La casa vacía nos presenta una propuesta transdisciplinar que aúna danza, teatro y documento. Un proyecto escénico que investiga sobre la imagen e idea del falso documental dentro de la escena y de la dramaturgia de la historia. Una pieza documental de danza que potencia la multifocalidad dentro de ella. El espectador decide lo que quiere ver y contemplar. Texto, imagen, danza, gesto, movimiento… Las fronteras entre la danza y otras disciplinas desaparecen. La casa vacía es un juego poético de realidades constantes.
Esta obra nos presenta a una mujer que acaba de perder a su pareja, una reconocida artista, y La casa vacía corresponde a la primera exposición Post-Mortem de esta autora. Los espectadores se convierten en testigos de una pequeña entrevista-documental que se le hace en directo a la pareja de esta fallecida artista. Viajar a través de sus obras es navegar por las historias que las une y sumergirse en el vacío de su desaparición, ahora apreciando los huecos de sus trabajos como nunca. Esos huecos la llevan al vacío, al silencio, a la inmensidad, la reflexión, la contemplación y admiración por los pequeños detalles como si siempre los estuviera viendo por primera vez. Arte contemplativo en danza. Una reflexión entre el concepto contemplativo y lo conceptual.
La casa vacía es un despertar sensorial de la escucha, la observación y la contemplación de la historia narrada para que el espectador sea conducido a los pequeños detalles y gestos cargados de huellas, de antiguos mapas corporales, de textos y conceptos, acompañados de danza contemporánea donde su movimiento transporte al público a una abstracción coherente y conectada en todo momento a un hilo narrativo. Las disciplinas fluctúan y se complementan las unas con las otras. Las fronteras entre la danza y otras disciplinas desaparecen.