Lo que más detesto es una comedia trepidante y ácida que cuestiona e interpela nuestro modelo de sociedad posmoderna a través de la experiencia de un hombre alrededor de los cincuenta en rebeldía con un entorno demasiado fluido, líquido incluso, ‘queer’ y algo enloquecido… y lógicamente está en crisis existencial de identidad… como la sociedad sólida que echa de menos.
Fluimos por su mundo de relaciones (amigos y compañeros de profesión, su terapeuta, su amiga trans, desconocidos en busca de sexo…), sus fracasos comunicativos y su intento desesperado por sobrevivir socialmente sin saber cuándo ser sólido sin resultar intolerante y cuándo fluido o líquido sin volverse loco… Y claro, nos reiremos y enfadaremos con él a partes iguales (o no, no seamos tan binarios…).
Queremos hacer reír, pinchar, provocar debate, porque somos feministas, ‘trans-friendly’ y partidarios de una sociedad sólida, y cuestionamos la posmodernidad, y ciertas ideas de la doctrina queer y la ley trans… Queremos barrer los espacios seguros de la generación ‘woke’ y ofrecer a los progresistas mayores de 35 un lugar de reconocimiento.
Un teatro como lugar inseguro, político no panfletario.
Con humor. Con un poquito de ácido. Con mucha seriedad.