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‘Ronejo’: ¿Conspiranoia o realidad?

Ronejo es la historia de amistad de un hombre y su cabeza”

 

Nos asomamos a Ronejo, la última creación de seXpeare que ahora llega a Teatro de La Abadía, del 17 al 4 de julio, de la mano de Rulo Pardo. Su creador ha querido recuperar el sello de la compañía para dar forma a esta comedia de ciencia ficción con conejos rojos que hablan, virus mundiales, hackers sádicos, chips inyectados por el gobierno y el capitalismo dominando el sueño de los humanos a través de máquinas.

Una historia fantástica protagonizada por el propio Rulo junto a Carmen Ruiz, Juan Vinuesa y Felipe García Vélez, que fue creada mucho antes de que el mundo se viera protagonizando esta distopía en la que nos vemos sumidos, y que puede resultar un estupendo caldo de cultivo para los conspiranoicos. ¿La realidad supera a la ficción? ¡Que nadie se sorprenda si un conejo rojo comienza a hablarle desde el interior de su cabeza!

 

El existencialismo, la épica y la robótica

 

 

Por José Antonio Alba

 

El humor, el absurdo, el juego con la palabra, son señas que identifican a seXpeare, ¿qué tiene Ronejo de este sello?

La historia pensé que tenía que hacerse desde seXpeare porque es el sello y tal, pero me di cuenta que tenía que darle la vuelta porque eso ya lo había hecho con Santi (Molero), él y yo éramos las historias absurdas, pero esa parte ahora no existe, yo no escribo absurdo; eso surgía trabajando con Santi, ahí es donde se nos ocurría. Esta historia es más una comedia de ciencia ficción, de acción, tiene sus cositas que sí son seXpeare, detallitos y jaleos de los que me molan a mí, pero digamos que esa parte más rocambolesca no lo tiene.

 

 

Entonces, ¿cómo definirías lo que es Ronejo y de dónde nace?

Después de hacer Rinconete y Cortadillo con Santiago y decidir que nos separábamos, me quedé un poco sin ganas de contar nada. Escribía mis cosas, tengo muchas ideas guardadas, pero no para seXpeare, hasta que encontré un libro que se llama 24/7 de un filósofo español que se llama Jonathan Crary y que habla sobre estar una semana entera despierto, habla de no dormir para rendir más, con experimentos con LSD y cosas por el estilo. Y cuenta que los rusos lanzaron un satélite con espejos para iluminar una zona del Polo Norte porque tenía mucho petróleo y solo cuatro horas de luz. Ese satélite lo que hacía era redirigir la luz del sol y tener más horas de luz para poder sacar el petróleo, cuando acabaron con las extracciones decidieron experimentar con él y lo redirigieron a una zona, creo que de Brasil, para que hubiera más luz en el día, de tal manera que la gente estuviera más despierta y al estar más despiertos, consumían más. Eso me aterrizó en la cabeza y todo empezó por ahí, me dio el impulso de volver a escribir con el punto seXpeare. De ahí me empecé a imaginar de qué manera se puede controlar el sueño.

 

¿Y de controlar el sueño pasaste a meter conejos en miniatura en la cabeza de la gente?

Lo que hice fue meter en la cabeza un conejo miniaturizado, como en El chip prodigioso, porque yo vengo de esa generación. Ronejo habla de que el único lugar donde no puede entrar la economía es en el sueño, en el resto de sitios puede entrar, pero durmiendo no. Es un proyecto del gobierno junto a seis multinacionales; como dormimos seis horas, cada hora incita al consumo de una marca diferente enviando mensajes para que sueñes con publicidad sin saberlo. Esto es un experimento que se hace con unos pocos, entre ellos mi personaje, pero en pocos días habrá un virus mundial y todos vamos a tener que vacunarnos, ahora sí. Entonces el conejo aparece en mi cabeza para decirme que lo que van a hacer realmente es meternos un chip para controlarnos con máquinas. Al conejo ya no lo necesitan y quieren sacarlo para meter el chip, entonces, lo que hace el conejo es intentar comunicarse para decirle a mi personaje que tenemos tres días para destruirlo todo y evitar lo que pretenden hacer.

 

Es una comedia, pero pone los pelos de punta pensar en cómo, lo que tú imaginaste mucho antes de la pandemia, ha acabado siendo una realidad que hace pensar en todas las conspiranoias que han surgido con el tema de la vacunación contra el Coronavirus. 

¡Durante el confinamiento no dábamos crédito! Tuvimos que grabar un audio explicando que el espectáculo se acabó de escribir en diciembre del 2018 porque como la gente está tan sensible, si ve que te ríes del virus, se va a molestar, porque parece que nos estamos riendo de lo que pasa en la calle. Pero no es otra cosa Isaac Asimov, Julio Verne y la ciencia ficción de toda la vida. La ciencia ficción no tiene tiempo, siempre está pasando algo en el mundo que está oculto, siempre están pasando cosas con las que nos están manipulando, y eso es de lo que habla.

 

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Una escena de ‘Ronejo’ de Rulo Pardo con Felipe García Vélez (en el suelo), Juan Vinuesa, Rulo Pardo y Carmen Ruiz.

 

Tú siempre pones mucho cuidado en lo que se va a ver en escena, ¿cómo será la estética del espectáculo?

