En la repugnancia que sentimos por las cosas sórdidas hay atisbos de atracción inevitables. Lo sórdido, como lo fascinante, son huellas de lo anterior al mundo lingüístico que surgen ante la vista de manera imprevisible: la mancha, la mugre, la costra sobre la herida, la podredumbre, el vómito, el chorro de esperma, la enfermedad, el deshecho, la mano que masturba, el placer oculto, lo moribundo, el pensamiento prohibido… Nuestras danzas, sordidísimas.
Sordidísimas es una obra de danza butoh y teatro físico inspirada en la lectura de varios relatos del escritor Pascal Quignard. En esta obra no contamos los relatos sino que estos han sido transitados en movimiento para acercarse a las danzas que nuestras vidas necesitaban desvelar.
La investigación de la danza butoh se ubica en el territorio de la no pertenencia a los valores como lo bello y lo feo. Es la danza del goce, de la interrogación pura, sin ideales, sin opiniones, sin expectativas, sin garantías, sin acreditaciones y sin fe que nace en el vértigo.