Si el aleteo de una mariposa en Sri Lanka puede provocar un huracán en Estados Unidos, ¿qué puede llegar a pasar si se corta el agua de nuestro edificio? Noche árabe es una experiencia mucho más intrépida que un viaje organizado a la antigua Ceilán. Es una odisea colectiva al estilo de Las mil y una noches que cuestiona nuestra concepción del tiempo planteando la existencia de vidas pasadas y realidades paralelas.
«Escucho correr el agua. En todas partes. Suena como una canción. La huella de un canto que lleva al séptimo piso. Allí, en el 7-32, viven Fátima Mansur y Francisca Díaz. Marina las observa desde su ventana. El atardecer. Kalil está sentado, al lado del teléfono, esperando. Fátima va a llamar enseguida. Como todas las noches. Arranca la moto. Marina sube las escaleras. Piensa en las mañanas de verano paseando a su lado o descubriendo un nuevo café. Sobre la mesa, un capuccino o un café cortado… La beso. ¡Hace tanto que no he tocado o acariciado a una mujer! Entonces Fátima entierra el cuchillo en su espalda. Mis pies se hunden en la arena. Me tropiezo, me levanto. Sobre mi cabeza, el sol».
Está a punto de caer el sol. Marina observa desde su ventana ese momento mágico en que el día da paso a la noche. En el apartamento de enfrente, Francisca se queda dormida en el sofá, como todas las noches, y Fátima, su compañera de piso, aprovecha para llamar a su novio Kalil. Mientras tanto López, el conserje, trata de resolver un problema con las cañerías. Nada parece salirse de la rutina habitual. Sin embargo, los anhelos de Marina, López y Kalil perturbarán el sueño profundo de Francisca y desvelarán el gran misterio que la envuelve.