Un encuentro en una capital de provincias en la España de los 60, entre una joven adolescente, de familia bien y con ganas de descubrir la vida y un joven universitario con deseos de cambiar el mundo, nos sumergen en una sociedad que empieza a convulsionar desde la mansedumbre o la tiranía doctrinal en que ha vivido tantos años.
Torre del Aire es un edificio salmantino en el corazón de la ciudad. Nacido en 1440 fue una osadía de los señorones, fábrica de paños, casa de estudiantes irlandeses, cuartel de religiosos, residencias de paso…
En los años 60 allí se reunía un grupo de faranduleros feroces, universitarios activos, anarquistas sentimentales, para preparar a Anouil, Buero Vallejo, Alejandro Casona, y otros de la panda que llevarían por los pueblos siguiendo la estela republicana.
También es ahora mismo una obra de teatro donde El Hombre, La Muchacha, La Madre y El Padre emergen del tiempo para recuperar el amor, las historias que no se cumplieron, el asfixiante costumbrismo, el abuso de poder, la sumisión, la represión, los sueños, las renuncias, las rebeliones, la rebeldía, las rendiciones, el camino y el ansia de libertad, mientras se oye a Alguien que Canta.
Porque Torre del Aire tiene claraboya para mirar las sombras de aquel ayer desde las claridades de hoy. O eso pretende el autor.