Ester Bellver rinde un especial réquiem en memoria de su padre con esta obra sincera, emotiva y libre. Un texto lleno de matices con una puesta en escena sencilla en la que el simbolismo está siempre presente. El resultado es una obra de gran impacto emocional.
Réquiem (definición): En latín, ‘descanso’. Oración que se reza en memoria de un difunto. Composición musical que se canta con el texto litúrgico de la misa de difuntos o parte de él.
«En aquellos días de hospital a mi padre y a mí se nos cayó la máscara de padre e hija con la que hasta entonces nos habíamos relacionado. Nos encontramos desnudos frente a frente, corazón a corazón, compartiendo profundas reflexiones, recuerdos, chistes, canciones, miserias, dolores y desesperaciones. En las situaciones límite los seres humanos somos capaces de tener un encuentro muy especial. Para ello es necesario dejar de lado o abandonar el papel que a cada uno nos toca cotidianamente representar. Es decir, uno deja en ese lugar de ser quien es, o quien cree ser. Ocurre entonces, que las fronteras entre lo que es uno y otro comienzan a confundirse; la línea entre lo que es dar y recibir se diluye también. El tránsito de mi padre a la muerte me ha proporcionado el encuentro más fuerte que he tenido hasta la fecha con un ser humano. Paradójicamente, el marco de una situación dolorosa puede ser precisamente el que te brinde las cosas más hermosas de tu vida».
Ester Bellver escribe, pone en escena e interpreta este Réquiem, espectáculo nacido de la experiencia de acompañar a su padre en el hospital durante sus tres últimas semanas de vida y la posterior tarea de tener que deshacer su casa tras la pérdida. Una vivencia que la actriz define como luminosa: “Paradójicamente, el marco de una situación dolorosa puede ser precisamente el que te brinde las cosas más hermosas de tu vida” “las situaciones límite nos ofrecen a los seres humanos la posibilidad de tener un acercamiento más allá de lo que permiten las máscaras que vestimos de manera cotidiana y, por tanto, en nuestras relaciones familiares -en este caso la de padre e hija-. Las vimos caer y pudimos mirarnos liberados de aquella maldición”.
Una pieza unipersonal, sincera y directa, tres mimbres que también dieron forma a su anterior montaje, el exitoso ProtAgonizo.