Winnie, una mujer madura atrapada en un montículo de tierra, trata de instalarse en lo cotidiano para recuperar motivos de felicidad que la desvíen de sus miserias: pérdida de la memoria, pérdida de la visión, pérdida de la movilidad y temor por la pérdida de lo más importante: ser escuchada por Willie, su marido. Su discurso oscila entre fragmentos literarios que se esfuerza en recordar, evocaciones del pasado, y observaciones que transitan desde lo superficial hasta enunciados profundos sobre la condición humana. A su lado, una bolsa. En ella guarda preciados objetos para su aseo, pero también su memoria… y una pistola.
La imagen de Winnie semisumergida en el montículo, nos lleva a la marioneta de mano manejada desde abajo. Esa idea se refuerza a medida que el timbre va orquestando las acciones, un ritmo vital que responde a un plan oculto que tanto ella como el espectador ignoran. Pero ¿podría simplemente ser el timbre que marca una función de teatro?