Es muy fantasiosa y el envoltorio es de comic, quería hacer una obra manga, una cosa muy bestia. Lo que vais a ver es una historia de ciencia ficción bastante actual. Creo que eso engancha. Es una historia existencialista sobre robótica, sobre hacia dónde vamos, que habla sobre el amor, sobre la amistad y sobre creer en uno mismo, con tintes de comedia. Es la historia de amistad de un hombre y su cabeza.

 

Cómo toda historia de ciencia ficción, tiene su épica, y su dilema existencial.

Es una historia de ciencia ficción, pero es más filosófica, más existencialista. De lo que se habla es de ser más: «Yo hago lo que hago para demostrarle a los demás que ellos no lo han hecho». Es un punto de vista muy salvaje, pero eso ocurre en la vida.

 

¿La figura del conejo, y que sea rojo, viene por algún motivo en especial?

La verdad que no lo sé. Me mola mucho la idea del conejo rojo, es una idea muy salvaje. En la obra se lo preguntan, que porqué es rojo y él dice que es por extravagancia, sin más (Risas). No sé por qué un conejo, supongo que algo en mi piensa en la madriguera. En Qué pelo más guay también aparecía un conejo. Me gusta como animal de ciencia ficción, lo he visto en muchas historias, es un animal muy referente. Supongo que también viene por Alicia en el país de las maravillas, que por otro lado me encanta; por los experimentos científicos, es muy de tener en jaula y experimentar. ¡¡Lo de meter un conejo en la cara de Vinuesa ya es otra historia!! (Risas).

 

Ya que lo sacas a colación, además de ese conejo rojo interpretado por Juan Vinuesa, ¿quiénes son los personajes que habitan Ronejo?

El personaje de Carmen (Ruiz) es una troll cibernética que maltrata a la gente por internet. Ella tiene la base de datos de centros de salud de media Europa y lo que hacen es que, cuando va a morir un familiar, le envían los datos a ella y ella tiene un grupo de rastreadores, de hackers, que buscan a los familiares a través de sus direcciones de IP, redes sociales, etc.… y cuando muere, los bombardean a la familia para crear paranoia y depresión porque a ella, quien le paga, es la farmacéutica que fabrica los antidepresivos de toda Europa… Cuando escribí esto hubo gente que me dijo que esto existe, pero de verdad que yo no voy de conspiranoico, solo se me ocurren estas cosas cuando escribo. (Ríe)

Felipe Vélez es el malo, el que hizo todo esto. Los experimentos le salen mal porque las máquinas no le hacen caso. Él tiene toda la parte más existencialista de la función, hablando de lo que es ser robot y de la emoción de ser robot y de que el hombre crea chips para manipular al hombre. Es toda una pescadilla que se muerde la cola. Habla de la inteligencia artificial, que son los propios robots los que crean nuevos robots sin necesidad del ser humano.

Y mi personaje es un ‘tolai’, un macarra anclado en el pasado. La obra empieza con que se va a suicidar tirándose desde un puente porque cree que tiene esquizofrenia, por el conejo que le habla dentro de su cabeza. Es un perdedor, el típico romántico, un antihéroe. Pero en mitad de la obra sucede algo que le hace cambiar el discurso y decide hacer algo con su vida y todo acaba en una cosa bastante trágica.

 

¿Pero Ronejo no es una comedia?

Aunque todo sea muy guay, tiene un final bastante trágico. Es un final lógico.

 

 

Al final todo es una lectura nuestra capacidad de actuar, de tomar partido, y una especie de reflejo de nuestra propia conciencia, ¿no?

Sí, es tu mente que te dice que hagas o no hagas cosas. Por ejemplo, mi personaje dice que no sabe si va  a poder hacer según qué cosas, es alguien que finge ser una cosa y luego va de otra. Al final la situación le puede y lo que le hace es reventar, tomar partido, aunque sea desencadenando una tragedia, ¡pero al menos ha hecho algo con su vida!

 

Este no es un espectáculo al uso, ¿cómo se vende algo así al equipo con el que quieres trabajar para que se implique?

Yo creo que es porque desde la primera página del libreto se enganchan pensando “¿qué cojones es esto?” (Ríe) Y al mismo tiempo porque la gente ya conoce seXpeare, digamos que ya saben por dónde se van a mover. Es que la historia mola mucho, lo que estamos contando es muy interesante, donde la hemos hecho la gente joven enloquece porque es que son ellos con los algoritmos, las plataformas… es una obra bastante actual y la historia es muy bestia.

 

Del espectáculo decís que habla sobre “ese lugar donde te sientes seguro y libre de influencias externas”. ¿Cuál es ese lugar para ti?

El sitio donde me pasa eso es mi terraza, sentado mirando el cielo. Durante la pandemia he estado refugiado ahí. Puedo estar en silencio mucho tiempo sin problema, con la ciudad ahí abajo, sin enterarme de nada. Llevo siete años en esta casita y es mi refugio.

 

Rulo, tú en este estado raro en el que vivimos, has experimentado con otras formas de hacer teatro como con Ese discreto encanto de ahí que formaba parte de #TeatroConfinado de La Abadía, ¿estás buscando nuevas formas con las que evolucionar o es mera supervivencia?

Realmente son nuevas formas, me apetece mucho experimentar. Ahora estoy con una residencia en el Teatro del Barrio con Rubén Cano, una cosa que se llama Teo encadenado, que tiene que ver con Prometeo; lo he escrito y lo voy a interpretar, pero no quiero dirigir ni nada. Actualmente me estoy dejando llevar para experimentar con otra gente, que es lo que me apetece.

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