«Pocas veces se conoce a alguien que sea un placer conocer». Teatralidad coral y enérgica generada en un proyecto de investigación escénica inspirado en muy diversas obras de Harold Pinter, Francis Bacon y Chavela Vargas. Propuesta audaz y sin concesiones propia de aquellas pasiones de alta montaña.
Unas cuantas mesas con sillas apiladas y en un rincón un piano olvidado. Una docena de seres atrapados en uno de esos hoteles de paso. Hay quienes son familia y quienes, eternos visitantes. Siempre es de noche y se llega sin necesidad de anunciarse. Ellas y ellos confiesan desearse con pasión irrefrenable aunque sólo se entregan cuando el miedo cala en sus carnes. El silencio grita mientras los cuerpos deforman. Y el dolor estalla en abrazos de amor al mismo tiempo que la borrachera canta lo que nadie sabe. ¿Puede alguien decir qué le ha pasado al bueno de Jim?