Tomasz Borczyk atravesaba tranquilamente su primera depresión mientras trabajaba como psicoterapeuta en su ciudad natal, Katowice (Polonia), hasta que descubrió el dado y se transformó en un hombre aleatorio.
Tirar un dado. Para tomar decisiones. Para no tener que elegir. Esto fue lo que le salvó y esto se ha convertido en su estilo de vida.
En Random man, apoyado por la compañía Noche de Camaleones, no solo cuenta su historia por primera vez, sino también deja la propia pieza teatral en manos del azar.
«Más allá de lo anecdótico del dispositivo, es decir, del hecho de que la pieza sea diferente cada vez que la hagamos, nos interesa enfrentar al público con el vértigo que causa la renuncia del libre albedrío; sobre todo, en una sociedad reinada por lo que Renata Salecl llama La tiranía de la elección. El mundo nos hace creer que tenemos muchísimas opciones y podemos diseñar a nuestro antojo cualquier detalle de nuestra vida (el famoso «si quieres, puedes»), pero sabemos que la realidad es diferente y que esta ilusión puede confundir y paralizar. En Random man experimentamos con una idea provocadora: ¿y si renunciáramos al control?».
Palabras de Tomasz Borczyk sobre su espectáculo y el ciclo [abril imaginario]
«Voy a tirar el dado. Si sale uno o dos voy a responderte como respondería normalmente. Si sale 3 ó 4 voy a intentar hablar solo con metáforas, si sale 5 voy a decir todo al revés y si sale 6 voy a contestarte en polaco». Tira el dado y sale 6 y me una respuesta sobre lo que ha vivido en este ciclo en polaco que, dado mi nivel de polaco, no puedo traducir. Me río, pero estoy flipando. Termina su reflexión y le pido que tire el dado de nuevo. Sale 4, así que me responde con metáforas.
«Trabajar con Carlos ha sido como encontrar un hogar seguro donde crear, ha sido como imaginarte esa escuela perfecta con la que has soñado siempre, y Carlos es como Willy Wonka para mí. Desarrollar mi pieza dentro de este contexto ha sido como caminar sobre un haz de luz que te va indicando el camino.
Yo estudié Psicología en Polonia. Al terminar puse una consulta, empecé a recibir pacientes, hice prácticas en un hospital psiquiátrico… tuve la típica trayectoria de un psicólogo, vaya. Pero llegó un momento en el que tuve una crisis muy importante en mi vida. Empecé a sufrir síndrome del impostor, a sentir que no se me daba bien esto, tuve depresión y tenía que encontrar una salida. Alguien me recomendó el libro El hombre de los dados, de Luke Rhinehart (1971) en el que habla de un hombre que en un momento vital de crisis parecido al que estaba yo viviendo, empieza a tirar el dado y así tomar decisiones. A mí esto me sorprendió mucho. Yo no creo en Dios, no creo en el horóscopo, no tengo ninguna ideología política en particular, no creo en el destino… lo que yo creía en aquel momento era en el caos, pero en el buen sentido del caos y de repente, al leer el libro pensé que era una buena forma de interpretar todo mi mundo. Así que un día tiré el dado y dejé todo lo que estaba haciendo: mi trabajo, mi pareja… y le propuse al dado mi futuro. Le propuse al dado seis países y salió España y en cuanto a los trabajos salió hacer teatro y aquí estoy, y no ha sido hasta ahora que el dado me ha propuesto contar la historia.
Esta pieza es como un ejercicio de sinceridad conmigo mismo. Creo que también es un trabajo divertido, que se bifurca, que tiene varios finales… pero más allá de lo anecdótico, más allá del dado, me interesa confrontar al público con la idea de si es verdad que tenemos todas esas opciones que nos venden. Tenemos la sensación de que podemos diseñar nuestra vida a nuestro antojo, que podemos controlar cada detalle de nuestra vida, que tenemos todas las opciones del mundo, pero creo que eso ha sido algo, sobre todo para la gente de mi generación, que nos ha metido mucha presión, que ha sido algo muy agobiante. Ahora, la idea de entregar tu vida al azar, de dejar de decidir es bastante inquietante, pero también ofrece cierta libertad que me parece interesante».