiorizando es la manera en la que ella canalizaba el dolor a través del canto e intentando transmitir la emoción buscando una cosa intermedia que no sea ni Chavela ni sea yo”.

 

Reparto al completo de Chavela. De izq. a Dcha: Alejandro Pelayo (al piano), Paula Iwasaki, Rozalén, Raquel Varela (arriba), Laura Porras y Luisa Gavasa. Foto de BSP.

 

EL LEGADO DE CHAVELA

Este homenaje escénico, al que han contribuido a darle forma Javier Alegría (escenografía), Ezequiel Romero (videoproyecciones) y The patanes (iluminación), nos acerca al legado de Chavela Vargas desde diferentes lugares, como bien lo demuestran estas cinco artistas que orbitan su memoria desde el escenario. Mientras que para Luisa Gavasa fue una mujer adelantada a su época y defendió la libertad, como mujer, como lesbiana y como artista, por encima de todo: “Fue difícil de entender en su momento, pero lo consiguió, por su valentía, por su tenacidad y por su temperamento”. Para Rozalén deja un legado “gigante” a través de ”la honestidad que tenía su canto” en el que ha encontrado una enseñanza: “Estoy aprendiendo, no solo a habitar mi canto, como ella decía, sino cada cosa que hago en la vida”. La música también es parte fundamental para la actriz Raquel Varela, “su legado es su música. Siento una admiración absoluta por su voz que traspasa”.

Sin embargo, Nita se decanta por el espíritu de Chavela: “Creo que la conexión espiritual que tenía con el público va más allá de lo terrenal, ella conectaba su alma con las almas de las personas que venían a escucharla”. Al igual que Laura Porras destaca “la verdad por encima de la forma, la verdad por encima incluso del mensaje. La verdad es lo más importante”.

Finalmente, Paula Iwasaki cree que parte de su legado radica en “la exaltación de la belleza que también puede existir en la muerte, en esa despedida que todos tendremos con lo que fuimos”. Y que nos lleva a quedarnos con una última reflexión de la propia Chavela acerca de este tema: “Cómo será de hermosa la muerte, que no regresas. No regresas, te quedas allá. Así será de bella”.

 

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